Fluir en el rio del Espíritu Santo

TRANSCRIPT

Tengo el privilegio de presentarles ahora a nuestra hermana, la doctora Awilda Tejera. Awilda es una mujer que conocemos a través de muchos años, con su esposo querido, Raúl Tejera. Ellos están ahora en Dallas, Texas. Se fueron demasiado lejos y estuvieron pastoreando una congregación que nosotros ayudamos a plantar en el área de East Boston que ahora pastorea un joven que salió de nuestra congregación también, Alan Juárez; y nos unen muchos años de relación, de conocernos, de trabajar juntos en el ministerio.

Awilda se graduó e hizo su doctorado en BU, ¿verdad?, Boston University en teología y la hemos conocida, esa carrera, es esfuerzo que ella ha hecho tan grande de educarse y es una mujer ungida, llena del Espíritu Santo y nos va a hablar precisamente a tono con lo que estamos predicando en estos días acerca del bautismo, de la unción, la llenura, la vida llena del Espíritu Santo.

Y de paso, se me olvidaba decirles, y lamento este paréntesis. Anoche tuvimos un servicio absolutamente extraordinario en el ministerio en inglés que tenemos allá arriba. Una presencia de Dios exquisita, tanto así que comenzamos a las 6 de la tarde y salimos a las 11 de la noche para no exagerar. Algo muy especial, muy, muy, una presencia de Dios que cuando terminó el servicio simplemente es como que nadie se movió, y tuvimos entonces que seguir. Fue algo muy extraordinario.

Pero quiero decirles es que Dios está haciendo cosas y este miércoles, siempre tenemos nuestro tiempo de oración, quiero animarles a venir y vamos a tener un tiempo de alabanza y oración. Voy a ver si mi hermano, Gonzalo, y algunos de los músicos nos pueden ayudar en esto. Vamos a seguir presionando. Con mi fe te alcanzaré.

Déjenme decirles, hace poco estaba escuchando ese cassette y la persona que lo estaba cantando decía, ‘con mi fe te cansaré’. Yo dije, espérate, está diciendo ‘te cansaré o te alcanzaré’. Era la manera en que lo pronunciaba, estaba diciendo ‘te alcanzaré’. Fíjese no está malo decir, ‘con mi fe te cansaré’, porque nuestra fe, tenemos que seguir presionando al Señor, como Jacob luchando con el ángel. ‘No te voy a soltar hasta que no me bendigas’.

A veces tenemos que cansar al Señor con nuestra fe, nuestra oración, hasta que él dice, ‘ok, te voy a bendecir’. Ahí está la historia de la ciudad y no le voy a quitar la predicación, hermana Awilda, hablaremos de eso otro día. Vengan el miércoles, ponga su corazón ahí en su agenda, venga el miércoles, vamos a presionar más al Señor, vamos a cansar al Señor hasta que él haga caer lluvia de alto sobre nuestra iglesia.

Denle un aplauso de bienvenida a nuestra hermana Awilda Tejera. Dios te bendiga, Awilda. Toma tu tiempo si sientes ministrar el Señor lo que sea.

Dios les bendiga a todos, es un placer estar con ustedes. A aquellos que ya les conozco, me alegro de verles, la semana pasada vi a algunos de los que conocimos años atrás. Y a aquellos que no les conozco, les saludo en el amor del Señor. Me acompaña la hermana Milagro Gruñón del área de Lawrence y también quiero mencionarles, que yo soy bastante grande ¿verdad?. También quiero mencionarles que mi esposo les manda saludos. Estuve hablando con él en esta semana y estamos allá en Dallas. Mi esposo ahora es Senior Pastor que estamos, parte anglo, parte hispana, y ahora está a cargo de todo y Dios está haciendo cosas hermosas.

Yo sigo más en la línea de educación teológica. Este pasado weekend estaba enseñando en New York, y tengo que estar en South Hamilton, en el Gordon Conwell y ahí decidí, en vez de regresar a Dallas, me quedo en Boston la semanita y vine a visitarles y ahí surgió todo el asunto de ministrar hoy.

Pero, entonces luego de toda esta idea de por dónde van nuestras vidas, así de manera general, quiero invitarles a que nos ubiquemos en el libro del profeta Ezequiel, Capítulo 47 y vamos a estar observando, leyendo inicialmente los versículos 1 al 5. Y luego que lo encontremos dejamos ahí ubicado nuestro pasaje y vamos a inclinar nuestro rostro y vamos a orar.

Padre, te damos gracias porque tu eres grande, tu eres Dios, tu eres Señor de nuestras vidas, y eres Señor en medio de tu pueblo. En esta hora continuamos ante tu presencia y llevamos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo Jesús, de tal manera, Señor, que tu palabra haga en nosotros aquello por lo cual tu le envías, aquello que es necesario en cada una de nuestras vidas. Tenemos nuestro corazón abierto, Señor y te decimos, háblanos, oh, Dios, háblanos, Señor, en el nombre de Jesús te lo pedimos oh Dios, amen, amen.

Ezequiel 47, versículos 1 al 5 dicen de la siguiente forma: “... Me hizo volver luego a la entrada de la casa y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente, porque la fachada de la casa estaba al oriente. Y las aguas descendía de debajo hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte y me hizo dar la vuelta por el camino exterior fuera de la puerta. Al camino de la que mira a oriente y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el oriente llevando un cordel en su mano y midió mil codos y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil y me hizo pasar por las aguas hasta la rodillas. Midió luego otros mil y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado....”

Este pasaje de las Escrituras se encuentra dentro de un contexto donde el profeta Ezequiel tiene al principio, al inicio del libro de Ezequiel, tiene una visión de la presencia de Dios, de la manifestación de la gloria de Dios. Luego viene un llamado de Dios para servirle como profeta, para ser boca en medio de su pueblo, luego el profeta comienza precisamente a ejercer su función de profeta, a profetizar palabra sobre Israel y sobre otras naciones, palabra del juicio en particular por la condición que Israel estaba pasando en ese momento, de haberse abandonado, de haberse alejado de su Dios.

Y luego, entonces luego de estos pasajes de la Escrituras dentro del contexto de lo que ocurre en el libro de Ezequiel, comienza ya en el Capítulo 40 a describirse la restauración del templo, a describirse el templo en sí, en el sentido escatológico, en el sentido de la restauración que Dios va a hacer en los postreros tiempos.

Y dentro de ese contexto de descripción del templo, de cómo sería, se dan una serie de detalles en esa descripción y dentro de los detalles que se dan, se nos dice a nosotros, en esos Capítulos antes del pasaje bajo estudio, se nos dice a nosotros que Jehová entró por el oriente, por la puerta del oriente, la puerta del templo que queda en el oriente en este. Y cuando Jehová entra por esa puerta resulta ser que nadie `más puede entrar por esa puerta, y la puerta tiene que quedar cerrada porque Jehová en su santidad y en su presencia majestuosa, entró por aquel lugar.

Y luego entonces también se le dice al profeta que esté atento. Se le dice, pon atención a las entradas de la casa y a todas las salidas del santuario. Se le dice, está atento a todo lo que se te está mostrando. Y dentro de ese contexto ocurre la descripción que acabamos de leer en los versículo 1 al 5 del Capítulo 47.

Y de paso, les digo, así como se le dijo al profeta, Dios nos dice hoy, está atento, está atenta a lo que el espíritu de Dios quiere hablarte, quiere mostrarte hoy. Pon atención a la movida del Espíritu Santo, pon atención a lo que está haciendo Dios, no solamente hoy a través de predicación, en la adoración, sino en toda la trayectoria de este último tiempo, del trabajar de Dios con esta iglesia. Pon atención a lo que Dios te está mostrando, no solamente como parte de esta iglesia, no solamente como parte de esta congregación, sino a tu vida. Pon atención y verás la gloria de Dios como la vio el profeta Ezequiel.

Dentro de estos pasajes que leímos, observamos que le llevó un varón, un ángel, le llevó a mostrarle todos los detalles del tempo y en esta ocasión este mismo varón que anteriormente le había mostrado muchos detalles acerca de la casa de Jehová, ahora le presenta y le dice, ‘mira, y he aquí que el ve y ¿qué encuentra? ¿Qué distingue, qué observa? Él observa que debajo del umbral de la puerta salen ¿qué? Salen aguas. Hay corrientes de aguas que están saliendo de debajo de la puerta. Pero esas corrientes de agua están saliendo ¿de qué puerta? De la puerta del oriente, de la puerta del este, de la puerta por donde Jehová entró.

Así que es por eso que tenemos que estar pendientes a las entradas y a las salidas cuando estamos en la presencia de Dios. Tenemos que estar pendientes al mover de Dios y dentro de lo que se está narrando aquí, se nos indica que salían las aguas del oriente, del lado derecho de la casa, pero no solamente se nos indica eso, se nos habla de la expresión y la fraseología que se utiliza ahí, nos habla de un fluir. Nos habla de aguas abundantes, nos habla como cuando usted ve un río, apenas vemos un río y vemos agua abundante, y eso que podemos ver en nuestra naturaleza humana, se queda corto aunque a veces nos asombramos de lo que vemos, se queda corto con lo que está pasando aquí porque la gloria de Jehová está saliendo como un río delante de su misma presencia, está saliendo del altar de Dios y fluye hacia el lado derecho de la casa.

Y el varón le saca y le lleva por un camino, pero le lleva por ese camino y se dan aquí los detalles de por dónde le está llevando, ¿con el propósito de qué? De que pueda ver bien las aguas que están fluyendo de la presencia de Dios.

A veces Dios nos lleva por caminos, Dios nos lleva por enseñanza, como las que están teniendo en estos tiempos de la temática del Espíritu Santo. Dios nos lleva por experiencias personales, Dios nos lleva a través de las diferentes circunstancias a enseñarnos, a guiarnos, inclusive a motivarnos en nuestra búsqueda de él, ¿para qué? Para que podamos contemplar la gloria de Jehová, para que podamos tomar de esas aguas abundantes que representan la presencia misma de Dios en medio de su pueblo, la presencia misma de Dios habitando en tu persona..

Y ciertamente le sigue mostrando Dios las aguas que salen de la presencia de Jehová. Y dentro de ese mostrar del Señor seguimos prestando atención, el profeta Ezequiel, sigue prestando atención porque el profeta Ezequiel, aunque había experimentado la presencia de Dios como se registra en el Capítulo 1, al inicio, sigue buscando más y sigue atento a lo que Dios tiene para él y a lo que Dios tiene para comunicar a su pueblo.

Así que esto nos deja ver a nosotros que no importa toda la enseñanza que hayamos recibido, que no importando los años que llevemos en el Señor tenemos que prestar atención a la movida del espíritu de Dios, tenemos que prestar atención a la entrada y a la salida del trono de Dios, de lo que sale de la presencia de Dios.

Y luego observamos que hay una invitación a entrar a las aguas. Dice, ‘me hizo pasar por las aguas’, Dios nos hace pasar para llevarnos a lo que él quiere para nosotros. Así que para entrar en las aguas no podemos quedarnos ¿dónde? En la orilla. Si usted va a dar al río a darse un chapuzón, el chapuzón no se lo puede dar si no entra a menos fuera que alguien salte desde bien alto y le caiga agua encima, pero como quiera, no es un chapuzón. Usted no está entrando en las aguas, pero para poder experimentar la presencia sobrenatural de Dios que él está dispuesto a mostrar a tu vida, y está dispuesto a mostrar y dejarte sentir en medio de su pueblo como lo ha hecho en muchas ocasiones, en medio de ustedes.

Para poder experimentar todo esto, tenemos que ¿Qué? Tenemos que entrar, no podemos quedarnos en la orilla, y para entrar tenemos que mantener nuestra fe. Para entrar tenemos que tomar una acción, para entrar tenemos que dejar la orilla a un lado. Para ti la orilla puede ser en ocasiones que estamos pensando en el pasado, en ocasiones quedarnos en la orilla puede ser dejadez, a veces nos pasa. En ocasiones quedarnos o mantenernos en la orilla puede ser cierto grado de indiferencia a Dios moviéndose, Dios haciendo cosas hermosas en la vida de los que están cerca de mi, en medio de la vida de la iglesia, y uno queda un poco indiferente ante todo lo que está pasando. Dios espero de nosotros que entremos. Si queremos la bendición, si queremos la presencia de Dios hay que estar atento y hay que entrar. No podemos quedarnos en la orilla del río.

Y luego sigue diciendo, que le manda entrar y dice ‘me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos...’ Primero hay una medida, y cuando entra a las aguas, llega ¿hasta dónde? Hasta los tobillos, y muchas veces nosotros hemos experimentado que sí estamos en cercanía con Dios, que sí estamos experimentando la presencia sublime, hermosa de nuestro Dios en nuestra relación íntima con él, pero a veces estamos quedándonos ¿hasta dónde? Hasta los tobillos.

Decidimos entrar, tomamos la determinación de dejar atrás lo que tengamos que dejar y caminamos en fe, pero luego de caminar en fe, luego de dejar la dejadez o luego de dejar los interrogantes, llegamos solo ¿hasta dónde? Hasta los tobillos.

Y ¿qué más ocurre? Le sigue diciendo que entre y le hizo pasar por las aguas, ¿hasta dónde? Hasta la rodilla. Ya el profeta va avanzando. Llegamos hasta las rodillas y seguimos avanzando en el Señor. Quizás el llegar a las rodillas para usted represente, experimenté la llenura del Espíritu Santo cuando oraron por mi. Quizás llegar hasta las rodillas para usted represente, el Señor me tocó, me sanó. Quizás llegar hasta las rodillas para usted representa, el Señor está contestando mis oraciones porque estoy en más cercanía con él.

Pero Dios nos dice, no es hasta los tobillos. Dios nos dice, no es hasta las rodillas. Y ¿qué más sigue ocurriendo? Le hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Y los lomos representan donde está ¿la qué? La fuerza en nuestros cuerpos y ese significa que cuando nos sumergimos en el Señor, cuando entramos en el río de Dios no dependemos de nuestra propia fuerza, no es hasta los tobillos, no es hasta las rodillas que tenemos que entrar, no es ni siquiera hasta los lomos donde nuestras fuerzas son las que nos sostienen. Tenemos que abandonarnos ante la presencia del Dios todopoderoso que ha entrado en su casa por la puerte del este que representa la presencia gloriosa de nuestro Dios.

Y sigue diciendo que entonces el río, o las aguas, llegó el momento que le cubrían y no se podía pasar a nado. Llegó el momento que luego que usted pasa de los tobillos a las rodillas, de las rodillas usted pasa a los lomos, pero sigue entrando y entrando llega el momento en que no se puede cruzar ese río, si no es ¿qué? Nadando, si no es ¿qué? Sumergiéndonos en la presencia del Dios todopoderoso.

Y vemos al profeta que fue llevado en etapas. Y a veces Dios nos lleva en etapas porque nos da a veces ciertos interrogantes o temores de entrar hasta los lomos, o de entrar a nadar en el río. Y Dios entiende esos interrogantes. Y a veces Dios nos lleva en etapas y vamos creciendo, caminando en el Señor pero Dios tiene otros niveles para nosotros, no nos podemos quedar en lo Dios nos ha dicho años atrás y seguir tratando de ¿qué? De mantenernos en el río hasta los tobillos, o mantenernos en el río hasta las rodillas, porque Dios tiene otro nivel de avance para tu vida. Dios desea que alcances lo que él ha declarado acerca de ti.

Iglesia del Señor, Dios tiene nuevos avances. Congregación de Dios, él tiene nuevo avances. Han visto victorias, han visto cosas grandes pero Dios tiene aún más y eso solo se consigue sumergiéndonos en la presencia de Jehová, sumergiéndonos y entendiendo que la presencia de Jehová es que vamos a alcanzar todo lo él tiene para nosotros como individuos y como pueblo de Dios. Las aguas le cubrían. Las aguas le cubrían.

Hay que nadar, hay que cubrirse de la bendición de Dios para alcanzar lo que él tiene para nosotros. El profeta ciertamente reconoce que no puede cruzar ese río si no es a nado, y se le pregunta, ‘¿Has visto?’ Y a veces Dios nos pregunta y nos pregunta hoy, ‘¿Has visto, congregación? ¿Hay visto, hija mía? ¿Has visto, hijo mío? ¿Has visto lo que tengo para ti? ¿Has logrado visualizar la unción y la gracia que quiero derramar en tu vida y que quiero derramar en este lugar? ¿Has visto lo que tengo dispuesto para ti? Todo este proceso de enseñanza que para muchos puede ser refrescar enseñanzas pasadas, todo este proceso de temáticas que Dios ha estado trayendo en estos tiempos, Dios te está diciendo, ‘¿Has visto pueblo lo que quiero hacer contigo?

Dios está diciendo, ‘afirma lo que conoces porque traigo más para ti’. Dios está declarando de este pueblo, voy a hacer una obra grande, así como he hecho hasta ahora voy a continuar haciendo.

¿Y qué más observamos? Dios nos puede preguntar a nosotros, ¿hasta dónde tu has visto porque yo te quiero mostrar más? No limites el poder de Dios en tu vida. No limites lo que Dios quiere mostrarte, lo que Dios quiere hacer contigo. Hay bendición en cada etapa pero Dios quiere llevarte a sumergirte. No te quedes en la orilla, hay que nadar y hay que nadar en fe, creyendo que Dios está con nosotros en todo paso que damos.

Y ciertamente este mensaje escatológico de restauración de Israel y de la visión del templo, la visión de esas aguas que salen de la presencia de Dios, a nosotros nos recuerdan un pasaje de las Escrituras que encontramos en el Nuevo Testamento, no tienen que buscarlo. En el Evangelio según San Juan se nos habla de una idea similar y se nos habla de ríos de agua viva.

La Escrituras nos dicen que el cree mi, dice Jesús, de su interior correrán ríos de agua viva. Y esto dijo del espíritu que habían de recibir los que creyesen. O sea se declara la palabra que Jesús ha dicho de su interior, dijo Jesús, correrán ríos de agua viva. Y luego el escritor Juan añade una aclaración, esto estaba diciendo del Espíritu Santo que habrían de recibir los que creyesen ahora en el nuevo pacto, el Espíritu Santo mora dentro de nosotros y el Espíritu Santo es la presencia de habitando en medio de su pueblo y habitando en cada uno de nosotros. Nosotros ahora somos templo del Espíritu Santo, así que hemos recibido esas aguas, esas corrientes de agua vivas que fluyen desde nuestro interior.

Y fíjense precisamente que dice, corrientes, fíjense que dicen ¿qué? Agua, agua viva, ríos de agua. Eso me habla de acción. El Espíritu Santo está activo en nuestras vidas, está activo en la iglesia, estuvo activo en la creación, está activo cuando regenera una vida solamente el Espíritu Santo puede hacer una transformación como esa. Estuvo activo en medio de la iglesia del primer siglo cuando llenó a los discípulos para que pudiesen ser testigos, cuando les dio denuedo para predicar la palabra. El Espíritu Santo está activo y nos guía, y nos enseña y nos guía a toda verdad, dice el Evangelio de Juan. El Espíritu Santo está activo y nos da dones a sus hijos, da dones en medio del pueblo de Dios, ¿para qué? Para edificación, edificación propia y edificación de otras vidas. El Espíritu Santo está activo e intercede por nosotros.

Dicen las Escrituras en Romanos 8 que intercede con gemidos indecibles en nuestra debilidad porque muchas veces no sabemos pedir como conviene. Y ahí está el Espíritu Santo, activo, intercediendo delante de Papá en favor nuestro. El Espíritu Santo está disponible y está activo dentro de nuestro corazón para que nos acerquemos a Dios y tengamos esa intimidad, ese meternos dentro del río de Dios y podamos decirle, ‘Aba, Padre’, podamos decirle, ‘Papito’, tener intimidad, cercanía con nuestro Dios. El Espíritu Santo está activo, esas corrientes de agua viva están en nosotros y esas corrientes de agua viva también nos llevan a experimentar la presencia sobrenatural de Dios para fortaleza interna.

A veces pensamos en el mover del Espíritu Santo con obras extraordinarias, prodigios y señales y claro que sí, eso es el mover del Espíritu Santo, pero a veces nos enfocamos en los prodigios y en las señales y nos olvidamos que lo primero que el Espíritu Santo quiere hacer en nosotros es fortalecernos interiormente.

El Apóstol Pablo en Efesios ora por los efesios y cuando ora, ora para que sean fortalecidos con poder en el hombre interior por el espíritu de Dios. El meternos en este río, en meternos en la presencia de Dios, el buscar la cercanía, el buscar la magnificencia, la unción de Dios, el primer propósito que tiene es, interiormente en cada uno de nosotros, fortalecernos para vivir vidas en victorias. Y junto con ese fortalecernos, junto con ese trato individual y personal del Espíritu Santo morando en nosotros, también el Espíritu Santo nos da gracia, también el Espíritu Santo Dios nos llama al ministerio, Dios nos da dones para bendecir a otros, pero todo es ¿qué? Un panorama mucho más amplio que simplemente la manifestación exterior o manifestaciones exteriores que podamos ver del mover de Dios.

Tenemos que estar atentos a lo que Dios quiere hacer. Tenemos que estar atentos a las entradas y a las salidas por donde Dios va. Tenemos que meternos dentro del río porque el Espíritu Santo es un caballero y él no va a obligar a nadie. En ocasiones vemos el mover de Dios, experimentamos el mover de Dios en una congregación y usted observa que la mayoría de las personas van caminando conforme a ese mover, pero siempre ocurre que alguno como que se quedan un poquito rezagados. ¿Saben por qué? Porque el Espíritu Santo no obliga a nadie, él es un caballero, pero Dios quiere que todos entremos en el río de Dios, que todos disfrutemos de la bendición de esas aguas que están fluyendo.

Y cuando vemos que estas aguas fluyen y luego pasamos, o continua la escena hablándonos si pispeamos nuestra vista, en el versículo 6 continua esta escena hablándonos y describiéndonos la rivera del río, luego que nos habla de entrar en el río. Vamos a ver ahora qué pasa cuando esas aguas llenan ¿qué? todo el lugar que está viendo el profeta. Vamos a ver qué pasa con nuestras vidas cuando nos metemos en el río de Dios llena nuestras vidas y alcanzamos ¿qué? a otros y alcanzamos lo que Dios desea que hagamos en él.

Dice el versículo 6 “.... y me dijo, ‘¿has visto hijo de hombre? Después me llevó y me hizo volver por la ribera del río....”

Ahora viene el paseíto por otro lado, ya no dentro del río, y dice:

“... y volviendo yo vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado...”

¿Qué encontramos cuando entramos en las aguas? ¿qué encontramos cuando estamos en las aguas? ¿Qué encontramos cuando nos metemos con Dios en una relación íntima y cercana? Encontramos bendición, el profeta ahora ve que toda la ribera del río esta llena de ¿qué?, de árboles. ¿Y qué más sigue diciendo?

“... y me dijo, ‘estas aguas salen a la región del oriente y descenderán al Arabá y entrarán en el mar, y entradas en el mar recibirán sanidad las aguas...”

¿Qué encontramos? Encontramos que cuando las aguas entran al mar y el mar de Arabá, se refiere al mar Muerto es un mar que no tiene vida, que no tiene peces, que está lleno de sal, pero cuando las aguas que salen de la presencia de Dios, llegan a este lugar pasan por toda el área del desierto, y llegan al Mar Muerto, ¿qué ocurre con este mar? Hay vida.

Y en la ribera del río ¿qué se ven? Árboles de diferentes frutos. En la ribera del río se ve la bendición de Jehová porque aquellas aguas, cuando entran al Mar Muerto sanan las aguas del Mar Muerto y hay vida donde no había vida.

Cuando usted y yo venimos al Señor no teníamos vida, pero cuando entramos en su presencia, cuando entramos en los caminos del Señor, ¿encontramos qué? Encontramos vida en el Señor, las aguas entran al mar y el mar recibe sanidad. ¿Qué área de tu vida está muriendo? ¿Qué área de tu vida necesita ser revivida? Y estoy hablando de tu vida espiritual y de tu vida en todos los sentidos. ¿Qué áreas de nuestras vidas necesitamos trabajar y necesitamos meternos bien de cerca con el Señor, meternos en el río, meternos en estas aguas que nos dan vida para poder ser victoriosos, en esa área que muchas veces estamos luchando y luchando, y luchando, y oran por nosotros y no logramos vencer, ¿qué área necesitamos que Dios nos toque para tener vida? Tenemos que sumergirnos, hay que pasar por el proceso de Dios, pero tenemos que sumergirnos porque Dios está dispuesto a darnos la solución y la vida en el área en particular que en estos momentos tu estás pensando. Hay que entrar.

Naamán, el leproso, en el Antiguo Testamento, se narra la historia de un general que estaba leproso y para poder ser sanado se le dan unas instrucciones a través de un profeta y tiene que sumergirse en el río Jordán, ¿para qué? Para recibir sanidad. Tiene que sumergirse para recibir sanidad.

Nosotros tenemos que sumergirnos si queremos que esa área en particular de nuestra vida recibamos sanidad. Recibiste heridas cuando pequeño, cuando pequeña, que todavía aún cuando has caminado en el Señor, aún cuando has experimentado su presencia sublime, todavía esas heridas como que quieren venir del pasado, Dios desea que te sumerjas para ser sanado, para ser sanada.

¿Qué más encontramos en esa ribera del río? Encontramos bendiciones y abundancia, encontramos esa vida que se ve ahora en el río y todo aquel que procure ser lleno, recibirá la llenura. Dios simplemente espera que su pueblo llegue, que su pueblo le busque, que sus hijos anhelen y procuren entrar y llenarse y ciertamente él dará esa llenura. Hay abundancia, hay bendición.

¿Qué más encontramos? Versículo 7 nos decía que había muchos árboles, el 8 nos hablaba de cómo las aguas sanaron y el 9 nos dice:

“.... y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas agua......”

El mar que no tenía peces porque era un Mar Muerto, ahora ¿qué tiene? Muchos peces. Si tu te encuentras que tu vida, aunque estás asistiendo a la iglesia está en cierto sentido, o en unas áreas muerta, el Señor te quiere decir que en tu vida puede haber mucho fruto, que en tu vida puede haber, muchos peces, y los peces me hablan de abundancia. No solamente muchos peces sino variedad de peces, variedad de peces. También los peces nos traen a la memoria la imagen bíblica en el Nuevo Testamento de la pesca donde la pesca representa la evangelización, el ganar vidas para Cristo.

Cuando estamos llenos del Espíritu Santo, cuando estamos llenos de la presencia Dios, cuando permitimos que los ríos de Dios corran en nuestra vida, y en la iglesia encontramos no solamente que somos fortalecidos, encontramos no solamente que somos llenos, sino que también somos llenos ¿para qué? Para traer vidas a Cristo, para proclamar el Evangelio, para testificar.

La iglesia del primer siglo fue llena ¿para qué? “.........Quedaos en Jerusalén hasta que venga sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis, ¿qué? testigos....” No se les dijo, quedaos en Jerusalén, reciban el Espíritu Santo y sigan gozándose, hagan una enramada. Se les dijo para ser testigos, entremos en el río de Dios que Dios quiere dar muchos peces, porque en su presencia hay vida, en su presencia hay abundancia, muchos árboles, muchos peces, una descripción de abundancia.

¿Qué más sigue diciendo? “....y junto a él estarán los pescadores y desde Engadi hasta Enegláin será un tendedero de redes y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del mar grande....”

El Mar Muerto era conocido como que no tenía peces y ahora se compara que lo que Dios va a hacer después de que el río de Dios se derrame, va a ser una obra tan grande que este Mar Muerto tendrá peces como los peces del mar grande que sí se acostumbra que hubiese peces y hubiese variedad de peces. La pesca milagrosa, Dios la tiene para ustedes, pueblo. Dios tiene pesca milagrosa, pero ese milagro de esa pesca solo se consigue en la presencia de Dios, solo se consigue en la presencia de Dios.

Y dicen las Escrituras en estos pasajes que ciertamente Dios bendijo este lugar, que ciertamente Dios llenó este lugar con toda esta descripción de la ribera del río que se nos da, ciertamente vemos la bendición y la vida de Dios en medio de este lugar. Y ciertamente Dios desea que cada uno de nosotros y como iglesia sigamos viendo la vida de Dios en medio de nosotros.

Versículo 12 nos dice: “... y junto al río a la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales.....”

Se vuelve a repetir la misma idea y en el pensamiento hebreo la repetición es énfasis de Dios.

“....sus hojas nunca caerán ni faltará su fruto. A su tiempo madurará porque sus aguas salen del santuario y su fruto será para comer y su hoja para medicina...”

Dios tiene bendición fresca para ti y la bendición de Dios no faltará. El fruto de Dios en tu vida, si nos mantenemos cerca de la presencia de Dios, no faltará. El fruto de Dios o la bendición y el experimentar su presencia no la experimentaremos simplemente porque la temática de este mes, o desde hace 2 meses es el Espíritu Santo, la seguiremos experimentando porque continuaremos sumergidos en las aguas del río de Dios.

Pero también tenemos que ser claros, a veces escuchamos un mensaje y nos motivamos, somos emocionales y Dios no entiende. Y pensamos que porque hoy Dios nos llenó con su Espíritu Santo y nos habló de lo que quiere hacer con nosotros y nos habla de que nos va a dar dones, de que nos va a llamar al ministerio, pensamos hoy oraron por mi, recibí la llenura, recibí la unción, mañana entro en ministerio. Hay procesos en Dios pero para llegar a lo que Dios te ha dicho y llegar a ese tiempo de lo profetizado por Dios, tenemos que caminar en llenura del Espíritu Santo, tenemos que caminar en cercanía con Dios.

Hay gente que Dios le ha comunicado palabra de ministerio, de dones, de gracias y pasan los años, y pasan los años, y no se ve nada. ¿Por qué no se ve nada? Porque no estamos cerca de la presencia de Dios, porque no nos estamos metiendo cada día en el río de Dios. Dios tiene bendición fresca para ti, la bendición que Dios tiene hoy, no es la misma que tuviste ayer, Dios tiene cosas nuevas para ti día a día, porque él es un Dios original, él es un Dios que se ocupa de alimentar a su pueblo día a día.

Hay tantas cosas que Dios quiere dar, hay tantas y tantas cosas que el espíritu de Dios quiere hacer en medio de su pueblo, no solamente aquí, sino en los diferentes lugares donde se congregan el pueblo de Dios, hay tanto disponible que sale de la presencia de Dios, hay tantas bendiciones que salen del río de Dios que solo Dios espera que nos metamos de lleno en su presencia. Y cuando nos metemos de lleno en el río de Dios, el fruto abundante sale, el fruto abundante se da, alcanzamos vidas, alcanzamos a ministrar a otros la bendición y la abundancia de Dios y el mover del Espíritu Santo sobreabunda en medio de nosotros, más allá de lo que podamos imaginar o pensar. Dios desea darnos cosas mucho más allá y bendiciones mucho más abundantes de lo que pensamos y entendemos, ¿por qué? Por el medio del poder del Espíritu Santo.

En Romanos 8 se nos dice que el mismo espíritu que levantó a Cristo Jesús es el que mora dentro de nosotros. ¿Tendrá Dios el poder si estamos metidos en su río de agua viva, tendrá Dios el poder de hacer cosas extraordinarias en nuestras vidas y a través de nosotros? Claro que sí.

Yo siempre digo, no siempre, en ocasiones menciono que a mi cuando hablamos de temáticos de lo que tiene que ver con dones del espíritu, con gracias, con fluir de Dios, yo digo, ‘yo nado en esas aguas’, porque ¿saben qué? antes de predicar o de enseñar las primeras gracias o dones que Dios comenzó a usarme, fue en los dones, ciertos dones en específico. Y Dios me entrenó, pero me entrenó porque pude estar y me metí cerca, me mantuve en las aguas y mantenerte en las aguas implica escuchar enseñanza, mantenerte en las aguas implica ser fieles a las instrucciones de Dios.

Y entonces si usted Dios le desea dar un don, o usted tiene un don pero usted no se preocupa cómo ministrar ese don, cómo vamos entonces a llegar a los que Dios quiere, cómo vamos a llegar a alcanzar lo que Dios quiere hacer con cada uno de nosotros. Dios desea repartir dones, Dios desea repartir gracia aún mayor de la que ya existe en medio de este pueblo, pero tenemos que meternos en el río de Dios, tenemos que estar dentro de la presencia de Dios.

En cierta ocasión, en Costa Rica, yo recuerdo que estaba predicando y de momento en medio de la predicación, el Señor me recuerda, una palabra que Dios me dio para una persona y estoy contando esa experiencia simplemente una experiencia donde Dios advertía a una persona que tenía intentos suicidas, yo no lo sabía, y Dios le advierte, Dios me muestra, Dios le advierte a esa persona, y esa persona se reconcilia con el Señor e inicia una nueva vida, Dios le llena, etc., etc., etc.

En Costa Rica estoy yo contando esa experiencia y cuando estoy contando esa experiencia en medio de la predicación, pacabúm, al fondo, allá, se escuchó un ruido... yo no sabía lo que era... pero ocurrió que una persona, luego supe, una persona que estaba escuchando aquel testimonio, ¿qué hizo? Fue tocada por el espíritu de Dios porque era una mujer que tenía intentos suicidas.

O sea que cuando usted abre su boca para contar un testimonio, para contar las cosas que Dios ha hecho, ciertamente el Espíritu Santo de Dios se mueve. Así que ciertamente Dios desea bendecir a su pueblo, si entramos en su río, ¿para qué? Para la manifestación de su gloria, porque también entendemos que hay muchos que si no creen por la palabra, van a creer ¿por qué? Por las obras de Dios.

No vamos a buscar la presencia de Dios por las obras, buscamos a Dios por lo que él es, porque le amamos a él, porque queremos agradarle, porque queremos servirle, pero esa debe ser la intención genuina de nuestro corazón y junto con esa intención nos metemos en el río de Dios y Dios sobreabunda, sobreabunda con árboles frutales en nuestra vida, sobreabunda con peces en abundancia, ganando vidas para el Señor, sobreabunda en nuestra vida porque primero le buscamos a él y juntamente con esa búsqueda él derrama su bendición.

En cierta ocasión, también recientemente, estábamos precisamente en una actividad de mujeres y pasa una joven al frente cuando hice el llamado, todas las mujeres pasaron. Pero pasa en particular una joven que se arrodilló, la única que se arrodilló y eso a mi no me da curiosidad porque hay veces que uno pasa al frente y se arrodilla. Sencillo.

Comienzo a ministrar y comienza Dios a tocar las vidas y a tocar las vidas. Yo soy una persona que si Dios toca a alguien y hace lo que quiere hacer, Dios es el que lo hace porque yo no empujo a nadie, valga la aclaración, y no tiene todo el mundo que caerse, eso no es una regla. Que si me caigo, que si no me caigo, el otro se cayó entonces yo me tengo que caer. No, no, no,..... Dios hace como él quiere.

¿Y qué ocurrió? Estoy ministrando cuando me arrodillo para orar por la joven empiezo a orar y apenas coloqué mi mano sobre ella, esa joven arrodillada se fue en el suelo. Yo tranquila porque cosas como esas hemos visto y no nos asombran porque Dios es grande y hace lo que quiere. Pero luego en la semana, la pastora de esta joven toma clase conmigo, y me dice, profesora, yo tengo que contarle algo. Yo llevé a la actividad de mujeres una joven, y esa joven siempre que pasa al frente en nuestra iglesia, a los llamados se arrodilla. ¿Saben por qué? Porque ella no cree en eso de caerse, ella no cree que el espíritu de Dios puede hacer caer a alguien, y ella se arrodilla para no caerse. ¿Entienden ahora?

El Espíritu Santo sigue siendo un caballero. Cuando cayó, cayó suavecito con mucha elegancia pero Dios trabajo aún en aquello que nosotros tenemos interrogantes y no sabemos, y no entendemos, él hace como le place.

Tenemos que entrar en el río de Dios. Tenemos que entrar en su presencia, tenemos que entrar porque entonces Dios hará cosas en nuestras vidas y a través de nosotros.

En cierta ocasión en Costa Rica, también en Costa Rica, hago un llamado, pasa una joven y cuando pasa al frente Dios me muestra algo. Dios me muestra y me dice que le diga que se perdone a sí misma, que ya Dios te ha perdonado, perdónate a ti misma. Esa fue la expresión que Dios me da. Se lo comunico y esa mujer comienza a llorar y comienza a llorar y me dice, ¿sabe qué? Yo pasé al frente, lo cuento porque fue en un lugar lejos y ustedes no conocen. Yo pasé al frente porque desde pequeña fui abusada por mi padre y al día de hoy aún cuando llevo años de cristiana no me puedo perdonar a mi misma. Y Dios le estaba diciendo ‘perdónate a ti misma que ya yo te he perdonado’.

Cuando nos metemos en el río de Dios podemos ser instrumentos para la necesidad de una vida, una vida que no conoce al Señor, o una vida que ya está caminando en el Señor pero Dios desea utilizarte para dar el toque especial de la necesidad particular.

Cuando nos metemos en el río de Dios es para bendición propia y es para que la bendición corra y fluya como corrió por las riberas del río. Cuando nos metemos en la presencia de Dios ciertamente Dios hace cosas extraordinarias y sobrenaturales porque él es un Dios sobrenatural.

Dios desea investirnos de poder, Dios desea llenarnos de su unción, Dios desea llenarnos de su presencia para bendición de muchos, para alcance de muchos. La llenura del Espíritu Santo no es otra cosa que el favor de Dios en nuestra vida, que es la bendición de la presencia de Dios en nuestra vida para dar fruto y fruto abundante, para vivir en victoria, para vivir fortalecidos, para poder comunicar a otros lo que Dios espera que comuniquemos.

Y el versículo 12 hablaba o habla de toda esa bendición y abundancia que hay a la orilla del río y la parte final de ese versículo dice, “.... a su tiempo madurará porque sus aguas salen del santuario...”

La razón para dar todo este fruto, la razón para poder comunicar una palabra a alguien que yo no conozco es que las aguas salen del santuario. La razón para ministrar lo que tu no sabes pero Dios sabe y poder luz o esperanza a una vida, es que hemos tomado de las aguas que salen del santuario.

Jehová, nuestro Dios espera que en este día nosotros nos concienticemos, no es que no estemos concientizados, es que Dios desea concientizarnos más de que necesitamos día a día entrar en su presencia, de que necesitamos buscar mucho más que la euforia espiritual porque la euforia espiritual sin propósito es tiempo perdido. Lo gozamos pero los frutos después ¿dónde quedan? Tenemos que buscar mucho más que eso, tenemos que buscar llenura, cercanía con Dios y todas las demás bendiciones y señales y prodigios y milagros, nos seguirán en el nombre del Señor.

Llénate del poder de Dios. Sumérgete en las aguas de Dios. Dios quiere que entres. Dios quiere que nades, Dios quiere que no te quedes en la orilla. Dios quiere que te llenes de su presencia. Entra en las aguas del Señor, entra en la plenitud del Espíritu Santo. Permite que tu vida sea un río de agua viva que fluya para bendición de otros, sea un río de agua viva que fluya para sanidad de otros, poder para testificar, poder para vivir en victoria, poder para ministrar a otros. Entra en la unción de Dios, entra en la presencia de Dios cada día, cada instante, cada minutos de tu vida porque las aguas salen del santuario, de la presencia de Dios.

Nadie puede ministrar en ninguna área si no le es dado del Señor. Nadie puede ministrar en ninguna área o don, o gracia de Dios dentro de la multiforme sabiduría y dones y gracias que Dios tiene, y ministerio si no le es dado del cielo, y para que sea dado del cielo tenemos que mantenernos en su presencia, en su llenura y tomando de estas aguas.

Dios desea confiarte su unción. Dios desea confiarte su unción no importando lo que Dios haga toda la gloria será única y exclusivamente para Dios porque solo en su presencia es que encontramos esas aguas, esas corrientes que nos llenan. Solo en su presencia, si los músicos pueden pasar, mientras oramos. Te adoramos Señor, te adoramos, oh Dios, si esta palabra ha tocado tu corazón, si esta palabra ha tocado tu corazón y deseas pasar al frente vamos a ministrar lo más rápido posible porque hay un servicio que sigue, si esta palabra ha tocado tu corazón, si necesitas aún más la llenura del espíritu de Dios, pasa inmediatamente al frente. Vamos a orar por ti, vamos a declarar palabra de bendición sobre tu vida y Dios ciertamente quiere bendecirte.

Te adoramos, Señor, te adoramos, Dios. Bendito eres, Señor. Bendito eres, oh Jehová. Gracias, Señor.