La comunidad de inmigrantes está en el corazón de Dios

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Me considero un hijo de Dios y donde mejor yo encuentro inspiración es en la palabra de Dios. Mientras yo me estaba preparando en esta noche yo me recordé de una canción de Franco de Vita. ¿Yo no se cuántos de ustedes conocen a Franco de Vita? ¿Conocen a Franco de Vita? Vamos a ver, hagan una confesión. ¿Cuántos conocen a Franco de Vita? Okay.

Franco de Vita tiene una canción que se titula ‘Yo soy latino’. No se si la han escuchado. La canción dice: ‘Yo soy latino, y ¿qué tiene de malo? No soy de Nueva York sólo hablo el español. “Yo soy latino, y ¿qué tiene de malo? No me acusen de ilegal”. Eso es lo que dice la canción. ‘No me acusen de ilegal, aquí tienen mi Green Card’. Él hace unas rimas con sus palabras. Es increíble ese hombre.

Pero yo estaba pensando en esa canción y decía así: ‘Yo soy latino’. Y yo sé mis hermanos, que la comunidad de inmigrantes tiene muchos nombres. Tiene muchas caras, tiene muchos rostros. La comunidad de inmigrantes viene en color café con leche como también viene en color café oscuro totalmente. La comunidad de inmigrantes viene con pelo rubio y ojos azules como también viene de pelo colorado y rostros rojos, también. La comunidad de inmigrantes viene de muchas formas.

Y ¿saben qué? La comunidad de inmigrantes está en el corazón de Dios. No hay ninguna otra forma de cómo ver eso.

Cuando yo veo las escrituras desde el tiempo de Abraham hasta el tiempo de nosotros, hoy día, Dios siempre ha tenido negocios con la comunidad de inmigrantes. Es más, yo creo que la inmigración ha sido plan de Dios porque Dios mismo es el que manda a la gente en jornadas, los saca de sus países y los manda en viajes que tal vez ellos no saben en donde van a parar más sin embargo, Dios los termina en otro lugar. Y hacen negocios a lo largo de todo el camino y tienen sus altas, tienen sus bajas, se pelan las rodillas pero cosechan. Logran hacer grandes cosas y todo porque Dios es el que los está moviendo.

Y cada no de nosotros, yo me digo: nosotros somos esa comunidad. Yo soy un inmigrante aunque políticamente y por documentos yo soy legal al ser de Puerto Rico, pero yo soy un inmigrante también. Y me identifico con las necesidades de está población. Y yo se que Dios también se identifica en lo más profundo de su corazón. Miren lo que Dios dice en Primera de Pedro, capítulo 2. Voy a leer esto bien rapidito.

Primera de Pedro, capítulo 2, el verso 9 dice así: ‘Pero ustedes,” -estoy leyendo de una versión, la nueva versión internacional- “son linaje escogido, real sacerdocio. Una nación santa, un pueblo que le pertenece a Dios –subrayo eso- para que ustedes proclamen las maravillas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable’. Mira eso. Ya mismo voy a hacer conexiones aquí. ‘Ustedes que antes ni siquiera eran pueblo, pero ahora son pueblo de Dios. Ustedes que no habían recibido misericordia más sin embargo ahora la han recibido’.

‘Mis queridos hermanos, yo les ruego como extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida, mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación’. Déjame ponerle una pausa ahí.

Mientras yo pensaba en esto, mis hermanos, en esta idea de que somos, yo me digo el “somos” está bien conectado al ser. Nuestro ser, nuestra identidad, lo que nosotros verdaderamente tenemos por dentro. No se pueden desconectar esas dos partes. Y ese ser integral conlleva una serie de beneficios y responsabilidades también. Los beneficios los acabo de leer. El mero hecho de yo saber que mi ser está conectado al ser de Dios ya me da ese beneficio de yo no soy cualquier cosa ni soy cualquier gente, sino que mi identidad está totalmente conectada a Dios. Mi identidad está totalmente conectada a un poder que va más allá de los poderes de esta Tierra, de este mundo en el cual vivimos.

El mero hecho que la Palabra me dice que yo soy una generación escogida, yo soy una gente nueva, yo soy una familia, yo pertenezco a una familia. Tengo mi familia de sangre que está allá en Puerto Rico pero tengo una familia espiritual que es mucho más grande y mucho más poderosa que esa familia que yo tengo allá en Puerto Rico. Y yo soy parte de esa familia porque Dios lo hace así. El mero hecho de que yo soy parte de ese pueblo escogido, un pueblo que pertenece a Dios. El mero hecho de que pertenezco a Dios es porque Él nos compra, Él nos saca, nos aparta, nos hace una nación Santa.

Esa idea de ser santo -como siempre decimos- no significa que yo ando con una aureola así, sino que la idea de ser santos es que somos separados, somos apartados, somos algo distinto. Una cadre totalmente distinta a todas las demás. Hay algo que nos separa. Hay un DNA que nos hace distintos a todos los demás. Y el mero hecho de que soy parte del pueblo de Dios me da un propósito. Un propósito en la vida, una razón de ser.

Y esa razón de ser aquí en este texto me está diciendo que yo pueda anunciar, que yo pueda hablar de las maravillas de Dios. Y esas maravillas de Dios -cuando hablamos de maravillas de Dios no solamente estamos hablando de los buenos, las bendiciones grandes, así, bonitas que Dios nos da; que si podemos tener una casa, un trabajo, lo que sea- también tienen que ver con su palabra de justicia. De yo declarar y reclamar la justicia aquí en el tiempo en el cual nosotros vivimos.

A través de esfuerzos como los que hace Alpha, a través de movidas que nosotros podemos hacer como iglesias cuando le extendemos la mano a alguien que está en necesidad. Nosotros estamos declarando la justicia de Dios, para esa persona también. Eso es lo que significa ‘anunciar las maravillas de Dios’. Pero así como disfrutamos esos beneficios o en términos políticos derechos, también tenemos responsabilidades. Y Dios marca unas responsabilidades aquí bien claras. Y yo creo que cuando nosotros nos mantenemos fieles a esas responsabilidades, las bendiciones que disfrutamos son mucho más abundantes.

Pero algunas de esas responsabilidades -como está diciendo este pasaje aquí- mira verso 11 estoy leyendo: ‘Hermanos, yo les ruego como extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten en contra de la vida’. Si yo fuera a leer esa frase en otra forma, esto lo que está diciendo es que nosotros podamos vivir como es digno de aquel que nos ha separado a nosotros.

Que cuando nosotros nos enfrentamos a las injusticias del mundo en el cual vivimos… mire si yo le pregunto en realidad cuando nosotros nos enfrentamos a una injusticia ¿qué es lo que sale de nosotros? ¿Cuál es nuestra primera reacción?

Nuestra primera reacción es cortarle la cabeza a la otra persona. Esa es nuestra reacción humana. Es como… Y ya eliminado. Esa es nuestra reacción humana. Yo soy así, por si, hay veces que hago chistes aquí con la gente. Hoy estoy tranquilo. Hoy estoy aquí. Otras noches estoy allá. Pero me voy a quedar aquí. Pero esa es nuestra reacción humana. Es como lo nulo, lo malo de nosotros al enfrentar injusticias, como que se revienta y quiere responder en la misma forma.

Pero Dios nos está diciendo que no hagamos eso. Que cuando nos encontremos ante esas injusticias, “Mira, aguanta, resiste”. ¿Se recuerdan lo que dije hace un miércoles atrás? Que era –no lo voy a hacer de nuevo- pero era aguantar así, resistir hasta que Dios sea el que haga justicia por nosotros.

¿Saben por qué, mis hermanos? Aquí mismo nos da la respuesta. Que nosotros podamos vivir-miren como dice- ‘que podamos conducirnos bien entre aquellas personas que no nos hacen justicia a nosotros. Porque si nos portamos de esta forma aunque ellos hablen mal en contra de ustedes- miren lo que dice- ellos van a ver el bien que ustedes hacen’.

Si nosotros logramos portarnos en la forma que Dios espera de nosotros. Mire, la gente de afuera va a estar diciendo ‘Tú eres un ilegal, tú eres un criminal, tú no vales la pena, tú eres un vividor, tú eres un parásito,’ y ¡sabe Dios cuantas otras cosas nos pueden decir!

Pero si nosotros nos mantenemos parados firmes en la verdad que Dios nos identifica a nosotros, mira, esos comentarios –como yo digo en buen puertorriqueño- ‘báñese con aceite y vístase con lechuga’ porque esos comentarios chocan y resbalan por completo. Porque sabemos donde estamos parados y nada ni nadie nos saca de ahí. Y en ese momento cuando usted se mantiene ahí firme, aunque en el momento duela, mire yo se que duele. Lo que yo estoy diciendo no es fácil. Aguantar esas injusticias no es fácil. Yo se que duele, yo se que molesta y uno quiere hacer algo al respecto.

Yo no estoy diciendo ‘¡No!’ que uno se quede de brazos cruzados. Pero cuando uno logra esperar que Dios opere en su justicia, mire, las cosas funcionan de una forma totalmente distinta. Aquellas personas que abrieron su boca en contra suya, se van a tener que meter la lengua en el estuche. Fácilmente lo van a tener que hacer así porque Dios es quien va a avergonzar a aquellos que hablan en contra de sus hijos, de sus escogidos. O acaso ¿nos hemos olvidado de lo que dice la Palabra? Y yo voy a terminar con esto. Un texto bien sencillo, que todos nosotros conocemos.

Cuando somos pueblo de Dios, ¿qué es lo que nos recuerda el Apóstol Pablo en Primera de Corintios Capítulo 1 verso 26? Cuando él dice: ‘Hermanos, miren esto. Cuando ustedes fueron llamados ninguno de ustedes eran sabios, según la carne’. En otras palabras ninguno de ustedes eran sabios según los conceptos del mundo en el cual ustedes viven.‘Y muchos de ustedes no eran ni poderosos ni ricos. Pero lo necio del mundo, escogió Dios para avergonzar a lo sabio y lo débil del mundo escogió Dios para avergonzar para avergonzar a lo fuerte y lo vil del mundo y lo que era menospreciado por otros, eso fue lo que escogió Dios para avergonzar lo que no es y para deshacer lo que es’.

Nosotros vivimos en un gran misterio. Tal vez en el diario vivir nosotros no sabemos que voy a hacer mañana. ¡Guau! Uno puede planear pero no sabe que va a decir el mañana. Yo no se como se van a resolver los papeles, yo conozco mucha gente aquí, que mira –gloria a Dios- sus papeles se les han organizado y para la gloria de Dios lo digo. Pero cuando iban en esa trayectoria, en ese proceso yo recuerdo, yo lo veía en sus caras. Sus caras me decían como que ‘yo no sé como va a pasar esto. Yo no se cuando, yo no se como, yo no se donde’. Y yo veía en sus caras, habían veces que sus caras me decían ‘me regreso, me quedo, me arriesgo o no’. Y yo sufría eso.

Más, sin embargo, Dios se ha encargado de hacer justicia a cada una de esas personas. Algunos ya se han ido adelante, otros todavía están esperando. Hay unos que quien sabe si están empezando y quien sabe si hay otros que están todavía escondidos bajo las sombras porque no se atreven ni a decir ni ‘y’. Más, sin embargo, Dios tiene sus ojos sobre cada uno de ellos. Porque esos que son considerados como –otro término político- minoría, mira ¿saben lo que Dios dice? ¿Qué quiere decir ‘minoría? Go ahead. Que te digan minoría.

Consta, no estoy yendo en contra de la campaña. Estoy monitoreando bien mi retórica. Pero en el lenguaje de Dios, ‘minoría’ significa mayoría. Eso es lo que yo acabo de leer: minoría significa mayoría. Debilidad significa fuerza, pobreza significa riqueza. Lo que parece débil, lo que se pueda ver así como algo débil, eso es lo que Dios usa y lo pone fuerte para hacer algo totalmente grande y poderoso, mis hermanos. Cada uno de nosotros aquí somos testigos de eso. Cada uno de ustedes como agencia, han vivido eso en distintas etapas de sus vidas. Y miren, lo van a seguir viviendo. Hay veces que uno tiene nuevas iniciativas y hay veces que uno las lanza y mueve gente aquí y allá, en California, en Texas y en donde sea. Y ¡guau, vamos adelante! Y de repente viene un Congresista allá que no sabe ni donde tiene la nariz y [pam] lo tumbó todo y es como que ¡ah!

Pero mira ¿Qué uno hace? Gear back up, brush it off. Vamos a seguir, buscamos otra vez, buscamos gente, llamamos aquí y allá. Y mira sobre todas las cosas reconocemos que tenemos un Dios que es el que nos da la sabiduría para saber como mover todas esas aguas.

Así que, mis hermanos, esta noche, yo quiero que ustedes piensen esto: en esta noche yo estoy seguro que nosotros estamos haciendo una declaración bien fuerte y bien firme delante de Dios. El nosotros podemos reconocer esto: lo que somos. Lo que somos delante de los ojos de Dios contradice lo que somos a los ojos del mundo de hoy.

Si hay algo que se enseña aquí en esta iglesia, es que nosotros aprendamos a ver nuestras vidas a través de los lentes de Dios y no los lentes del mundo en el cual vivimos. Porque los lentes de Dios dicen algo totalmente distinto acerca de nosotros que no se compara para nada con lo que pueda decir este mundo de hoy.

Una vez más, yo no estoy ignorando la dificultad que se pueda vivir. Pero hay una palabra del mismo Dios que dice ‘Bástate de mi gracia. Porque mi poder se perfecciona cuando más débil tú te sientas’. Cuando tú creas que no hay esperanza, que no hay alternativa, cuando tú no ves una luz al final del túnel, Dios se convierte en esa luz. Dios es el que se encarga de levantarnos, Dios es el que encarga de equiparnos, Dios es el que se encarga, mis hermanos, de poder escoger una mujer que tal vez lo único que tenía es un cuarto grado de educación y de repente de la nada esa mujer terminó con una maestría y ahora es una profesional, es una profesional, tiene una familia, tiene una casa. Su vida está en orden.

Eso es algo que sólo Dios puede hacer. Un hombre, que tal vez vino aquí cargando con su esposa en un brazo y sus cuatro hijos en otro y que cada paso que daba, tal vez, ese hombre decía ‘Yo no se como voy a hacer esto’. Más, sin embargo, ahora es el dueño de una empresa. Sus hijos han logrado graduarse, están trabajando, son profesionales. Sufrieron, lloraron, botaron sangre, más sin embargo, Dios honró cada gota de sudor, lágrima y sangre que esa familia vertió. Porque Dios tiene poder para hacer eso. Lo que nosotros somos está fundado en Dios y no está fundado en lo que dice el hombre.

Vivamos siempre bajo la luz de esa verdad. Somos un pueblo de Dios, mis hermanos, no somos ninguna otra cosa. Así que yo les invito, mis hermanos, vamos a levantarnos, vamos a orar. Vamos a cerrar esta noche.

Gracias, Dios. Señor Jesús, una vez más, nosotros declaramos que somos tu pueblo, Señor. Y te damos las gracias por esta noche. Gracias. Gracias mil. Nuestro corazón está agradecido, Señor por lo que Tú haces, por lo que Tú vives, por lo que Tú manifiestas por cada uno de tus hijos. Aquellos que somos los más menospreciados, Señor, son los que más atención Tú prestas.

Padre, sabemos que hay mucho terreno por conquistar, hay mucho terreno, hay mucho camino que andar. Más, sin embargo, Padre en esta noche decimos que cada paso lo damos confiando en Ti Que cuando parece que no sabemos donde va a caer nuestra próxima planta del pie, Tú te encargas de poner algo ahí, donde nosotros podamos pisar firme y seguir adelante.

Señor bendecimos una vez más las agencias aquí representadas: Alpha, Nella y Centro presentes, Señor. Todas estas agencias a nivel de la nación que están trabajando fuerte y arduamente por la comunidad inmigrante aquí en los Estados Unidos. Los bendecimos. Bendecimos a nuestros líderes políticos, nuestros Congresistas, Senadores, el Presidente. Declaramos que Tú te reveles a sus vidas, Señor. Qué Tú ablandes sus corazones para que puedan prestar atención a las voces de estas personas que pueden hacer la diferencia aquí en esta nación.

Y Señor, sobre todas las cosas, pedimos que Tú Iglesia –con ‘i’ mayúscula- alrededor de toda esta nación se pueda levantar y reconocer el llamado que Tú tienes sobre esta población de inmigrantes, Señor. Que Tú los traes aquí con un propósito y ese propósito no es maldecir la tierra, sino de bendecir la tierra que Tú mismo has consagrado, Señor. Qué Tú mismo has separado para Tu Gloria y Tu honra.

Bendigo a mis hermanos en esta noche, Señor. Que las palabras en las cuales hemos reflexionado hoy, Señor, se queden en su corazón y les inspiren el ánimo, la esperanza, los afirme, Señor en Tus planes, Tus promesas y que mañana, si así Tú lo permites, nos podamos levantar con nuevos ojos, con nuevo ánimo, con nuevo ímpetu, mi Dios para echarle mano a la vida en tu nombre, Jesús.

Te damos la gloria y la honra sólo a Ti porque Tú lo haces posible. Lo que para nosotros parece imposible, para Ti es todo posible, Señor. Así que te damos las gracias en el nombre de tu hijo Jesús.

Amén y amén. Gracias Señor Jesús. Gracias Dios. Hermanos que Dios les bendiga.