Mantener el balance en un mundo en continuo movimiento

Transcripción

La palabra por medio de Analí Rodríguez, ya la había presentado antes, pero se que llegaron algunas después. Ani es miembro de nuestra iglesia hace unos 6 meses, es una mujer que se ha preparado en el ministerio, al igual que profesionalmente, también tiene trabajo profesional y estamos privilegiados de tenerla en esta mañana. Ella va a compartir acerca de mantener el balance en un mundo en continuo movimiento, así que vamos a escuchar de Ani y ver lo que el Señor tiene para nosotros en este día.

Hermanos que el Señor los bendiga. Amen. No se oyó. Que el Señor los bendiga. Gloria a Dios. Que bueno es Dios. Este ambiente como dijo la hermana, está saturado, hermanos, está saturado para ver lo que el Señor va a hacer con nosotras esta mañana ¿verdad? Alabado seas.

Mi tema hoy es manteniendo el balance en un mundo en continuo movimiento, pero primero que nada quiero contarles un poquito de mi porque soy nueva en la iglesia. Yo no conozco solamente a dos o tres, ustedes no me conocen a mi, como Meche ya ha dicho, yo llevo como 30 años en el ministerio en los caminos del Señor. Vine a los caminos del Señor de trasfondo católico, después de un divorcio con una niña de 4 años. Vine a los caminos del Señor por curiosidad, porque ya había tratado todo. Entonces, pues yo quería ver lo que esa gente en la iglesia tenía, cómo yo podía tener lo que la gente en la iglesia tenía. Para ese tiempo mi mamá y mi hermana se habían convertido al Señor, y yo quería tener lo que ellas tenían.

Vine a los caminos del Señor pero se le hizo al Señor muy duro. Yo era una persona bien dura. Yo iba a la iglesia y no le daba la vida al Señor y pasaban los meses, y yo ando con una patita aquí, con una patita allá, ¿me entienden? Entonces, un día me agarró el Señor

y fue mi en mi casa, vino el pastor a visitarme en esos días, ¿verdad? Y yo estaba, me acuerdo como hoy, yo estaba en mi apartamento, mi niña estaba arriba jugando y haciendo de las suyas, y yo estaba pagando biles. Y usted sabe que cuando no se si alguna es soltera aquí, pero cuando una mujer es soltera, uno paga a Pedro y no paga a Juan, y le da un poquito aquí y le da un poquito allá. Eso era lo que yo estaba haciendo.

Y llegó y entró el pastor, ah, pastor cómo está, oh, si, entre, ¿quiere un poquito de café? Si, si, como no, si te lo acepto. Nos sentamos y empezó a hablarme del Señor y de cómo me sentí en la iglesia y yo, pues, ahí. Y mi alma estaba batallando, porque yo decía, mire, en mi, yo decía, mire, pregúnteme ya, pregúnteme, que yo estoy ready. Y cuando él no... él como que hizo, ¿quieres? Y yo, si...

Un día que jamás olvidaré. No fue que se me hizo las cosas color de rosa, pero si ya había esperanza en mi vida. Y comenzó mi trayecto en el Señor. Y usted conoce como todo el mundo dice, quién es el primer amor, a todo lo dice que si. Y vamos para la iglesia para allá.... yo, ..... Y vamos para acá.... fua.... y para allá.... y fua.... y hay que ser ujier, y vamos,.... y hay que hacer esto.... y yo sin saber nada. ¿Ok? Pero el Señor me estaba nutriendo. Hay que ser maestra de escuela..... yo sabía de la Biblia si yo estaba empezando, pero mire la necesidad, y yo veía la necesidad. Entonces, pues, para ese tiempo ya había el pastor con el cual yo me convertí, pues, ya se había ido y había una pastora, entonces pues, cuando yo le dije, mira esos niños, esos jóvenes necesitan entrenamiento y necesitan..... Y ella me dijo, ah, pues si tu ves la necesidad, es tuya.

Y entonces, pues ella se convirtió en mi mentora y yo, eso era que yo me comía la Biblia, y eso era y dele, dele, y dele..... y estaba en continuo movimiento. Empecé a dar la escuela dominical, especialmente a los jóvenes. De esta iglesia conocí a Miguel y a Elizabeth, son las únicas personas que yo conozco de esa iglesia, yo estaba en Connecticut. Después de muchos años en estar en la escuela bíblica, estar en todo servicio del ministerio de la iglesia, después de muchos años pues el Señor me lleva a estudiar. Sentí esa necesidad de estudiar más profundamente teología e ingresé en el Seminario Teológico de CUME. Yo vivía en Connecticut y viajaba dos veces al mes a coger clases, dos horas y media y yo salía de trabajar, porque yo siempre he tenido trabajo secular, salía de trabajar, viernes por la tarde y le llevaba la nena a mami. Gracias Señor. Entonces, cogía para Boston, cogía una clase de las 7 a las 10. Me quedaba en casa de Elizabeth, no se si ustedes la conocen, me quedaba en su casa. Después el sábado por la mañana iba y daba una clase de las 8 a las 4. Me montaba en mi carro y seguía para Connecticut. Les digo, hermanas, había veces, días, en invierno que yo tenía todas mis ventanas de mi carro abiertas para no dormirme en el camino. Y yo le decía, ‘Señor, llévame a casa. Señor, llévame a casa’. ‘Señor, llévame a casa.’

Continué mis estudios y estuve soltera por 17 años, a las que están esperando en el Señor, les digo esta mañana, esperen en el Señor porque cuando el Señor da algo, lo da bueno, bueno, bueno, bueno. Conocí a mi esposo en el seminario, él estaba cursando estudios y cogió una clase en ese tiempo, el seminario de Cume tenía una clase satélite en Hartford, Connecticut. Dave, mi esposo, cogió esa y era una clase de youth ministry. Él viajó de aquí a coger esa clase, yo viajé de New London, Connecticut a coger esa clase en Hartford. El profesor de Dave, esposo de Elizabeth, que era mi mentora, en esos tiempos, como era la clase era solamente mensual, pues, yo hice planes con Aira, el esposo de Elizabeth para ir a almorzar. Entonces, mi clase, yo estaba cogiendo consejería pastoral, y Dave estaba cogiendo la clase de jóvenes. Mi profesor nos dejó salir temprano y yo no tuve más opción que entrar a la clase de Aira, sentarme atrás, hasta que Aira terminara. En esa clase estaba Dave. Dave me vio a mi, pero yo no vi a Dave, entonces, nos fuimos a comer y como Dave, Aira vivía aquí, Dave vivía aquí. Dave llamó a Aira y le preguntó quién era yo. Y no me di cuenta de nada, pero ellos se pusieron en conversación y divisaron un plan de que el próximo mes Aira me iba a invitar a mi a desayunar y Dave, como el que no quiere la cosa, iba a estar allá.

Entonces, pues llegamos Aira y yo a Frels y Aira me dice, ay, mira allí está Dave solito. Está en la clase mía, vamos a invitarlo y yo, como que quien no quiere la cosa, ‘sí, invítalo. Está bien, .... entramos en conversación lo más bien. Pasaron los meses y entonces (.......) y Dave en una de las clases me dice, ‘¿quieres ir a almorzar?’ Yeah, fine, whatever. Y nos fuimos a almorzar, pero le digo hermanas que cuando yo acepté ese almuerzo en ese instante yo, I realized, me di cuenta y fue el Señor, que ese hombre iba a ser mi esposo, en un instante. Cuando yo dije si al almuerzo. Entonces, pues, .............. y yo en todo el almuerzo yo cogí y le puse las cartas en la mesa. Si tu estás buscando esposa, no mires para acá. Mira yo tengo ministerio, yo tengo esto, yo tengo esto otro, yo no estoy buscando a nadie.... Y entonces, pues él me dice a mi, que mientras yo le estaba poniendo las cartas en la mesa, estaba diciendo, esta va a ser mi esposa. We were like this. En cuanto find out que él estaba haciendo el mismo ministerio que yo estaba haciendo en mi iglesia, pero lo estaba haciendo en Kansas antes de venir al seminario, y empezamos una relación de amigos y yo en cuanto terminamos el almuerzo y él se fue para su casa, y yo me monté en mi carro para ir para la mía, yo todo el camino, que eran como 45 minutos meditando con el Señor, decía, no, Señor, yo no estoy buscando relación con nadie y menos que él no fuera de mi cultura, como va a hacerlo. Él es americano, cómo nos vamos a entender. Y entonces el Señor más me decía, ese va a ser tu esposo, but he’s so square, he’s this, he’s that, you know, whatever. I mean, excusa, tras excusa, tras excusa, ok.

Tuvimos una relación de amigos como por un año, después estamos un poco más, salimos por 3 años in long distance, a distancia. Él vivía aquí, yo vivía en Connecticut. Él daba trabajo dominical aquí los domingos en una iglesia de vietnamese, entonces viajaba a Connecticut a mi iglesia, nos veíamos solamente en la iglesia los domingos. Después de la iglesia íbamos a almorzar con mi familia, él cogía, se metía en el carro y se venía; 3 años. Se ganó a mi hija, yo tenía una hija que para ese tiempo tenía 15 años, ese tiempo si es madre soltera es una edad muy difícil. Se ganó a mi hija, una vez que se ganó a mi hija, me ganó a mi ¿verdad?

Una relación muy bonita y cuando el Señor nos dijo que era tiempo para casarnos todo cayó en su lugar. Todo el mundo decía, ‘Y Ani, por qué tu no te quedas en Connecticut, pero la salida era mía, no era de él. Cuando yo me despedí de mi iglesia, fue una celebración. Cuando caímos aquí en Massachussets nosotros, nuestro primer apartamento fue una casa que como dos semanas antes de casarnos no sabíamos dónde íbamos a vivir. Conseguimos una casa, free of grant, por cuatro meses, free of grant y tenía sala, antesala, tres cuartos y yo decía, ‘Señor, ¿pero qué es esto?’ Cerca es que cuando las cosas están debajo del Señor, por eso digo, si usted está esperando del Señor, vale la pena, vale la pena esperar en el Señor.

Siempre he tenido mi trabajo secular. Después de que nos mudamos a Connecticut, pues llegamos a la iglesia Evangélica Hispana, estuvimos allí 13 años. En el último año el Señor nos dio salida a nosotros. Estuvimos allí junto con Nelson y Guillermo Sales, mano a mano con ellos, mi iglesia bendecida. Estuvimos en varios ministerios allí pero cuando uno no tiene que ser obediente al Señor y cuando hay salida, pues el Señor, traza todas las cosas.

Hemos caído aquí en Revere y el Señor también nos ha enseñado que aquí es el lugar. Nos hemos unido al ministerio americano, ministerio del sábado por la noche, un ministerio que está empezando, un ministerio precioso y que esperamos que el Señor ahí nos de lugar.

Mi trabajo secular, yo trabajo en el Brigham's, un programa que a los residentes de radiación oncológica, guau, lo dije bien ¿verdad? Radiación Oncológica, tengo 28 residentes, o doctores en training y son como mis hijos porque todos son jóvenes, todos tienen 30, 35 años y tengo la oportunidad también ahí de darle un poquito del Evangelio. Tengo 3 ó 4 que son cristianas y es un amor.

Pero, siempre muy ocupada, siempre muy ocupada. Como ustedes saben, sea en el trabajo, sea en mi vida de ministerio tratando de dar lo mejor de mi, tratando de mantener un balance, que es el tema que vamos a tocar hoy, porque lo uno conduce a lo otro. Si usted tiene una vida balanceada, pues como que todo está ahí. Cuando su vida no está balanceada como que.... yo soy puertorriqueña so, si les digo ahí frases es por eso, ¿verdad? como que en una pata, uno cojea ¿verdad que si? Cuando está desbalanceada y también fallando a veces ¿no?, porque a veces queremos ser perfectas, a veces no queremos fallarle a nada ni a nadie y nosotras...

¿Cuántas se han sentido así, que no le quieren fallar a nada ni nadie, quieren ser perfectas, todo quieren bien? Y realmente no importa cómo tu te sientas, no importa cómo tu te sientas. Mira, tu puedes estar muriéndote adentro, tu puedes estar cansadísima pero tu no puedes fallar. Y a veces hasta nuestra salud se afecta porque nosotros no queremos fallar, porque nosotros tenemos esa mentalidad que si tenemos que ser así. Y así somos las mujeres. Así es nuestra constitución.

Pero entonces nosotras vivimos siempre entre lo urgente y lo importante, tantas cosas legítimamente importantes que tenemos. Pero, para la mujer cristiana mantener el balance se vuelve aún más importante porque mientras el mundo, y sus quehaceres nos dice haz más, haz más, haz más, el Señor nos llama a estar quietas y saber que él es Dios.

Entonces ¿cómo nosotras encontramos ese balance? Para yo desarrollar este tema, yo tuve que auto analizarme porque uno está siempre de aquí para allá, y de allá para acá. Tuve que auto analizarme entonces pues, cuando auto analicé mi primer pregunta fue, ¿quién y cuál es mi eje, mi ancla? Y por supuesta es, mi ancla y mi eje es Cristo Jesús, el salvador de mi vida, el Todopoderoso.

Pero ese en auto análisis comprendí y me di cuenta de que hay tiempos en el cual estoy cerca del eje y entonces hay otros tiempos que estoy lejos del eje, que estoy así, y así, que vivo constantemente en una balanza. Amen. Entonces, encontré síntomas del desbalance. Mi primer punto en esta tarde, mañana, es descubrir los síntomas del desbalance. Hoy vamos a encontrar la receta a los síntomas en nuestro libro de estudio, en nuestra Biblia. Pero para llegar a la receta tenemos que ver los síntomas. Así es que le voy a dar muchas citas bíblicas pero no se apuren porque yo tengo todo aquí, no tienen que buscarlas, pero pueden apuntarlas.

Nuestro primer síntoma: el diagnóstico. Corazón distraído, síntoma número 1, está en Mateo 15:8 “... este pueblo de labios me honra más su corazón está lejos de mi...” Síntomas de desbalance: corazón distraído.

Cuando mi corazón está distraído no puedo oír la voz del Maestro. Cuando mi corazón está distraído quito la vista del Maestro. No quiere decir que no estamos haciendo las cosas bien, no. Estamos hasta en ministerio, estamos en servicio pero entre todo ese servicio estamos distraídas. Ustedes no han oído el término “... anointing”, unción en la máquina de correr. ¿Qué quiere decir eso? Que usted está tan ungida y corre, que corre, que corre y está salvando tantas vidas que se ha olvidado quién es el salvador. Usted cree que lo que usted hace está volviéndose más y más y más.

“....Este pueblo de labios me honra más su corazón está lejos de mi....”

Cuando mi corazón está distraído yo desarrollo una careta. Todo el mundo te ve, estás haciendo, haciendo y haciendo, pero es con tu careta. ¿Entienden? Hago las cosas por rutina y porque creo que nadie más las puede hacer, pero mi corazón está distraído, entonces cuando mi corazón está distraído estoy más susceptible al próximo síntoma.

El próximo síntoma es un corazón desanimado. Está en Primera de Reyes 19:4 y esta es la historia de Elías y dice:

“... y él se por el desierto, un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro y deseando morirse dijo, ‘basta ya, oh Jehová, quítame la vida porque no soy yo mejor que mis padres...”

Un corazón desanimado es un corazón lleno de tristeza, lleno de congoja. Tristeza que usted no sabe de dónde viene. Un corazón desanimado es un corazón que está en la depre, está en la depresión. Y usted no sabe por qué. Pero mira, si yo tengo un hogar estable, si yo tengo trabajo, si yo tengo esto. O mira si no estoy enferma. Pero entonces ¿por qué? ¿Por qué está congoja?, ¿por qué está tristeza? Eso es un corazón desanimado.

Elías, después de una gran victoria se desanimó. A nosotras nos pasa lo mismo. El desánimo se mete en nuestros corazones muy sutilmente, no nos damos cuenta hasta que no nos encontramos debajo de la sábana. ¿Quién ha estado así aquí? Debajo de la sábana y yo no quiero salir, y no abras la ventana, no abras la ventana.... Y si suena el teléfono yo no voy a contestar, no, no, no. Yo no quiero escuchar a nadie, yo no quiero que nadie me visite. Eso es un corazón desanimado. Y así hagamos grandes cosas en el Señor nos sentimos deprimidos, es como si nada, ¿no?

El desánimo nos quita las esperanza, la visión para el mañana nos la quita, nos quita nuestros sueños y es como si nosotras nos tiramos un pity party. ¿Ustedes saben lo que es un pity party? Nos tiramos un party de esos, usted sabe, entonces nosotros somos la invitada de honor. Nos quedamos en casa. Yo estoy excusada de la vida, y entonces pues, cuando estamos así es nuestra tendencia de en vez de agarrarnos del Señor, corremos de él. Amen, porque nosotras somos así, porque nosotras siempre tenemos que ser las fuertes. Porque nosotras .... y cuando nuestro corazón está desanimado, no es para nadie ahí, no es para nadie.

No hay lugar, cuando estamos desanimadas o deprimidas, no hay lugar para el Padre. Y es él que conoce todas nuestras necesidades. Estamos hablando de los síntomas del desbalance.

Número 3, síntoma: corazón que duda. Está en Santiago 1:6

“.... pero cuida con fe, no dudando nada porque el que duda es semejante a la onda del mar que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra...”

Corazón que duda. Santiago 1:6. En este síntoma nos preguntamos, nos cuestionamos, ¿Señor, te importo? Dudamos de la existencia y el amor de Dios cuando tenemos duda. Cuestionamos y encontramos faltas en todo, cuando el corazón duda. Entonces, pues, la duda da lugar a la incredulidad y entonces la incredulidad tiene la capacidad de cambiar muchas cosas en nuestras vidas. Porque entonces el amor de Dios como que no creemos en él, no creemos en la bondad de Dios. Síntomas de desbalance. Corazón que duda, cuestionamos todo lo de Dios, estamos en un terreno peligroso cuando llegamos ya a esa etapa, porque entonces estamos cuestionando la grandeza y el poderío de Dios. No debemos dejar que la duda llegue a nuestros corazones, porque cuando esto pasa, cuando este síntoma de da, ya el enemigo está asechando, ya está a la puerta. Y si tu le abres un poquitito va a entrar.

Síntomas de desbalance. ¿Qué más le añadimos a la balanza? Ansiedades, preocupación, miedos, todos estos síntomas nos paralizan. La preocupación nos domina, nos enferma. Cuando nos preocupamos por algo o por alguien, fijamos nuestra mirada en la situación y no en el Señor. En Mateo 6:25 dice:

“..... No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán ni por su cuerpo cómo se vestirá. ¿No tiene la vida más valor que la comida y el cuerpo más que la ropa?....”

Preocupación. La preocupación se puede tornar en tu manera de vivir. Entonces tu te preocupas por todo, no sales a la calle. Todos estos son síntomas de desbalance, porque una cosa es tener cuidados y otra cosa es tener preocupación. El cuidado me lleva a tomar las medidas necesarias para evitar el problema. Eso es el cuidado. Entonces la preocupación me conduce al miedo, me conduce al miedo y donde hay miedo no hay lugar para la fe. Entonces, ya estoy dudando de la fe, estoy dudando mi fe.

El cuidado nos lleva a Dios y la preocupación me aleja de Dios. Por ejemplo, como estaba diciendo, estoy pagando los biles y no tengo para cubrir esto, entonces yo tengo que agarrarme del Señor y decir, ‘Señor, pero si yo creo en un Jehová..., tu vas a proveer, tu me vas a dar la fuerza para yo levantarme para trabajar, para hacer las cuestiones que tengo que hacer’. Que estoy enferma, y hasta tengo que ir a chequearme porque mire, mi oído está enfermo. Tengo que ir a chequearle porque yo no voy.

Yo creo y he creído, y lo mantengo y lo sostengo que yo creo que un Jehová rafa, el Dios que sana. Y si él no me sana, todavía es Dios. Entonces, también yo creo en el Jehová, el Shaddai, el Dios todopoderoso. Entonces, pues yo clamo esas promesas cuando yo tengo preocupación, cuando tengo desánimo, cuando tengo la depresión para poder balancearme.

Pero nosotras tenemos la tendencia de aislarnos. Juan 16:33 dice:

“... Estas cosas hoy he hablado para que en mi tengáis paz. En el mundo tendréis aflicciones pero confiad que yo he vencido al mundo....”

No dice, quizás tendrás aflicciones. Es una afirmación lo que hay ahí. Tendréis, van a tener, ¿ok? Vamos a tener aflicción. Pero yo he vencido al mundo, confiad en mi. Nuestra confianza está en el Señor. Amen.

Para entrar en el próximo síntoma, tengo que darle una anécdota y lo voy a contar en la primera persona. Era un día de primavera muy lindo, muy bonito, iba yo por el camino. Me encuentro al Señor, me dice, ¿cómo estás?. Ah, bien Señor, si yo estoy bien, mira es un día precioso y estoy gozosa. Mira, Señor, qué lindo eres. Ay, si, si, yo te amo tanto, Señor, pero Señor, ¿yo puedo hacer algo por ti hoy porque yo no estoy haciendo nada? Y el Señor me dice, ‘si, tu ves esa carretilla que hay ahí, ¿tu me la puedes llevar a la montaña?’ ‘si, Señor, como no, si, por qué no, mira, yo, si....’.

La carretilla tiene 3 piedritas. Si Señor, bueno, pues la carretilla está en buena condición. Si, si, yo te la llevo. Si, si, como no. ...... al poder, poder sin igual, sin igual poder de Jesús..... Ah, ¿cómo estás? Tanto tiempo que no te veo. Oh, ¿tu tienes eso que vas a llevar para allá? ¿tu quieres que yo te lo lleve? Si, si, si, no, no, no, tu no tienes tiempo para ir para allá..... Si, yo voy para allá, yo te lo llevo. Si, si, como no.

Es una piedra grande. Y lo pongo en la carretilla. Ya tengo 3 piedritas y el peñón..... Poder, poder, sin igual poder, Ven Jesús, ven Jesús.

Ah, como estás. Mira, ¿tu me puedes dar un poquito de agua? Porque mira, voy para la montaña para allá arriba y tengo esta carretilla y tengo mucha sed. Ella me da el agua, y me dice, si, si tu vas para la montaña, yo tengo dos bolsas de polvo, a ver si tu puedes llevarme. Oh, si, como no, yo te las llevo. Esa carretilla tiene las ruedas están muy buenas. Tengo otras cosas, pero si, si, como no. A la carretilla.

Ya llevo 3 piedritas, el peñón, dos bolsas de polvo. Ay, poder, poder, poder... Mira yo voy para la montaña y .... poniendo un break aquí contigo. Oh, tu tienes dos bolsas de granillo. Oh, si, mira yo voy para la montaña, si, si, échalas ahí. Si, si...... ah, ah. ah...... ay, ay…… Señor, ¿pero qué es esto? Yo no puedo llevar todas esas cosas. ¿Cómo es que yo puedo llevar todas esas cosas?

Y el Señor, ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan enfadada? Señor, pero mira, es que la carretilla se rompió, no he llegado a la montaña y tengo tantas cosas, yo no puedo. Entonces el Señor me dice, ¿pero qué tu tienes ahí? Esto no es tuyo, esto no es tuyo, esto no es tuyo. Yo te di, estas 3 piedritas que tenías que llevarme. Todo eso que hay ahí no es tuyo. Tu me llevas las 3 piedritas, deja que al que yo le di las otras cargas, las lleve. No es para ti. Ah, poder, el poder.......

¿Cuál es el último síntoma? Díganme ustedes, la sobrecarga. La sobrecarga. La sobrecarga es un síntoma de desbalance. Usted se cree que nadie más puede hacerlo. Usted se cree que el Señor le ha mandado a llevar carga por carga, carga por carga y a todos les dices si, cuando quizás el Señor te esté llamando a orar por una persona más capacitada que tu, pero tu te me ves ahí. La sobrecarga.

Tenemos que reconocer que eso es un síntoma de desbalance también. Entre todas las otras cosas eso es un síntoma. Así que hemos dado algunos de los síntomas porque me imagino que hay más, pero vamos a la receta.

Hemos hablado de síntomas, vamos a la receta. La receta está en la Biblia. Primero, sabemos y estamos convencidas que nuestro eje es el Señor. Primero, ama al Señor, esa es una receta. Ese es el punto número uno de la receta. Lucas 10:27

“Amarás a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, renueva tu primer amor......”

Enamórate de Dios. Enamórate del Señor porque es como la primera vez que nosotros estábamos. Porque yo me acuerdo que yo de mi primer amor. Vamos a recuperar ese primera amor. ¿Dónde está? Es ok, está ok de preguntarle al Señor, ‘Señor, ¿dónde está mi primer amor? Eres tu, yo quiero estar enamorada de ti’. Es ok, no le fallamos al Señor cuando le preguntamos eso.

Segundo, receta. Renueva tu mente. Efesios 4:22 al 24

“....En cuanto a la pasada manera de vivir despojaos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos y renovaos en el espíritu de vuestra mente, vestios de nuevo de la nueva mujer.....”

Renovemos nuestras mentes con cosas sanas, con cosas buenas, con compañerismo cristiano, renovemos nuestra mente. Receta. Medita en la palabra. El salmo 1 de Juan 2, dice:

“Bienaventurado el varón que no anduvo por consejo de malos ni estuvo en camino de pecadores, y ni en silla de escarnecedores se ha sentado, sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en la ley medita de día y de noche”

Medita en la palabra. Receta: buscad la paz del Señor. Está en el salmo 91, por supuesto, pero en Efesios 2:14 está:

“....porque eres nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno derribando la pared intermedia de separación”.

El es nuestra paz. Receta. Tenemos síntomas en un lado y ahora tenemos receta en el otro. Ten confianza en él. Confía en él. Isaías 26:3 y 4

“Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti he confiado. Confiar en Jehová perpetuamente porque en Jehová, el Señor, está la fortaleza de los siglos.”

Confía en él. Toda la receta se encuentra en nuestro libro de estudio. Ten fe. Mateo 17:20

“Jesús les dijo, ‘por vuestra poca fe, porque de cierto os digo, que si tuvieses fe como un grano de mostaza, dirías a ese monte, pásate de aquí allá y se pasará y nada os será imposible....”

Ten fe. Lleva todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo. En Segunda de Corintios el 10:4 y 5

“Porque las almas de nuestra milicia no son carnales ni poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento en la obediencia de Cristo.”

Eso debemos de hacerlo todos los días, todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo, porque nosotros vamos al trabajo, nosotros vamos al supermercado, nosotros vamos al mall, vienen muchas cosas a nuestra mente. Llevad todo pensamiento cautivo a la obediencia de Cristo.

No temas, por qué teméis. Receta. No temas. Segunda de Timoteo 1:7

“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. No temas porque el Señor está con nosotros...”

No estés ansiosa porque tu te levantas por la noche y estás ansiosa, de aquí para allá, y de acá para allá en la casa, en la cocina, en la sala. ¿Por qué? No estés ansiosa. Filipenses 4:6 y 7

“De nada estéis afanosos, si no se ha conocida vuestra petición delante de Dios en toda oración y ruego con acción de gracias, y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”

Ansiosas. ¿A cuántas nos pasa? Amen. Amen.

Prosigue a la meta. Prosigue a la meta, está en Filipenses 3:13 al 14

“Hermanos míos, está Pablo hablando, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado pero una cosa hago, olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndose a lo que está delante. Prosigo a la meta al premio del supremo llamamiento de Dios.”

Nuestra meta es Cristo Jesús.

La receta me lleva a mi último punto. Mi responsabilidad, ya que se algunos de mis síntomas y tengo al otro lado de la balanza la receta, ¿cuál es mi responsabilidad? El último punto es desarrolla un sitio especial en el cual tu te encuentres con Dios. Proponte visitar la sala a menudo, desarrolla una vida de oración a los pies del maestro. La sala, para mi, es donde yo me encuentro con Dios, ese lugar apartado, ese aposento alto que yo he hecho.

Y para terminar, para ir a ese punto, vamos a ver que el conocido relato de María y Marta, que está en Lucas 10:38 al 42. Pero lo interesante de este relato es dónde el escritor pone este relato. Si se fijan bien el relato de María y Marta, tan conocido, está entremedio de la parábola del buen samaritano, servicio, todas sabemos qué es eso. Servicio, entonces está antes de cuando Jesús le enseña a los discípulos a orar. Servicio. Oración. Ahí entremedio está el relato de María y Marta. Que interesante, y dice:

“Aconteció que yendo de camino encontró en la aldea a una mujer llamada Marta que le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba por muchos quehaceres y acercándose dijo: ‘Señor, ¿no te da cuidado de que mi hermana me deje servir sola? Dile pues que me ayude.’ ¿Quién ha dicho eso? Respondió Jesús y le dijo: ‘Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas..... -Amen- ..... pero solo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada....”

Casi siempre al leer esta porción de la Biblia nos ponemos en dos campos opuestos, que si yo soy Marta, que si yo soy María. Entonces, pues yo me comparo más con María, porque yo soy más de esas que huelen las flores al camino, y vuelo a cada hora. Entonces, pues yo soy Marta, porque a lo que María huele dos o tres rosas, yo puedo cortar todas las rosas, ponerlas en un vase, ponerle un bowl, ponerlo encima de la mesa.

¿Cuántas somos así? Amen. Y esta porción se usa mucho para mirarnos a nosotros mismas, que nosotros tenemos que refutar eso. Porque lo que Jesús está haciendo aquí, está trayendo a la memoria de Marta una diferente perspectiva. Le está dando como un par, y si leemos el pasaje y decimos, Marta, Marta, afanada estás. O decimos, Marta, Marta,.... depende cómo usted lea el texto. Porque para mi, y esta es mi opinión, para mi el Señor lo que estaba diciendo era, Marta, Marta, yo soy tu amigo. Yo conozco tu familia, yo soy tu Maestro, para un poquito. Toma conciencia.

Entonces cuando nosotros lo leemos, Marta, Marta.... no dividimos. Pero cuando leemos de la manera que yo se que Jesús es bien sutil, bien amoroso, pues yo lo leo de una manera que un amigo me lo dice. Y entonces, pues aquí, cogió conciencia. Yo me imagino que ella no estaba buscando un bochorno. Ella solamente necesitaba ayuda. Y vamos a ponernos de la perspectiva.... y estoy enfocándome más en Marta porque nosotras mujeres, ocupadísimas, at least yo, me relaciono más con Marta, porque yo estoy de la sala a la cocina.

Si yo soy Marta, me llega visita que no esperaba. Tengo que preparar la cena y la ayuda con la cual yo contaba, se va a escuchar al Maestro. Sabemos que lo que María estaba haciendo en esa cultura estaba fuera de lugar, porque ahí estaban todos los hombres al lado del Maestro y qué se yo cuanto, y una mujer vino a sentarse allí. Eso estaba fuera de lugar. Entonces, Marta, ‘Señor, pero mira, bueno, yo necesito ayuda’. Pero, él, Jesús, en toda su misericordia dice, Marta, Marta, afanada estas.....

Yo creo que cuando él le dijo a María no se le va a sacar la mejor parte, él no estaba abochornándola aún más, él solamente decía quiero que te unas a tu hermana. Estamos hablando de balance.

Hemos visto síntomas y hemos visto recetas. Ahora vemos una mujer como nosotros afanada. Tomo conciencia.

Lucas no nos dice qué pasó después, si se sentó a los pies del Maestro o no se sentó a los pies del Maestro. Solamente sabemos que este evento pasó y que usamos esta porción de la palabra para dividirnos en dos campos, para categorizarnos nosotras mismas y eso no es así.

A su vida, que ella tendría que confiar en él. El segundo encuentro de Marta con Jesús está en Juan 11:17 al 27 y es cuando Lázaro se muere. Y dice:

“Vino pues Jesús y halló que hacía ya 4 días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a 15 estados, y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María para consolarlas por su hermano. Entonces, Marta oyó que Jesús venía y salió a encontrarle, pero María se quedó en casa:

“Y Marta dijo a Jesús, Señor, si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto, más también se ahora que todo lo que le pidas a Dios él te lo dará’. Jesús le dijo, ‘tu hermano resucitará’, Marta le dijo, ‘Yo se que resucitará en la resurrección en el día postrero’, le dijo Jesús ‘yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mi aunque esté muerto vivirá y todo aquel que vive y cree en mi no morirá eternamente. ¿Crees eso?’ Respuesta de Marta, ‘si, Señor, yo he creído que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios que has venido al mundo’.

Segundo encuentro. Es la misma mujer la cual él le dijo, estás muy afanada, la cual hemos dicho, que si es inteligente se sienta a los pies de Jesús. Aquí vemos la evidencia de que ella se sentó a los pies de Jesús. ¿Por qué? Sale al encuentro de Jesús, le hace una pregunta, como le hizo antes. Su personalidad no ha cambiado, le dice, ‘Señor, si tu hubieras estado aquí....’ Es la misma persona, el telón no cayó después de que Jesús le dijo, estás afanada ya. Se acabó Marta. No, su personalidad no ha cambiado, pero en este instante Marta articula su fe y se ve la confianza que hay en ella de Jesús.

Cuando Marta le dice a Jesús, ‘yo se que lo que tu le pidas a Dios, él te lo va a dar’, es porque esa mujer estuvo sentada a los pies de Jesús. Lo que ella dice aquí no lo aprendió en la cocina entre las ollas, entre los casuelos, no lo aprendió de aquí para allá, de aquí para acá, no lo aprendió en los síntomas del desbalance. Ella lo aprendió a los pies de Jesús. Ella tomó conciencia y se unió a su hermana y cuando Marta, aquí, hace la afirmación de decir, ‘si, Señor, yo he creído que tu eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que ha venido a este mundo’, esa afirmación coloca a Marta en un lugar de honor porque Marta se convierte en la única mujer en los Evangelios que afirma la verdadera identidad de Dios, de Cristo.

El no dice, pero Marta mira, si ella se quedó, se quedó en la cocina. No, no, no. Cuando Jesús le dijo a Marta: ‘Marta, Marta, afanada....’, ella dijo, ¿qué es más importante? Es más importante estar allá en la cocina o es más importante estar aquí en la sala. Balance. Estoy más en la cocina que en la sala o estoy más en la sala que en la cocina. Balance.

Marta se convierte en una mujer de honor.

Tercer encuentro. Estoy terminando. El tercer encuentro se encuentra en Juan 12:1 al 2 y aquí es el relato de cuando María, hermana de Marta, unge los pies de Jesús. Dice:

“Seis días después de la pascua vino Jesús a Betania donde estaba Lázaro, el que había estado muerto y a quien había resucitado de los muertos y le hicieron hacer una cena, Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban sentados en la mesa”.

Aquí la encontramos sirviendo otra vez, pero no nos puede decepcionar que la hemos encontrado sirviendo, porque ya eso es parte de su personalidad, ya eso es muy parte de ella, así que ella no puede realmente inmediatamente pasar de la cocina a la sala, porque ella es una mujer ocupadísima, hacendosa, una mujer de temple, una mujer que hace. Por esta simple referencia podemos ver que ella se unió a su hermana, servía tranquila, ella no vino solamente, una simple referencia de que Marta estaba ahí.

Muchas de nosotras estamos ocupadísimas, sea en nuestro trabajo, sea en nuestro servicio de la iglesia, sea en nuestros hogares, en nuestras escuelas, pero hay que encontrar el balance. Y ¿cómo encontramos el balance? Sabiendo los síntomas del desbalance, siguiendo la receta y uniéndonos a María y a Marta a los pies de Jesús.

Que el Señor las bendiga. Me gustaría que entonáramos una canción, la primera canción que ustedes cantaron. Si usted se encuentra, o algo de lo que yo he dicho en esta mañana ha resonado en su mente, en su corazón, yo se que aquí hay un equipo de mujeres que vamos a orar por usted. Le pido sin ninguna preocupación que pase, todas necesitamos tener balance en nuestras vidas, porque todas estamos bien ocupadas, bien ocupadas y el Señor realmente es tan bueno, lo que ha hecho el Señor en nuestras vidas es tan poderoso.