Somos las manos de Dios

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Primera de Corintios Capítulo 3. Voy a leer algún verso aquí que capta la idea de algo que quiero compartir con ustedes. Verso 9, miren como dice este verso; es más vamos a leerlos todos al unísono, dale si lo tenemos ahí en sus biblias. Vamos a ponernos bien tradicional aquí leer todos a la misma vez. Estaban esperando que pusieran el texto allí arriba. Nadie había abierto la Biblia, lo se todo. Marlene están poniendo presión allí arriba ahora. Se han mal acostumbrado la gente, hay que ponerles el texto ahora. Okay.

Dice: ‘Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios’. Míralo ahí, vamos a leerlo todos a la misma vez. Verso 9. Okay.

En el día de ayer, mis hermanos, yo tuve la oportunidad, el privilegio -por así decirlo- de participar en una vigilia que se estaba haciendo de frente a las oficinas del Senador Kerry. Era una vigilia donde distintas agencias pro-inmigrantes se reunieron para hacer abogar a favor de la reforma que se está dando ahora pero a nivel de los plantes de salud y más concerniente a los beneficios que la comunidad inmigrante pueda recibir o no.

Así que en el día de ayer Dios me concedió la oportunidad de poder estar allí como una figura pastoral y de poder compartir unas palabras con las personas que estuvieron en aquella reunión. Así que después de que al menos las primeras tres personas hablaron –que hablaron más en esa línea de lado político, de las implicaciones políticas de esa reforma que se está dando- pues me pidieron a mí que yo trajera como unas palabras de esperanza de esa perspectiva más espiritual, más de Dios. Porque algunas de las propuestas que se han hecho ya a nivel de Congreso las han anulado por completo; que sigue siendo [como quien dice] restricciones que le ponen a la comunidad inmigrante aquí en los Estados Unidos.

Así que yo -obviamente- me dije ‘Okay, Señor. Inspírame. Vamos a ver que podemos decir aquí y ahora’.

Así que yo dejé que el Señor me moviera y lo más que yo me recuerdo fue lo siguiente: al final de todo me pidieron que orara y yo terminé mi oración diciendo “Mira, Señor, nosotros hacemos lo que podemos. Luchamos, hacemos nuestros esfuerzos por buscar que la comunidad inmigrante tenga los beneficios que necesita. Pero al fin y al cabo todo está en tus manos”.

Ustedes me han escuchado decir eso muchas veces en mis oraciones. Yo al final de todo termino como que diciendo “Señor, mira, yo hago lo que puedo, el resto está en tus manos”. Y yo oro así y es una forma correcta de orar. Yo no estoy diciendo que es algo incorrecto.

Pero el asunto fue que después que yo terminé de orar –para mi sorpresa- en el grupo estaba la Senadora Sonia Chand Díaz; yo no se cuantos de ustedes la conocen a ella. Pero ella estaba en el grupo y el asunto era que se supone que ella hablara antes que yo pero por error que hubo me pusieron a mi hablar antes que ella y el asunto fue que cuando ella comenzó a hablar –para mi sorpresa- ella hizo referencia a las palabras de mi oración, pero las palabras que ella dijo me cogieron a mi de sorpresa.

Ella empezó diciendo –obviamente ella estaba hablando en inglés- pero ella estaba diciendo: “Pastor Omar yo me alegro que usted haya estado aquí hoy porque esa oración que usted ha hecho es bien importante”. Y ella empezó ha hablar de su crianza, de como su mamá la animaba a ella hablándole de cómo Dios obra en nuestras vidas y ella compartió un quote, una frase que su mamá el enseñó. Y estaba bien conectada con esa idea que yo dije “Todo está en tus manos, Señor”.

Y ella dice –ella complementó lo que yo dije- “Sí, Dios todo está en tus manos pero tus manos somos nosotros”. Cuando ella dijo eso yo me quedé como que ¡Guau! Eso fue una epifanía, lo que yo tuve en ese momento de la persona que menos yo esperaba.

Pero el asunto fue que esas palabras que ella dijo me hicieron pensar tanto en el mero hecho, mis hermanos, de que una vez más me convencí de que nosotros somos los instrumentos que Dios quiere utilizar aquí en este mundo, en este tiempo que nos ha tocado vivir. Por más difícil que sea nosotros somos el instrumento que Dios quiere usar.

Dígale a la persona que está al lado suyo ‘Tú eres un instrumento’. El instrumento no es tan solamente la guitarra o el piano ni la batería. Esos son instrumentos musicales. Pero usted es un instrumento en las manos de Dios. Como dice este pasaje que leí: ‘Somos… ¿qué? Colaboradores’ y esto es algo que yo quiero hablar hoy. De verdad que ese momento de ayer me ¡phew!

Miren como dice este pasaje. Vamos al verso 1, vamos a comenzar leyendo el verso 1. Dice: ‘De manera que yo, hermanos, no les pude hablar a ustedes como a espirituales sino como a carnales [parece que había un par de personas que estaban en la chuleta ese día]. Como a niños en Cristo, les di a beber leche y no vianda porque algunos no son capaces, ni son capaces todavía [porque aún están en la chuleta]’ Ponga ahí usted cualquier tipo de carne que usted quiera pensar.

‘Pues habiendo entre ustedes…’ miren esto… ‘celos, contiendas y disensiones.’ ¿Acaso no se están comportando en la chuleta? ’Como hacen los hombres que no me conocen a mí [a Dios]. Porque uno dice: ¡Ah! Yo soy del equipo de Pablo y el otro dice: No, no, no. Yo soy del equipo de Apolos. ¿Acaso no están siendo carnales con eso?’

Piensen en esta idea: lo que Pablo verdaderamente estaba queriendo decir es que obviamente en ese contexto en Corinto habían personas que preferían el ministerio de Pablo porque Pablo hacía más milagros y hablaba con mayor autoridad, otros se iban del lado de Apolos que era otro de los discípulos en aquel entonces que también predicaba fervientemente. Y habían bandos; la gente se estaba dividiendo.

Es como si alguno de ustedes dijera hoy como que “¡Ah, no! Yo prefiero al Pastor Roberto por encima del Pastor Gregory”; o que si este es mi favorito por encima del otro. ¿Saben qué? Ese tipo de conversaciones aquí no debe existir. ¿Por qué? Por lo que dice este texto.

Este texto, miren si seguimos diciendo: “¿Qué pues es Pablo y que es Apolos? Solamente servidores por medio de los cuales ustedes han creído y eso según lo que a cada uno le concedió el Señor”. Esa frase para mi es clave: según lo que a cada cual le concedió el Señor.

Si hay algo que a mi me edificado de poder ministrar en esta iglesia es la diversidad de dones, de características de personalidad que existe entre nosotros los Pastores. Obviamente Roberto –el Pastor Roberto- tiene su ser, su carácter; Greg tiene el suyo; Samuel tiene el suyo y yo creo que hasta ahora ustedes conocen bastante bien el mío.

Ninguno de los cuatro somos iguales. Ninguno. Pero esa diversidad que Dios ha puesto en cada uno de nosotros provoca que León de Judá tenga una vida, una vitalidad, una dinámica que la distingue comparado con otras iglesias. Y no es que estoy diciendo que otras iglesias sean peores o malas, no estoy diciendo eso. Sino que hacen algo distinto de la dinámica de esta iglesia.

Pero, ¿de dónde proviene eso? Eso proviene de Dios que forma en cada uno de nosotros ese tipo de carácter y sigue formando lo que Dios quiere hacer en nosotros y a través de nosotros para bendecir a nuestra iglesia. Y a la misma vez que yo digo esto, lo mismo se puede aplicar a cada uno de nosotros. Porque en cada uno de nosotros hay una gracia que de acuerdo a lo que le ha parecido, lo que le ha concedido el Señor se le ha dado a cada uno de ustedes.

Nadie aquí puede decir que si ‘fulana es mejor que sultana’ y que ‘perencejo es peor que zutanito’. Nadie puede decir eso aquí. Cada uno de nosotros, mis hermanos, estamos en distintos niveles de vida, en distintas etapas y con esa diversidad que hay aquí en medio de nosotros, esa es la diversidad que Dios quiere usar para bendecir e impactar la comunidad en la cual Él nos ha puesto a nosotros.

Mira claro está que si hay alguno que tal vez con su carácter nos pisan los callos y nos hacen como quien dice ‘clinch the teeth’, mira eso es verdad. Entre nosotros cuatro pasa también a veces. Hay veces que si el Pastor Roberto dice algo y si nosotros tres nos quedamos como que ‘Hm, no’. O hay veces que yo digo algo que ellos me miran como que: ‘Omar no way. Eso no va a pasar’. O viceversa. O sea nos pisamos los callos pero el asunto es que seguimos trabajando juntos porque entendemos que cada uno de nosotros contribuye algo al propósito al plan que Dios quiere hacer.

Somos colaboradores con Dios. Ustedes son colaboradores de Dios, con Dios. Ustedes se animan unos a otros en distintas formas, en distintos contextos ustedes están colaborando con Dios para bendecirse el uno al otro. En el contexto del matrimonio un esposo colabora con Dios para bendecir a su esposa y viceversa. Si es en una relación de padres con hijos o hijas es lo mismo: los padres colaboran con Dios para bendecir a sus hijos. Y los hijos colaboran con Dios para de una forma u otra bendecir a sus padres.

Aquí relaciones entre hermanos y hermanas que nos vemos así dos, tres veces en la semana. Cada una de esas oportunidades que tenemos para vernos colaboramos con Dios para bendecir la vida de cada uno de nosotros y por ende ustedes me bendicen a mi colaborando con Dios en lo que Dios tenga para mi vida. Es algo que va de par en par. Es algo que va en ambas direcciones.

Si una de esas direcciones se cierra hay algo que está ocurriendo. Porque Dios intencional que esas cosas puedan fluir entre el uno y el otro. Miren como sigue diciendo Pablo (estoy en el verso 6): “Yo planté y Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios”.

Eso para mi es algo tan y tan revelador. Porque nosotros tenemos que entender que distintas personas en nuestras vidas, en distintas etapas van a servir en una función específica. Puede ser que haya una persona que en algún momento sembró por primera vez la palabra del evangelio de Dios en su corazón y en aquel entonces usted recibió esa palabra y usted siguió su vida y a lo largo del camino […] pueda ir creciendo.

En alguna forma u otra Dios es el que está haciendo el crecimiento en usted. No soy yo, no es Roberto, no es Pablo, no es Apolos… es Dios. Nosotros solamente estamos cumpliendo con nuestro deber. Dentro de los recursos que podamos tener hacemos lo que podemos. Lo poquito que tenemos lo sembramos y confiamos de que como estaba diciendo yo en mi oración: ‘Mira Señor el resto de las cosas están en tus manos. Mis manos están disponibles para ti en cualquier momento, Dios. Pero el resto de las cosas las haces Tú’.

Hay una parte que cae sobre mis hombres que yo no puedo dejar de hacer. En el momento que yo deje de hacer esa parte estoy dejando de ser un colaborador con Dios. En el momento que yo deje de darle a alguien una palabra de ánimo, una palabra de corrección, una palabra de paz, una palabra de consuelo, en el momento que yo deje de hacer eso esto dejando de cumplir mi propósito, estoy dejando de sembrar mi semilla, estoy dejando de regar esa semilla.

De una forma u otra voy a estar atrasando lo que Dios quiere. […] años atrás. Porque hay veces que nosotros caemos bajo la mentira –lo tengo que decir así. Caemos bajo la mentira de que hay veces que pensamos que si uno no responde al trato de Dios, Dios te va a quitar lo que ha puesto en ti, el favor. Como quien dice […]. Hay veces que yo lucho con mi… porque se me hace difícil encajar en mi cabeza que Dios no vaya a querer hacer algo con alguien que es creación de Él.

¿Me siguen por donde voy o los perdí? Hay veces que se me hace difícil digerir cuando yo escucho a alguien: ‘¡Ah! Si tú no quieres responderle al llamado de Dios, pues Dios se va a encargar de buscar a otra persona’. Fine, Dios puede buscar otra persona pero no significa que se va a olvidar de ti. Dios puede buscar otra persona.

¡Uuy! Busca labradores que hacen falta muchos en la mies. Busca todos los que Tú quieras, pero de ¿qué se vaya a olvidar de ti? ¿Qué se vaya a olvidar de lo que Él ha puesto en ti? ¿Qué se vaya a olvidar del plan que tiene contigo? ¿Qué Él se vaya a olvidar de tal vez esa carta simple y sencilla que le tienes que escribir? Una carta que has decidido escribirle a alguien, ¿enviarla para atrás? Porque esa carta nada más va a ser la diferencia en esa persona.

¿Tú te crees que Dios se va a olvidar de ti, cuando tú tal vez lo único que tienes que hacer es coger el teléfono y llamar una persona y decirle ‘Mira estoy pensando en ti, estoy orando por ti. Espero que todo te vaya bien’? Eso era todo. Esa llamada nada más puede salvarle la vida a alguien.

¿Tú te crees que Dios se va a olvidar de ti con el mero hecho de que tal vez tú puedas darle 5 dólares a alguien que necesita para agarrar el bus y llegar a una cita médica? ¿Tú te crees que Dios se va a olvidar de ti con el mero hecho de que tú puedas hacer eso? Yo no creo. Yo no creo. Se me hace difícil digerir eso.

Dios todo está en tus manos. Pero nosotros somos las manos de Dios, somos los colaboradores de Dios. Dios tiene grandes intenciones para cada uno de nosotros mis hermanos y hermanas.

Mira, la lucha afuera se puede poner difícil, las cosas en tu familia se pueden poner color de hormiga brava y de las del Amazonas que son más grandes todavía. Se pueden poner así. En tu interior puede ser que tú te deprimas y que tú pienses es como que ‘la única respuesta que tengo ahora es amarrarme una pesa de 20 libras al cuello y tirarme del Toben Bridge y ahí se acaba todo’.

Tú puedes llegar hasta pensar eso, pero aún en ese momento Dios está diciendo como que “No, tú eres mi hijo; tú eres mi hija. Yo te necesito. Yo necesito tus manos, yo necesito tus pies, yo necesito tu boca, yo necesito tus ojos, yo necesito tus orejas para poder hacer algo en favor de alguien. Yo te necesito. Yo no te he traído hasta aquí para que lo vengas a terminar todo porque te salió un aire ahí de repente y ya quieres enganchar los guantes y ya.”.

Tal vez Dios te diga: “¿Quieres enganchar los guantes por un ratito? Okay, un ratito. Cógete un break, te voy a soplar con la toalla, te voy a tirar agua, dos o tres cosas para que te levantes de nuevo y Okay, ponte los guantes otra vez y sigue peleando. Okay, vamos para adelante. Ahora es que se pone bueno”.

Dios brega así con nosotros muchas veces mis hermanos. Te puede dar un break. ¿Cuántas veces nosotros hemos dicho como que: ‘¡Ay! Me siento en un desierto espiritual. Me siento que Dios no me está hablando. Siento que Dios está tan lejos de mi’.

Yo no se tú, pero yo lo he dicho y yo estoy seguro que aunque haya un silencio sepulcral ahora mismo aquí yo se que hay varias personas que han dicho eso. Y muchas veces pensamos que esos desiertos espirituales es que Dios se ha alejado de nosotros y puede ser que si. Hay veces que hay algo en nosotros que le puede causar como que algo a Dios, como que: “Hm”.

Pero hay veces que esos desiertos espirituales pueden ser un break que Dios nos está dando a nosotros como quien dice para recargar baterías. Esa soledad que se siente muchas veces no significa que es ausencia de Dios, sino que significa un tiempo que Dios nos está dando a nosotros para absorber y asimilar todas las cosas que Él nos ha revelado de antemano. Porque lo que viene después va a ser aún mucho más intenso y necesitamos el tiempo para procesar y asimilar las cosas, cosa que cuando nos vayamos a mover a esa nueva etapa, mira, que podamos entonces movernos al ritmo que Dios quiere que nosotros nos movamos.

Así que, esos desiertos, mis hermanos, cuando lleguen, denle gracias a Dios. Denle gracias a Dios por esos desiertos aunque usted se sienta como una basura, no piense que es una basura porque Dios no lo ve así. Dios lo ve como uno de sus hijos, de sus hijas que están pasando por un tiempo de prueba, de formación, de -como quien dice- esas palabras, esas promesas que nosotros recibimos aquí en estas oportunidades los domingos, ese consejo que me dio el Pastor o ese consejo que me dio Leonor una noche que yo me pasé allí por la cocina. Ella me dice: ‘Pastor Omar, no se apure todo va a estar bien’.

Esas palabras por más sencillas que sean, que yo las pueda asimilar. Que yo me las pueda enterrar en mi corazón. Es más, anoche esas palabras que me dijo esta senadora Sonia –digo, no me las dijo a mi pero- las dijo al grupo, pero me estaba mirando a mi; esas palabras ‘Dios todo está en tus manos pero yo soy tus manos’. ¡Uff! ¿Asimilar eso?

En tiempos de soledad que yo pueda meditar y que yo pueda decir ‘Señor, yo soy tus manos en este mundo, en esta tierra. ¿Cómo tú quieres que yo pueda servirte? ¿Qué Tú quieres que yo haga? ¿Cómo?¿Cuando?¿Donde?¿A quien? Dime Señor. ¿A qué hora, en que canal?’ Que yo pueda pensar en todas esas cosas.

Cuando yo logro asimilar ese trato de Dios conmigo a tal nivel, miren ¿Sabes qué, mis hermanos? No hay cielo, ni tierra que se pueda interponer en lo que Dios quiera hacer con usted. Porque ya no nos estamos moviendo por sentimientos y [sonidos de sentimientos] nos estamos moviendo por convicción. Y cuando usted se mueve por convicción, mire hasta el mismo diablo se le puede parar al frente y usted dice: “¡Puck! Sigo moviéndome”, como si conmigo no fuera.

Cualquier comentario que quiera venir a su vida, que quiera tratar de que si antes alguien le decía ‘Mira que si te ves con las greñas así toda enmoruzada’ y eso antes a usted la ponía como que ‘¡Ahh!’. Si ahora le dicen, ‘mira tienes las greñas ahí’, mire usted haga… [lenguaje corporal]: Gracias. ‘Mírame que bien me veo ahora’.

Somos colaboradores con Dios, mis hermanos. Somos colaboradores con Dios. Cierre sus ojos y repítase esa palabra: Yo soy un colaborador de Dios y con Dios. Alguien Dios tiene que va a usar, que va a colaborar al propósito de Dios, al cumplimiento de Dios en mi vida. Y yo voy a servir para colaborar con Dios en el cumplimiento del propósito de Dios en la vida de esa otra persona o de otraS personas.

Así que cuando usted empiece a recoger su cartera, su bulto, que se empiece a poner su bufanda y cosas así y como que vaya ya preparándose mentalmente para recibir la bofetada de frío que va a recibir cuando abra esa puerta… mire que ni aún esa bofetada de frío le quite de su mente y su corazón el hecho de que usted es colaborar o colaboradora de Dios. Usted son las manos de Dios.

Oramos, sí: Señor todo está en tus manos. Eso significa: Señor, está conmigo. Está contigo pero está conmigo. La respuesta está en ti pero también está en mí, así que vamos adelante. Podemos decir Amén a eso. Amén ustedes ¿pueden decir Amén a eso? Amén. Chévere cogieron el mensaje.

Vamos a ponernos de pie, mis hermanos y vamos a orar.

Oiga, hermana Leonor, usted me ha bendecido tanto a mi; ¿Puede venir aquí y orar por nosotros? Yo quiero que usted nos de el privilegio de la bendición, de que usted ore por nosotros. Usted es la mano, usted es la boca del Señor ahora mismo, Leonor. Vengase. Venga, venga y ore. Bendiga a la Iglesia, mi hermana Leonor.

Aleluya. Yo espero que su familia este viendo por el Internet para que la puedan ver a usted también. Venga, venga Leonor. Bendíganos. ¿Saben que, mis hermanos? Yo digo esto con toda humildad y respeto por mi hermana Leonor. Yo creo que Leonor es una de esas mujeres que más ha bendecido mi vida, aquí. Ustedes me ven aquí parado y es porque en varias ocasiones, esta mujer, cuando yo llegó aquí a la iglesia en las mañanas que me asomo así en la cocina allí abajo y ella se está comiendo su café con su cantito de galletas y su quesito, siempre tiene una palabra que me anima. Siempre, siempre, siempre. Ella puede estar pasando sus cosas, pero ella siempre encuentra la gracia, el poder y la fuerza para compartir una palabra con uno.

Así que Leonor yo quiero que usted nos bendiga a nosotros. Nosotros somos su iglesia, somos parte de ese cuerpo y yo quiero que usted ore como Dios la mueva, como Dios la inquiete por nosotros que somos sus hermanos y hermanas. Así que vamos a orar, vamos a orar juntos.

Hermana Leonor: Bendito Dios, […] nos ha dado. Nos ha dado, Señor, estas palabras tan hermosas, Señor. Por mi hermano, Omar. Gracias Señor, que permanezca en nuestros corazones, Señor. También, Señor, vaya usted con cada uno de sus hijos a su hogar, Padre. Cuídelo y protéjalo de todo peligro aquí, Señor; y que mañana sea un nuevo amanecer para todos, Señor. Y los que están, Señor, enfermos en los hospitales, Señor, levántalos, Señor y dales consuelo y que llegue una palabra tuya, Señor hacia ellos Padre.

Señor, protéjanos, Señor. Proteja a nuestras familias, a nuestros hijos, a nuestros nietos, Señor, a nuestros pastores. Señor se lo pedimos, Señor por misericordia. Gracias Señor por esta palabra, Señor que usted nos ha dado en esta noche.

Gracias Señor por todo lo que usted nos da y levante Señor, el que está caído, Padre Santo. Ayúdanos, Señor por misericordia, se lo pedimos, Señor en el nombre de su hijo Jesucristo. Gracias Señor, Gracias Señor. Gracias Jesús, Gracias Dios.