¿Tú, qué quieres?

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Isaías 61. Hermanos, yo quiero comenzar compartiendo un testimonio. En mi casa yo tengo un niño de dos años y él aprendió una nueva palabra en esta semana, yo estaba allí haciendo mis cosas y escuché una vocecita detrás de mí, una voz de ángel que clamó diciendo "I want milk!" '¡Yo quiero leche!’ Yo no quiero enseñarle la palabra "now" –ahora, porque seguramente lo hubiera usado. Saben que él aprendió la palabra I want, y él lo usa bien.

Y sabe qué me puse a pensar, el señor muchas veces hizo esta pregunta al pueblo, Jesús le dijo a las personas, ¿tú, qué quieres? ¿De verdad quieres ser sanado? Personas que le estaban siguiendo y él les dijo, ¿Qué buscas? Y yo sentí al Señor decirme Gregory, ¿qué quieres? ¿Qué quieres de mí?

Dios te hace la pregunta, y muchas veces nosotros no sabemos qué decir. Así que yo quiero leer por lo menos en el largue de discipulado, ¿qué queremos? ¿Qué queremos lograr en todo lo que hacemos? Discipulando y sirviendo al pueblo de Dios.

Isaías 61, lo dice. Jesús lo dijo. Él dijo, "el espíritu de Jehová, el Señor, está sobre mí, porque me ungió Jehová, y me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos. A vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los presos. Apertura de la cárcel. A proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, el día de venganza del Dios nuestro. A consolar a todos los enlutados, a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé gloria en lugar de ceniza. Olio de gozo en lugar de luto. Manto de alegría en lugar del espíritu angustiado, y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Reedificarán las ruinas antiguas y levantarán los azoramientos primero y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. Extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores, y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados, comeréis las riquezas de las naciones y con su gloria seréis sublimes. En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra os alabarán en sus heredades por lo cual en sus tierras poseerán doble honra y tendrán perpetuo gozo."

Señor, yo quiero esto. Yo quiero personas y quiero destacar una palabra que dice allí al final del versículo 6, "… y con su gloria seréis sublimes" ¿Sabe qué? Yo no soy experto en español, ustedes lo saben muy bien, pero a mí me gusta la palabra sublime. Sublime significa que algo es precioso, es algo trascendente, algo tan bello que ni hay palabras para describirlo. Como cuando se pone el sol en el mar, tal vez tú estás en una isla muy lejos de Boston y ves una noche preciosa, y tú dices es sublime este anochecer. O tal vez tu eres fanático, aficionado del arte y estás mirando una pintura hermosa y tú dices, "sublime". Tal vez a ti te gusta la música, escuchas algo de Juan Luis Guerra, y dices, ésta canción es más que chévere, es sublime.

Sublime es algo excelente, algo que tiene dignidad, algo que tiene majestad.

Sabes que yo he visto a veces personas ancianas en sus últimos días de vida y están allí preparándose para ir al otro mundo, al próximo mundo. Y yo mirándolos y yo pienso, son varias, y yo las miro y me viene la palabra ‘majestad’. Se siente casi blasfemo decir majestad de una persona, ¿no? Pero nuestro Dios nos ha hecho reyes y sacerdotes. Nuestro Dios toma de su gloria, de su corona y lo pone sobre nuestras cabezas. Y nos hace reycitos y reinas en Dios.

Nuestro Dios nos hace brillar con la dignidad del espíritu en nuestras vidas, y yo creo que Satanás quiere lo opuesto, él quiere humillar a la humanidad, él quiere degradar a la humanidad y hacernos sentir pequeños y sucios, peor nuestro Dios dice, "ah, ah, ésta es mi hija ella es preciosa, él es mi hijo y yo lo he llamado a ser un sacerdote en el reino de Dios."

Y yo creo que Dios nos llama a reedificar vidas, personas, para que conozcan el poder del Evangelio, para que lleguen a tener la gloria sublime que Dios quiere para ellos. Dice que el pueblo tiene vergüenza, tiene vergüenza, el deseo de esconderse, ¿no?

Sabe que mi hijo, hablando de vergüenza, lo encontré el otro día con un lápiz y con un libro haciendo eso y cuando yo entré él me vio y puso el lápiz, y me vio. Así que ya se está poniendo un poquito inteligente, ¿no? Vergüenza... muchos andamos con vergüenza. Pensamos, no me miren, no, nos escondemos. Nuestro Dios dice, tú puedes quitar el velo y tú puedes brillar en mi presencia. Yo te voy a dar en lugar de vergüenza, doble honra. Doble honra y tú te vas a poner allí parado firme con la cabeza en alto. No de orgullo sino de la dignidad de ser un hijo de Dios.

En lugar del espíritu angustiado Dios va a sanar el corazón y darte el manto de alegría. Hemos hablado del efecto de poner un traje elegante, ¿no? Poner un saco bueno, como uno mira a uno de esos maestros aquí, que se ve como puede ser precedente de la nación, ¿no? Dios quiere darnos manto de alegría en lugar del espíritu angustiado. Dios quiere poner en libertad a los cautivos.

Nosotros creemos que el mundo viene, muchos vienen con ataduras, ataduras espirituales, ataduras mentales, ataduras morales en su vida. Cosas que no pueden soltar porque tienen cadenas allí y no pueden dejar de hacer ciertas cosas, están atrapados en la vida y nuestro Dios viene y dice, "tengo buenas noticias para ti, yo he venido para romper esta cadena." Nosotros hablamos de la imagen de un pajarito que está en el jaula, el pajarito del jaula y después tú abres la puertecita y el pajarito sigue allí dentro del jaula y no sale de la puerta porque no sabe que está libre. Nuestro Dios en el nombre de Jesús viene y agarra esta jaula y le da un buen sacudón, sacudida. Y dice, 'ya fuera de allí, es tiempo de volar.'

Volviendo a lo que dije al principio, estrellas en aumento, estrellas que se están levantando. Hermanos, muchos venimos tan cargados, venimos con tantas cosas. Nuestro Dios viene y dice, 'el espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová, me ha enviado a predicar nuevas a los abatidos.' Nosotros creemos que el evangelio tiene poder, el espíritu tiene poder, por eso, ¿sabe qué? Una clase no cambia a nadie. Es el espíritu de Jehová que te cambia. Por eso lo que nosotros queremos lograr en esta iglesia es una combinación del poder y la unción del espíritu Santo combinado con estudio de la palabra de Dios.

Queremos que en los cultos la gente venga para orar, para buscar de Él durante la oración, queremos ver a todos aquí en el altar, clamando y orando, lágrimas saliendo. Y después del culto tomando una clase para hablar de cómo voy a poner en práctica lo que estoy aprendiendo. ¿Cómo de verdad voy a cambiar? Combinando la unción con el estudio y el diálogo, es una combinación potente para cambio de vida. Hermanos, esto funciona... funciona. Y yo personalmente soy adicto a ver este proceso, a mí me encanta ver personas ser glorificadas delante de nuestros ojos. Revestidas de alegría, del Espíritu Santo.

Y yo no sé lo que tú buscas en la vida, y vuelvo al comentario del principio, Jesús te pregunta, "¿Qué quieres? ¿Qué buscas?" Y yo te dejo con esta pregunta, porque a veces Dios no nos da por que no pedimos. No recibimos porque no sabemos cómo buscar. Dios te pregunta hoy, ¿qué tu quieres de mí? ¿Qué buscas en la vida? Nuestra visión es muy pequeña, es tiempo de decir yo quiero ser un árbol de justicia, yo quiero tener el manto de alegría, yo quiero ser rey sacerdote para ti y no me voy a conformar con menos, Señor. Te busco hasta que me des lo que necesito, así Dios honra la persona que le busca con ese ruego. Así que pongámonos de pie y vamos a cerrar este tiempo orando, ¿no?

Padre, en el nombre de Jesús, venimos delante de ti, Señor, y te damos gracias, Señor, que tú eres poderoso y majestuoso. Y yo te doy gracias, Señor, que a ti, Señor, te gozas en compartir tú gloria, tu majestad con la humanidad. Yo te doy gracias por cada persona que tú has llamado, Señor, que ha venido a buscar de ti, quien se ha atrevido a creer en el evangelio y entregarse a ti aquí y la manera que tú, Señor, has quitado las sombras y lo has reemplazado con una luz que brilla en los ojos y en el rostro.

Padre, yo te pido que tú vengas revistiéndonos, Señor, de este manto de alegría, yo te pido por la transformación de vidas y la transformación de la ciudad, Señor. Te pido que sea una realidad, Señor, que podamos tener testimonios de sanidad y que tú levantes sacerdotes y siervos en esta iglesia. Señor, gracias que no hay ni uno que no tiene propósito, gracias que tú tienes plan para cada uno en esta iglesia. Te pido por las estrellas escondidas, ¡que se levanten, Señor! Que comiencen a brillar en ti, Señor, os entregamos a ti una vez más.

Así que en este momento de tranquilidad, en este momento de paz, lanzamos la pregunta, ¿qué quieres? ¿Qué quieres del Señor? ¿Qué buscas de él? Estamos tan enfocados en los problemas, que buscamos soluciones solamente, sin saber que Dios quiere no solamente solucionar problemas sino transformar la vida. ¿Qué quieres? dile al Señor en tu corazón, qué es lo que tú quieres de Él, si quieres más de Él. Si quieres ir al otro nivel con Él.

Padre, descansamos en ti en este día. Sabemos, Señor, que tú que nos llamas eres fiel para perfeccionar la buena obra que tú has comenzado, que tú eres fiel para poner esta corona sobre la cabeza. Recibimos esto en el nombre de Jesús, amén. Amén. Amén. Gracias a Dios, hermanos que el Señor te bendiga, que el Señor multiplique su poder en vida. Vaya en paz, Dios le bendiga.