Una fe atrevida recibe su recompensa

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Esta mañana compartí una palabra con los hermanos del servicio y quisiera hacerlo también con ustedes. Quisiera que ustedes puedan buscar en sus Biblias en el Libro de Marcos, Capítulo 5, hay una historia que quiero compartir con ustedes. Es una historia que cada vez que yo la leo, que cada vez que me cruzo con ella me toca bien profundo en mi corazón, siempre encuentro algo distinto en ella entremedio de sus líneas. Y hoy pues, el Señor puso una inquietud en mi corazón y compartir esto también con ustedes y que ustedes puedan llevar esa bendición consigo en sus vidas también.

Y solamente quisiera leer algunos versos para poderlo contextualizar, que podamos entender por dónde estamos yendo. Yo sé que es una historia que muchos de ustedes conocen, pero que quisiera resaltar algunas cosas en la misma para la edificación de nuestras vidas hoy.

Libro de Marco, Capítulo 5, comenzando en el verso 21, dice así: “... Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla se reunió alrededor de él una gran multitud. Y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la sinagoga llamado Jairo y luego que le vio se postró a sus pies y le rogaba mucho diciendo, ‘mi hija está agonizando, ven y pon las manos sobre ella para que sea salva y vivirá.’ Fue pues, Jesús con él y le seguía toda esta gran multitud y lo apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre y había sufrido de muchos médicos y gastado todo lo que tenía y nada había aprovechado. Antes le iba peor...”

Déjenme dejarlo ahí. Esto es una historia mis hermanos, que yo creo que tiene mucha relevancia para el día de hoy. Y yo sé que tal vez muchas mujeres de las que están aquí se pueden identificar con esa historia, pero yo creo que también los hombres tenemos mucho que aprender de la misma. Y lo primero que yo logro identificar es que Marcos habla acerca de cierta mujer. Es una mujer que no sabemos su nombre, es una mujer que no conocemos su identidad, no conocemos de su trasfondo, de su familia, no conocemos nada de esta mujer, lo único que sabemos de ella es que tiene un problema. Muchos de nosotros nos podemos nos podemos identificar al menos con ese aspecto. ¿Quién de ustedes no tiene problemas? Déjenme ver sus manos. Ok, estamos en el mismo barco entonces.

Esta mujer, su problema era único, por así decirlo, era un problema único. La Biblia, el relato lo describe como un flujo de sangre, muchas formas esto se puede interpretar que tal vez tenía una hemorragia o que tenía un problema con su ciclo menstrual. Pero el asunto es que por doce años esta mujer estaba sufriendo de eso, estaba padeciendo de esto. Ahora yo me pregunto, nosotros ahora si yo me pongo a pensar qué le pasa a una persona cuando tiene un problema de esta forma con su sangre. ¿Qué le pasa? Se debilita por un lado, la hemoglobina le baja y por ende se mamonea, una palabra bien portorriqueña, se me zafó ahí, se le quitan las fuerzas, las energías.

Ahora, si una mujer se pone moody cuando está en esos días, yo sé que las mujeres se pueden identificar muy bien con esto, y sus moods pueden variar de distintas formas, yo me pregunto, cómo variarían los moods cuando ha sido un problema de 12 años, cuán difíciles serían los moods con esa persona. Así que no tan solamente se sentía débil, no tan solamente tenía poca energía, encima de eso puede ser que estaba totalmente deprimida también y deprimida por qué. según lo que dice el relato había gasto todo lo que tenía en médicos y me gusta cómo lo dice, había sufrido por los médicos, o sea, los médicos en vez de traerle alivio le habían traído más sufrimiento y eso hay veces que uno lo ve hoy día, que uno va al médico para que le quiten el dolor y hay veces que uno sale con más dolor de la clínica del médico. Hay que orar por los médicos de hoy en día y si tengo algunos aquí, créame que estamos orando por usted.

Así que no tan solamente estaba débil, no tan solamente podría ser que estaba deprimida y que no había encontrado todavía esa sanidad que necesitaba, sino que también por los estándares y los patrones de esa sociedad en la cual ella vivía, una mujer que tenía esa condición se consideraba inmunda y al considerarse inmunda tenía que aislarse por completo. No podía entrar en contacto con nadie, ella tenía que vivir apartada de la gente. Si ella salía a la calle tenía que salir en un momento donde no se encontrara con la gente y donde ella tuviese que hacer las cosas que tenía que hacer por sí sola.

Así que yo me pongo a pensar en esto, mis hermanos, y yo quiero, yo les invito a que ustedes usen su imaginación conmigo en esta historia. Yo quiero que usted se traslade siglos atrás y que usted se imagine que usted está en el cuarto de esta mujer. Póngase en el cuarto de esta mujer. Tal vez esta mujer está acostada en su cama, tal vez está hastiada de la vida ya, no tiene esperanza, está tan agotada, tan angustiada que ya no sabe qué va a pasar con ella. Pero de repente, en ese cuarto ella empieza a oír un bullicio, desde su cuarto ella empieza a oír un bullicio que era totalmente distinto y así entre palabra y palabra lograba escuchar, ahí viene, ahí viene, ahí viene.

Y como que ese ahí viene, ahí viene, como que le causó algo a ella. ¿Quién viene? Y si somos bien pentecostales diríamos, Cristo, pero obviamente esa no es la idea. A medida que ella seguía escuchando comenzó el bullicio que empezaba a decir, Jesús, viene. Jesús está pasando por el vecindario. Ahí viene Jesús. Vamos a ver a Jesús.

Y esta mujer, yo me imagino, que de repente se puso a pensar; y ahí tal vez tendida en su cama, ella empezó a recordarse tal vez de los recuentos de esa persona que se llama Jesús, de cómo Jesús había sanado a muchos, de cómo Jesús había puesto su mano sobre ciegos y terminaban viendo, de cómo Jesús había puesto su mano sobre aquellos que eran cojos y salían brincando, porque no podían caminar y salían brincando, de cómo Jesús había libertado a un gadanero que estaba poseído por completo de legiones y terminó limpio y salió para servir y comunicar y anunciar las grandezas del Señor también.

Así que ahí está esa mujer acostada, yo me imagino que esta mujer de repente comienza a pensar: he tratado médicos, ninguno me ha podido curar; he gastado todo lo que tengo, todo mi dinero, y todavía sigo con este flujo, ¿podrá este Jesús hacer algo por mí? ¿Podrá este Jesús en el cual la gente está saliendo a correr detrás de él, podrá él verdaderamente hacer algo por mí ahora?

Y yo me imagino que dentro de esta mujer comenzó una batalla interna. Tal vez ahí acostada como que se levantaba y se sentaba en el borde de su cama y como que se mecía en la cama y como que pensaba, voy o no voy, me muevo o no me muevo. Y en su inquietud tal vez se levantaba y se asomaba por la ventana y comenzaba a ver el bullicio de la gente que venía, que venía, que venía, y tal vez ese bullicio como que le aumentaba su vigor hasta que de repente empezó a ver la silueta de Jesús así a lo lejos, a la distancia caminando. Y tal vez ella pensaba, tal vez esta es mi oportunidad, tal vez aquí es donde yo voy a poder encontrar lo que estoy buscando.

Y yo me imagino que ella se atavió, se puso su ropa rápido, se trató de tapar porque sabía que si iba a salir la gente la iba a criticar, porque se supone que no saliera, que no estuviera en medio de la multitud. Pero yo me imagino que ella sale y entonces está a la puerta de su casa, ahí a la entrada, y está todo el bullicio ahí, moviéndose de un lado para otro, y quien sabe si ya tal vez Jesús ya había pasado y estaba viendo a Jesús allá en la distancia y quizás si en ese momento como que se fue mi oportunidad, por allá va, voy a entrar de nuevo. Ella pudo haber dicho eso, pero no. ¿Qué es lo que dice el pasaje?

Ella se metió en el medio de la multitud y buscó llegar a Jesús. ¿Saben qué? Yo quiero hacer algo para despertarlos. ¿Me dan permiso? Tengo tiempo, mucho tiempo. Yo quiero voluntarios que vengan acá arriba conmigo un momento, por favor, rápido, rápido, no perdamos tiempo. Vengan, vengan, vengan. Venid, venid, venid.

Edy tu vas a ser el personaje de Jesús, párate allá. Yo quiero una multitud aquí en el mismo medio, una multitud bien grande, bien grande. Algún otro voluntario por favor. Yo quiero ilustrar algo para que ustedes puedan ver la dinámica de este pasaje. Ok, Jesús está allá pero miren allá hacia Jesús. Yo voy a ser esta mujer, yo estoy bien seguro de quien yo soy, conste.

Pero yo me imagino esta mujer que se tuvo que haber tapado para que nadie la reconozca, y tengo toda esta multitud en el mismo medio y mi respuesta está al otro lado. Y yo sé que de alguna forma u otra esa persona que está en el lado de allá, Jesús si te puedes acercar porque estás lejos todavía, ayúdame Jesús, por favor. Yo me imagino esta mujer que se tuvo que empezar a meter entre medio de... gracias.

A Jesús se le olvidó decir, alguien me ha tocado. Oh mi Dios... ahora entiendo a la mujer más todavía. Miren, ese gesto le pudo haber costado a esa mujer su vida. Pero ella estaba tan y tan y tan segura. Si usted ve en el relato donde ella dice, con tan solo yo tocar el manto, el borde del manto de Jesús seré salva, seré sana. Y en ese momento que ella se metió entre toda la multitud, y cuando vio una esquinita para poder agarrar el manto de Jesús, y lo tocó, algo sucedió ahí, algo sucedió en ese momento que le hizo una pausa a la caminata.

Yo me imagino que esa mujer cuando alcanzó a tocar a Jesús, que sintió lo que pasó, se fue, pero en esa ida ella sabe que lo que estaba ocurriendo en su interior paró, cesó. Y en ese momento Jesús no sintió cosquillas salir de él, Jesús no sintió un airecito que lo sopló, Jesús sintió algo salir de él. Y ahí es donde todo para. Y viene esta pregunta: ¿quién me tocó?

Entonces viene este dilema, los discípulos como que Jesús, pero, what are you talking about, man? Todo el mundo te está oprimiendo, todo el mundo quiere coger un cantito de ti como si tu fueras un pie de manzana. Todo el mundo quiere un cantito tuyo y tu vienes a decir que alguien te tocó. Pero miren, aquí es donde yo veo esa dinámica tan bella de Jesús porque Jesús, yo me imagino que él estaba teniendo una comunicación de corazón a corazón con esa mujer, no se veía donde estaba ella, pero él sabía que ella estaba por ahí, él sabía que esa mujer estaba tal vez por ahí escondida, con temor, pero que a la misma vez estaba contenta por lo que había sucedido con ella.

Y yo me imagino que Jesús en su corazón estaba diciendo, ven, ven, dondequiera que estés, no juegues a esconder. Cuantos de nosotros el Señor nos dice, no juegues a esconder conmigo. Por aquí te veo, yo sé dónde estás. Hasta que esta mujer, yo me imagino, que en su corazón ella sentía ese clamor del corazón de Jesús, ella sentía ese llamado de Jesús diciendo, ven, dónde estás, hasta que de repente la multitud se partió en dos como si hubiese sido el Mar Rojo, y sale esta mujer y yo me la imagino a ella que venía, como dice el pasaje, temerosa y temblorosa y tal vez tenía una risa de nervio, pero llegó hasta Jesús y se postró ante él y dijo a Jesús, yo fui, yo fui la que te tocó.

Y mire cómo Jesús le dice, si vemos el texto Jesús le dice, “...hija, hija..” Marcos la identificó como una mujer cualquiera sin nombre y Jesús le dijo hija. “... tu fe te ha sanado, tu fe te ha hecho salva...”

¿Saben qué, mis hermanos? Yo puedo decirte que aquí hoy en medio nuestro hay gente que se creen como si fuera uno más en medio de la multitud. Hoy aquí hay alguien que puede pensar o creer que tu identidad nadie la conoce, tal vez tu estás aquí hoy, estás ahí sentado o sentada, me estás escuchando pero en tu interior estás como que qué diferencia hace esto, quién verdaderamente se interesa por lo que yo vivo, por lo que yo tengo. Who cares?

Tal vez el problema por el cual tu estás pasando, tu has gastado de lo que tu tienes por tratarlo de resolver, tal vez has gastado dinero, si es una condición física la que te está dañando, atribulando. Tal vez has gastado energías físicas, energías emocionales, energías mentales, tratando de buscar una solución a ese problema con el cual estás lidiando y usted llene el blanco, puede ser un problema con tu hijo, con tu hija, con tu esposo, con tu esposa, con el jefe gruñón en tu trabajo, puede ser un problema contigo mismo, con tu propia actitud, con tu ambivalencia, que hoy quieres hacer una cosa, pero mañana no, que hoy le hablas bien a tu gente, pero mañana les estás bajando los santos del cielo, y esas son las cosas con las cuales uno pelea. Y puede ser que hayas estado luchando por meses como puede ser que hayas estado luchando por años con esa situación. Puede ser que como esta mujer ya tu estás tirado en la cama, vencido, vencida, sin energías, sin fuerzas, deprimido y nada pasa, te has entregado a la corriente a ver qué sucede contigo. Puede ser que como esa mujer tu estés como quien dice, me paro de la cama o no me paro, podrá verdaderamente suceder algo conmigo o no. Puede ser que como esa mujer tu estés tal vez asomándote por la ventana y viendo el gentío, puede ser que estés escuchando lo que otros están diciendo de Jesús pero que tu todavía no has experimentado.

¿Me siguen? Puede ser que estás en el proceso de ponerte todas tus cosas y taparte lo más que tu puedas para que nadie vaya a decir, ah, mira este se metió a cristiano ahora, y estás como que ahí, en el tire y jala, salgo o no salgo, me meto en la multitud o me quedo acá, busco lo que tanto necesito al menos en esta persona de la cual estamos hablando, o me quedo aquí metido en mi cuarto sufriendo, desangrándome. Me quedó aquí botando toda mi sangre. Quien sabe si tu propia fe se está desangrando y tu no lo has querido reconocer.

La historia no se queda ahí. Hay otro personaje en la historia, ese personaje se llama Jairo. ¿Saben quién era Jairo? ¿Quién era? El que dijo que su hija se estaba muriendo, pero ¿quién era él? El principal de la sinagoga. Saben lo que era un principal de la sinagoga. Se lo voy a poner en términos bien de nosotros ahora mismo. Esta mañana yo entrevisté a un principal de escuela y a un principal asistente de otra escuela. En otras palabras, entrevisté al hermano Miguel Prieto y al hermano David Díaz, los entrevisté a ellos dos. Y yo les hice una pregunta, usted cómo principal de escuela qué es lo que usted tiene que hacer. Y lo primero que me dicen, obviamente velar por el cuidado y la educación de los muchachos que vienen ahí. Segundo, ¿cuál fue? Uno tiene que estar evaluando a los maestros, velando que ellos estén impartiendo una buena educación. Tercero en la lista, bregar con los padres, con todos los issues que ellos puedan tener con sus hijos también, bregar por la seguridad, atender la administración de esa institución, que toda pueda correr de acuerdo a las leyes del estado, y otro sinfín de cosas que yo sé que no me mencionaron pero que como quiera las hacen.

¿Saben lo que hacía el principal de la sinagoga? El principal de la sinagoga era el que se encargaba de estudiar todo lo que los maestros rabinos iban a enseñar. Él era el que se encargaba de poner en orden, quién le toca cuándo, a qué hora y en qué lugar dentro del templo. Era el principal de la sinagoga el que se encargaba de todo ese tipo de administración. Así que yo no estoy hablando de un Juan Pancho de las Casas, yo estoy hablando de un hombre que tenía una posición de autoridad, que tenía un lugar de influencia, que lo que él decía eso iba, ese es el tipo de persona de quien yo estoy hablando.

Y miren qué interesante porque si yo sigo el relato, qué es lo que dice, que este hombre se acercó a Jesús, lo saludó, vaya Jesús, cómo estás. Se ve muy bien tu toga. Ese hombre se olvidó que era principal, se olvidó de su estatus, se olvidó de los diplomas que tenía lindando en su pared, él se olvidó tal vez del efot que el hombre iba usando, y él lo único que tenía en la mente eran dos cosas: uno, que tenía una necesidad porque su hija se estaba muriendo, y segundo, porque la única respuesta que él tenía a su problema estaba en Jesús.

¿Quién sabe si él igual que la mujer probó con muchos médicos, llevó a su hija a muchos médicos, a curanderos en aquella época? Hey, mira, mi hija se está muriendo, mira si puedes hacer algo con ella. Pero ninguno, ninguno, ninguno, ninguno pudo hacer algo con ella. Es bien interesante porque este pasaje de Lucas, esta historia en Lucas que la mujer había sufrido de su flujo de sangre ¿por cuántos años? Por 12 años. Si ustedes ven la misma historia en el pasaje de Lucas, ¿cuantos años tenía la niña? 12 años. Este padre presenta a su hija, le da a una identidad, Jairo le dio identidad a su hija, sin embargo la mujer se presenta como si fuera una más en la multitud, pero ¿qué fue lo que hizo Jesús cuando ella se le acercó a él? Le dio identidad. Le dijo, tu eres mi hija.

 

 

Oigan, mis hermanos, yo quiero, yo me pregunto cuando yo busco la forma en que esta historia me hace sentido en el día de hoy, una de las primeras cosas que yo pregunto es, ¿dónde estamos nosotros? ¿Dónde estás tu? ¿Estás tu como la mujer tal vez tirada en la cama, que ya te has rendido y has entregado tu vida a merced de lo que vaya a pasar? ¿Tal vez te estás asomando por la ventana a ver por dónde viene el bullicio y escuchando lo que están diciendo, pero que tu no has experimentado todavía? ¿Tal vez te estás vistiendo y preparándote para salir y tirarte a ver si algo funciona? ¿O estás metida en el mismo medio del bullicio abriendo espacio para poder llegar a donde tienes que llegar?

Tal vez eres como un Jairo que ha decidido despojarse de todo título y posición que tenía por venir y presentarse a los pies de Jesús y poder encontrar en él la respuesta que tanto anhelaba. Y yo me pregunto cuál será el bullicio que se pone entremedio de nosotros y de Jesús. Cuál será el bullicio que está en tu vida, cuál será la multitud que se está interponiendo entre ti y la persona de Jesús, la respuesta que se encuentra en Jesús para que tu puedas llegar.

Como mencioné hace un minuto, puede ser que sea algo, una manera de pensar en ti, que no quieres ceder a eso y estás tan empecinado con esa forma de pensar que no hay nadie que te saque de ahí. Puede ser que la crisis en la cual está viviendo la nación entera ahora mismo haya puesto a tantos con los pelos de punta que no se sabe qué va a pasar ni qué va a suceder. Estas personas en el relato bíblico habían puesto su esperanza en lo que tenían de frente, pusieron su esperanza primero en un médico, pusieron su esperanza en los recursos materiales que tenían, pero nada de eso funcionó. Hoy día, en el sistema en el que vivimos hay gente que pone su esperanza en Wall Street, hay gente que pone su esperanza en Main Street, y todas esas instituciones, ¿qué está pasando con ellos? Se están desmoronando por completo. Es una crisis que está afectando a la nación en tantas formas y entonces ¿dónde estamos buscando esperanza? Estamos buscando ahora esperanza en dos personas: digo, no estamos, están, porque nosotros sabemos dónde está nuestra esperanza. Pero la gente gravita todo eso, las preguntas que le hacen: cómo usted piensa resolver el problema de la economía? Y ¿saben qué? Puede sonar bien articulado lo que dicen, pero yo me imagino que a los oídos de Dios se oye como bla, bla, bla, bla, bla.

Y al otro le preguntan y ¿qué piensa hacer usted con la guerra? Y puede sonar bien, bien articulado lo que dicen, pero a los oídos de Dios se oye como bla, bla, bla, bla. O tal vez Dios dice, oh, muy bien el discurso, pero ¿tu sabes qué? Yo soy el que tiene la última palabra.

Y mis hermanos, ¿saben qué? Esto yo lo digo como un paréntesis aquí, porque yo creo que es bien importante que nosotros podamos entender esto. Esta historia ¿saben qué? En ese personaje de la mujer yo veo el personaje de la iglesia representado ahí, porque la iglesia de alguna forma u otra, por todas las circunstancias que están ocurriendo alrededor del mundo que han oprimido y que han presionado de alguna forma u otra a la iglesia, la iglesia puede sentir que ha estado sufriendo de una hemorragia también. Pero yo entiendo que la iglesia como hizo esa mujer en la historia es el recurso que Dios quiere y va a usar para que haya una manifestación de su poder en estos tiempos, para que el tumulto que hay en medio de la algarabía de la muchedumbre, de la gente, se pare por un momento y que se oiga escuchar esas palabras que digan, alguien me ha tocado. Y ese alguien es la iglesia.

Estamos viviendo en tiempos críticos donde es necesario que los principios de esta historia se vean hoy día. Es necesario que la iglesia se levante de su cama de sangramiento, es necesario que la iglesia se asome a la ventana y que pueda ver lo que está sucediendo ahí afuera, pero eso no es suficiente. Es necesario que la iglesia se atavíe, se vista, y rompa por ahí y se meta en la muchedumbre hasta poder llegar al punto que se desate ese poder de Dios.

¿Sabe a quién le toca hacer eso? A todos ustedes. El mensaje es este: cómo usted se va a levantar del lugar donde está para hacer todo lo posible por romper todos los patrones de esta sociedad y meterse en la algarabía, aunque te critiquen, aunque te empujen, aunque te den patadas, aunque te hagan tropezar y caer, pero que tu puedas hacer todo lo posible por llegar y alcanzar tocar a todo lo que significa Jesús, puede ser el borde de su manto, puede ser su chancleta, pueden ser los pelos de la pierna, puede ser todo lo que usted quiera. Y la idea es que usted se mueva con una fe atrevida, mis hermanos. Yo creo que Dios está buscando que nosotros tengamos una fe atrevida verdaderamente poder ver su fuerza, su majestad moviéndose, obrando en formas que ni usted ni yo habíamos visto antes.

Y ¿saben qué? Es bien interesante porque digo fe atrevida con intención, porque cuando yo era chiquito, yo no sé ustedes, pero para mí el ser atrevido era algo malo. Mi mamá me decía, mira muchacho, no seas atrevido. Y eso era algo malo y ahí venía el cocotazo por la cabeza. Pero yo entiendo que lo que esta mujer tuvo fue las agallas y el valor de tener una fe atrevida que se fue en contra de todo lo que le impedía a ella meterse en la gente y poder llegar a tocar a Jesús.

Guau, yo creo que es como si el Señor mismo nos dijera, ¿dónde estamos? ¿Dónde estamos? Yo me imagino que en el cuarto de esa mujer, en el cuarto de Jairo, cuando ellos se enteraron que Jesús, yo me imagino que estas dos personas de alguna forma u otra tuvieron esa guerra, esa batalla interior, ¿voy o no voy? Me atrevo o no me atrevo.

Jairo tal vez por un lado estaba diciendo, pero yo, principal de la sinagoga, sabiendo que Jesús ha tenido tantas peleas con los rabinos en la sinagoga, sabiendo que todos esos rabinos van a estar bien pendientes a mí a ver qué yo hago, qué no hago, yo no puedo ir. Quiero pero no puedo.

Yo me imagino que esa otra mujer también estaba pensando, si voy me van a decir algo, si me asomo me van a dar de codazos. Pero yo entiendo mis hermanos, que hay un Dios que trabaja tras bastidores aún cuando nosotros no lo podemos ver y Dios trabaja mediante su gracia obrando en nosotros. es la gracia de Dios la que nos mueve a nosotros a hacer cosas que nosotros no pensamos jamás que podíamos hacer.

¿Saben qué? En estos días pasados, mi hermana Carolina, ella me dio como unos mensajes que ella recibe usualmente en el email de un ministerio profético, y hay veces que yo los leo, pero hace tiempo que yo no los leía lo que ella me pasaba, y la semana pasada me dio con, ella lo tenía encima del escritorio, yo lo cogí por relajar y dije, vamos a ver cuál es la palabra... bueno, no por relajar, lo tomé en serio. Pero lo cogí y abrí y yo dije, vamos a ver cuál es la palabra de Dios para hoy. y estoy leyendo y de repente me crucé con esta frase que decía, Dios te ha puesto en un momento de gracia inusual. Lo decía en inglés, God has given you a time of unsual grace to get your bearings. Dios te ha puesto en un momento de gracia inusual para que puedas recogerte, ubicarte, y una vez lo hayas hecho que puedas responder a su llamado en ti.

¿Saben qué? La gracia de Dios obra cada día, la gracia de Dios actúa en nosotros cada día, pero cuando dice que hay una gracia inusual, an unusual grace, una gracia inusual, en otras palabras, es una gracia distinta, es una gracia que tiene un propósito distinto, es una gracia que está buscando que se acontezca algo en ti que no había pasado antes, es una gracia que está buscando que lo que sea que está estancado en tu vida, se suelte, es una gracia que está buscando que eso que se está desangrando en ti, se pare de una vez y por todas, es una gracia que está buscando que si el dinero se te está yendo por un roto del bolsillo, esa gracia está buscando que ese bolsillo se cosa completo y que se pueda ministrar bien como Dios manda, es una gracia inusual que está buscando que si tu matrimonio se está desangrando por aquí, por allá, norte, sur, este y oeste, que entonces eso se detenga por completo.

¿Vamos a dejar esa gracia inusual pasar? ¿O vamos a fluir con ella? ¿Vamos a dejar que la muchedumbre impida el que yo pueda llegar? ¿O voy a esforzarme hasta poder llegar a ese recurso de vida y de poder para que todo a mi alrededor pueda ser transformado, para que todo en mi vida pueda ser transformado y a través de mi vida, que todo a mi alrededor sea transformado también?

Oigan, hermanos, esto es algo serio. Esto es serio. Esa mujer lo arriesgó todo por llegar a Jesús. Jairo arriesgó su posición por llegar a Jesús. Y ¿Saben lo que pasó? Adquirieron su recompensa, adquirieron su respuesta. Jesús tenía esa respuesta para ellos. Yo quiero dirigir esta palabra a ustedes para cerrar.

Yo quiero que usted mire el centro de su vida ahora mismo y que usted evalúe dónde usted está, dónde tu estás. ¿Estás escuchando los rumores pero no estás haciendo nada? ¿Te estás asomando por la ventana pero nada todavía? ¿Estás pensando en tu estatus que se me vea bien la corbata y que nadie vaya a pensar nada mal de mí?

Una fe atrevida es la que va a recibir su recompensa. Dios está buscando una iglesia que sea atrevida, hoy más que nunca. Dios está buscando en su pasar, es más, yo sé que a mí me han dicho que uno no debería leer mucho en las Escrituras, pero conociendo lo que se dice de Jesús, que él es soberano, él sabía lo que iba a pasar tan pronto él se bajó de esa barca. Él sabía que Jairo se le iba a presentar. Él sabía que esta mujer se le iba a acercar por detrás y tocar el borde de su manto, él está moviéndose en medio de tu vida.

Hay veces que Dios sí se mueve tras bastidores, pero hay veces que Dios se mueve bien claramente delante de ti. ¿Cómo nosotros vamos a responder a esa acción de Dios? Yo le invito, mi hermano, mi hermana, que se ponga de pie un momento, vamos a orar.

Sabe, yo no conozco tu identidad, yo conozco quién tu eres, yo no conozco lo que tu vives día tras día, noche tras noche, 24 horas al día, los 7 días de la semana, yo no sé, pero hay alguien que sí lo sabe. Y ese alguien está tan y tan dispuesto para obrar en ti, para bendecir tu vida, he’s dying for it, él se está muriendo por bendecir tu vida y hay veces a él se acerca a ti pero hay otras veces que él quiere que tu te acerques a él. ¿Dónde estás?

Puede ser que en tu cama a donde tu puedas estar, tu ni tan siquiera has considerado el seguir a Jesús y yo te puedo decir en esta tarde que si tu quieres ver algo obrando en ti y Jesús no está en el panorama de tu vida, este es el día donde él puede entrar, donde tu puedes permitir que él entre en ese panorama y que las cosas cambien por completo. En un día como hoy, Señor Jesús, viene caminado y hay una multitud, hay una multitud de problemas que tu crees que no van a permitir el que tu puedas experimentar el toque sanador de él, pero él sabe, él sabe que si tu das ese paso y te esfuerzas, él se va a encargar del resto, él se va a encargar del resto.

Déjame terminar de decirte esto, cuando Jesús estaba hablando con esta mujer después de haber sido sana, alguien se le acercó a Jairo y le dijo, Jairo, no molestes al Maestro más, tu hija ya murió. Yo me imagino que para Jairo en ese momento fue como si el ruido que estaba haciendo toda la gente se hubiese apagado y su mundo entero se cayó. Yo me imagino que Jairo dijo, ya, hasta aquí fue, se acabó. Pero Jesús estaba ahí y escuchó lo que le dijeron a Jairo, y rápidamente se volvió donde Jairo y le dijo, Jairo, no temas, solo cree.

Tal vez hay algunos aquí que sienten que su vida se está desangrando y te identificas muy bien como la mujer, pero puede ser que haya otros aquí que te puedes identificar con Jairo y que tal vez te dijeron esa mala noticia y estás diciendo, ya aquí se acabó. Pero Jesús te dice, no temas, cree, cree.

Si tu quieres en esta tarde, si tu quieres tener un momento donde tu te puedas acercar a Jesús y hacer ese gesto de estirarte y esforzarte hasta alcanzar y tocar el borde del manto de Jesús, para adquirir en tu vida la sanidad y la salvación que solamente él puede dar, yo quiero que ahí donde tu estás tu levantes tu mano y yo quiero orar por ti.

Señor Jesús, en una forma, en un gesto de fe, Señor levantamos nuestra mano, estirándonos para alcanzar tocarte a ti, Señor. Padre, y no es una novela, no es algo ficticio, yo creo que es bien real que cuando esa fe que tu has activado en nosotros se pone en acción, en una forma atrevida, en una forma valerosa, tu Señor, permites que poder pueda salir de ti para que nuestras vidas puedan ser transformadas, puedan ser cambiadas, puedan renovadas y ahora mismo tu tienes tus hijos e hijas, Señor, que están extendiendo sus manos hacia ti, pues han intentado todo, han intentado médicos, han intentado su mejor amigo, su mejor amiga, su mamá, su papá, el hijo, la hija, la esposa, el esposo, lo han intentado todo, han intentando su trabajo pero nada todavía, Señor, y este ..... manos a ti porque de ti es que proviene el poder, de ti es que provienen las fuerzas, de ti es que proviene ese toque sanador, ese toque salvador, redentor, solo de ti, Señor.

Yo te pido que ahora mismo tu Espíritu Santo, Señor, alcance las manos de cada uno de mis hermanos y hermanas y que ellos puedan sentir y recibir de ti ese toque de tu poder, Señor, para que su fe pueda recibir, mi Dios, la recompensa que tanto espera, Señor.

Padre, suelta ese espíritu de poder, ese espíritu de fe, tu estás llamando a una iglesia, Señor, que se atreva a moverse entre medio de la multitud para que pueda entonces verse esa manifestación tuya en todo los sectores de esta sociedad en la cual vivimos. Y Señor, como iglesia oramos por esta nación, como cuerpo nos extendemos hacia ti pidiendo un milagro en esta nación, Señor, hay líderes políticos que se están peleando y se están quemando las pestañas tratando de buscar una solución a la crisis en este país pero nosotros como iglesia sabemos y declaramos que la solución se encuentra en ti, Señor.

Hay gente que gravita su esperanza hacia candidatos a la presidencia pero nosotros gravitamos nuestra esperanza hacia ti, Señor. Y no obviamos nuestra responsabilidad como ciudadanos del Reino tuyo, de orar e interceder por los líderes gubernamentales políticos de esta nación, lo más que podemos pedirte Señor, como tu cuerpo es que tu tengas misericordia, Señor y que tu en tu gracia sea quien sea la persona que termine al final, así como tu hiciste con el rey Siro, que no era una persona que tal vez te reconocía en su totalidad, pero tu como quiera lo declaraste que era tu siervo, y tu lo usaste en la misma forma, Señor. Sea quien sea la próxima persona que termine en el poder, que tu demuestres tu gracia, que tu demuestres tu misericordia, Señor, que tu demuestres tu sabiduría y tu poder obrando en esa persona y a través de esa persona.

Decimos esto, Señor, porque nuestra mente es bien finita, pero tu eres soberano, tu ves más allá y pedimos Señor, que tu en tu infinita misericordia operes como tu sabes que mejor pueden ser las cosas. Padre, y aún si la situación se pusiera peor, que nosotros como iglesia no dejemos de movernos a través de la muchedumbre para alcanzar tocar tu manto, Señor, y ver una manifestación de tu poder, que no nos dejemos vencer por las situaciones tirados en una cama, aislados de todos los demás, sino que podamos ataviarnos con tu armadura, Señor, que podamos vestirnos con la fuerza que tu nos das, con la autoridad que tu nos das para poder vivir en una forma que podamos ver ese toque tuyo en medio de nuestras vidas.

Señor, así como esa mujer estaba en la multitud entiendo que hay alguien aquí que se siente como uno más, te sientes que no sabes ni por qué razón estás aquí pero el Señor ahora mismo está teniendo una conversación contigo corazón a corazón.

El Señor te está diciendo que esta es tu oportunidad para experimentar esa gracia inusual y ubicarte en el lugar donde recibirás la bendición que tanto buscas y que tanto esperas. Solo a través de mí, te dice el Señor, escucha bien, solo a través de mi, podrás salir a flote, no es por tus propias fuerzas, no es por tus propios recursos, es por mí. Si Dios te ha hablado hoy y yo sé que así ha sido, por favor recibe esa palabra y en la mejor forma que tu entiendas obedece al llamado de Dios en tu vida.

Padre, yo declaro tu bendición sobre tus hijos e hijas. Señor Jesús que podamos seguir viviendo en una forma donde nuestra fe nos mueva a alcanzarte a ti, Señor, que no nos dejemos llevar por las circunstancias que nos rodean, no nos dejemos intimidar por nada sino que podamos movernos, Señor, como una fe segura, convencida de que tu eres nuestra esperanza, que en ti están nuestras esperanzas, Señor.

Bendice a tus hijos e hijas, Señor, bendice a sus familias, yo declaro tu bendición sobre cada uno de sus familias, sobre sus trabajos, sus estudios, aquellos que están en la escuela, en la universidad, a los solteros, los bendigo, Señor en esta iglesia, declaro tu fuerza en medio de ellos, dominio propio, mi Dios, la certidumbre de que tu los amas y que tu tienes lo mejor para ellos. A la juventud de esta iglesia yo la bendigo, Jesús, a la niñez de esta iglesia, Señor, la bendigo también, a todos los líderes, Señor, los pastores, los líderes de esta iglesia, declaro tu bendición sobre ellos y que todos como tu cuerpo podamos seguir moviéndonos, Señor, hasta alcanzarte a ti, ese llamado al cual tu nos das a cada uno de nosotros poder alcanzar esa meta final. Tu que eres el autor y el consumador de nuestra fe, gracias Señor Jesús. Amen y amen. Gracias Dios, gracias Dios.