Llamados a conocer al Señor en sus padecimientos

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Esta es una noche de lo que llamamos sentimientos encontrados. Eso quiere decir, sentimientos en conflicto. En esta noche he estado, mientras escucho las alabanzas y el gozo que hay aquí, la adoración yo sé que para personas que vienen de una tradición más litúrgica, es la palabra más que se adhieren al calendario formal de la iglesia, por ejemplo, los que vienen de tradiciones católicas o episcopales por el estilo, puede parecer un poquito extraño que en una noche de viernes Santo haya tanto gozo y la manifestación de tanta alegría y aplausos, y música movida y todo esto, porque estamos acostumbrados a que Viernes Santo es una noche en que la gente no va a ningún baile, por lo menos las personas que son piadosas, y es más, yo creo que ni se come carne.

Yo he estado tan alejado de esa tradición, ¿verdad que sí? Y hasta la gente ayuna y se aflige y todo esto en recordatorio del Viernes Santo que es el día en que recordamos el padecimiento extremado de Jesús en la cruz y su arresto y su azote y todas las cosas que componen esa pasión que llamamos así, usando esa palabra de Jesucristo, y yo creo que hay algo muy bello en eso definitivamente, déjenme decirles. No estoy yendo en contra. Yo creo que hay un lugar para la solemnidad en la vida del pueblo de Dios, hay un lugar para afligir el alma en un sentido, no como un estado permanente, sino para recordar como hacer recordatorio, yo creo que a veces los evangélicos somos un poquito superficiales en ese sentido y hemos perdido la bendición también como de pasar por esos procesos y ensayar en nuestro espíritu lo que costó verdaderamente nuestra salvación y como que a veces tendemos a saltar apresuradamente al gozo y a la celebración y perdemos el beneficio de atravesar un poco por el proceso y recordar el precio que pagó nuestro Señor Jesucristo.

Pero yo creo que también podemos cometer el error de quedarnos demasiado en ese lugar de sufrimiento y de padecimiento y amarlo tanto por su producto y lo que ha alcanzado, que como que congelamos la historia y nos quedamos congelados en ese momento de la cruz y del padecimiento y la aflicción y la sangre. Y entonces como que nos olvidamos de que la vida cristiana, como resultado de ese proceso, es una vida ahora de celebración también y de gozo.

Entonces como que tenemos esas dos energías viviendo, o tratando de convivir dentro de nosotros. y es bueno que no perdamos esa tensión muchas veces, es bueno que vivamos en la tensión del Viernes de crucifixión, el sábado del Señor estar debajo de la tierra, o no debajo de la tierra, pero en el sentido, hoy en día lo hacemos así, él estuvo en una cueva, pero estuvo encerrado, y dice la Biblia que descendió a los lugares más profundos espirituales.

Hay un lugar para eso y hay un lugar también para la celebración y la resurrección, y estas dos cosas tenemos que mantenerlas en tensión a través de nuestra vida cristiana y no olvidar una cosa ni la otra. Sin la cruz Cristo sería un gran Maestro y un gran expositor de los principios espirituales, pero no habría salvación. Y sin la resurrección hubiera sido un gran mártir, un genio espiritual, una persona entregada completamente al bienestar de la humanidad pero hubiera sido simplemente una figura más. Tampoco hubiera habido sanidad para la humanidad ni la esperanza de nuestra propia resurrección, porque él es el primero, el primogénito de entre los muertos. Eso quiere decir que nosotros lo seguimos a él, ¿verdad?

Entonces hay esa tensión y ese habitar entre el dolor y la oscuridad de la crucifixión, del Viernes Santo, y la luz, la victoria, el gozo evidente del domingo de la resurrección. Y muchas veces nuestras vidas se mueven entre esos dos extremos, ¿verdad que sí? Y nosotros también somos llamados a, en un sentido a efectuar ese mismo proceso en nuestras vidas como creyentes.

El Apóstol Pablo habla de que quiere conocer el poder de Jesucristo y dice también ‘y conocerlo en sus padecimientos’. Y nosotros, hermanos, estamos llamados también a conocer al Señor en sus padecimientos, pero también en su victoria, y nuestra vida, si el Espíritu Santo se está moviendo entre nosotros va a manifestar esas dos dimensiones: la cruz, el Viernes, y también el levantarnos de la tumba, el domingo. Y en el medio, a veces la oscuridad de los infiernos, el valle de sombra de muerte, la espera de la resurrección, el depender absolutamente del Dios que nos va a levantar de nuestras crisis, de nuestros padecimientos y el preguntarnos, ‘¿se hará el domingo? ¿Vendrá el domingo de resurrección?

Porque muchos de nosotros pasamos y estamos pasando y hemos pasado por esos procesos, ¿sí o no? Amen. Y ese es el misterio de la vida cristiana, y por eso en esta noche se mezclan las dos cosas: se mezcla la mención de la cruz, se mezcla la mención del sufrimiento de nuestro Señor, pero también hay gozo, y hay alegría y hay celebración y hay exaltación y aplauso y regocijo en lo que el Señor ha conseguido por nosotros.

Y yo veo esa tensión en Isaías, Capítulo 53. Quizás el texto más misterioso y maravilloso que hay en la Escritura porque fue escrito cientos de años, cientos de años antes de que Cristo apareciera sobre la tierra y llevara a cabo su sacrificio en la cruz. Esto es uno de los textos que yo creo que si uno se acerca a ese texto, sin prejuicios ni resistencia previa a lo que dice y lo que el misterio que ese texto encarna e implica, yo creo que es muy difícil no salir de una lectura de este texto, sea uno evangélico, sea uno católico, ... sin decir, ‘guau, esto es misterioso’, porque hay demasiado paralelo entre lo que el profeta Isaías, cientos de años antes de que se diera el drama de la cruz, de la crucifixión, establece y lo que se da en efecto, a través de la vida de Jesucristo.

Ahora, mirando este texto con dos mil años de experiencia y de lectura del Nuevo Testamento y de la lectura de lo que Jesús alcanzó en la cruz escrito por diferentes hombres del los Evangelios y los textos de Pablo, de Pedro, de Juan, Santiago, el escritor de Hebreos, uno se da cuenta que esa gente no podía haber conspirado para escribir el Nuevo Testamento de manera que encajara tan bien con lo que Isaías declara. Ellos no se reunieron y dijeron, ‘bueno, ya tenemos a Jesús, él es nuestro patriarca y vamos ahora a escribir de manera que eso que escribió Isaías quepa dentro de la vida de él’.

No fue así. Ellos no se comunicaron entre sí. Estos textos fueron escritos, del Nuevo Testamento, en diferentes épocas. No había email, no había televisión, no había teléfono, esta gente no se podían comunicar entre sí, y sin embargo su interpretación de la vida de Jesús y el ministerio de Jesús es como una realización de lo que el profeta Isaías declara que alcanzará un ser que se llama, en la teología ‘el siervo sufriente’, cientos de años antes. El propio Isaías no sabía, me imagino, cuando estaba escribiendo que esto se refería a una persona específica que iba a venir. yo estoy seguro que él simplemente estaba escribiendo bajo la unción del Espíritu Santo y pone estas cosas aquí, pero él no pudo jamás imaginarse cómo es que eso se iba a realizar. Inclusive, los mismos fariseos y teólogos del judaísmo no entendieron que ese texto se aplicaba a Jesús.

Ahora, lea conmigo el versículo 4, este texto me vino esta mañana así como un ‘puf’, me lo pusieron en la mente, me lo implantaron allí, y yo dije, eso es lo que tengo que señalar ante el pueblo esta noche.

Isaías 53:4 dice, “... ciertamente llevó él.... – recuerde, esto es un judío de siglos antes de Jesús, antes de que nadie se imaginara la cruz y que un hombre iba a ser crucificado, y que ese hombre se iba a llamar el Hijo de Dios y que su muerte y su sangre iban a... nada de eso, eso no existe en nada de la teología hebrea y no existe en ningún mito, aunque hay mitos que admiten la muerte de un héroe, y todas estas cosas, pero de esta manera específica jamás.

Entonces el profeta Isaías dice, “.... ciertamente llevó él nuestras enfermedades y sufrió nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido, más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados....”

Dice, todos nosotros, la humanidad entera, “... nos descarriamos como ovejas desperdigadas por todas partes, cada cual se apartó por su propio camino más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros....”

Imagínese esa intuición teológica espiritual del profeta Isaías, del Padre, Jehová, el Dios de los hebreos, el Dios de la humanidad según la teología judía, cargando, cogiendo todos los pecados de todos los hombres, recogiéndolos con una aspiradora espiritual, los hombres desde el pasado, el presente en que escribe Isaías y el futuro, cogiendo todos los pecados de cada individuo, haciendo una masa terriblemente grande, en términos espirituales, poniendo todo eso sobre los hombros de un ser misterioso.

Jehová cargó en él el pecado de todos. Digan ‘todos’. Eso es tu pecado, el mío, el de nuestros hijos, nuestros nietos, antepasados, los aztecas, cuando estaban en Tenochitlán, allá en México, y los asiáticos, en sus áreas por allá, cientos y cientos de años, los romanos, todos. El pecado de todos nosotros él lo cargó. Dios, Jehová, lo cargó. ¿Cómo lo cargó? Lo cargó administrativamente, espiritualmente, místicamente, no me pregunte cómo se dio esa transacción espiritual, pero Dios lo hizo. Él se aseguró de que todos los pecados de la humanidad fueran tomados, arropados y tirados sobre él.

Y de ahí se iba a determinar qué iba a pasar con esos pecados más adelante, según lo que cada uno de nosotros haga con esa transacción divina, ese misterio divino.

“...Angustiado él y afligido no abrió su boca, como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante sus trasquiladores enmudeció y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado, y su generación quién la contará, porque no la hay, porque fue cortado de la tierra de los vivientes y por la rebelión de mi pueblo fue herido y se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos fue en su muerte aunque nunca hizo maldad ni hubo engaño en su boca....”

Ahí hay un misterio que nos tomaría días en dilucidar y desmontar en todas las piezas que lo componen. Pero lo que yo veo aquí en este pasaje brevemente son tres cosas: veo un precio, veo un proceso, y veo un premio. Precio, proceso y premio. Y estas tres cosas son lo que Isaías quiere que nosotros entendamos acerca del ministerio de Jesús en la cruz del calvario.

¿Qué fue lo que estaba pasando allí? ¿Qué estaba sucediendo? ¿Qué estaba Dios llevando a cabo y cumpliendo por medio de esto? ¿Qué es la cruz? ¿Qué es la crucifixión? ¿Qué alcanza? ¿Por qué es necesario? ¿Cuál es su resultado? Judicialmente en la mente de Dios ¿por qué era necesario que esto necesario? ¿Por qué era necesario que Jesús, el Hijo de Dios, muriera en la cruz y derramara su sangre? ¿Para qué?

Tenemos que entender primeramente el pecado de la humanidad. Tenemos que entender la mente de Dios, tenemos que entender la naturaleza divina. Tenemos que entender una ley que Dios dictó cuando creó al hombre y le dijo ‘no comas de ese árbol porque de cierto, el día que comas de él vas a morir’. Y Adán y Eva eran representantes en sus lomos, en su persona, ellos tenían la autoridad como padres biológicos de los que habían de venir, ellos le delegarían a todos sus descendientes por los siglos de los siglos el mismo germen, la misma consecuencia espiritual, como los padres muchas veces le legamos a nuestros hijos nuestro temperamento y nuestra herencia espiritual y biológica, nuestras características.

Cuando el hombre allí, ese hombre prototípico en el Edén viola los mandamientos del Señor y rompe esa esencial obediencia al Padre, se desata un mal un toda la humanidad. El virus del pecado correrá y las consecuencias del pecado también correrán. Cada uno de nosotros peca, ofende a Dios, viola las leyes de Dios de maneras pequeñas y grandes, eso es una consecuencia del mismo mundo en que habitamos. Nadie puede no pecar y por lo tanto nadie puede no morir eternamente a menos que algo suceda desde afuera que cambie ese curso. Y eso fue lo que pasó.

Dios dictó una ley y desde ahí en adelante Dios tuvo que resolver su propio dilema. La humanidad ha pecado y yo no quiero matarlos, yo no quiero que mueran eternamente, esta criatura yo la amo. Y entonces Dios idea una solución y es que su justicia sea satisfecha. Tiene que haber muerte por medio de alguien que pague el precio, alguien que sea los suficientemente grande, lo suficientemente puro, lo suficientemente todopoderoso para que su vida tenga un precio tan y tan grande, tan infinito que sea capaz de cubrir todos los pecados de toda la humanidad, que no haya déficit.

Y el único ser que podía alcanzar eso era un ser divino y ese es el Hijo de Dios. Y Dios entonces lo hace, esto es todo un proceso judicial, lo hace entrar en forma humana, lo hace encarnar en hombre, adquirir la naturaleza humana, vivir como hombre, vivir perfectamente porque si peca, entonces ya su muerte no es una muerte judicialmente satisfactoria, ya es otro pecador más muriendo como tiene que morir. Cristo no podía pecar, tenía que vivir una vida pura y entonces subir a la cruz y simbólica, judicialmente derramar sangre.

Él no necesitaba derramar más que una gota de sangre y eso era suficiente. Hace poco unos abogados, no voy a entrar en mucho detalles por razones de privacidad, es interesante cómo piensan los abogados y cómo piensan los jueces. Los abogados pidieron tratando de defender a una persona, una condena de un año y un día. ¿Por qué un día? Porque ese día ponía a la persona en una categoría judicial que le era ventajosa. Ese día, 24 horas, soltaba una serie de consecuencias legales que eran importantísimas.

Uno que no sabe de leyes puede decir, ‘uy, qué pedante, un año y un día’. Ese diíta era bien importante porque en el mundo judicial lo que valen son los precedentes, los símbolos, cosas así.

Entonces, el Señor solo necesitaba derramar una gota de sangre y morir y ya eso era todo lo necesario judicialmente para que se satisficiera la justicia de Dios. y esa gota de sangre derramada por un hombre perfecto que también era un Dios perfecto, por su humanidad el Señor puede empalmar con nuestra humanidad y representarnos a nosotros y sanarnos a nosotros. Y por su divinidad él tiene suficiente poder y suficiente valor para pagar el precio de todos nosotros. ¿Usted entiende?

Eso estaba Dios resolviéndolo. Por eso es que yo digo que hay un proceso en todo esto. Y todo eso se está resolviendo allí en la cruz. Y por eso cuando leemos dice, ‘él llevó nuestras enfermedades...’

Hay un proceso y hay precio también, el precio es que él tenía que pagar por nosotros y el precio era tremendo sufrimiento para el Señor. El precio fue él en su cuerpo llevar nuestras enfermedades. Por eso es que nosotros oramos por sanidad, porque la Biblia dice judicialmente que en la cruz él también arrastró nuestras enfermedades. ¿Por qué? Porque las enfermedades son consecuencia del pecado.

Si el hombre no hubiera pecado no hubiera enfermedad y no hubiera muerte en la tierra. Entonces, el Señor al morir por nosotros también judicialmente lleva nuestras enfermedades. Dice también, “.... lleva nuestros dolores...”

¿Sabe que el precio fue que el Señor, no me pregunte cómo, ahí en la cruz él padeció todo el dolor de la humanidad como solamente Dios podía hacerlo? Sus hombros tenían que ser infinitamente poderosos. El marco de sus emociones tenía que ser tan y tan grande que pudiera resistir el dolor de la humanidad. El Señor llevó nuestras enfermedades físicas, nuestros dolores emocionales, fue azotado por nuestro..... Nosotros merecíamos ser azotados, él fue azotado por nosotros. Fue herido de Dios, fíjese eso, el Padre mismo lo hirió. Dios hirió a su Hijo. Dios puso en agonía a su Hijo para que nosotros no fuéramos heridos. Ese fue el precio y el proceso allí juntos. Él fue abatido, él sintió en ese momento una máxima depresión.

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”

Ese proceso y ese precio, herido por nuestras rebeliones. Sabes que tus rebeliones del siglo XXI, y lo que te costaba eso, el Señor lo llevó en el siglo primero, el gasto, el precio de tus rebeliones, tus pecados. Él fue molido, su cuerpo fue triturado por tus pecados.

Y dice, “... el castigo de nuestra paz fue sobre él...”

¿Sabes tu que Cristo padeció tremenda agonía para que tu y yo podamos tener paz? Y paz dentro de nosotros, y paz con Dios, y paz unos con los otros. Todas esas cosas, el Señor, su castigo alcanzó nuestra paz.

Dice, “.....antes éramos enemigos de Dios y ahora somos amigos de Dios por su castigo. Y por su llaga fuimos nosotros curados....”

Fíjate, dice fuimos nosotros curados, fuimos sanados, fuimos salvados, y todo este proceso está allí. Yo veo algo, por una parte nosotros. Hay dos enfoques aquí; nosotros, los beneficios que recibimos, lo que causamos que el Señor tuviera que sufrir. Por otra parte está el enfoque sobre él, lo que él está sufriendo y lo que él está alcanzando por medio de su sufrimiento.

Dice, “... todos nosotros nos descarriamos como ovejas...”

Eso es algo bien importante. Sabe, mi hermano, mi hermana, que hasta que tu no reconoces eso el Evangelio comienza cuando cada uno de nosotros reconoce que ‘mira, yo soy un pecador y yo merezco la muerte y yo por más bueno que yo sea, más honesto, más trabajador, más filantrópico, más generoso, más buen padre, más buen esposo, eso no me hace nada. Yo soy pecador.

Dice la Biblia “... por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios....”

Es necesario eso. hay un pasaje en la Escritura, en el Libro de los Hechos, no tenemos tiempo para elaborarlo, cuando el eunuco que viene de Etiopía está leyendo el libro de Isaías, está leyendo precisamente eso, “...todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino...”

Es el pasaje que leía el eunuco en Isaías cuando Felipe es enviado por el Espíritu Santo para predicarle el Evangelio. Y dice la Biblia que comenzando con ese pasaje Felipe le explicó todo lo que había sucedido con Jesús y el Evangelio se lo explicó de allí.

Por qué el Espíritu Santo iluminó al eunuco para que leyera, uno de los primeros gentiles. Ese eunuco se fue para Etiopía y de hecho, históricamente los etíopes han sido una raza que ha estado muy en contacto con el Evangelio y con el judaísmo. Hay un misterio allí. Este hombre era un alto oficial, y nos imaginamos que él regresó a su país llevando el Evangelio.

Pero interesantemente, mire dónde comienza la exposición de Felipe, una de las primeras exposiciones del Evangelio a un hombre es con ese pasaje. ¿Por qué? Porque ahí es donde comienza el Evangelio es cuando yo reconozco que yo, personalmente, hay un drama, hay una controversia entre Dios y yo y solamente Cristo la puede resolver. Y yo tengo que reconocer que soy pecador. Yo tengo que reconocer que por más esfuerzo que yo haga yo no puedo justificarme delante de Dios. Yo tengo que humillarme delante de Dios. yo tengo que pedirle perdón a Dios. Yo tengo que reconocer que si no fuera por Cristo, yo sería un pobre diablo destinado al infierno.

Ahí es donde comienza la salvación y si en esta noche hay aquí una persona que todavía no ha entendido eso en su corazón, yo te suplico que te obligues a ti mismo a pasar por ese proceso de reconocimiento. Yo he pecado contra Dios, yo he ofendido a Dios. si yo no tengo a Cristo yo estoy en déficit con Dios y solamente por medio de Cristo, yo puedo pagar ese déficit y recibir salvación y reconciliación con Dios. Porque todos nosotros nos descarriamos.

Pero sin embargo, el Señor cargó en él ese pecado y eso es lo que nosotros celebramos en esta noche: todo eso, su angustia, su aflicción, el hecho de que no abrió su boca, fue llevado mansamente. Sabes, el Señor dijo una vez cuando estaba ahí dijo, yo podría mandar legiones de ángeles que vinieran y me salvaran de esta crucifixión, pero no lo hizo. Le dieron vinagre, una mezcla que se cree que era como un tipo de droga que daban a los crucificados para aminorar un poquito sus sufrimientos. Aún ese imperio cruel romano que sometía a la gente a la crucifixión tenía un poquito de misericordia y les administraba una mezcla de hierbas que los drogaba un poco y aminoraba un poquito su dolor. ¿Y sabe lo que hizo Jesucristo? Él no quiso tomarlo. ¿Por qué? Porque él sabía que él tenía que pagar hasta el último centavo. Él tenía que sentir el dolor en plenitud, él tenía que sufrirlo todo. Él tenía que pasar absolutamente ese momento sin ninguna ayuda de ningún tipo. Él no podía protestar, él no podía quejarse, él tenía que reconocer que lo que él estaba padeciendo era absolutamente justo, necesario y efectivo. Y no podía haber intervenciones de ningún tipo que interfirieran con eso. Por eso fue que él no abrió su boca, fue manso, se dejó azotar, se dejó poner la cruz, la cargó. Hizo todo lo que le pidieron que hiciera porque era necesario que se cumpliese toda la ley.

Y todo eso lo describe: no se abrió su boca, fue quitado por juicio su generación, quién la contará. Usted ve ahí el precio y ve el proceso. Eso es lo que nosotros reconocemos en una noche como esta: el precio y quién fue que lo llevó a la cruz. Fuimos nosotros, fuimos esa raza que se apartó, que se rebeló, que hirió a Dios. Somos nosotros, cuando nosotros pecamos, cuando hacemos las cosas que sabemos que no debemos hacer. Cuando nuestra humanidad y nuestros pecados nos arrastran a hacer cosas, nosotros estamos ahí ejemplificando este pasaje. Por eso es que cuando yo hago algo que no está conforme a la voluntad de Dios yo tengo que recordar, ah, yo entiendo por qué Cristo tuvo que pasar lo que pasó.

Él estaba cubriendo ese momento ahora, en que yo estoy haciendo algo contrario a la voluntad de Dios, una gota de sangre por así decirlo de Jesús, viene y cae sobre ese momento y lo cubre, si yo estoy en Cristo e impide que yo tenga que ir al infierno porque ya él administrativamente allí, hay una vasta reserva de gracia que siempre está cayendo, salpicando momentos, acciones, circunstancias, individuos, cada vez que hay una infracción de la ley y una persona está administrativamente bajo el sacrificio de Cristo, una gota de sangre de Jesús se suelta para cubrir ese momento, siempre y cuando nosotros nos mantengamos unidos a lo que Cristo hizo en la cruz.

Precio, proceso judicial, pero también un producto, un premio, hay un premio para nosotros y un premio para él. El premio para nosotros es salvación, vida eterna, reconciliación con Dios, acceso al Padre, acceso al trono de la gracia, no hay más condenación.

Dice el escritor de Hebreos que nos acerquemos confiadamente al trono de la gracia por ese camino ancho y despejado que Cristo abrió por medio de su cruz. Ese es el premio, el premio es que tu yo ahora no tenemos que acercarnos al Padre con miedo, con nauseas de terror y de incertidumbre, no tenemos que estar ahí begging, suplicando en un sentido barato a Dios. No, podemos venir con humildad, con mansedumbre, pero podemos venir con plena confianza al trono de la gracia, y sabemos que estamos cubiertos con la sangre de Jesús. Podemos celebrar, podemos gozarnos, podemos alabar, podemos pedirle al Señor cosas buenas, podemos esperar bendición para el futuro, podemos aprender de Dios, podemos besar su nombre y esperar bendiciones, sanidades, milagros y que sus dones van a correr en nuestra vida, todas esas cosas las podemos esperar porque él se dio en la cruz del calvario.

Hay un premio para nosotros y ¿saben qué? Un premio para él también. Con esto terminamos. Miren el versículo 10 en la segunda parte de ese versículo dice, “... cuando haya puesto su vida en expiación....”

Recuerde, esto lo está escribiendo Isaías, un hombre de siglos antes de Cristo, un profeta antes de que todo eso se de. Él también sabía que algo iba a pasar con ese ser sufriente.

Dice, “...cuando haya expuesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada...”

Fíjese, a veces los profetas profetizan y no saben las plenas consecuencias de lo que están diciendo. Él solamente dice, “... vivirá por largos días...” ¿Saben qué? That’s an understatement. That’s the understatement of the ages, “... vivirá por largos días...” Cristo vive por toda la eternidad.

Dice la Biblia en Filipenses, Capítulo 2, que por cuanto Cristo se hizo sufriente y esclavo y dio su vida, dice, “... por lo cual Dios le dio un nombre que es sobre todo nombre para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla de lo que está en los cielos, en la tierra, y debajo de la tierra....”

Es decir, Dios lo exaltó hasta lo sumo, lo levantó otra vez, esa muerte, ese precio, ese sufrimiento, todo ese aspecto judicial, todo ese padecimiento era para que se cumpliese la Escritura, pero cuando se cumplió la Escritura, cuando Cristo dijo, ‘consumado es...’ ya comenzó el proceso de ya no es más el siervo sufriente, ahora tu eres mi Hijo amado, ahora yo te levanto otra vez, yo te devuelvo tu gloria, toda tu divinidad sin ningún tipo de ambivalencia, ni ambigüedades, ni complejidades y te pongo otra vez en tu trono donde tienes que estar.

“... vivirá por largos días, la voluntad de Jehová será en su mano prosperada, verá linaje...”

Óigame, ¿qué linaje tiene Jesús? Billones y billones de almas redimidas y salvadas por su sangre derramada en la cruz. Ese que nunca se casó, que nunca tuvo hijos tiene hijos espirituales por todas las edades, una humanidad salvada por su sangre en la cruz.

“... verá linaje, vivirá por largos de días, la voluntad de Jehová será en su mano prosperada...”

Hermanos, dice la Biblia que un día toda la autoridad en esta tierra que ahora está tan resistida, le será entregada en las manos a Jesucristo. Los que no lo quieran aceptar van a ser destruidos y completamente apartados y sacados de la economía humana y solamente quedarán los que doblan su rodilla ante Cristo Jesús y reconocen su señorío. Y toda la autoridad le será entregada en su mano de manera que ya no haya resistencia a la voluntad de Dios aquí en la tierra. Aún el diablo y sus ángeles serán atados y echados al lago de fuego y azufre. No habrá resistencia a la voluntad de Dios ya. Y la voluntad de Dios será prosperada en sus manos por medio de él, y entonces el Hijo tomará esa autoridad que le es entregada a él sin cuestionamiento de ningún tipo y se la entrega al Padre. Eso dice la palabra.

Un día se dará esa transacción administrativa también, y la voluntad del Padre entonces, en esta tierra no tendrá resistencia de ningún tipo, será perfectamente canalizada en los mares, en los aires, en los árboles, en los peces, en los cuadrúpedos y en la humanidad, en los planetas, en las galaxias, en el átomo, en el cosmos, y el micro y el macro cosmos, todo, la voluntad del Señor correrá perfectamente porque Cristo hizo la obra en la cruz del calvario.

Dice la Biblia que él verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho. Gloria al Señor. Usted se imagina cuando el Señor mira aún ahora, en esta imperfección que se llama la iglesia, y en una noche como esta, él ve hombres y mujeres y jóvenes como los que están aquí, ancianos, gente de todas las culturas, los grupos étnicos, los colores, los géneros, todo eso, aquí reunidos, adorando el nombre del Señor y él mira desde su trono así sobre la tierra y ve a congregación León de Judá y dice, ‘guau, valió la pena, valió la pena, valió la pena mi sacrificio’.

Verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho, pero más que eso, un día él verá a toda una humanidad redimida, cantando el cántico de los salvos y dirá ‘valió la pena, valió la pena’. Y verá una humanidad recreada, una naturaleza nueva, nuevos caminos, nuevos átomos que compondrán una materia totalmente redimida de su enemistad ahora mismo y su humillación, una naturaleza sanada, ríos que no tendrán contaminación, pájaros que cantarán con lenguajes que no podremos jamás imaginar sus notas, nosotros sanados de todas nuestras distorsiones, deformaciones, pecados, ataduras.

Hermanos, y el Señor mirará todo eso y dirá ‘Valió la pena’. Quiera el Señor en esta noche que cada uno de nosotros que está aquí esté seguro de que nosotros estamos dentro de ese plan. Quiero pedir que los músicos pasen por aquí. Quiera el Señor que cada uno de los que están aquí, tu y yo, no haya duda de lo que yo he declarado en esta noche y lo que la palabra de Dios ha declarado se aplica a tu vida porque tu hayas reconocido tu pecado, hayas reconocido tu parte en este proceso, hayas atado tu vida y tu destino y el proceso de tu vida al drama cósmico de Jesús y su cruz y que tu puedas decir ahora, ‘Yo me ato, me uno, no pongo barreras entre el drama de ese siervo sufriente y mi propio drama, su carrera y mi carrera, su destino y mi destino, su precio y mi beneficio. Y que tu digas, ‘ok, yo voy a escribir mi nombre sobre ese contrato que Dios ha descrito en el Libro de Isaías, y yo pongo mi voluntad, mi corazón y mi destino lo ato a ese drama que describe el profeta Isaías.’

Si tu no has hecho eso, por qué no hacerlo en esta noche. Yo quiero asegurarme. Voy a peinar esta iglesia ahora mismo con un peine bien fino, lo vamos a pasar por aquí, por allá arriba también, de manera que nos aseguremos que nadie se quede sin haber entrado en este maravilloso proceso que describe el profeta Isaías. Si tu no lo has hecho por qué no lo haces esta noche, por qué no recibes lo que yo he estado declarando aquí. ¿Por qué no dices, yo entiendo el proceso, yo entiendo el precio y yo entiendo el premio? Y yo me uno a eso, y yo digo, sí Señor, creo que esto me aplica a mí y pongo mi nombre y digo amen y levanto mi mano y salgo de esta noche con mi nombre escrito dentro de ese drama.

Bajemos nuestras cabezas un momento. Yo quiero invitarte en esta noche a unirte al drama que elabora el profeta Isaías. Quizás tu no lo habías entendido bien antes y estabas ahí a medias, pero esta noche tu vas a querer afirmarlo, si no lo has hecho antes, y quizás nunca lo has hecho, has estado resistiendo porque no entendías exactamente qué es lo que Dios esperaba y por qué lo hizo y qué quería alcanzar, pero esta noche tu lo has entendido y tu quieres entrar en eso. Cualquiera que sea tu situación, tu condición yo quiero darte una oportunidad en esta noche para que entres plenamente.

I want to give you a chance, young person, whoever it is. I hope everyone is paying attention to me right now. This is a very important moment and I really want you to pay attention. This is very serious. If you have not given your life and you have not acknowledged the seriousness of what we are elaborating here, I want to ask you to really take a step of faith and unite yourself to this drama that has been presented here.

Yo quiero que des un paso de fe en esta noche, si no lo has hecho antes y que oremos contigo y que todos oremos para unirnos a esta situación que describe aquí el profeta Isaías. Si hay alguien esta noche que siente que quiere dar ese paso de fe y que necesita darlo, quiero que levantes tu mano para orar por ti. Amen.

Esa jovencita allí detrás, también.

Yes, that’s fine. No, lift your hand. That’s beautiful, that’s beautiful.

Aquí hay una mano que se levanta también. Allí atrás hay otra mano que se levanta. No sé si arriba también, levante su mano, aquí, este varón, este joven aquí también. Gloria al Señor.

¿Alguien más? Levante su mano sin temor. Recuerde, es importante que nosotros entremos en estos dramas y que recordemos la importancia de ellos. No subestimemos la importancia de estas cosas. Levantar la mano puede parecer algo raro y sin consecuencia, pero es bien importante en términos espirituales.

Y no te preocupes, poco a poco Dios irá llevando tu vida hacia un entendimiento pleno de lo que esto quiere decir, pero yo te invito en esta noche a hacerlo. No te preocupes, no es con León de Judá que tu estás haciendo el compromiso, recuerda eso, es con el Evangelio que ha sido predicado, de donde sea que tu vienes, eso es importante. Hay una diferencia entre esta iglesia y el drama de Cristo. Tu te estás uniendo al drama de Cristo. Muy importante esa diferencia.

¿Alguien más que quiera unir su vida al drama de Jesús y al proceso de Jesús? Yo te bendigo, mi hermana, allí también. Eso está bien, no temas, no hay que avergonzarse. Oh, Señor Dios nos libre de tener miedo. Amen. Gloria a Dios. Mire qué lindo esta joven aquí mismo, cantando y quiere asegurarse de confirmar eso en su vida. Eso es bello, eso es bello.

Quiero que den otro paso de fe. Pasen por aquí adelante, esas manos que se han levantados. Hermanos, vengan con alguien, que alguien le acompañe. Vengan por aquí, alguien que esté cerca de ellos que sea de León de Judá, acérquese a ellos. Vengan acá un momentito.

Pase por aquí hermano, venga aquí. No tema y alguien que venga con ellos de la iglesia y les acompañe y ore con ellos en señal de solidaridad, solidaridad con estos hermanos, diciéndole te acompañamos y te bendecimos.

Vengan por acá y que haya alguien al lado de estas personas para orar por ellos en esta noche. Si hay alguien más que quiera dar ese paso de fe, venga por aquí, nunca es excesivo dar este paso, yo creo.

It’s never too much to acknowledge our unity with the drama of Jesus Christ and his crucifixion. There’s something always very beneficial when we declare that. So, just come forward.

Ven por aquí y adora al Señor y declara tu afiliación con lo que Cristo ha hecho.

I’m so glad to see this young lady right here who’s coming forward. I’m glad.

Me alegro que hiciera eso y te bendigo en el nombre de Jesús, niña. Para el Señor es bien importante tu mano que se levantó también. Gloria a Dios.

Te adoramos, Señor, te bendecimos.

I’m so glad to see these young children coming forward as well, it’s very powerful, very important, very important.

Gloria al Señor. Gracias padre, te adoramos. Entrega tu vida al Señor y dile ‘Señor, yo reconozco que yo me he descarriado como una oveja perdido. Yo me he descarriado. Yo he contribuido a tu crucifixión. Tu moriste por mí, tu moriste para cubrir mis pecados, mis ofensas, mis excesos, mis deslices, mis fracasos. Tu hiciste eso por mí y yo lo causé porque si yo no lo hubiera hecho, tu no hubieras tenido que hacer lo que hiciste.

Yo reconozco esto. ¿Tu entiendes? Ahí en tu corazón di, ‘Señor, yo reconozco que te ofendí aunque no lo había hecho, no había nacido cuando tu moriste en la cruz, pero tu sabías que yo lo iba a hacer, pero ahora en esta noche, yo reconozco que tu sangre me cubre, tu sacrificio me justifica, me sana, me bendice, mis pecados son perdonados, mi vida es cambiada. El diablo no me puede seguir acusando. Los pecados que yo he cometido en el pasado de hoy en adelante ya no cuentan en tu relación conmigo, ya ningún demonio puede venir a decirme, ‘mira, tu robaste, tu mataste, tu adulteraste, tu hiciste algo indebido,’ Ya eso no tiene importancia ahora al tu reconocer que Cristo murió por ti y que trajo sanidad y perdón a tu vida.

Ahora tu estás bajo una administración diferente. El diablo no puede acusarte. El fiscal espiritual de la humanidad no puede venir ante el trono de Dios y decir, ‘él ha pecado, tiene que condenarlo’, porque hay un defensor que dice, ‘sí, pero yo pagué con mi sangre el precio de su pecado, así que él está justificado, ella está justificada, está sanado’.

Puede pedir sanidad, puede pedir felicidad, puede pedir perdón, puede pedir gozo, puede pedir paz, puede esperar bendición, puede esperar un futuro brillante, puede esperar que mi espíritu, dice Dios, va a morar en el corazón de él o de ella, porque ya estamos bien, estamos reconciliados.

Eso es lo que tu estás ahora mismo experimentando en tu vida.

God is touching you. God is blessing you. God is doing something beautiful in your life. He is entering into your heart and he is blessing you in very beautiful ways and you’re going to grow up to be powerful men and women of God because he is with you and he is blessing you right now. ¡Aleluya!

Dale gracias al Señor por lo que él ha hecho, y dile, ‘Señor Jesús, te recibo en mi corazón’. Dile, ‘Señor Jesús, te recibo en mi corazón y yo reconozco que tú eres Dios y reconozco que tu eres Señor de mi vida y que también eres salvador de mi alma. Y reconozco que he pecado contra ti y que te he ofendido y he quebrado tus leyes pero hoy reconozco que tu me has perdonado y me has sanado y has cancelado mi deuda con tu sangre en la cruz y te doy gracias y te invito a entrar a mi corazón.’

Invita a Cristo a entrar en tu corazón. Di, ‘entra a mi corazón, Señor Jesús. Entra a mi corazón, Señor Jesús’, dile ‘y entra con tu Espíritu Santo, entra con tu Espíritu Santo’. Pide al Espíritu Santo que entre en tu vida ahora mismo.

Y yo voy a pedir que los que están orando allí. Impongan sus manos sobre esas vidas y di ‘declaro sobre ti el Espíritu Santo’. Diga eso, ‘declaro sobre ti el bautismo del Espíritu Santo’. Dilo, ‘declaro la llenura del Espíritu Santo’, dilo. ‘Declaro la llenura del Espíritu Santo en ti’. Di ‘declaro el bautismo del Espíritu Santo’.

Y esos que han aceptado a Cristo, digan ‘Recibo el Espíritu Santo’. Diga eso, ‘Recibo el Espíritu Santo’. Diga conmigo, ‘recibo el bautismo del Espíritu Santo’. Dígalo así, ‘recibo el bautismo del Espíritu Santo en mi ahora.’ Dígalo así. ‘Recibo al Espíritu Santo dentro de mí’.

Y dígale al Espíritu Santo ‘Lléname, Espíritu Santo, lléname Espíritu Santo, bautízame Espíritu Santo’, porque él entra a bautizarte ahora también, él entra a ocuparte y entra a bautizarte. Recibe el Espíritu Santo también. ¡Aleluya!

Recibe el bautismo del Espíritu Santo. Yo declaro la llenura del Espíritu Santo dentro de ti. Y recíbelo, recíbelo, recibe el bautismo, la llenura del Espíritu Santo. Se está moviendo dentro de ti, ¡Aleluya! Te está bautizando con fuego del espíritu de Dios. Alaba al Señor ahora. Glorifica al Señor.

Dile, ‘gracias, Señor, te alabo, te bendigo, te glorifico’.

Pónganse de pie, hermanos. Declaren la llenura del Espíritu Santo sobre estos hermanos. Gloria al nombre del Señor. Declare la llenura del Espíritu Santo sobre ellos. Oh, en el nombre de Jesús ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya! Gloria al nombre de Jesús. Alaba al Señor, alaba al Señor. Tienes autoridad para hacerlo, tienes autoridad. Alaba al Señor. Glorifica al Señor. ¡Aleluya!

Tú eres un hijo de Dios, una hija de Dios. Tienes el espíritu de Dios dentro de ti ahora. Usa ese espíritu y glorifica el nombre de Jesús. Gloria al nombre de Cristo. ¡Aleluya! Fuego del espíritu, bautismo del espíritu, llenura del Espíritu Santo sobre el pueblo de Dios.

Oh, lo declaramos en el nombre de Jesús. Unge, Señor, unge con tu espíritu, unge con tu espíritu, Señor. Gracias, Jesús, gracias, gracias, gracias, Jesús. Alaba al Señor, dile, estoy libre, soy libre, soy libre. Decláralo con tu boca en esta noche. Eres libre en el nombre de Jesús. ¡Aleluya! Gracias Señor Jesús, te adoramos, te bendecimos.

Eres libre, eres libre. Camina como una persona libre y llena del Espíritu Santo. Camina como una persona que tiene autoridad en esta noche. El Espíritu Santo está entrando en tu vida y te sana, dice el Señor, te libera, te da un nuevo corazón, una nueva mente, te da gozo en tu alma para alabar al Señor y servirlo. ¡Aleluya!

Lo declaro así en el nombre de Jesús. El pasado no tiene ya importancia en sus vidas. Están libres en el nombre de Jesús. Alabado sea el nombre del Señor. Declaramos unción de Dios en este lugar. Deje que el espíritu corra dentro de usted también, alabe y glorifique al Señor. Somos libres por su cruz, somos libres por su sacrificio, somos libres por el precio que él pagó. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Hay libertad en el pueblo de Dios.

Hay sanidad, hay esperanza, hay gozo, hay vida, hay triunfo, hay victoria, porque Cristo ganó esa victoria en la cruz del calvario por nosotros. ¡Aleluya! Alabado sea el nombre, alabado sea el nombre, alabado sea el nombre de Jesús. Glorificado sea el que vive y reina para siempre. A él la gloria y la honra.

Santo es el nombre del Señor. Santo es el nombre del Señor. Pueblo, llénate del poder de Dios, llénate de la gracia de Dios en esta noche. Gloria al nombre de Jesús. Denle un gran aplauso al Señor. Santo es el nombre del Señor. ¡Aleluya!