En los peores momentos de la vida Dios habla por segunda vez

Transcripción

Quiero compartir la palabra escogida por el Señor para este momento. Yo sé que Dios siempre tiene un propósito para todo, y es asombroso porque Dios me despertó esta mañana con un sueño y me hizo todo un ajuste y una aplicación a mi propia vida y yo le decía a mi esposo esta mañana, Dios te va a hablar en esta tarde, no es solo para los hermanos de León de Judá, es para ti y para mí también, porque la palabra de Dios es espada con fila y siempre va bendecir y a cortar y traer desafío a la persona que la predica tanto como al público que la recibe. Bendito y alabado el nombre del Señor.

Y yo voy a estar hablando de Jeremías 33, del 1 al 9, que dice así en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

“…Vino palabra de Jehová a Jeremías la segunda vez, estando él aún preso en el patio de la cárcel diciendo, Así ha dicho Jehová que hizo la tierra, Jehová que la formó para afirmarla, Jehová es su nombre, clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces porque así ha dicho Jehová, el Dios de Israel, acerca de las casas de esta ciudad y de las casas de los reyes de Judá, derribadas con arietes y con hachas a causa de toda su maldad. He aquí que yo les traeré sanidad y medicina y los curaré, ¡Aleluya! Y les revelaré abundancia de paz y de verdad, y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel y los restableceré como al principio, y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí y perdonaré todos sus pecados que contra mí pecaron y que contra mí se revelaron. Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria entre todas las naciones de la tierra que habrán oído todo el bien que yo les hago y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré…”

El Señor bendice esta palabra en nuestro corazón. La podemos delante de diez palabras tuyas, palabra viva, ¡Aleluya! Tu palabras son espíritu y son vida, Señor, penetra hasta lo más íntimo de las entrañas de nuestro ser Señor, y grábala allí y permite que allí de fruto, Señor, y que allí impacte y revuelque todo nuestro ser y engrandezca nuestra fe, para nosotros creerla y recibir conforme ella nos da, en el nombre de Jesús, nuestro Señor oramos con fe. Amén. ¡Aleluya!

Gracias Señor. Esta mañana desperté con el propósito de dormir un poco más porque tenemos pocas veces esa oportunidad, pero cuando desperté me extrañé del fuerte coraje que sentía con el sueño que acababa de tener. Yo normalmente no me recuerdo de los sueños, muy pocas Dios me ha hablado a través de sueños y visiones aunque lo ha hecho, pero en esta ocasión despierto y recuerdo perfectamente el sueño, pero sobretodo me extraña la fuerte emoción de coraje que sentía, como si el sueño fuera parte de mi vida real.

Y entendí que debía levantarme más temprano de lo que había planificado y ponerme a orar. Y me fui al baño de la habitación del hotel y empecé a repasar en mi mente los detalles del sueño de tal manera que se grabaran bien, dado que lo común es que se me olviden, y en el sueño yo me veía vestida de vestiduras blanca, de una túnica blanca, pero había como una mancha amarilla aquí, maloliente, y yo me miraba y yo decía, por qué yo me puse esta ropa de Elsie? Elsie es mi hermana menor que simboliza en cierta medida la falta de firmeza en los caminos del Señor. Y decía, por qué yo me puse esta ropa de Elsie con esta mancha tan maloliente?

Y trataba de recoger el reguero que producían todos los niños entre los cuales estaban mis nietas y otros niños de la iglesia, y yo recogía y recogía, y cada vez era más el coraje porque no lograba recoger por completo el reguero que constantemente seguían haciendo. Y en eso escucho una voz y veo de frente que algunos hermanos de la iglesia comenzaban como una dramatización. En mi iglesia se hacen musicales, obras de teatros y cosas bien bonitas, Dios ha dado mucho talento a muchos hermanos allí, que cualquiera diría que son profesionales de Hollywood.

Y cuando yo escucho la voz de uno de los hermanos y empiezo a mirar la representación, en un momento dado no sé por qué razón, mi esposo y yo nos lanzamos sobre un techito que tenía la escenografía y la escenografía cayó. Entonces, yo veía a mi hija indiferente y produciendo el reguero y yo recogiendo y cada vez más molesta y cada vez más molesta y cada vez más molesta, hasta que de momento me veo caminando con su ex esposo y los niños y las nenas de ella y él con alegría y con naturalidad. Y ahí es que despierto.

Pero sentía tan fuerte el coraje, la molestia y entendía que Dios me estaba hablando, porque a las hermanas ayer en la mañana yo le dije en flash, solamente que mi esposo y yo habíamos estado pasando en estos últimos dos años por una prueba muy difícil, y aunque no dije detalles esa prueba desembocó en el divorcio de mi hija en julio de este año. Ustedes se imaginan, después de casi 10 años de casada, ella es nuestra única hija mayor, tenemos luego dos varones, ella tiene 31 años, nuestros otros dos hijos tienen 29 y 25, el de 29 también está casado, tiene un bebé varón y uno que viene en camino. Y el de 25 no se ha casado.

Pero ella tiene dos niñas, una de 9 años y otra de 4 que son la luz de nuestros ojos. Y una niña preciosa, una hija preciosa, muy talentosa, criada literalmente en la falda nuestra, muy amada nuestra y muy amada de nuestro esposo. Nuestro esposo si bueno es como hombre, como profesional, como cristiano, como esposo, como padre es un derroche de amor, de atenciones y de hecho yo siempre lo regaño y le digo, tu siempre te excedes, tienes que dejar que las cosas se las ganen y que estén por medida. Pero ya eso es lo que le nace a él natural.

Y nosotros hemos sufrido muchos estos últimos dos años viendo la forma en que se ha dado esta dinámica de deterioro del matrimonio, aunque ella lo conoció en la iglesia, él estaba recién llegado y aunque alegaba ser un cristiano maduro, no lo era y aunque tenía algún conocimiento bíblico y alguna crianza en el Señor, pronto se notó por el fruto que es como dice la palabra, por el fruto lo conoceréis, que no era una persona realmente con una raíz cristiana o más bien con un estilo de vida netamente cristiano.

Ella se casó muy rápido con él, apenas sin conocerlo, por una desilusión amorosa de la que había salido y parecía una gran persona, de una gran familia, pero como les dije, pronto se dejó ver su inestabilidad, su falta de carácter, de compromiso y también su poco temor a Dios. Hasta, aunque ella calló muchas cosas, ya en el último año pues ella nos empezó a dejar saber más de cerca detalles de lo que estaba pasando, y en julio después de un año de separación salió su divorcio.

Lo último que tu te espera como pastora, como cristiana, proveniente de un hogar estable, mi madre que lleva como 60 años casada con mi papá, y que contra viento y marea ha mantenido ese matrimonio, a pesar de que en los inicios hubo maltrato, luego ellos se convierten y mami mantuvo, contra todo ataque, contra toda crisis, ese matrimonio. Nos crió a nosotros 5, yo soy la cuarta de 5 hijos, 4 son mujeres, y mi esposo y yo nos hemos dado por completo al Señor, criamos a nuestros hijos con todo el amor de Dios y el ejemplo cristiano posible, y lo último que tu te esperas es que viendo tu hogar de formación, y luego teniendo un hogar así de unido, de estable, bien fundamentado en el Señor, es que tu hija única, tu princesa, tu hija mayor, la madre de tus primeras nietas, fracase en su relación matrimonial.

Y créanme que lloramos mucho. Ahora, puedo contener el dolor y las lágrimas pero si yo dijera, me voy a olvidar de que tengo esta gente delante y voy empezar a llorar mi dolor, podría empezar a llorar literalmente. Uno ha acompañado a tanta gente en medio de las crisis que se viven, tanta gente ha recibido golpes personales, familiares y en tanto tipo, económico, en su salud, en todos los aspectos de su vida, pero jamás después de 29 años de pastora, podía yo comprender hasta vivirlo lo que significa un golpe de este tipo para una familia.

Nadie puede imaginarse el dolor de otro hasta que vive una experiencia similar. Y realmente ha sido un dolor muy fuerte para nosotros. La cosa es que cuando yo despierto de este sueño con este coraje tan fuerte, lo único que podía era reconocer el mucho coraje que yo he reprimido por la conducta de nuestra hija en este último año donde por causas de la crisis, del fracaso, de la desilusión, de la decepción y de no poder comprender el desenlace de todo esta relación en la cual ella invirtió tanto, ella se ha tornado, como le suele pasar a la gente que pasan en sus crisis por diferentes etapas de negociación, negación, frustración, rebelión y luego aceptación, pues ella no ha sido la excepción.

Y en medio de todas esas etapas se ha enfriado un poco en su relación con Dios. yo me imagino que por lo que yo represento, aunque toda la familia estamos muy unidos, pues, de alguna manera ha tenido mucha animosidad contra mí, que soy la que siempre he representado… sin ninguna forma de negociar eso, esa firmeza, esa fidelidad, esa palabra de fe, esa declaración de la fidelidad de Dios, y de alguna forma todo eso ha chocado con la experiencia que ella ha tenido.

Créame que yo no he compartido esto de esta manera en ningún lugar. Y hemos tenido que sufrir encima de su experiencia, pues también el extraño trato hacia mi persona. cuando yo despierto y siento aquí el coraje tan grande, pues era como Dios diciéndome, tu has reprimido todo ese dolor y ese coraje y has tratado de lucir y lo has logrado, ante ella, como una madre que cuida, que acompaña, que no pierde la fe, que tolera cosas inusuales, pero que sabe por uno por la experiencia de vida, por la fe, y por los estudios que son cosas propias de las experiencias que tenemos que pedirle al Señor que nos ayude a mirar todo en un cuadro.

Y has reprimido todo ese coraje, pero hermanos, yo desperté con un coraje que es lo que cogiera de frente me lo llevaba, y yo decía, Señor, pero tan fuerte es mi coraje, tan grande es mi dolor? Y yo lo sabía, pero Dios me decía en el sueño, tus vestiduras. Porque yo decía, qué significa esto? Porque yo nunca recuerdo los sueños y lo podía recordar al detalle. Dios me decía, tus vestiduras son blancas pero hay una mancha maloliente deteriorándola. Tienes que echar fuera ese coraje, tu me has entregado todo, y tu estás confiando en mí pero tienes que entregarme ese coraje, ese dolor que mancha tus vestiduras, que te altera, que no te deja ordenar todo lo que se ha producido como producto de todo esto que ha ocurrido en la familia, y que te lleva junto a tu esposo a romper con escenarios de dramas y de teatros que se quieren representar pero que no corresponden a la verdad.

Y yo decía, Dios mío, pero qué es esto? Y una vez logrado eso vas a ir caminando con todos ellos en paz. Y yo no podía pensar cómo yo iba caminando con el ex esposo de ella a mi lado y las nenas y todo era tan armonioso y tan positivo. Yo decía, guau, que tremendo Señor, y entonces Dios me dio esta palabra y Dios me dijo, esa es la palabra para ellos.

Y fíjate que cuando Jeremías habla aquí dice, “Y habló Jehová a Jeremías por segunda vez, aún estando él preso en el patio de la cárcel…”

Yo no sé cuántas veces Dios te ha hablado a ti. Yo no sé si tu siendo sierva, siervo de Dios, alguien que le es fiel al Señor, que le ha creído, que por encima de todas las cosas ha puesto la palabra de Dios y la obediencia a Dios y se ha mantenido contra todo sufrimiento poniendo en alto su fe, su testimonio, cuántos de ustedes se sienten presos en esta mañana. Se sienten presos como un acto de injusticia de todo lo que está pasando alrededor suyo.

Jeremías no tenía por qué estar preso. Jeremías estaba preso porque había hablado la palabra de Jehová, porque le había creído al Señor, porque había hablado al rey, a sus príncipes, a los sacerdotes del pueblo, lo que Dios le daba tocante a lo que había que hacer, pero estaba hablando palabras que el pueblo no quería oír.

La gente a veces no quiere oír, la gente a veces no quiere que tu te mantengas firme, que tu te mantengas en la fe, que tu te mantengas en tu postura, que tu te mantengas mirando, levantando tu rostro como mirando al invisible. La gente a veces resiente eso. La gente quisiera que tu gritaras, vociferaras, maldijeras, te salieras de control, echaras todo por la borda, y no pueden. Cuando el enemigo se cuela no pueden tolerar, no pueden soportar tu quietud, no pueden soportar tu control y que tu fe permanezca.

Mi papá me decía tocante a esto y a otras cosas que está sufriendo con otras nietas, Marta, yo no veo luz al final del túnel. Yo le decía, papi, nosotros por fe andamos y no por vista. Tu no tienes que ver la luz, la luz está en tu corazón, Cristo te ha dado una palabra, tu tienes que creerle, tu tienes que continuar. No se trata de lo que las circunstancias digan, no se trata de lo que tus emociones, no se trata de lo que tu frágil fe diga, se trata de lo que Dios ha dicho. ¡Aleluya! Y su palabra permanece para siempre.

Hermanos, yo he tenido que pastorear en todo este tiempo de pastora, pero más aún en estos últimos años, no solo a mis hijos, a mi esposo, a mis padres, a mis hermanos, a mis sobrinos, a mis nietos. Y es como un no poder salir de tu rol pastoral en ningún momento, y tu sentir que por todos los frentes tienes trabajo, tienes reto, tienes desafío, tienes demanda y tu no encuentras un espacio para descansar y para decir, aquí soy nadie, ahora soy cualquiera, soy uno más, y puedo abandonarme y enajenarme de todas las cosas que me responsabilizan, que me demandan.

Pero aunque tu sientas en esta tarde por causa de tu fidelidad a Dios, por haber hablado lo que tenías que hablar, haberte mantenido fiel, aunque tu estés preso en esta tarde, y Dios te haya hablado una primera vez, y aún permanezcas preso, Dios tiene una nueva palabra para ti. ¡Aleluya!.

Gloria al nombre del Señor. Y aún preso, aún limitado en su alimentación, en su libertad y en muchas circunstancias, Jeremías recibió por segunda vez palabra de Jehová. ¡Aleluya!

Aunque tus circunstancias no cambien Dios está y lo que ha dicho se cumplirá. ¡Aleluya! Aunque sigas preso, aunque sigas cautivo como les decía a las mujeres ayer, aún en medio de la cautividad allí en Babilonia, junto al río que va Ezequiel alzó sus ojos y vio los cielos abrirse y tener visiones de Dios. ¡Aleluya!

El mismo Juan en medio de su cárcel, en medio de su exilio, en Patmos vio al Hijo del hombre, ¡Aleluya! En el día del Señor que estaba presente junto a él y escuchó su voz como de trompeta, en el peor de los escenarios de su vida, donde también por su fidelidad y como un acto de injusticia estaba relegado a ese lugar.

Hermanos, son los peores momentos de la vida, no sé por qué los que Dios escoge, para que tu le conozcas, para que tu oigas su voz como nunca, para que tu veas su gloria, para que tu puedas declarar con Job, de oída te había oído más ahora mis ojos te ven. Yo hablaba cosas que no entendía, cosas demasiado sublimes para mí, pero yo me retracto y me arrepiento en incienso y cenizas porque tu eres Dios. Dios bueno, Dios justo y dice la palabra, que cuando Job se sometió a lo que Dios le estableció y hubo orado por sus amigos, Dios le devolvió al doble todas las cosas que había pedido. ¡Aleluya!.

Y aún cuando murió de 140 años, murió viejo, lleno vida, aún en su muerte fue abundante. ¡Aleluya! Y Jeremías estaba preso pero aún esa cárcel no te priva de la presencia de Dios. Dios está como nunca a tu lado, como poderoso gigante. Dios está ahí secando tus lágrimas. Dios está ahí impartiéndote su fuerza. Dios está ahí diciéndote, no te dejaré ni te desampararé. Dios está a tu lado pronunciando con voz profética, no temas porque yo estoy contigo. No desmayes porque yo soy tu Dios que te fuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia y cuando Dios trae palabra a Jeremías por segunda vez, aún estando preso en el patio de la cárcel, Dios le afirmó primeramente su nombre, Dios le dijo, yo soy Jehová, Dios de Israel, que hizo los cielos y la tierra, que formó la tierra para afirmarla, Jehová es mi nombre y le dijo, clama a mí. ¡Aleluya! Porque hay momentos en la vida en que nadie quiere oírte, nadie quiere o puede darte la mano, nadie puede ofrecerte lo que solamente en el corazón de Dios y Dios lo sabe.

Y Dios te dice clama a mí y yo te responderé como si tu fueras la única persona que habita la tierra, como si no hubiera nadie más. Te amé con amor eterno y por esto te prolongué mi misericordia. Clama a mí y yo te responderé y te mostraré cosas grande y ocultas que tu no conoces.

Hermanos, Dios tiene que alterar nuestro entorno muchas veces para que nosotros dejemos de escuchar otras voces y podamos estar a solas a él y podamos aprender cosas que no aprenderíamos de otra manera. Dios nos trae revelación. Dios nos enseña las cátedras más gloriosas. Dios nos da ¡Aleluya! Las revelaciones más preciosas cuando estamos en crisis y en medio de esa crisis Dios le dice a Jeremías, clama a mí, clama a mí y no vas a perder el tiempo, has clamado mucho, yo te he dado promesas, tu no las has visto cumplir, tu sigues preso, pero clama a mí y yo te responderé. ¡Aleluya!

Ha llegado el tiempo en que yo te responda, que yo te enseñe otras cosas y te mostraré cosas grandes. Hermanos, tu crees que has visto cosas grandes, Dios tiene cosas aún mayores para ti. ¡Aleluya! Más gloriosas, más elevadas, más profundas, más amplias y te mostraré cosas grande y ocultas, cosas que hasta ahí tu no habías visto, como le dijo Dios a Siro, te daré dos tesoros escondidos y los secretos muy guardados para que sepas que yo soy Jehová, que te puse nombre, que no hay otro fuera de mí. ¡Aleluya!

Te mostraré y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces. ¡Aleluya! Y Dios ha estado mostrándome y enseñándome cosas, hermanos, que yo no conocía. Y Dios ha estado tratando de explicarme las cosas que han sido, las que son y las que vendrán. No solo en mi carácter personal y familiar sino aún en el carácter de nuestra iglesia, nuestro país y de la historia en general. Porque, hermanos, tenemos que reconocer los tiempos. ¡Aleluya! Tenemos que darnos cuenta la dirección en que está tomando toda esta historia humana y cómo se acerca hacia el fin.

Y Dios le dice a Jeremías, mira, no te sorprendas, porque así ha dicho Jehová, Dios de Israel acerca de las casas en esta ciudad y de las casas de los reyes de Israel, derribadas con arietes y con hachas, a causa de toda su maldad.

Porque la primera vez que Dios le habló a Jeremías le dijo, cómprale a tu primo, Anamael, la casa, la propiedad que viene a venderte porque viene de parte mía. Y la ciudad estaba sitiada, ellos estaban viendo la destrucción, viendo la movilización hacia el cautiverio, pero para después llegó su primo y le ofreció la compra de la casa y le dijo que él era el que tenía el derecho, y dice que Jeremías entendió que era palabra de Dios y le compró la propiedad y puso testigos y selló la carta y la guardó porque Dios le dijo, todavía se comprarán casas en esta ciudad y en este lugar.

Y esa fue la primera palabra que Dios le dio a Jeremías. Y cuando le habla la segunda vez le afirma lo que había dicho la primera vez y añade, y es cuando le dice, estas casas de esta ciudad que tu ves derribadas a causa de la maldad de tu propio pueblo, tu vas a ver el cambio, tu vas a ver la transformación porque aunque lo que se está viviendo es producto del pecado y de la maldad, hermanos, porque lamentablemente muchos de lo que sufrimos no es culpa de Dios ni del diablo, son las consecuencias de nuestras propias decisiones y elecciones.

La culpa es huérfana, nadie la quiere, pero muchas veces tenemos que asumir responsabilidad por lo que está pasando en nuestra vida y en nuestra familia. Y Dios le está diciendo a Jeremías, aunque por causa de la maldad del pueblo ves toda esta destrucción y se han derribado todas estas casas, he aquí, hermanos, eso es lo que distingue a Dios sobre toda otra persona, he aquí yo les traeré sanidad y medicina. ¡Aleluya! Y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad. ¡Aleluya!

Y Dios me hablaba y me decía, no temas por lo que estás viendo, no temas por ese cautiverio emocional en que te sientes, no temas porque la palabra que te hablé la primera vez no se ha cumplido, no temas porque ves todo derribado y porque ves todo asolado y destruido, yo les traeré sanidad y medicina. ¡Aleluya! Y los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

Hermanos, ese es el Dios al que nosotros le servimos. Ese es el Dios cuya misericordia son nuevas cada mañana. Ese es el Dios que te ve, que te conoce, que tiene piedad de ti, que dice, no temas yo te ayudo. ¡Aleluya! Yo, Jehová, y fuera de mí quién salve. ¡Aleluya! Y Dios le hace una promesa tan tremenda acerca de su hermano, de su compueblano, y asocia el pecado con la enfermedad del espíritu y cuando dice, sanidad y medicina, no sé por qué de alguna forma a mí trae a pensar que Dios va a orar algunas cosas por los medios sobrenaturales, pero va a obrar otros con los medios naturales. ¡Aleluya!

Y por eso dice sanidad y medicina, pero nos curará y curará nuestros hijos, y curará los nuestros y les revelará abundancia de paz y de verdad. hermanos, porque lo que necesitan nuestros hijos y lo que necesitan tantos por los que sufrimos no es más información ni más iglesia, y todo esto es necesario sino una experiencia personal con Jesucristo, necesitan que la gloria de Dios se le meta en el corazón, que los sacie, que les revele la verdad y la paz que solamente está en él y muchos de nosotros hemos criado a nuestros hijos en la iglesia, en el Señor, les hemos dado buen testimonio, los hemos cubierto de oración, hemos sembrado en ellos, hemos invertido y no vemos el fruto, pero no se tarde hermano y hermana, el Señor los va a sanar, el Señor les va a dar la experiencia que necesitan, el Señor se les va a revelar, ¡Aleluya! El Señor les va a dar a conocer la verdad y la verdad los va a hacer libres. ¡Aleluya!

Bendito y alabado sea el nombre del Señor. Dice esa palabra, para no extenderme mucho, y los restableceré como al principio. ¡Aleluya! Lo que está viendo no es el final, lo que estás viendo es solamente [inaudible] en el proceso divino. ¡Aleluya! Él los restablecerá, o te restablecerá como al principios. No temas. ¡Aleluya! Ponte en las manos del Señor, sigue confiando en él, agárrate fuertemente de sus manos, dile que te ayude a continuar. ¡Aleluya! Él da esfuerzo alcanzado y multiplica la fuerza al que no tiene ninguna. los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen, pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas. ¡Aleluya!

Levantarán alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán. Yo, dice el Señor, los restableceré como al principio y los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí y perdonaré todos sus pecados que contra mi pecaron. Hermanos, si algo Dios es, es un Dios perdonador. Si algo Dios es, es un Dios que si confesamos nuestros pecados, es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. ¡Aleluya!

Y me será a mí por nombre de gozo, de alabanza y de gloria entre todas las naciones de la tierra que habrán oído todo el bien que yo les hago. Y temerán y temblarán de todo el bien y de toda la paz que yo les haré. Denle un aplauso al Señor.

La gente se va a quedar boquiabierta cuando vea lo que Dios hace por ti y por los tuyos. ¡Aleluya! Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión seremos como los que sueñan. Nuestra boca se llenará de risa y nuestra lengua de alabanza, y dirán entre las naciones, grandes cosas ha hecho Jehová con estos. Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros. Estaremos alegres a por ver nuestra cautividad hay que seguir orando como los arroyos del Negev. Dice, los que sembraron con lágrimas, con gozo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, más volverá cantando trayendo su cabilla. ¡Aleluya!

Afina esa voz que vas a tener que alabar al Señor y elevar cántico de victoria, ¡Aleluya! Porque Dios ha de cumplir su palabra. Pero no desesperes aunque tardare si él también te brindará. Estate quieto y espera, conoce que él es Dios, él tiene sus tiempos, él tiene sus cosas, no te dejes llevar por voces de aquí y de allá porque hay veces que gente nos trae palabra por compasión o por empatía que no es palabra de Dios, y Dios le decía a este pueblo, mira, no escuches a tus profetas ni a tus sabios ni a tus adivinos, que yo no los envié porque así dijo Jehová, cuando en Babilonia se cumplan los 70 años, yo os visitaré.

Mira, yo no sé si a ti te tocan 7 días, 7 semanas, 7 meses, 7 años, todo está en el plan y en el propósito de Dios, pero cuando se cumpla tu término, ¡Aleluya! Cuando Dios entienda que ha concluido tu proceso, Dios te visitará y despertará sobre ti su buena palabra. ¡Aleluya! Para hacerte volver a tu lugar, ¡Aleluya!

Y el Señor les dice ahí, porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros. Pensamientos de bien y no de mal para daros el fin que esperáis. ¡Aleluya! Dios tiene buenos pensamientos acerca de ti, Dios está planificando cosas gloriosas para tu vida. No te cuelgues en la prueba, no te quites, no te rindas, no desmayes, no abandones tu fe, no abandones al Señor, espera, confía, lo que Dios ha pronunciado desde el principio eso será, ¡Aleluya!

Como yo te dije ayer, que la palabra de Dios es viva y eficaz. ¡Aleluya! Y que como desciende de los cielos la lluvia, la nieve y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir y da semillas al que siembra y pan al que come, dice el Señor, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía sino que hará lo que yo quiero y será prosperada en aquello para lo cual la envié.

¡Aleluya! Y aunque Dios tarde, hermanos, cuando se cumpla el proceso en el justo momento de Dios, será el parto. Las mujeres sabemos que cuando estamos embarazadas, ay Dios mío, mira que yo fastidié en el tercer embarazo, que yo ya era pastora, los primeros dos embarazos yo no era pastora, pero en el tercero sí. Y a las 8 semanas y media, ya y ya, iba al hospital, y no, y todavía, y dale que es tarde. Y una hermana de la iglesia, Anita, me dijo un día, pastorcita, no fastidies más que cuando sea el tiempo justo en que se cumple el tiempo adecuado, es que va a nacer la criatura. Y así fue. Un 18 de septiembre vinieron los dolores y en pocas horas ya habíamos tenido el parto.

Pero, hermanos, a veces nosotros abortamos los muchachos porque lo queremos sacar antes de tiempo del vientre y queremos comprimir y reducir el tiempo de los procesos de Dios y no es posible. Dios sabe lo que hace y cuándo lo hace y muchas veces Dios hace como que se retira para que aquellos que están indiferentes, rebeldes y endurecidos, reaccionen.

Como él le dijo al profeta Oseas, andaré, y con esto termino, y me volveré a mi lugar hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro en su angustia me buscarán, dice el Señor. ¡Aleluya!

Venid, invita y volvamos a Jehová porque él arrebató y nos curará, hirió y nos vendará, nos dará oídos después de dos días y en el tercer día nos resucitará y viviremos delante de él. ¡Aleluya!

Ponte en pie. Levanta tus manos. Adora a Dios, dale gracias a Dios por su palabra. Créele que él quiere que en todo tiempo sean blancos tus vestidos, siempre hay ungüento sobre tu cabeza. Esas manchas que ha envuelto tu testimonio, esas ropas que pueden estar negando la obra de Dios en ti, hay que cambiarlas, hay que quitarlas, hay que salir del drama, del teatro, de las representación deshonesta y ser transparentes de Dios y de la gente y creer que el momento de Dios llega para cada cosa y que Dios liberta y sana tu corazón del dolor de esas heridas, del dolor de esas experiencias y de esas pérdidas y que Dios transforma los escenarios, que sana, te revela la verdad y te permite caminar como yo me veían en el sueño, junto a aquellos que se habían separado de ti, junto a aquellos que no estaban contigo. Dios hace la paz. Dios reconcilia. Dios nos resucita en el tercer día y viviremos delante de él.

Vamos a orar en este momento por todos aquellos que han oído palabra de Dios pero se sienten presos y necesitaron una segunda palabra y Dios se la ha dado en este momento y reciben con alegría y con fe el desafío de Dios de clamar a él y creer que él responderá, que él revelará lo que falta, que él sanará los heridos, que él traerá nuevamente a los nuestros, que él traerá unidad y armonía y que aún en medio de la angustia él está glorificándose, moviéndoles el piso, llamándolos y ayudándolos a llegar nuevamente para que juntos vivamos delante de él.

No importa como estén las cosas, todavía se comprarán casas en este lugar, todavía se edificarán muros en esta ciudad aunque todo esté derribado y asolado, porque Jehová, el Señor, lo ha dicho. Padre celestial, tu eres Dios sobre todas las cosas, no hay nadie como tu, ni obras que igualen tus obras, no importa cómo estemos en esta hora, tu eres Dios sobre todas las cosas, Jehová es tu nombre. Tu nos invitas a seguir pidiéndote a pedir con confianza, a entender que cuando se cumpla el tiempo tu nos visitarás. ¡Aleluya!

Y tu cumplirás los pensamientos de bien y no de mal que tienes acerca de nosotros. Danos la paz tuya que sobrepasa todo entendimiento, que por nada estemos afanosos, sino que sean conocidas nuestras peticiones delante de ti, en toda oración y ruego con acción de gracias, y esa paz tuya, guardará nuestros pensamientos y nuestros corazones en Cristo Jesús.

Señor, amarramos nuestra vida a ti. Señor, ligamos nuestra alma a la tuya. Señor, recibimos tu palabra y la creemos. Señor, ponemos por encima tu palabra a nuestras circunstancias y te agradecemos tu procesos de crecimiento y de bendición. Te agradecemos tus promesas, ¡Aleluya! Y estaremos ahí los que hemos sembrado con lágrimas, segando con gozo, con cántico y con alegría en el nombre que es sobre todo nombre, el nombre de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y salvador, oramos con fe y con celebración y acción de gracias. Amén. ¡Aleluya! Dios los bendiga, hermanos.