Lo que Dios hace EN nosotros es mejor que pasa A nosotros

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Quiero compartir algún tema que está en mi corazón, que he tenido ahí desde estos últimos domingos que hemos estado escuchando todos estos distintos mensajes que están basados en el libro de los Hechos de los Apóstoles.

Bien sabemos que el pastor ha estado predicando una serie de mensajes de esa vida llena del espíritu, lo que nuestras vidas pueden llegar a ser cuando dejamos que el espíritu de Dios opere en medio de nuestras vidas y cómo nos puede impulsar a hacer grandes cosas para la gloria y la honra de Dios.

Pero hoy lo que yo quiero hablar es este tema, y yo quiero que pensemos bien en esto, que reflexionemos en esto. Piense esto, lo que está sucediendo en usted es mayor de lo que le sucede a usted. Déjenme decirlo otra vez: lo que está sucediendo en usted es mayor de lo que le sucede a usted.

Entendieron? Pueden decir amén a eso? Más o menos. Yo espero que al final de este mensaje salgan convencidos de aquí. Miren esto, vamos al libro de los Hechos, capítulo 4 y voy a estar comenzando en el verso 29. Una de las cosas más interesantes del libro de los Hechos es ver cómo Dios puede tomar a personas como quien dice totalmente comunes y corrientes y Dios transforma esas personas y las convierte en agentes de su reino, de su mensaje, para transformar la vida de muchos.

Si usted lee a través de todo el libro de los Hechos se va a encontrar con una historia atrás de la otra, de cómo por el poder del Espíritu Santo vidas fueron transformadas, vidas fueron confrontadas, vidas fueron sacrificadas, pero todo por un gran propósito. Y eso es el propósito de dar a conocer la grandeza de Dios. Pero hay un texto en el cual me voy a enfocar y está en el verso 29 del capítulo 4 de los Hechos, y dice así, esto sucede después que Pedro y Juan, después de haber sido puestos en libertad, que estaban en la cárcel, ellos volvieron una vez al aposento donde se encontraban el resto de los discípulos y comenzaron a hablarle acerca de lo que las autoridades les habían dicho, y cómo los habían amenazado para no compartir el mensaje de Jesús con nadie. Más sin embargo cuando ellos van y hacen este reporte, miren cómo los discípulos comenzaron a orar. Ellos comenzaron a orar diciendo:

“… Y ahora Señor, mira sus amenazas y concede a tus siervos que con todo denuedo podamos hablar tu palabra mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo, Jesús….”

Ese texto para mí es clave de yo poder entender el tema de este mensaje de hoy. Porque solamente una persona que logra estar en sintonía con el poder de Dios puede hacer ese tipo de declaración. Cuando otras personas se dejan llevar o influenciar por las cosas que les suceden a ellos y pueden perder el ánimo, y pueden perder todo sentido de esperanza con respecto a sus vidas y su futuro, aquí vemos un grupo de personas que aún en la cara de esas amenazas tienen las agallas, tienen el poder, tienen la autoridad de poder orar y decir, Señor, no nos importan esas amenazas. Queremos que tu nos cubras con tu espíritu que nosotros poder seguir viviendo el tipo de vida que tu quieres que nosotros vivamos.

Por lo tanto, si yo digo entonces en esta tarde, lo que te sucede a ti, lo que está sucediendo en ti es mucho mayor de lo que te puede suceder a ti, para nosotros poder internalizar, entender esto, tenemos que estar en total sintonía con Dios y lo que él está haciendo en medio de nuestras vidas.

Saben por qué digo eso, mis hermanos? Porque muchas veces nosotros estamos en sintonía con tantas otras cosas que no tienen ni son ni ton. Me siguen por dónde voy? Hay veces que podemos estar en sintonía con la Mega, la estación de radio de la Mega, ¿verdad? Qué otra estación de radio hay por ahí? Cuál? Bachata 16.7. hay veces que estamos en sintonía con una serie de cosas, mis hermanos, que tal vez que el mensaje que transmite es un mensaje que en vez de levantarnos, en vez de subirnos la moral, lo que hace es otra cosa. Hay veces que nos produce una serie de pensamientos ideales que muchas veces no son los mejores.

Hay veces que estamos en sintonía con las voces de otras personas a nuestro alrededor. Tenemos amigos, tenemos a familiares y miren, ¿saben qué? muchas veces esas voces nos pueden hablar a nosotros con las mejores intenciones, pero cuando usted ve su vida, su experiencia y cómo han tenido sus altos y bajos, uno se tiene que preguntar, caramba, cuánto caso le puedo hacer a lo que me está queriendo decir?

Hay veces que estamos bien en sintonía, saben con qué? Con todas las cosas que suceden en la sociedad, en el mundo en el cual vivimos. Y cuando escuchamos de un revolú que ocurrió por allá en la India, o algo así, entonces todos nos paniqueamos acá porque no vaya a pasar eso aquí. Y así por el estilo, muchas veces la sintonía de nuestras mentes está por ahí flotando en el aire, divagando sin ningún tipo de sentido ni dirección.

Pero si nosotros verdaderamente queremos vivir bajo la sintonía y poder decir como que guau, a pesar de todas esas cosas que puedan suceder a mi alrededor, yo sé que lo que está sucediendo en mí es mucho mejor. Es mucho mejor de lo que la Bachata, en la Mega pueda decir, o lo que mi amigo o mi amiga en la esquina me pueda decir. Lo que Dios está haciendo en mí es mucho mejor. Cuántos podemos decir eso?

Ahora, miren, hay 5 cosas que yo quisiera hablar, y voy a tratar de ser bien económico con el tiempo, aunque tengo tiempo todavía. Pero me voy a chupar el tiempo completo.

Miren esto: cuáles son aquellas cosas que te suceden a ti, que nos suceden a nosotros que pueden ser contrarrestadas con lo que Dios está haciendo en nosotros? Síganme el trabalenguas, por favor. Por ejemplo, algo que nos sucede a todos nosotros es cuando alguien te dice o hace algo con lo cual tu no estás de acuerdo.

Muchas veces podemos tener conversaciones con personas y de repente en esa conversación sucede algo que te tocan tus botones, o te pisan los callos y ya uno está como que, hmmm, como que ya uno se pone a la defensiva, ya uno empieza a prejuzgar lo que la otra persona está diciendo, y uno empieza como que a establecer su distancia, su categoría, como que, con esta persona no puedo hacer esto.

Y si te tocan los botones demasiado, pues, ya uno se empieza a agitar, y uno empieza entonces y entra en una discusión, en un argumento y las cosas se pueden poner un poquito coloradas, en una situación como esa. Claro está, cómo se contrarresto esto? Porque lo que Dios hace en nosotros es que en vez de tener un carácter volátil que lo que quiere hacer es cortarle la cabeza a alguien, lo que Dios hace en nosotros es todo lo contrario. Dios nos da un espíritu de paz, Dios nos da un espíritu de mansedumbre y no tan solamente eso, sino que también nos da la sabiduría para saber cómo proceder con la gente, cómo hablar, cómo resolver las situaciones donde ambas personas salgan ganando y que no tan solamente uno me use a mí, como quien dice, de alfombra para limpiarse los pies y el otro sale con la suya.

Eso es lo que Dios hace en nosotros. Dios forma un carácter en medio de nuestras vidas donde nos permite por un lado reconocer nuestro orgullo, reconocer cuando nuestro ego se está queriendo intervenir en alguna situación para entonces saber cómo lidiar con otra persona.

Miren, les voy a dar un ejemplo y lo compartí esta mañana, y me siento libre de compartirlo ahora también. Esto es recién sacado del horno. Hacen dos miércoles atrás yo empecé una serie de predicaciones y lo más seguro no voy a decir que cometí un error pero yo sé que me metí en un, como quien dice, abrí una caja de pandora. Porque quise comenzar a predicar sobre temas teológicos, doctrinas que pueden ser bien conflictivas muchas veces, doctrina que han causado divisiones en muchas iglesias y yo quise coger algunas de estas doctrinas y empezar a predicar de ellas a la luz de lo que nosotros, León de Judá, creemos con respecto a esas doctrinas.

Y hacen dos miércoles yo comencé hablando acerca de esta pregunta de que si un cristiano puede perder su salvación o no. Y el asunto es, obviamente, si quieren oír que fue lo que yo prediqué sintonicen el website y cítenlo, véanlo porque no lo voy a decir todo. Pero lo que pasó fue que al final del servicio se me acerca un hermano y empieza a discutir conmigo porque no estaba de acuerdo con mi perspectiva.

Y el asunto fue que, imagínense esto, dos puertorriqueños discutiendo, la cosa se puso un poco caliente. Y yo tengo que reconocer que mi lado pastoral se fue a un lado y mi lado puertorriqueño surgió también y yo confieso mi falta, yo confieso mi falta. Y hablé con este hermano, se lo dije, estamos súper cool ahora, estamos esperando el próximo tema teológico para discutir de nuevo. Pero el asunto fue, mis hermanos, que nosotros salimos de ese argumento un poco calientes los dos. Pero al próximo día este hermano me mando un mensaje de texto y él se estaba disculpando conmigo y dejándome saber que me respeta y cosas así. Digo, yo lo recibí y amén, gloria a Dios. Y ayer yo me encontré con él aquí. Mira, fue tan bello y tan precioso, poder ver a este hermano y darle un abrazo y dejarle saber que yo lo amo, que yo no puedo permitir que un argumento como ese me vaya a quitar el amor que yo siento por él. El amor que Dios ha puesto en mi corazón por él y que Dios ha puesto en su corazón por mí también.

Y eso es algo, mis hermanos, que solamente una mente, una persona que está bien sintonizada a lo que Dios está haciendo en medio de ellos, puede lograr hacer eso. Si hubiese sido otro puertorriqueño de los que vienen directo de la isla, que no tienen ni papa de amor por Dios, ¿saben qué? Aquí hubiese habido un blood bath, lo más seguro, en la iglesia. Y salí en el vocero después y en León de Judá se mataron dos a pescozadas y sale así, tremenda noticia en Puerto Rico.

Pero el asunto es que cuando uno reconoce, by the way, por favor, no es que estoy proyectando una mala imagen de los puertorriqueños, ok? Dios ama a los puertorriqueños así como ama a los guatemaltecos y todos los demás, pero cada grupo étnico tiene su pasión y su carácter apasionado también, y hay veces que ese carácter puede salir en muchas formas. ¿Verdad? Los dominicanos ni se diga, también. Los cubanos también, los colombianos también, así que todos tenemos eso.

Pero el asunto es que eso fue lo que surgió de esta situación. Pero de esa conversación, mis hermanos, de ese argumento, miren lo que salió? Salió algo tan bello de poder reconocer que yo estaba permitiendo que mi orgullo se interpusiera a una relación y él reconoció también lo mismo y juntos pudimos hablar y decir, mira, vamos a resolver esto. Estas discusiones… pusimos en práctica lo que dice Pablo a Timoteo, mira, no te enredes en discusiones que no tienen ni ton ni son y que no llevan a nada. Si tu crees en Cristo y yo también, tu eres mi hermano, tu eres mi amigo y por ahí lo seguimos.

Y ese fue el punto clave de todas las cosas. Dios nos dio la sabiduría para poder enmendar lo que había sucedido. Y eso es lo que pasa con esa situación que yo estaba presentando, mis hermanos. Cada uno de nosotros, usted plantee el escenario que usted quiera: esto se da a nivel de matrimonio, esto se da a nivel de colegas de trabajo, esto se da con sus amigos en la calle, esto se da con el extranjero en la calle que le hizo un corte de pastelillo y usted quiere decirle dos o tres, eso se da en cualquier forma, en cualquier forma.

El asunto es que lo que Dios está haciendo en nosotros es mucho mayor de lo que nos sucede. Porque lo que Dios está haciendo es formando en nosotros un carácter que va de acuerdo con el carácter de él y no con el carácter de lo que esta sociedad quiere proyectar en nosotros. Así que ese es el primero.

El segundo, miren, hay veces que cosas que nos suceden a nosotros es que somos víctimas de injusticias en la sociedad en la cual vivimos. Y las injusticias se pueden dar en muchas formas, en muchas formas. Hay veces que si usted en el lugar de trabajo donde usted está, hay veces que le están sacando el jugo con unas horas ridículas de trabajo y la paga que le dan es nada. Y hay veces que esos pueden ser injusticias que suceden con uno.

Que tal vez si usted es un estudiante en la universidad y usted de repente quiere proceder con el profesor o la profesora y le quiere hacer una pregunta y usted ve que ese profesor o profesora lo evade un poco, y a otra persona le da mucha más atención de lo que le da a usted, usted puede sentir que eso es una injusticia que se está haciendo en contra de usted.

Y así mismo en tantos otros escenarios que uno puede experimentar injusticias. Pero cómo Dios contrarresta eso, mis hermanos? La justicia de Dios no es lo mismo que la justicia de este mundo. Cuando otros quieren, como quien dice, pisarte, qué es lo que dice la Escritura? Que Dios hará que tu justicia brille como la luz del mediodía. Dios es el que se encarga de hacer justicia en tu vida. Y lo que Dios hace entonces es que a la luz de esas injusticias que suceden en tu vida, Dios te convierte a ti en un agente de su justicia para que tu puedas hacer justicia en otros y en favor de otros.

Eso es como Dios contrarresta estas cosas. Pero ese tema de justicia también tiene un reto en el día en el cual vivimos hoy. Porque nosotros vivimos en un tiempo, mis hermanos, donde esa palabra justicia es tan manipulada por tantos grupos dentro de la sociedad. Mucha gente puede decir que me tienen que hacer justicia porque yo creo en esto, o porque yo vivo de esta forma. Y hoy día hablar de justicia es bien duro, es bien difícil.

Pero el reto que tenemos es de nosotros podernos convertir en esos agentes de la justicia de Dios, de poder seguir los estándares que Dios ha establecido para cada uno de nosotros y que nos dejemos regir por eso y ver cómo Dios, al nosotros ser fiel a ese aspecto de lo que él quiere hacer a través de nosotros, cómo él puede traer justicia en medio de todas las cosas en las cuales nosotros nos involucramos. Me están siguiendo?

Miren otra situación que nos sucede a nosotros: cuando por casualidad nos diagnostican con algún tipo de enfermedad. Muchas veces si va usted al médico y te dicen, mira, es una cosa bien distinta a cuando te dicen lo que tienes es un catarro por las alergias del polen, versus, que te digan, lo que tienes es un cáncer terminal. Pero el asunto es que te están diciendo algo que está afectando a tu salud. Sea lo que sea, puede ser que te dijeron que tienes cataratas en los ojos y no son las del Niágara, puede ser que te digan que tus coyunturas obviamente están desarrollando artritis porque estás entrando en edad y ya la empiezas a sentir y no te puedes doblar como antes, puede ser cualquier cosa que te diagnostiquen. Y ¿saben qué? a pesar de eso lo que Dios hace en ti es mucho mayor de esas cosas que pueden suceder en nuestra vida.

Saben, yo compartí un ejemplo esta mañana de dos personas de que yo conocí, de nuevo, en Puerto Rico, y esta es una pareja que yo la conocí cuando yo estaba en escuelas intermedias. Ella se llama Rafaela Vega y ella era mi maestra de educación cristiana, y el esposo de ella, Luis Alberto, él era el pastor de una iglesia allá en Puerto Rico. El asunto es que ella era una mujer tremenda, era una mujer alta, más alta que yo, era fuerte, tenía una constitución bien fuerte, bien activa, bien dinámica, una mujer llena del espíritu de Dios y esa mujer, mis hermanos, yo la llevo en mi corazón porque ella sembró en mí esa semilla de la palabra de Dios, me instruyó, me retó, me corrigió, me dio nalgadas, me hizo todo lo que necesitaba hacer para que yo pudiera llegar al punto donde estoy ahora.

El asunto es que llegó un momento en su vida donde la diagnosticaron con cáncer. Y en cuestión de meses murió, en cuestión de meses. Eso nos cogió a todos por sorpresa. Todos estuvimos perplejos. Que si oramos? Claro que oramos. En la iglesia oramos, ayunamos, la ungíamos con aceite, pedíamos milagros. Pero miren, ¿saben qué? falleció como quieran. Lo sentimos, lo lloramos, la lloramos. Hay veces que yo me recuerdo de ella y mi corazón se compunge por eso.

El asunto es que varios, yo diría, como unos dos años después del fallecimiento de ella, su esposo, Luis Alberto, él era un hombre bastante ancho. Y a mí me daba gracia porque él no tenía vergüenza de eso. Como buen puertorriqueño había una canción, un merengue que se cantaba allá que decía, la pipa es lo de menos, el gordo baila bueno, alegre y divertido, es un gordito simpático. Él cantaba esa canción a cada rato. Cada vez que le decían algo de su peso, él salía con esa canción.

Pero el asunto es que también, igual que su esposa, era un hombre lleno del espíritu de Dios, un hombre apasionado por el Evangelio, por Dios, por su Reino, por ver vidas transformadas. Y él dos años después que falleció su esposa, él tenía diabetes y su diabetes comenzó a empeorar. Al punto de que sus riñones comenzaron a fallar, aún así dentro de esa condición él seguía viniendo a la iglesia, seguía pastoreando, desde el hospital él daba llamadas, desde el hospital él hacía oraciones, pero llegó al punto donde él también falleció.

Esas dos personas que eran tan claves en mi vida, de repente murieron ambos. Y una vez más, no es cuestión de que nosotros como iglesia no hayamos orado, porque nosotros también oramos, ayunamos, intercedimos por sanidad en la vida de este hombre de Dios también, pero también llegó su punto donde él falleció. Ante todas esas cosas, mis hermanos, ¿saben qué? hay algunos que pueden decir como que todo fue en vano, pero no, porque yo estoy seguro de que lo estaba sucediendo en ellos era mucho mayor de lo que les sucedió a ellos.

Saben por qué, mis hermanos? De esa pareja han salida tantas personas que yo conozco que ahora mismo están en ministerio pastoral. Esa iglesia que ellos fundaron en Río Grande es una iglesia creciente, es una iglesia llena de energía, llena del espíritu de Dios que siguen alcanzando a muchas vidas allí en el pueblo de Río Grande y aún más allá y todo por el testimonio de esta pareja. Que su enfermedad no fue situación para que ellos como quien dice, echaran a perder todo, o que se rindieran a mitad de camino, sino porque ellos estaban tan y tan conscientes de lo que Dios estaba haciendo en sus vidas que esa enfermedad no los podía parar, no los podía parar. Por más trágico que sucedió, de lo que sucedió, ellos como quieras, siguieron ministrando, ministrando, aún desde la cama del hospital seguían ministrando a la gente porque sabían el llamado que Dios había puesto sobre sus vidas. Ellos sabían que lo que Dios estaba haciendo en ellos era mucho mayor de lo que les sucedía a ellos.

Déjenme terminar diciendo este punto: todas las circunstancias que nos pueden suceder a nosotros, ¿saben qué, mis hermanos? Todas las circunstancias que nos suceden a nosotros lo que quieren hacer es quitarnos el gozo que Dios ha puesto en medio de nuestras vidas.

Usted puede mirar su vida ahora mismo y usted se puede reír? Es una pregunta retórica pero yo quiero que lo piensen. Si usted mira su vida ahora mismo, todo lo que usted está viviendo, todo lo que usted está pasando desde la a hasta la z, usted se puede reír? Si no nos podemos reír entonces qué es lo que pasa con Nehemías, capítulo 8, verso 10? Que el gozo del Señor es vuestra fortaleza. El gozo del Señor es vuestra fortaleza.

Saben, esto es bien particular, este texto es bien particular porque no significa que es el gozo del Señor, ah, porque él está allá en el cielo y porque nosotros en la tierra. No significa que es el gozo del Señor porque él Dios y nosotros no. Sino que es el gozo del Señor porque él es nuestro creador, él es nuestro Padre, y él se goza en cada uno de nosotros que somos su creación.

Cuando dice el texto que el gozo del Señor es porque él está contento en lo que está sucediendo en cada una de nuestras vidas, porque él sabe que cada uno de nosotros estamos esculpidos en sus manos y la obra que él está haciendo en nosotros él la va a perfeccionar.

Miren este texto en Filipenses, vayan conmigo a Filipenses, capítulo 1, verso 6 dice:

“… Estando persuadido de esto que el que comenzó en nosotros la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo…”

En otras palabras, el día que Jesucristo regrese una vez más. Puede decirle a la persona que está al lado tuyo, es más, vamos a cantar Tanto Tanto. Estoy viendo dos o tres cabezas por ahí que están cabeceando, ahí está. Ok, dile a la persona al lado tuyo, el que comenzó la obra en ti la va a perfeccionar. Hamáquelo, dele, para que se despierte bien.

Miren, mis hermanos, yo no tengo duda de algo, yo estoy tan convencido en esto que de verdad puedo apostar en esto y yo sé que Dios lo va a hacer. Digo, aunque no es que yo apueste, perdón, ilustración incorrecta. Me tiro de pecho en esto, mejor dejarlo y decirlo así.

Pero el asunto es este, mis hermanos, saben cuando yo pienso y yo medito en todas las cosas que nosotros vivimos en el diario vivir, y yo tan solamente puedo imaginar algunas, las que yo he vivido, las que ustedes pueden vivir y entonces yo trato de reconciliar muchas veces lo que dice la palabra del Señor, trato de reconciliar lo que hemos estado escuchando del libro de los Hechos de tantas vidas que fueron transformadas, personas que hablaban en lenguas, milagros que se hacían, Dios rompiendo cadenas, abriendo puertas de las cárceles y Pedro y Juan salían en libertad, Pablo y Silas también, yo empiezo a leer todas esas cosas y miren, ¿saben qué? hay veces que si yo me dejo llevar por las presiones del mundo, yo voy a decir, esto no hace sentido. Esto es como que está muy foráneo, esto fue allá en un tiempo, esto como que no hace sentido ahora. Pero obviamente a mí se me hace difícil decir eso porque la experiencia que yo he tenido corresponde cada vez más y más, confirma cada vez más y más que lo que Dios ha hecho back then, todavía lo sigue haciendo ahora, que ese Dios que estuvo en acción dos mil, tres mil años atrás, todavía sigue en acción hoy día.

Miren, mis hermanos, todos estos niños que ustedes vieron aquí, díganme ustedes o no si Dios está en acción en la vida de esos niños. Y por ende, por estar en acción en la vida de esos niños, está en acción en la vida de esos padres. Dónde están los padres de esos niños? Déjenme ver las manos. Los padres, mira, yo veo todas esas caras tan bellas y tan hermosas por ahí y yo me atrevo a decir que ninguno de ustedes son igual de lo que ustedes eran cuando empezó el semestre. Y si me dicen lo contrario, pues, hablamos después, ok? Podemos orar por usted ahora mismo.

Pero el asunto es, mis hermanos, que cuando nosotros abrimos esa puerta para que Dios empiece a orar en nosotros, cuando nosotros nos atrevemos a ponernos en sintonía, en la frecuencia de lo que Dios quiere hacer, óigame, no hay nada que suceda en este mundo, no hay nada que pueda apagar el gozo de lo que Dios puede hacer en medio de su vida, no hay nada que pueda aguantar el propósito que Dios quiere hacer en medio de usted, o que Dios quiere cumplir en medio de usted, mejor dicho.

Todas las cosas sin embargo, lo que dice las Escritura es qué, que todas las cosas obran para bien para aquellos que aman a Dios. Todas las cosas operan para bien. Oye, si tu eres un novio, una novia, y la novia o el novio te dejó por otro, por más malo que eso se pueda ver, eso obra para bien. Yo no sé por qué me salió eso, Señor, pero amén.

Oigan, mis hermanos, yo quiero tomar un momento para reflexionar en esto e ir cerrando aquí. Yo sé que nosotros hemos escuchado mucho de que nosotros estamos en un vislumbre de ver un mover grande de parte de Dios en medio de nosotros, y yo lo creo eso, y yo lo creo con todas las fuerzas que hay en mi corazón, en mi vida. Yo lo creo, lo anhelo, lo deseo. Deseo verlo, quiero ser parte de eso. Pero no significa que Dios no está en acción ahora. Dios sí está en acción ahora. Dios está obrando en medio de cada una de sus vidas, en distintas facetas, en distintas formas, por eso es que yo me atrevo a decir que lo que está sucediendo en nosotros es mucho mayor de lo que nos pueda suceder a nosotros así en el diario vivir.

Yo veo así, al menos las personas que yo conozco, y las historias que yo conozco y yo no puedo dejar de asombrarme de lo que Dios está haciendo en la vida de tantas personas aquí. Hay algunos que yo no conozco todavía pero me imagino cómo será su historia. Y si al menos, si en su vida usted no ha estado todavía en esa sintonía correcta para poder ver con toda exactitud lo que Dios está haciendo en usted, mire, yo creo que hoy hay una buena oportunidad para que usted pueda entrar en esa sintonía y que usted pueda comenzar a confesar con todo su corazón, mira, sí, yo creo que lo que Dios está haciendo en mí, lo que está sucediendo en mi corazón, las palabras que yo he recibido en mi corazón, yo sé y creo que son mucho mayor de lo que sucede en mi entorno a mi alrededor. Porque Dios lo hace posible.

Así que yo quisiera tomar un momento, mis hermanos, para orar por esto. Y yo quisiera tomar la oportunidad para orar por aquellas personas que tal vez se sienten que están fuera de esa frecuencia, la frecuencia de Dios, que tal vez usted siente que la influencia que usted ha tenido por las cosas a su alrededor han sido mayores y se ha dejado llevar por la corriente de esas cosas en vez de estar verdaderamente en la sintonía de Dios. Para nosotros poder ver con claridad lo que Dios está haciendo tenemos que estar en sintonía con él. Si yo salgo fuera de esa sintonía puede ser que vea algunas cositas, pero me voy a perder de la totalidad, el entorno de todo lo que Dios quiere hacer. Y ¿saben qué? Dios quiere bendecir tu vida, Dios quiere hacer grandes cosas en ti. Yo estoy seguro que él las ha hecho, las está haciendo y las quiere seguir haciendo. Y yo miro aquí alrededor ahora y yo quiero tomar ese momento para orar por ti, si tu entiendes en tu corazón que tu necesitas estar en esa frecuencia correcta, no en la frecuencia de cualquier estación de radio, sino en la frecuencia de la radio de Dios, yo creo que hoy puede ser un momento en el cual podemos comenzar una vez más, comenzar una vez más y creer que esas cosas que Dios ha comenzado a hacer en medio de su vida, que Dios las puede y las va a completar, las va a completar a su perfección. Por más que se oponga la situaciones a su alrededor, Dios lo puede completar.

Yo lo invito a que cerremos nuestros ojos ahí donde están. Vamos a orar. Amado Dios, yo te doy las gracias por las cosas que tu haces en medio de nuestras vidas, las cosas que tu has hecho, que estás haciendo ahora y lo que seguirás haciendo y es por eso, mi Dios, que la solemnidad de este momento, Padre, yo te pido, mi Dios, yo sé que aquí hay muchos corazones que han escuchado esta palabra y yo sé como tu puedes redargüir a cada corazón. Así que, Señor, por tu nombre Jesús yo te pido que la obra que tu has comenzado a hacer en muchos de los corazones que están aquí, yo estoy seguro que tu la puedes completar, pero si hay algunos aquí que en alguna forma u otra se han salido de la sintonía de lo que tu quieres para sus vidas, yo te pido que con tu Espíritu Santo, mi Dios, tu traigas convicción a esos corazones para que esos corazones puedan ser capaces de abrir sus ojos y ver, mi Dios, lo que estás haciendo en medio de ellos.

Padre, te ruego que a todas las personas que están aquí hoy, a cada corazón, mi Dios, en cada familia, en cada hogar, sobre cada hombre y cada mujer, cada joven, cada niño, Señor, yo te pido, mi Dios, que seas tu impartiendo esa gracia sobrenatural que solamente tu puedes dar para que cada uno de nosotros, mi Dios, podamos ver y comprender que lo que tu haces en nosotros es mucho mayor, Jesús, pasa cualquier circunstancia, sobrepasa cualquier situación. Yo te pido por un sentido de fe y convicción en el corazón de mis hermanos y mis hermanas, Señor, que si por alguna razón estas palabras que yo he dicho, Señor, se les hace difícil asimilarlas, por la intensidad de lo que están viviendo, yo te pido que tu con tu Espíritu Santo puedas llegar a cada uno de esos corazones, mi Dios, para que ellos puedan comprender, Señor, en toda su plenitud el poder que tu tienes para obrar en medio de sus vidas, cuando nosotros verdaderamente te damos el permiso de nuestros corazones para que tu puedas hacer como tu quieres, Señor.

Have your way, Lord. I pray. Yo te pido, Señor, que tu tomes el mando de nuestras vidas, el comando de nuestros corazones, Jesús, y que sobre cada uno de los corazones de mis hermanos y hermanas que están aquí hoy, Jesús, que seas tu impartiendo, mi Dios, la bendición que solamente tu puedes dar. Yo les dejo a cada uno de ellos en tus manos, Señor, y confío, Señor, que esta palabra va a dar su fruto. Gracias te doy, Padre, en el nombre de Jesús. Amén.