Completa la obra, Señor!

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El domingo pasado yo escuché una frase en el mensaje del Pastor Roberto que se me quedó bien grabada en mi mente y en mi corazón. Obviamente es una frase que sale de un texto Bíblico. Era el texto de Hechos Capítulo 1 del cual estuvimos escuchando el domingo pasado. Ese el texto donde Lucas está diciendo a Teófilo, él le está diciendo: ‘Mi querido Teófilo en el Primer Libro que te escribí comencé a hablarte de las cosas que Jesús comenzó a hacer y enseñar’.

Yo no se pero yo me quedé, me frené en esa frase. “Las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”. Obviamente el Pastor siguió hablando de muchas otras cosas y yo estaba prestando atención a lo que él decía. Pero mi cabeza volvía de nuevo a esa frase. “Las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”.

Cuando yo escucho que Jesús comenzó a hacer algo no significa que lo que comenzó terminó cuando Él murió o se fue al cielo sino que las cosas continuaron. Cuando Lucas le estaba escribiendo a Teófilo, lo que estaba haciendo era que estaba continuando la obra que Jesús había comenzado a hacer y le estaba enseñando a Teófilo lo que Jesús le había enseñando a él. Yo me puse a pensar, “las cosas”. Yo no se pero han escuchado esa palabra hoy muchas veces, ¿verdad? “cosas”, “cosas”, “cosas”. El Salmo 65 verso 5 dice: ‘Con cosas tremendas Dios obrará en su justicia’.

Y ahora, Lucas está diciendo “las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”. Yo me pregunto: ¿Cuáles son aquellas “cosas” que Jesús hizo? Y miren hay un listado que haríamos una vigilia entera si me pongo a enumerar cada una de ellas. Pero yo sé que no voy a hacer eso. Pero yo me centré en una, una de las muchas. Está en el Libro de Lucas Capítulo 17. Yo quiero que lean este pasaje conmigo. Lucas Capítulo 17, verso 11.

Lucas 17 verso 11. Yo se que es una historia que tal vez muchos de nosotros conocemos, pero solamente quiero meditar algunas cositas aquí bien rapidito. Son como quien dice mis “nutshells” que les voy a tirar ahí a ustedes para que se lo lleven esta noche. Dice –Lucas 17, verso 11-: ‘Yendo Jesús a Jerusalén pasaba entre Samaria y Galilea’ –ahora yo quiero que ustedes visualicen algo, yo soy bien visual.

Imagínense ustedes un mapa del área de Israel, tienen este canto de tierra al lado de… a su lado izquierdo está el Mar Mediterráneo, entonces obviamente al lado de acá está todo el terreno de Israel. Samaria es uno de los pueblos que está en el mismo medio, un poquito más abajo del Mar de Galilea. Imagínese el Mar de Galilea en la parte de arriba, el río Jordán que desemboca en el Mar Rojo. Samaria está en algún lugar ahí entre medio y Galilea está al norte de Samaria.

Así que imagínense que Jesús estaba haciendo una jornada de sur a norte. Exacto, si tiene un mapa en su Biblia lo puede ver ahí. Ahora, obviamente Jesús estaba pasando de un pueblo donde Él no era bienvenido como judío, más sin embargo, ahí estaba Él. Y entonces estaba pasando a Galilea que era, como quien dice, el área donde Él salió, donde Él nació, donde Él mismo dice: “¡Guau! No hay profeta con honra en su propia tierra”. Más sin embargo ahí estaba yendo Él. Nada lo detenía, una vez más.

‘Pasaba entre Samaria y Galilea y al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez hombres leprosos los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz diciendo: “Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros”. Cuando Jesús los vio les dijo: “¡Hey! Vayan y muéstrense a los sacerdotes” ‘. Me voy a parar ahí un momento para que entiendan esto. En la historia de la vida de los judíos, ellos tenían una serie de rituales con los cuales, como quien dice, se podía comprobar si ellos estaban limpios delante de Dios. Ellos tenían rituales espirituales que era donde si tenían que sacrificar un pollino o una cabra o algo así, dependiendo el pecado que tenían. Si era un pecadito chiquito pues era una paloma, si era un pecado grande pues ya era un búfalo bien grande que sacrificaban delante de Dios.

Pero también tenían rituales que tenía que ver con la purificación de sus propios cuerpos cuando había alguna enfermedad. Y a los leprosos una de las cosas que les pasaba era que cuando ellos estaban enfermos de lepra ellos tenían que irse a un lugar apartado del resto de la aldea. Y una vez que ellos fueran curados, lo que ellos tenían que hacer era que ellos se tenían que ir y presentar delante del Sumo Sacerdote y él era el que, como quien dice, él era el médico que se quitaba su sombrero de sacerdote y se ponía el sombrero de médico y él analizaba la piel de estos hombres para comprobar si verdaderamente estaban curados o no.

Y él era el que daba la orden final para que ellos pudiesen reintegrarse una vez más a la sociedad. Así que cuando Jesús les estaba diciendo esto, imagínense ese escenario. Imagínense a Jesús por allá y a estos hombres en la otra esquina y desde acá le dicen: “¡Hey, Jesús! Sabemos que no nos podemos acercar pero haz algo. Sananos de alguna forma u otra”. Y tal vez ellos estaban esperando que Jesús dijera: “Ahora mismo les declaro sanos”. Así bien estilo Pentecostal como a muchos de nosotros nos gusta.

Tal vez ellos estaban esperando que hiciera eso. Tal vez alguno de ellos estaba esperando a que Jesús hiciera, así, una mezcla de fango o algo como hizo con un ciego y les tirara una bola de fango así desde lo lejos. “¡Pah! Ahora mismo sé sano”. O que cogiera una botella de agua y les tirara agua y “Ahora recibe”. Pero Jesús no hizo nada de eso. Jesús lo que hizo fue ¿qué? Él les dio una orden y les dijo: “Vayan ahora mismo a presentarse delante del Sumo Sacerdote”.

En otras palabras lo que les estaba diciendo era ‘ustedes están sanos, ya’. ‘Ya tú estás sano, ve preséntate delante del Sumo Sacerdote para que tú veas’. O sea, yo quiero que analicemos algo aquí, mis hermanos. Y ustedes saben que a mi me gusta pensar mucho. Y yo me digo: ¿cómo funciona la fe de estas personas? Estas personas de acuerdo al texto, cuando Jesús dijo “vayan y muéstrense a los sacerdotes” y ‘aconteció que mientras ellos iban fueron limpiados’.

Miren que interesante. Hay otros textos donde dice: ‘inmediatamente se fueron y ahí se sanaron’ pero dice que ‘aconteció que mientras ellos iban…’ O sea que yo me imagino que tuvo que haber una pausa entre el tiempo que Jesús dijo esa palabra y que ellos calcularon como que “Okay, como que no hace sentido pero ¡Ey! Tú lo dijiste eso. Vamos”. Si hubiese sido yo, tal vez yo hubiese dicho eso. Yo no se usted, pero hago mi confesión. Yo hubiese dicho eso.

Si Jesús me hubiera dicho: “Mira Omar, ve y preséntate delante del Sumo Sacerdote y estás curado. No te apures”. Yo me hubiese que –si yo hubiese tenido una bata o algo- yo hubiese dicho como que “bueno, tengo una llaga aquí y otra aquí. Mi cara está desfigurada. Are you sure? ¿Estás seguro de lo que tú me estás pidiendo?” Pero como ellos sabían que Él era Jesús lo declararon “Tú eres Jesús, el Maestro. Ten misericordia”.

Si Tú das esa palabra, entonces vamos. Fue como Pedro, ¿se acuerdan cuando Pedro estaba así como que después de haber estado intentando pescar que no cogió nada más sin embargo Jesús le dice “Mira tira la red ahora mismo y tú verás la pesca que vas a coger? Y Pedro le dice “Pero Jesús, yo ya se de esto más que tú. Ya he intentado y no ha funcionado. Pero a tu palabra ‘Let´s do it’. ‘I’m taking you on your word’. ‘Te estoy tomando en tu palabra. Vamos a hacerlo, vamos a atrevernos’.

Está ese elemento como “risk” como de riesgo, como de uno arriesgarse muchas veces en su vida de fe, donde tal vez uno quisiera que las cosas estuvieran resueltas, así, en el momento. De tener todo el panorama claro, pero lo que Dios nos anima es que como “nos lancemos”. Tú lo dijiste pues, mira, yo voy a confiar en tu palabra. Te voy a tomar en serio en tu palabra y vamos a echarle mano.

¿Quién sabe? Si de camino allá ¿qué fue lo que pasó? Y ‘aconteció que mientras iban, ellos fueron limpiados. Pero uno de ellos viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias. Y este era’ –miren como se desenvuelve el drama, la novela. Esto es una novela. Esto es mejor que “Sortilegio”, mejor que ¿qué otra? ¿Qué otra novela hay por ahí? “Alma gemela”, “Corazón partido”, que se yo. Más sabe el diablo que… ¡Ey! Chorro de noveleros tenemos aquí hoy.

Iba a decir algo, pero no. Yo confieso que mi esposa me hizo ver los últimos capítulos de las “Tontas no van al cielo”. Me confesé. Anyway. Miren como se desenvolvió este drama en el texto. Miren como se desenvolvió este drama. O sea de diez personas lo primero que me causa la atención es que solamente uno volvió. Uno volvió cuando iba de camino. Tal vez los otros iban como que “Okay, vamos a ir a hablar delante del Sacerdote y que se yo”.

Tal vez se dieron cuenta que estaban sanados pero dijeron “Pues, Jesús nos dijo que fuéramos al Sacerdote pues, vamos allá al Sacerdote. Vamos a terminar de obedecer lo que Jesús dijo”. ¡Ey! That´s fine. We’re following orders. Estaban siguiendo órdenes. Pero ¿saben qué mis hermanos? Solamente uno de ellos, solamente uno. Yo me recuerdo hasta de una canción que dice ‘Más uno de ellos se quedó cuando gracias a Dios y dijo quiero tomar un momento para darte las gracias. Las gracias por tu amor’. Okay.

Solamente uno volvió. ¿Qué es lo que Jesús hace? ¿Qué son esas cosas que Jesús comenzó a hacer? Que donde quiera que Él meta su mano, donde quiera que Él hable una palabra las cosas cambian. Las cosas cambian. Y miren tal vez hay algunos que están ahí tan pendientes a su condición que no se dan cuenta de esas cosas maravillosas que Él hace; sino que seguimos como que “ya obtuve lo que yo quería, después lo sigo por ahí de rolling-pin”.

Más sin embargo hay personas que ese gesto de Dios, ese milagro sobrenatural que Él hace, hay personas que traumatiza su vida de tal forma que dicen “Espérate yo no puedo seguir así como yo estaba antes. Yo tengo que volver otra vez a esta persona”. Hay algo de Él que atrae. Hay algo de Él que es como que consume: “Yo no me puedo quedar así como así o sea después de tanto que vine aquí a la Iglesia. Que me tiraba aquí, lloraba y dejaba mis lágrimas en el altar y ya recibí lo que quería y ya pues sigo por ahí como pajarito soñando. Y ¿no volver otra vez al autor, a esa persona que hizo ese cambio, que hizo esa obra?

Si hay algo que, si hay algo tremendo que Jesús hace en medio de nosotros es desarrollar un corazón agradecido. Eso es una de las cosas más grandes que el Señor Jesús puede hacer en medio de nuestras vidas. ¿Saben qué? Un corazón agradecido no es solamente una persona que está por ahí dándole gracias a tutti li mundi. Sino un corazón agradecido es una persona, mire, que desde que se levanta y hasta que se acuesta, y aún durante su sueño, en algún lugar bien profundo en su ser hay algo que está como que “¡Guau! Gracias Señor”.

Hay algo que es inexplicable. Hay algo que “tal vez, mira me enteraré de malas noticias, que tal vez algo malo sucederá”. Pero hay algo dentro, bien profundo que sabe que está agradecido de Dios. Y que aún en medio de esas circunstancias tan adversas se atreven a decir “Pues, mira Señor, esto está difícil, esto está feo, pero Gracias. Gracias porque Tú algo vas a hacer”. Miren lo que hace un corazón agradecido.

Un corazón que es hipócrita, que es envidioso, un corazón que es orgulloso, altanero, un corazón así siempre va a estar enfocado en su propia necesidad. Siempre va a estar enfocado en “yo, yo, yo”. “Yo necesito esto” o “yo quiero esto” o “nadie me entiende”. Y hay veces que cuando los vemos aquí en la iglesia, son personas que su oración es todo “yo Señor”, “yo quiero esto, yo quiero lo otro”; y nunca lo oyen orando por otra persona. Sino que todo es “yo”.

Miren, hermanos, un corazón agradecido, su vocabulario cambia por completo. Un corazón agradecido que ha recibido esa transformación de Dios torna su enfoque de “aquí” lo torna a “allá”. Como hizo este leproso. Tornó su enfoque de su enfermedad, de su necesidad y lo tornó en glorificación a aquella persona que hizo el milagro en él. Y lo mismo sucede con cada uno de nosotros o al menos así debe ser.

Un corazón agradecido, que verdaderamente, cuando experimenta el toque de Dios, es inevitable, mis hermanos. Hay algo en nosotros, hay algo que causa ese toque de Jesús en medio de nuestras vidas que nos va a causar a volver otra vez a Él. Y al volver a Él, miren, se disfruta aún más de lo que nosotros podamos recibir.

Porque no lo estoy… imagínense esto: los nueve que se fueron estaban disfrutando su sanidad por allá en la presencia de aquel que lo sanó. Aquellos estaban celebrando, tal vez, con un fariseo que era medio cascarrabias y que hasta tal vez les empezó a cuestionar “¿Quién te hizo esto? ¿Quién puso sus manos sobre ti?” Para saber si era el día de reposo. Peor todavía. El texto no dice nada que era el día de reposo so no voy a poner eso ahí. Elimínenlo.

Pero, sabe Dios, cuantas preguntas le hizo ese Sacerdote a esos nueve muchachos que llegaron ahí. “¿Quién hizo esto? ¿Quién hizo lo otro?” Tal vez buscando poner a Jesús en problemas. So esos nueves en vez de enfrentarse con una fiesta: “¡Guau! Estamos sanados”, se enfrentaron a un cuestionamiento. Más sin embargo este único que volvió daba fuego, ahí en la presencia de Jesús. Fue como que “¡Ay!” se volvió loco ahí en la presencia de Jesús. Y Jesús se puso a bailar ahí con él también. Le dijo: “Vamos a aprender a bailar. Es así. Ahí vamos”.

Miren, mis hermanos, yo me alegro que ustedes se rían pero ¿saben qué? Yo espero que en la misma forma reciban este mensaje. Reciban este mensaje con la veracidad que tiene porque esto es algo que solamente el Señor lo puede hacer en medio de nosotros. Y consta. Y esto es algo que yo siempre digo. Yo no estoy ignorando, ni estoy obviando las situaciones tan difíciles que nosotros vivimos día tras día. Situaciones de enfermedad, situaciones financieras, en sus matrimonios, en sus familias, sus trabajos. You name it. Llene el blanco, usted póngalo ahí.

Pensamientos negativos de inferioridad que uno pueda tener. Esas áreas oscuras con las cuales uno batalla día tras día en su ser. Son tantas las cosas que vienen una y otra vez. Pero la cosa es que el Señor Jesús anhela, desea manifestarse aún medio de esas situaciones y cuando lo hace, lo hace para hacer algo en nosotros. Desarrollar en nosotros un corazón agradecido. No tan solo Él quiere satisfacer esas necesidades tangibles que están ahí al frente de nosotros sino que Él también anhela y desea hacer una obra mucho más profunda en medio de sus vidas.

Así que ¿saben qué? Yo voy a hacer algo fuera de lo normal este miércoles. No se si Quique está por ahí que pueda subir otra vez. Pero yo quiero hacer algo. No se, no, sí se. Yo quiero hacer una ultima oración en esta noche, mis hermanos. Yo no quiero orar así que usted se quede allá en su asiento y yo por acá. Pero yo quiero invitar a esos leprosos que se puedan encontrar aquí hoy o leprosas.

Yo quiero hacer una invitación para esos leprosos y leprosas que se encuentran aquí hoy. Yo no se que tipo de leprosos somos, si somos de los nueve que nos vamos o si somos ese único que volvemos agradecidos pero miren ¿saben qué, mis hermanos? Yo quiero hacer una oración porque el único, el único, que verdaderamente puede hacer esa diferencia en nosotros; el único que puede sanar no tan solamente las heridas de nuestro cuerpo físico sino también nuestras áreas de nuestro corazón.

El único que verdaderamente puede sanar las profundidades de nuestras emociones donde ningún psicólogo, ningún psiquiatra se puede meter, donde la droga puede llegar, donde el alcohol no puede inundar. Ahí es donde Él se mete. Donde ninguna joya preciosa puede hacer nada, la cuenta bancaria más grande no puede hacer nada, el seguro de vida más grande que usted se pueda conseguir no puede hacer nada.

Solamente Jesús lo puede hacer. Yo me considero uno de esos diez leprosos que necesita que Dios haga algo. Que Dios, que Jesús diga una palabra que imparta sanidad. Y yo quiero ser de ese un por ciento que vuelva atrás agradecido. Que todos nosotros podamos ser ese un por ciento que regresa agradecido. Ese un por ciento, puede hacer muchas cosas, mis hermanos. Ese un por ciento va a disfrutar de la presencia de aquel que verdaderamente puede hacer la obra en nosotros.

Los otros nueve, mira, si gozan superficialmente lo que sucedió pero jamás experimentan la profundidad del toque de Jesús en medio de sus vidas. Así que Señor, en este momento aquí nos encontramos, aquí nos encontramos este grupo de personas que reconocemos muy bien cuales son esas áreas fallidas, esas áreas enfermas en nuestras vidas. Reconocemos muy bien cuales son nuestras dolencias, reconocemos muy bien los dramas de nuestra vida, las novelas de nuestra vida.

Reconocemos muy bien, Señor ese tendón de Aquiles que nos hace caer cada vez. Pero Padre ahora mismo, ahora mismo Jesús, como hicieron esos diez hombres nos acercamos a ti. Tal vez muchos de nosotros venimos escondidos porque no queremos que nadie nos vea. Tal vez muchos de nosotros nos acercamos porque nos sentimos enajenados, nos sentimos alienados, nos sentimos que no nos quieren, que nos rechazan, que nos dan de codazos.

Padre Tú sabes cual es la necesidad con la cual tus hijos e hijas se acercan a este altar en esta noche. Y Padre en el nombre de Jesús yo te pido que Tú declares una palabra de sanidad sobre nuestras vidas. Se Tú diciendo la palabra, se Tú diciendo la palabra, Señor. Tú desde el trono del Padre habla Señor, traspasa que Tu palabra traspase los cielos y que llegue aquí a este lugar y que penetre a lo más profundo de nuestros corazones.

Ahora mismo, sobre cada cual que está aquí, Señor. Yo no puedo llegar a su corazón como solo Tú lo puedes hacer así que Espíritu de Dios yo te pido que me respaldes ahora mismo. Se Tú tocando ahora a cada uno de tus hijos e hijas. Tócales, tócales, tócales. Minístrales cualquiera sea su dolencia, cualquiera sea su necesidad.

Espíritu de Dios, ahora mismo sopla un aliento de vida sobre ellos, sopla un aliento de vida sobre ellos. Sopla Tu sanidad sobre tus hijos e hijos y sana, mi Dios, sana esos corazones. Sana esas mentes, sana esos cuerpos. Y Dios causa en nosotros un corazón agradecido, Jesús. Enséñanos a tener un corazón agradecido contigo, Señor. Enséñanos a siempre darte las gracias. Enséñanos Jesús que no importando las circunstancias que siempre podamos decir gracias.

Enséñanos Jesús que aunque otros nos den la espalda, que aunque otros nos digan que no, que aunque otros nos reten, Señor con sus actitudes o sus pensamientos, nosotros podamos decirte gracias. Gracias. Gracias, Jesús. Te glorificamos a ti Dios por esas cosas que has comenzado a hacer y Tú nos has enseñado. Son cosas que no han terminado sino que continúan desarrollándose en medio de nuestras vidas.

Completa la obra. Completa la obra. Completa la obra, Señor, sobre tus hijos e hijas aquí y ahora mismo y causa, Señor, causa gratitud. Provoca gratitud en nosotros. Enséñanos a ser agradecidos mi Dios en cosas tan sencillas como cuando disfrutamos de un plato de comida, Señor. Que siempre te demos las gracias. Que con cada pieza de ropa que nos podamos poner, Señor, que siempre te demos las gracias. Que cuando podamos mirar a nuestros seres queridos a los ojos no importando los dilemas, que podamos darte gracias.

Cuando tenemos calefacción en nuestra casa con la cual nos podamos calentar, Señor que podamos darte gracias. Que si tenemos un carro donde montarnos que te demos las gracias. Que si tenemos amigos o amigas, hermanos o hermanas con los cuales compartir nuestras historias de vida que siempre te demos las gracias. Padre por aquellos momentos que tal vez perdemos cosas que tal vez queremos, por esos momentos que se va de nosotros algo o alguien, enséñanos a darte las gracias.

Que cuando estamos esperando una respuesta de parte tuya, Señor, por más impaciente que pueda ser la circunstancia te podamos dar gracias, Señor. Enséñanos a ser agradecidos, mi Dios contigo. Es mejor disfrutar agradecidamente en Tu presencia que disfrutar fuera de ella.

Gracias. Gracias, Señor. Gracias, Señor. Gracias. Eres tan bueno con nosotros. No hay palabras para decirte gracias. Gracias por el alimento espiritual que Tú nos has dado aquí en esta iglesia, Señor.

Gracias porque Tu palabra aquí es viva, Señor. La podemos vivir, Señor, podemos absorberla de tantas formas, podemos disfrutarla en tu presencia. Gracias por la celebración con mis hermanos, Señor porque podemos reírnos, podemos disfrutar en tu presencia, Señor. Gracias. Gracias por eso, Señor. Por la vitalidad que Tú tienes aquí en este lugar, Señor que tal vez hay muchos otros lugares que desearían tenerlo pero aquí lo tenemos contigo, Jesús.

Gracias, Señor por poderme gozar con cada uno de mis hermanos y hermanas y disfrutar y mirarnos a las caras y sonreírnos, Señor a pesar de las cosas. Podemos reírnos porque Tú vives en nosotros, porque Tú eres real. Porque Tú eres el que hace la diferencia en medio de nuestras vidas, Señor. Porque eres Tú el que vive en nuestro ser día tras día, Señor. Gracias, gracias. Gracias mil. Gracias mil, Señor. ¡Oh, gracias, Señor! Gracias mi Dios

Padre yo ahora declaro tu bendición sobre mis hermanos y hermanas. Que a medida que nos preparamos para salir de aquí de este lugar, Señor, podremos irnos de aquí pero nunca nos vamos de Tu presencia. Que tu presencia nos acompañe, Señor, como una columna de fuego en la noche y que nos dirija, Señor hasta nuestros lugares. Llévanos con bien, llévanos con Tu protección, Señor.

Llévanos con gozo, llévanos con gozo, Jesús. Que estas palabras que hemos podido compartir, Señor sigan haciendo eco en nuestra mente y cuando lleguemos a casita, Señor, sea que nos comamos un mantecado con un bizcocho, sea galletitas con leche o una fruta o un guineo, sea lo que sea, Señor. Un cafecito, un té, un bañito caliente, lo que sea, lo que sea, Padre, que Tu palabra continúe ahí haciendo eco en nosotros. Que cada vez que saboreemos un cantito de mantecado, Señor, que salga una sonrisa porque somos agradecidos de Ti, Señor.

Que nos recordemos de este mismo momento, Señor y que traiga una sonrisa a nuestra cara, Señor porque Tú lo haces posible, Señor. Que cuando nuestra cabeza toque la almohada, Señor, que haya una sonrisa en nuestro rostro porque podemos dormir tranquilos porque Tú estás con nosotros, Señor. Y que en la mañana cuando salga el sol o si hay nubes o si está lloviendo, si está haciendo frío, sea lo que sea, pero Señor que esa sonrisa esté ahí. Porque somos un pueblo agradecido por lo que Tú haces en nosotros, Señor. Gracias Papá. Te damos toda la gloria y toda la honra solamente a Ti, Señor. Por Tu Hijo Jesús te damos gracias. Amén y amén.