Edificando nuestra fe

TRANSCRIPT

Vamos a la palabra del Señor, mis hermanos, yo voy a seguir elaborando más o menos en esta línea de temática. Yo he estado hablando acerca de cómo podemos crecer más, afincarnos más a nuestra relación con Jesús, cómo podemos llegar a conocerle más, cómo podemos llegar a desarrollar más nuestra vida de fe. Y hoy tengo una persona que me sugirió un texto por email.

Óigame, déjenme hacer un paréntesis, by the way, me voy a atrever a hacer esto. Porque hay veces que yo entro con en un bloqueo mental y como que no me sale temática para predicar. Estoy haciendo una confesión aquí. Fíjese, usted va a decir, cómo va a ser usted pastor, se supone que fluya… No, no, fluye, pero hay veces que saben cómo me fluye? Cuando la gente me habla de textos bíblicos que han estado leyendo, estudiando, reflexionando en ellos. O situaciones de vida que muchas veces la comparten, esos pueden ser cápsulas que me pueden ayudar a yo poder seguir elaborando esta línea de mensajes. Así que yo le digo, no se sienta mal sin en algún momento usted me dice, oiga pastor, yo he estado reflexionando en este texto, se lo voy a sugerir para ver, entonces se convierte en mi meditación semanal, por así decirlo.

Así que el mensaje de hoy fue sugerido por una persona y está en Segunda de Pedro, capítulo 1. Vamos a ese libro, Segunda de Pedro, capítulo 1, y yo he titulado este mensaje, “Edificando nuestra fe”. Cómo podemos edificar nuestra fe, cómo podemos edificar aquello en lo cual nosotros hemos creído, que obviamente estamos hablando de nuestras relación en el Señor Jesús, que cuando nosotros declaramos con nuestra boca, con nuestro corazón, mira, Señor, tu eres mis salvador, tu eres mi Señor, yo entrego mi vida, quiero vivir por ti, tu eres el que va a dirigir mis pasos de ahora en adelante, tu eres el que va a ser, como quien dice, tu vas a gobernar mi vida. Cuando nosotros hacemos eso hay un sentido de fe que nos permite a nosotros movernos en esa dirección.

Y miren cómo dice Segunda de Pedro, la segunda carta de Pedro, en el capítulo 1, voy a empezar leyendo en el verso 3. Dice:

“… Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder…” – y aquí hay mucha palabra que va a sonar bien dominguera, por así decirlo, así que lo voy a romper poco a poco.

“… nos han sido dadas por su divino poder mediante el conocimiento de aquel, esto es Jesús, que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas…”

Tenemos promesas en nuestra vida “…. Para que por ellas lleguemos a ser partícipes de la naturaleza, la realidad divina de Dios, habiendo nosotros huido de todo lo que hay en el mundo a causa de la concupiscencia…”

Y aquí es donde viene el meollo de las cosas, en el verso 5. “… por lo tanto ustedes también, pongan toda diligencia en esto mismo. Añadid a su fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal, y al afecto fraternal amor…”

Déjenme leer esto en otra versión que a mí me gusta mucho, la versión Dios habla hoy. Yo no sé cuántos de ustedes conocen la versión Dios ha habla hoy, pero se las voy a leer. Miren cómo dice:

“… y por esto ustedes deben esforzarse…” – me gusta esa palabra más todavía, “…. Ustedes deben esforzarse en añadir a su fe la buena conducta, a la buena conducta entendimiento, al entendimiento dominio propio, al dominio propio la paciencia, a la paciencia la devoción, y a la devoción el afecto fraternal, y al afecto fraternal el amor…”

Miren, yo quiero que ustedes imaginen que yo tengo una pizarra bien grande aquí delante de mí y que voy a pintar en esta pizarra, voy a hacer unos escalones en esta pizarra. Y yo voy a comenzar con el primer escalón que nos está diciendo este texto que es la fe. La fe en qué? estamos hablando, como bien decía ahorita, estamos hablando de la fe en el Señor Jesús, en las cosas que él ha hecho, las cosas que él ha iniciado en cada uno de nosotros.

Yo me atrevo a decir, me atrevo a poner mi cabeza en un picador, que si usted está aquí en esta noche es porque en algún lugar recóndito en su mente, en su espíritu, en su corazón, usted sabe que hay un Dios. Y usted tiene fe en ese Dios. Tal vez usted no será una persona muy devota de venir todos los domingos a la iglesia, o cosas así, o que viene a la iglesia pero que la iglesia no entra en usted, pero usted sabe en algún lugar en su corazón, que hay un Dios, y que hay un Dios que está actuando, obrando en medio de la sociedad, del mundo en el cual vivimos. Y nosotros tenemos fe en esto. Esa fe es el inicio de todas las cosas, es el inicio de una nueva vida en Cristo Jesús y esa fe nos lleva al final al cual todos nosotros nos estamos dirigiendo, que es el amor.

Y aquí lo voy a explicar. Tenemos nuestro primer escalón que es la fe. El segundo escalón que nos dice cuál es? En la versión que ustedes tienen dice virtud, pero la virtud en el lenguaje original en el cual esto se escribe, virtud aquí quiere decir buena conducta, que es lo que estaba leyendo en esta otra versión, quiere decir buena conducta. A qué se refiere esto de buena conducta? Significa a excelencia de vida moral, una vida moral que es ejemplar, una vida moral que se pasa por encima de otras. En otras palabras, es vivir de acuerdo al ejemplo del mismo Cristo Jesús, es vivir de acuerdo al ejemplo que Jesús plasmó para con nosotros. Ese Jesús que al final de su vida a los mismos que le decían, te vamos a seguir por toda tu vida, ellos mismos lo estaban escupiendo y diciéndole barbaridades y lo llevaron a la cruz, y después se arrepintieron de todas sus faltas.

Pero ese mismo Jesús que se mantuvo fiel con aquellos que comieron, durmieron con él pero que también lo negaron, esa es la vida moral, la buena conducta. Si lo digo en un lenguaje más de calle, es como trasmitir buena onda con la gente, …. con la gente . La gente siente que tu pasas buena onda cuando tu estás con ellos? La gente puede decir eso de ti, que cuando hablan contigo dicen, ah, Clarisa es bien buena onda. Me gusta hablar con ella. O sino, allá con Gladys, y ven a Gladys, ah, Gladys es bien buena gente. O sino a Mauricio, ah, Mauricio, ese es la sonrisa nada más me hace reír a mí ya. Es buena onda.

Vieron lo que yo digo, es ese sentido de conducta que usted tiene una vida ejemplar, por así decirlo. Y claro está, miren cómo este pasaje lo está diciendo, que nos está sugiriendo, que estas son cosas que nosotros tenemos que estar trabajando constantemente en añadirle a nuestra vida. Obviamente porque ninguno de nosotros le llega ni a la uña de los pies del ejemplo de Cristo Jesús, por eso es que tenemos que estar trabajando en añadirle, en trabajar en eso, en cómo yo veo el ejemplo de la conducta de Cristo, y cómo yo estoy funcionando para entonces decir, ok, me falta, tengo que seguir trabajando, tengo que seguir añadiendo.

Pero ese sentido de fe, de que yo tengo una relación con Cristo Jesús y que si quiero seguir su ejemplo, tengo que imitar esa buena conducta y tengo que hacer todo lo posible por añadir lo que necesita esa buena conducta.

A esa buena conducta, qué se le añade después? Conocimiento, entendimiento. Entendimiento de qué? de álgebra, entendimiento de relaciones interpersonales, entendimiento de cómo se puede resolver el problema del stock market, o algo así? no, estamos hablando sí de entendimiento de la palabra, pero sobre todas las cosas entendimiento de cuál es la voluntad de Dios. Es buscar entender cuál es la voluntad de Dios no tan solamente en nuestras vidas, sino también en aquellos que están a nuestro alrededor. Buscar qué lo que Dios quiere hacer, que es lo que Dios se trae entre manos, es vivir con un constante sentido genuino deseo de estar cada vez que yo me levante, es como que, ok, God, what’s new today? You tell me. Qué hay de nuevo hoy, Dios? O sea, que tu te tienes en tu mano? Qué tienes entre manos hoy? Qué hay ahí que tu sabes que yo no sé pero que tengo que estar pendiente para poder conocer qué es lo que tu quieres?

Y miren, esto se puede dar en muchas formas, mis hermanos, porque por un lado Dios te puede hablar a ti con respecto a cuál es la voluntad de Dios de que él tiene para contigo, pero a través de ti cómo él puede cumplir su voluntad también en la vida de otros. Entender eso, cuál es la voluntad de Dios.

Y entonces ese conocimiento hay que añadirle qué? dominio propio. Cuántos de ustedes pueden decir que se saben dominar bien? Cuántos de ustedes pueden controlar bien sus impulsos, sus pensamientos, sus emociones, que si yo le pellizco usted no ve a dar un cantazo a mí para atrás? Ese no es el dominio propio del cual se refiere aquí.

Miren esto, es bien interesante, este dominio propio se refiere al hecho de que si yo estoy entendido de cuál es la voluntad de Dios, el dominio propio lo que implica es que yo reconozco esa obra de Dios a través de su Espíritu Santo en mi vida, y entonces yo me someto a ese trato de Dios. Ahí es donde se ve bien marcado el dominio propio del cual está hablando esta palabra. De que Dios está haciendo una acción y yo no me revelo en contra de la acción de Dios sino que me sujeto, me domino mi impulso de rechazar eso, sino que me someto a lo que Dios está haciendo y lo resisto, lo aguanto, lo vivo, me lo trago, aunque a veces pueda ser una medicina amarga, pero me lo trago. Porque de alguna forma u otra cuántos de ustedes aquí pueden confirmar que a veces las medicinas más malas que nos dan son las que más rápido nos curan, ¿verdad? Así muchas veces es Dios. Hay veces que te da una medicina con sabor a cherry o uva, pero hay veces que te da una medicina que sabe a sábila, vamos a dejarlo ahí.

Miren, pero es bien inteligente, yo le añado esto de dominio propio, otra cosa: sabe a qué también se refiere esto del domino propio? Es bien interesante y yo me puse a pensar en esto. Dominio propio con respecto a nuestro orgullo. Porque si estamos pensando que lo sabemos todo y si yo me considero que soy un sabelotodo, sabes cuál es la tentación más grande? De yo empezar a mirar a otra persona por encima del hombro. Yo sé más que tu. Tu quieres consejo, ven donde mí. Yo te voy a dar el consejo en todo lo que tu quieras, si yo lo sé. Yo sé cuál es la voluntad de Dios para tu vida. Tiene que haber un sentido de dominio propio también en ese sentido, de que yo me crea entonces un sabelotodo.

Quién es el perfecto ejemplo bíblico de esto? Jesús es el sabelotodo, ese sí se las puede echar de que las sabe todas. Pero una persona en la Biblia que tenía ese problema de que se creía que lo sabía todo, por la magnificencia de las revelaciones que Dios le daba a él, más sin embargo, Dios le dio un aguijón. Quién es esa persona? Pablo. Ese hombre tenía que practicar mucho dominio propio de no creerse que era la gran popeya, sino de poder decir, ah, tengo que pensar de mí con cordura. Ahí hay un sentido de dominio propio, de yo poder controlar ese sentido humano de quererme sentir que soy mayor que, o superior que otra persona, y mantenerme entonces a un nivel donde yo pueda ver a esa persona equitativamente a mí, pero a la misma vez reconocer que lo que Dios está haciendo en él o en ella es particular de esa persona, y lo que Dios está haciendo en mí es otra cosa. Me siguen por dónde voy?

Conocimiento, dominio propio, y al dominio propio hay que añadirle qué? la favorita de todos ustedes. Díganlo a coro. Paciencia. Vamos a decirlo en inglés. Patience. Vamos a decirlo en chino. En italiano? Paciencia. Cómo se dice en caboverdiano? Pasensa. Así se dice en portugués también? Lo practicamos otro día.

Miren, paciencia, paciencia para qué? yo me hago esta pregunta, paciencia para qué? por un lado esa paciencia tiene que ver con un sentido de perseverancia, no es necesariamente paciencia de que tengo que ser paciente con fulano o mengano o sutana, sino paciencia en el sentido de perseverancia. Por qué? porque esta obra de Dios coge tiempo. Dile a la persona al lado tuyo: esto coge tiempo. It takes time. So, be patient. Sé paciente. Cógelo suave contigo mismo, contigo misma. Dile a la persona: cógelo suave.

Eso es lo que quiere decir esta palabra, uno tiene que ser paciente. ¿Saben qué? hay veces que cuando uno ve que uno no está viviendo como quien dice, a la altura de lo que Dios quiere, uno como que, y cuándo me va a salir esto? Cuándo voy a hacer esto? Cuando voy a hablar de la forma que tengo que hablar? Cuándo voy a actuar de la forma que tengo que actuar? Por qué sigo peleando con las mismas páginas todo el tiempo?

Mira, cógelo suave. Digo, no te duermas en tus laureles tampoco. Eso no significa eso, sino que uno pueda entender como que, mira, hay una obra que Dios está haciendo en mí, y como bien dice Pablo de nuevo, aquel que la buena obra empezó, él la va a completar. No soy yo, mira como dice, él la va a completar. No soy yo, no eres tu, no me trates de arreglar a mí, digo, tu puedes intentar colaborar con Dios pero no me vas a arreglar tu a mí, Dios es el que me va a arreglar a mí. Tu puedes plantar la semilla, tu puedes regar la semilla, pero quién da el crecimiento? Dios.

Tenemos que ser pacientes, mis hermanos. Hay que ser pacientes con nosotros mismos. Mira, no lo cojas fuerte. Dios va un paso contigo. Tu trabajo es conocer la voluntad de Dios de a qué paso él va contigo para tu poder caminar al mismo paso con Dios en tu vida.

A la paciencia hay que añadirle qué? Piedad. Sabe cómo se traduce esa palabra? La palabra en el griego original es eusebia. Saben por ahí yo había visto al hermano Miguel Eusebio. Cuántos de ustedes aquí se llaman Eusebio o Eusebia? Tengo alguna Eusebia aquí. No lo quieres decir porque no se oye tan bien. Pero en griego es un nombre precioso. Se ve poético. Saben lo que significa la palabra eusebia? Significa devoción, y en este sentido significa devoción a Dios. Una persona que es piadosa, es una persona que tiene un sentido de devoción con Dios.

Y devoción lo que significa es conexión tu a tu, tu y yo. Ese sentido de devoción con Dios es una persona que no necesita estar en este templo para saber que está en comunión con Dios. Es una persona que cortando los tomates encima del counter de la cocina, sabe que ya ahí está consciente de la presencia de Dios. Es más, cortando ese tomate, puede estar diciendo, estoy tocando algo que hizo Dios. Y ya ahí se ve un sentido de devoción, de yo reconocer que hay alguien mayor que yo en ese momento.

El mero hecho de cuando usted se toma un vaso de agua, estoy hablando de cosas tan simples y sencillas como eso, el Creador de esa agua, imagínate que tu te estás tomando a Dios, porque hay algo de Dios en esa agua. Hay un elemento, hay algún átomo de Dios en las partículas que forman esa agua. Y tu estás tragándote a Dios. Y que rico sabe cuando tiene hielo en un día tan caliente!

El mero hecho de cuando tu estás hablando con otra persona, tu puedes reconocer que hay algo de Dios en esa otra persona. Ahí está tu devoción. Que estás pasando por algún achaque en la vida, te duele la espalda porque tienes un disco herniado o algo, y te levantas por la mañana y es como que lo menos que eso te va a causar es recordarte de Dios. O te puede recordar a un Dios que te puede sanar la espalda, enderezártela de nuevo y tu estás consciente, tienes un sentido de devoción. Y ahí tu devoción se convierte en un, ay Dios, por favor quítame ese dolor! Ahí tu devoción se ve muy bien marcada.

Pero está ese sentido de devoción. Mira cómo va creciendo ese sentido de fe. Vamos viendo esta progresión. A mi sentido de fe, de conocer al Señor, el Señor pide que yo pueda tener una buena conducta. En medio de esa buena conducta yo puedo añadirle a eso el conocimiento de cuál es la voluntad de Dios, cómo Dios quiere que yo viva esa conducta, cómo Dios quiere que la viva con otros. Y a ese conocimiento añadirle un sentido de dominio propio, de no creerme la gran popeya o la última Coca Cola en el desierto, sino poder decir, Señor, hay una obra que tu estás haciendo en mí y yo me quiero someter a eso, sujeto mi voluntad, aplico ese dominio propio a lo que tu estás haciendo en mi vida. A ese dominio propio yo puedo, Señor, dame paciencia, dame perseverancia, porque yo sé que hay veces que va a ser difícil, hay veces que las pruebas de la vida van a querer distraerme, van a querer quitarme el enfoque de ti, se me va a aparecer algo o alguien que me va a querer sacar mi enfoque para otro lado, pero dame paciencia, dame perseverancia. Ayúdame a esperar en ti, de lo que tu estás haciendo, lo que tu empezaste, tu lo vas a completar. Y si mi caigo, Señor, ayúdame a levantarme de nuevo y seguir adelante.

Y a esa paciencia le añadimos entonces el sentido de qué? De piedad, de devoción. Mira el mero hecho de yo haber orado así, ya ahí se demuestra devoción. La devoción de yo poder decir, Señor, mi vida es tuya, mi vida te pertenece, te reconozco en todo, mira, voy a reunirme con el médico, Señor, cuando le vea la cara a ese médico, yo te quiero ver a ti. Señor, voy en el tráfico y estoy ahí esperando en el toll y alguien se le cayeron los chavos, y está formando una línea, y hay que esperar que la persona se levante y recoja chavito por chavito para podérselo dar a la persona, y uno esperando ahí en medio del calor, Señor, ayúdame a reconocer que aún en medio de esto, tu estás ahí. Ahí está mi devoción a Dios.

Ay, llego aquí a la iglesia y me paro, Señor, ¡Aleluya! Ahí se ve muy bien demostrada la devoción a Dios, pero eso no es todo. Cuando tu llegas a tu casa, que te vayas a preparar para irte a dormir, te estás preparando, quitándote las chancletas, ah, Señor, te quitas los espejuelos, los pones en la mesa, Señor, gracias y te quedas así dormido. Esa es tu devoción a Dios. Empiezas a hablar en lenguas en tu sueño y ahí demuestras tu devoción a Dios.

Y a la devoción a Dios qué hay que añadirle? Me faltan dos ingredientes más para terminar este sancocho. Añádele qué? Afecto fraternal. Ágape. El afecto fraternal lo tengo que conectar con el amor, es el ingrediente final. En el amor se encierran todas las cosas, sabías esto? Esto yo lo enseño mucho en mi clase de nivel 4 de discipulado. Yo empiezo con esto y termino con esto: si usted quiere saber dónde se encierra el fruto del espíritu, los dones del Espíritu Santo, se encierra todo en el amor, todo es por amor, y para el amor. Y cuando digo, para el amor, digo para Dios y por Dios. Todo se encierra ahí.

Mire, si usted le da un vaso de agua a alguien en la calle, pero lo da sin amor, y lo da a regañadientes, no sirve de nada. Si usted se le acerca a alguien aquí y le quiere dar un consejo, mire, dele el consejo, pero si no se lo da con un sentido de amor, meaning, dárselo con un sentido de que le haga sentido a la otra persona y que esa otra persona pueda ver la obra de Dios en él o en ella. Pero si no hay amor ahí, no va a servir de nada.

Y ese amor obviamente hay que mostrarlo a través del afecto fraternal. Miren, ustedes quieren saber cuál es la voluntad de Dios para muchos de nosotros? Te podemos llevar con la gente que tenemos a nuestro alrededor. Y esto es una de las partes más difíciles de nuestra vida cristiana, se me olvidó algo que yo iba a hacer…

Yo iba a empezar con esa pregunta. Yo iba a empezar haciendo una entrevista y me embollé tanto… Yo iba a empezar a preguntar, de su vida cristiana qué es lo más difícil? Porque yo estoy seguro que la mayoría de ustedes hubiesen dicho, tener que relacionarme con otra persona. Eso es por estadística, la mayor parte de la gente dice que una de las partes más difíciles de su vida cristiana es tener que llevar a cabo una relación genuina con otra persona, sean en el ministerio o en la iglesia o donde sea. Hay muchas otras cosas, pero, anyway, se me fue el tiempo de hacer eso.

Pero el asunto es, mis hermanos, que esa parte del afecto fraternal es clave. Ese amor ágape de nosotros verdaderamente podernos demostrar ese cariño, ese entusiasmo por ver la vida de la otra persona llegar a cumplir el propósito que Dios tiene para él o para ella, eso es lo que Dios quiere. Acaso son algunos de los mandamientos que el mismo Jesús nos enseñó? Acaso él nos dijo amarás a tu Dios con toda tu mente, con toda tu alma, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas. Y después qué es lo que nos dice? Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Mira a la persona que está al lado tuyo, ese es tu prójimo. Y tal vez tu me vas a decir, ay, sí, amar a esa persona que tengo al lado mío es fácil. Yo lo conozco, yo la conozco. Hey, amar a esa persona es lo más dulce que hay, es como un trip, cherrie pie, esta persona es bien chévere, yo puedo amar a esa persona. Pero sabes qué? el mismo Jesús dice, hey, si tu amas a esa persona de qué vale. Si aquellos que no me conocen demuestran el mismo amor el uno por el otro, aquí el fuego verdaderamente quema cuando tu puedes demostrar ese amor por las personas que te quieren pisar los callos. Ahí es donde uno verdaderamente puede demostrar ese amor de Dios obrando en uno. Y ahí es donde está uno de los retos más grandes de cada uno de nosotros como cristianos. Sabe por qué, mis hermanos?

Miren lo que dice este texto, voy ya terminando, el verso 8 dice:

“..si ustedes poseen todas estas cosas y las desarrollan, ni su vida será inútil, ni habrán conocido en vano al Señor Jesucristo, pero el que no las posee es como un ciego o corto de vista, ha olvidado que fue limpiados sus pecados pasados. Por eso, hermanos, ya que Dios los ha llamado escogidos procuren que esto arraigue en ustedes pues haciéndolo así, nunca caerán…”

Estaba leyendo de la versión Dios habla hoy. Miren esto que es importante, mis hermanos, estos ingredientes de los cuales hemos hablado van a hacer que su sancocho sepa tan y tan bueno, que cuando usted se lo coma, usted va a decir, este sancocho puede revivir un muerto y literalmente que lo puede hacer. Ustedes han escuchado esa expresión ¿verdad? Cuando una de sus madres o sus abuelas hacen una sopa, qué es lo que dicen? Ah, esto está que revive a un muerto! ¿Verdad? Si usted está enfermo, qué es lo que le preparan? No le preparan un plato de arroz y habichuelas con chuleta? Le preparan un caldo de pollo para que lo reviva o algo así.

Pues, este sancocho, el cual Dios nos está dando a través del Apóstol Pedro puede revivir precisamente eso. Muertos en espíritu literalmente, personas que están cegadas porque no han logrado comprender cuál es el propósito de la voluntad de Dios en su vida. Cuando nosotros practicamos esto, aunque se nos haga duro, aunque se nos haga difícil, pero si lo practicamos, lo vivimos y continuamos desarrollándolo y lo comunicamos, y lo expresamos a otros como Dios intenciona, mira, esa vida que está en ti, se le va a pegar a otro u otra, en alguna forma u otra.

Puede ser que se le pegue a través de ti o puede ser también que tu pongas la semilla y que otra persona le toque regarla y Dios en su momento va a permitir que esa semilla crezca y de su fruto. Pero el llamado que nosotros tenemos, mis hermanos, es edificar nuestra fe. Llévate eso esta noche: edifica tu fe.

A tu fe añádele tu buena conducta. A esa buena conducta añádele qué? Conocimiento, conocer la voluntad de Dios en tu vida. A ese conocimiento añade ese dominio propio, sométete, sujétate a lo que Dios está haciendo en ti. A eso añádele ese sentido de perseverancia, sepa que no lo vas a definir ni lo vas a resolver todo de un cantazo, coge tiempo, coge golpes, coge jalones de pelo, coge sentarte con otra persona que te pueda corregir aunque no te guste, pero que te lo diga. Coge tiempo, coge tiempo.

A la paciencia añádele ese sentido de devoción a Dios, regocíjate en lo que Dios está haciendo en ti, en todos los momentos de tu vida. A eso añádele el afecto fraternal. Mira, no dejes que estos momentos se vayan desapercibidos. Busca la oportunidad para reunirte con tus hermanos, hermanas, comparte, ríe, goza, llora.

Un anuncio no pagado, este sábado vamos a ir a correr bicicletas, si usted quiere ir a correr bicicletas, hable conmigo al final del culto para que tenga un buen tiempo por allá. Ok? Cierro el paréntesis.

Al afecto fraternal añádele el amor. Con estos ingredientes, mis hermanos, yo sé que nuestra vida cristiana va a ser una más fructífera, llena y plena, no tan solamente para nosotros sino para con otros a nuestro alrededor.

Vamos a ponernos de pie y vamos a orar. Gracias Señor. Gracias Dios. Padre yo te doy las gracias por tu palabra. Gracias porque tu palabra es viva, tu palabra es eficaz, tu palabra Señor, llena nuestro ser. Y mi Dios, yo te suplico que estas cosas que se han hablado en esta noche, que perseveren en nuestros corazones, Jesús, permite que esta palabra traiga un sentido de vida, traiga un sentido de dirección, que traiga un sentido de verdad a nosotros para saber cómo alinearnos cada vez más a ti, Señor y acercarnos cada vez más a ti, Padre.

Yo te pido que tu bendigas a cada uno de mis hermanos y hermanas en esta noche, a medida que ellos se van preparando para salir y regresar a sus casas. Padre, que ellos puedan salir de aquí con un sentido de tu presencia bien claro en medio de sus corazones, ese sentido de piedad, de devoción a ti, Señor, de sensibilidad a tu espíritu, esté bien claro y bien atenuado en ellos. Y Padre, que podamos regocijarnos los unos con los otros.

Yo pido tu bendición sobre cada cual que tu nos des un sueño profundo, reparador en esta noche y que mañana, si así tu lo permites, nos des la oportunidad para practicar precisamente estas cosas de las cuales hemos hablado hoy. Te damos toda la gloria y todo el honor solamente a ti porque tu lo mereces. Por tu Hijo Jesús oramos y te damos las gracias. Amén y amén. Gracias Señor. Gracias Dios.