Dios no desperdicia nada en tu vida

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Hechos 13, 1─3 de la palabra del Señor, y tome todo esto que usted ha recibido desde el tiempo de las oraciones al inicio mismo del servicio y después el tiempo de adoración, tan hermoso, la ministración que recibimos aquí adelante, trajimos nuestras necesidades delante de Dios. Nuestra meditación sobre los negocios del Señor y la vida cotidiana de la iglesia que se da.

Ayer mismo estuvimos aquí, como decía Rosmar, cantidad de cosas que están pasando, hubo talleres de hujieres, de entrenamiento para mentores de jóvenes que están siendo transformadas sus vidas en muchas maneras por los ministerios sociales de la iglesia. Había gente estudiando el curso de mayordomía, crown ministries, y siendo transformadas sus vidas financieras por esto. Había un entrenamiento de hujieres aquí donde yo estuve participando. El hermano Jonatán estuvo dando una presentación. Una cantidad grande de los hujieres que ministran todos los domingos en la iglesia recibiendo el entrenamiento, su vida siendo enriquecidas por una palabra práctica de parte del Señor.

El viernes en la noche fue un gozo tremendo estar con los hermanos que se graduaron de las clases de discipulado. Gloria a Dios. Denle un aplauso a esos hermanos, diferentes cursos, diferentes niveles. Nuestro hermano Omar Soto, el pastor Omar Soto dirigiendo ese ministerio, celebramos con toda esta gente cuya vida está siendo transformada.

Un hermano me decía, no puedo reprimir esta ilustración. Yo conocí a este hombre el primer domingo que llegó aquí a la iglesia. Lo saludé por una de esas cosas. Fui donde él, “Hermano, no lo he visto antes. Le bendigo en el nombre del Señor.” Me dijo su nombre, era la primera vez que pisaba una iglesia evangélica en su vida. Me estaba diciendo cómo… y entonces yo le pregunto, “Qué curso te estás graduando? El primero?” me dice, “No, este es el tercero.” Uno de los hermanos que se paró aquí bien fornido él, no recuerdo su nombre ahora mismo. El caso es que me dice, “No, voy a tomar el tercero o estaba terminando el tercero.” El tiempo pasa rápido.

Yo lo veo de vez en cuando, lo saludo, todavía recuerdo bien el primer día que lo vi. Y me decía, “Mira, pastor, cuando yo llegué a la iglesia mi vida estaba destruida. Mi hijo lo acababan de condenar a vida, cadena perpetua por un crimen que cometió. Mi otro hijo suicida, quería suicidarse, quería quitarse la vida, narcómano, oprimido por las drogas. Yo llegué aquí a la iglesia con mi vida hecha pedazos y usted recuerda la conversación que tuvimos.”

Yo lo animé a tomar las clases de discipulado, de hecho, cuando tuve esa conversación con él. Y me decía, “Mira, hoy Dios ha cambiado mi vida. Yo traje a mi hijo, al segundo hijo, lo traje aquí a la iglesia. Hoy es supervisor de dos negocios aquí en la Ciudad de Boston y está viniendo a la iglesia. Dios está tocando su vida en una manera muy poderosa y mi vida está siendo cambiada.” Y yo le daba gloria al Señor.

Quise inclusive, tuve la tentación de ponerlo a testificar un momentito pero dijo, déjame no complicar más las cosas. Pero muchas cosas pasan en el Reino de Dios. Y de muchas de ellas nosotros no nos percatamos. Porque Dios siempre se está moviendo en medio de su pueblo, haciendo cosas preciosas, transformando vidas. Y todo eso se hace posible porque el pueblo de Dios es fiel, en las buenas o en las malas, haya muchas bombas o platillos, suenen muchas trompetas o haya quietud en el aire, el pueblo de Dios sigue sirviendo al Señor, el pueblo de Dios sigue viniendo a la casa de Dios, el pueblo de Dios sigue dándole al Señor cada día, fielmente, persistentemente servimos a Dios. y hayan ángeles cantando o no, audiblemente, nosotros seguimos siendo fieles al Señor y ministrando a Dios y el espíritu de Dios se mueve en medio de su pueblo y hace cosas verdaderamente transformadoras. Y le damos al Señor por todo su mover.

Y eso es porque ustedes son fieles y esta mañana, hacíamos todas estas cosas, anuncios, los diezmos y las ofrendas, la preciosa música que escuchamos aquí. todo esto es parte de la palabra de Dios ministrándonos en diferentes maneras. Gloria a Dios porque en todo eso el espíritu del Señor se está moviendo.

Y vemos aquí una iglesia vital, la iglesia de Antioquía, Capítulo 13, ver 1, dice:

“… Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía profetas y maestros…”

Hay mucho allí ya en ese versículo, quizás no nos demos cuenta.

“…Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía profetas y maestros. Bernabé, Simón, el que se llamaba Níger, Lucio de Cirene, Manaén, el que se había criado junto con Herodes, el tetrarca, y Saulo, ministrando estos al Señor…”

Esta pareja… oh, son Samuel y Miriam. Vénganse por acá. No pueden ver bien ahí ustedes. A Samuel yo no lo puedo ver. Samuel y Miriam que tanto amamos. Dios les bendiga. Que bueno tenerles por acá. Bienvenidos. Siéntense allí así podemos vernos mejor y me sirven de inspiración, aparte del Espíritu Santo. Bienvenidos. Les amamos. Cómo está todo con ustedes, mis hermanos? Se ven bien. Gozamos de tenerles aquí.

“… Junto con Herodes, el tetrarca, y Saulo, ministrando éstos al Señor, ministrando esta gente al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo, “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.” Entonces habiendo ayunado y orado les impusieron las manos y los despidieron…”

Bendiga el Señor su palabra. Como quien no dice mucho. Tres versículos preñados cada uno de ellos. Hay tanto allí que nosotros podemos aprender de este versículo. Porque es la vida de la iglesia, continúa. Estos primeros cristianos continúan su vida y la palabra de ellos nos introduce a diferentes aspectos.

Por qué el Espíritu Santo escogió estos eventos de los muchos que yo estoy seguro que se dieron en la vida del pueblo de Dios en ese tiempo? Cada uno de ellos tiene algo que enseñarnos, algo para inspirarnos, algo para enriquecernos y aquí vemos este momento.

El Capítulo 13 en el libro de los Hechos es un momento definitivo que define muchas cosas de la vida de la iglesia primitiva. Es un Capítulo que marca un momento clave en todas estas cosas que hemos estado estudiando del libro de los Hechos hasta este momento. Porque aquí vemos primeramente el inicio, no el inicio, yo diría, pero sí como el envío formal y el reconocimiento público del Espíritu Santo del ministerio del que llegaría a ser el gran Apóstol Pablo.

En este Capítulo por primera vez a Saulo, cuyo comienzo en las páginas de la Biblia no es muy prometedor, porque la primera vez que lo vemos, lo vemos recogiendo las ropas de aquellos que estaban apedreando al siervo de Dios, Esteban, y Saulo era un fariseo convencido, odiaba a la iglesia, perseguía a la iglesia, no desperdiciaba oportunidad para hacer estragos y respirar amenazas como dice la Biblia, contra la iglesia. Cuando el Señor lo llama por primera vez, él va en su caballo furioso con cartas de parte del sanedrín y de las autoridades religiosas para meter preso a cualquier cristiano que él encontrara en el camino. Era un hombre apasionado y convencido de lo que él estaba haciendo, pero terriblemente equivocado.

Y ahora lo vemos, después que él tiene su gran conversión, el Señor lo tumba literalmente del caballo, lo lleva a ser ministrado por un hombre humilde, Ananías, ustedes recuerdan? Y le encomienda y lo preña con una visión. Y ya Dios tenía planes para Saulo. Cuando Dios le habla a Ananías le dice, porque Ananías le dice, “Señor, cómo tu me mandas a este hombre? Este es un caníbal, quiere destruir a la iglesia, odia. Yo no puedo ir a donde ese hombre.” El Señor le dice, “Ve, tranquilo, hijo mío, tu tranquilo, ve porque es instrumento escogido es este hombre. Y yo le voy a mostrar todo lo que debe sufrir por mi nombre. Lo voy a llevar ante reyes, lo voy a llevar a naciones, porque yo tengo planes con ese hombres.”

Los planes de Dios con Saulo eran desde antes de la fundación del mundo, no digamos del vientre de su madre. Dios tenía un plan con este hombre y lo había ido llevando a través de un proceso. El estudio farisaico de Pablo, porque Pablo era un fariseo, se nutrió espiritualmente a los pies del gran maestro Gamaliel, un rabino que vemos un momento de su vida en las páginas y vemos que era un hombre sabio, prudente, no conocía a Jesús, quién sabe si un llegó a conocer a Jesús. Pero vemos que aunque no conocía a Jesús era un hombre pensante y era un hombre que razonaba espiritualmente, ese hombre fue el que preparó a Pablo en sus primeros pasos.

Porque Dios es un Dios sistémico, hermanos. Dios es un Dios que tiene planes y tu vida tiene diferentes facetas y en todo Dios está mirando sobre tu vida. Y Dios es como esos cohetes, antes, yo no sé si ya no se usan creo tanto eso, pero los primeros cohetes que fueron al espacio, ustedes recuerdan, eran estos monstruos gigantes y según subían iban soltando pedazos de gasolina, porque tenían una cantidad tremenda de combustible y cuando ya subían a cierta altura, soltaban un componente, y llegaban a otra altura, soltaban otro y ya después lo que quedaba era la navecita pequeña, la cabeza de ese gran gigante, porque ya las otras piezas no eran necesarias y estaban construidas para llenar su lugar y entonces cuando cumplían su misión, eran desechadas para ceder a la próxima etapa.

Y yo creo que así es Dios en nuestras vidas. Los eventos de tu vida, las cosas que pasan en tu vida, son dirigidas y coordinadas por el Espíritu Santo. Dios no desperdicia nada en tu vida, como no la desperdició en la vida de Saulo. Aquí vemos al Espíritu Santo diciendo, “Apártenmelo a él y a Bernabé para la obra que yo les tengo preparada.” Pero ya Saulo tenía una historia, había pasado como digo, eso años en la juventud, un fariseo comprometido. Dios permitió, porque todavía Jesús no había llegado, que Saulo fuera… que su sensibilidad espiritual fuera preparada de la mejor manera posible.

Yo creo que Gamaliel, por lo que veo en su actuación en esa intervención que hace ante los demás miembros del sanedrín, era un hombre espiritual, era un hombre de corazón honesto, era un hombre que entendía de Dios y Dios escogió a Gamaliel para que le diera a Saulo lo mejor que se le podía dar a un hombre que iba a servir al Señor en otra capacidad.

Y el componente del cohete en ese tiempo fue, edúcate bajo la enseñanza de un hombre piadoso. Le faltan conocimientos importantes, pero por ahora es lo mejor que yo tengo que ofrecerte. Gamaliel era como el Harvard de su tiempo, en términos de la educación que Saulo podía recibir. Y Dios lo usó, como usó a Moisés en su sabiduría, ya Dios desde que llamó a Abraham, 450 años antes de que el pueblo de Dios saliera de Egipto, Dios le dijo a Abraham, “Ve, márcame la tierra que tu pueblo y tus descendientes que van a ser de tu entrañas, de tus lomos, van a regresar un día, van a servir a un rey extraño que los va a esclavizar, pero yo un día los voy a traer y les voy a entregar esta tierra que ahora a mí me place que tu camines por ella, marcándola y declarándole al universo, a los ángeles y a los demonios que esa tierra yo la he reservado para mi pueblo.

Y después viene Abraham, Isaac, Jacob, José en Egipto, el pueblo de Dios llega allí como una familia de 70 personas, pasan años, siglos literalmente y finalmente Dios prepara a Moisés, lo mete en la casa misma de faraón, se le da la mejor educación posible que un hombre podía recibir, como príncipe, como hombre de estado, como guerrero, como académico. Dice que era poderoso en obras y en palabra Moisés. Llegó el momento en que Dios entonces le dio otro componente para su vida, lo metió primero en el calor de Egipto para educarlo, preparar su mente, su corazón, su cuerpo, su actitud de líder, pero necesitaba otros componentes, se necesitaba entonces la formación del carácter, porque era un hombre fogoso, violento, impulsivo, mató al egipcio. Entonces Dios lo mete a enfriarse por 40 años en el desierto. Y allí lo pone con las cabras y el silencio del desierto, y las noches estrelladas del desierto, al silencio, a pensar.

Sabe, si tu quieres formarte como una persona profunda en el Señor, ama el silencio. Ama la quietud. Ama los lugares apartados, porque allí es que Dios forma a un hombre una mujer profunda, pensante. La persona que desde que se levanta prende el radio y la televisión y abre las ventanas para que entre el ruido de la calle, y está siempre escuchando, no va a ser formada. El hombre de Dios, la mujer de Dios se forma escuchando de Dios, metiéndose adentro y recibiendo palabra con la palabra del Señor, adoración, buscando del Señor, recibiendo de Dios. Y así Dios metió a Moisés.

Y después a los 80 años de edad, porque Dios no anda de prisa, nosotros somos los que andamos de prisa. Quizás tu piensas, cuándo Dios va… cuántas veces yo me pregunto, “Señor, cuándo tu me vas a dar la próxima etapa del llamado?” Uno se impacienta, duda, teme, echa pestes a veces, porque uno quiere las cosas…

Dios está allí sentado echándose fresco en su trono. Él no está de prisa. Él sabe lo que él sabe y él sabe cuándo va a dar las cosas. Nosotros estamos temiendo y temblando y a veces hasta queremos apresurar las cosas y ponemos fecha a Dios. Tiene que ser el 21 de mayo, si no yo renuncio a esto. Y queremos forzar.

Cuántos ministerios comienzan, hermanos, prematuramente porque no esperan el momento de Dios? cuántas veces nosotros nos apresuramos, le ponemos presión al pastor sutilmente lo codeamos? Si no me pone en esa posición me voy de la iglesia porque yo necesito hacer algo, lo espiritualizamos, pero mentira. Eso es simplemente carne, queriendo hacer las cosas en nuestro tiempo en vez de esperar el tiempo de Dios.

Señor, ayúdame a esperar tu tiempo. Ayúdame a moverme en mi vida en tu tiempo. Tomarme dos aspirinas cuando yo quiero dispararme y hacer las cosas. Decir, no, Señor, he escuchado de ti verdaderamente? Qué es lo que tu quieres? Hay una tensión porque no podemos… hay veces que hay que lanzarse en el nombre del Señor porque ya Dios te ha dado todo lo que te va a dar y entonces tienes que en fe lanzarte, y decir, amén, si perezco, que perezca pero voy para adelante en el nombre del Señor. Ya yo medité, oré, pedí consejo, leí la Biblia, escuché al evangelista en la radio, ya hice todo. Ahora en el nombre del Señor ya, tu sabes que tienes que dar el paso de fe. Amén. Lánzate en el nombre de Jesús y cree, cree que Dios está contigo y llueva, truene o ventee, Dios me ha llamado, sigue para adelante.

Pero hay también a veces que discernir el momento de Dios y Dios está obrando en tu vida. Dios les está hablando a ustedes. Hay cosas que Dios ha puesto en tu corazón, en tu vida, inquietudes, impulsos, cosas que tu quieres hacer para el Señor y para el Reino de Dios, déjalas que incuben allí. Ora sobre ellas, mételes agua y nutrición y comida de la palabra. Adora, ministra, busca de Dios, sirve al Señor y siempre mantén tu visión delante de ti y tráesela al Señor. Y no te impacientes, no tires la toalla. Métele toda la leña que tu puedas para que cuando venga el fuego, sea un fuego grande y consumidor para tu vida. Estudia la palabra, todo lo que tu puedas hacer, haz lo que te venga a la mano, siempre, pero cree en la visión que Dios ha puesto en tus entrañas y espera para que Dios la consume.

Y así pasó con Moisés, así pasó con esos grandes hombres de Dios, Gedeón, Eliseo, José, tuvieron que esperar. Algunos ni sabían que Dios los había llamado y se sorprenden cuando la palabra de Dios los encuentra y los toca y les dice, “Yo tengo un propósito para tu vida.” Pero Dios es un pensador sistémico, Dios va preparando nuestras vidas, y nosotros tenemos que creer que hay algo que Dios tiene allí para nosotros.

Aquí vemos a Saulo. Saulo ha servido. Como digo, Dios puso a Gamaliel para entrenar a este varón que Dios tenía propósitos con él. Le dio lo mejor que había en ese tiempo, pero no era suficiente. Después llega el momento. Cristo ha venido, la iglesia se ha levantado. Ahora este tipo, hay que formarlo un poco más, hay que coger un machete y cortarle dos o tres pedazos para que entre en el formato que yo quiero.

Lo tumba del caballo a ese orgulloso, intelectual, manda a un obrero oliendo a grasa de camión, para que lo unja y le ministre. Esa es la versión Miranda de la Biblia, pero le ministra a este hombre. Por qué no escogió a un fariseo convertido, un gran sacerdote? No, escogió un hombre humilde, Ananías, para que le ministrara, porque le estaba diciendo, “Esto es de nuevo, esto es… yo pongo todas las cosas de cabeza.” Y le unge, le imparte el Espíritu Santo y entonces Saulo desaparece del mapa. No se sabe cuántos años Saulo estuvo por ahí desconocido. Cuando llega a Jerusalén todo el mundo le tiene miedo porque piensan que es el mismo, aquel que perseguía a la iglesia. Se sabe claramente que Saulo pasó muchos años. Él dice que pasados varios años después yo fui a la iglesia de Jerusalén porque Dios lo estaba formando, estaba tratando con él, tenía un plan.

Saulo tenía que pasar por unas etapas. Vimos en el Capítulo 11, creo que es, que había una iglesia que se formó en Antioquia, una iglesia de diferentes nacionalidades, como la nuestra, en una ciudad urbana y muy multirracial y multinacional. En ese enjambre de nacionalidades y de culturas, porque Dios tenía un plan para toda la humanidad, no es coincidencia que es en Antioquía donde comienzan los gentiles a perfilarse como que Dios tiene planes para ellos, porque era una ciudad como Boston. Dios piensa sistemáticamente. El Evangelio se esparció en las grandes ciudades primero, porque son las ciudades las que ejercen influencia, son las que forman las naciones.

Entonces Dios escogió un hombre que era ciudadano norteamericano, no, era ciudadano romano, pero tenía una ciudadanía como la norteamericana en ese tiempo, podía viajar, tenía ciertos derechos, tenía cierta educación, tenía un corazonaso de guerrero. Lo humilló, lo puso a servir calladamente, lo fue cociendo a fuego lento, lo fue humillando y cuando la iglesia brota en Antioquía, Bernabé, otro humilde siervo de Dios, pero con un buen corazón. Dice que era un buen hombre, de corazón bueno.

Que interesante, Dios escoge a Saulo, un corazón aguerrido, sincero, apasionado para con Dios. no tenía reservas para Dios, todo era de Dios. Así como sirvió al diablo así ahora servía al Cristo que resucitaba, que lo tumbó del caballo. Era un hombre entregado al Señor, sincero hasta lo máximo. Bernabé parece que era un hombre tierno, era un hombre bueno y generoso y bondadoso, y por eso cuando Bernabé se encuentra en el centro del avivamiento en Antioquía, donde Dios está haciendo cosas grandes, llama a Saulo, porque sabe que Saulo es un buen hombre.

Nadie se quería acercar a Saulo pero Bernabé dice que era de buen corazón, invita a Saulo para que venga a ayudarlo porque está viendo que este es un hombre sincero. Está ministrando, está peleando con los judíos, está testificando acerca de Jesucristo. Él dice, este hombre es bueno y quizás puede complementar mi corazón generoso y tranquilo y apacible. Yo necesito el fuego de un Saulo que venga. La complementariedad de los ministerios, el trabajo en equipo, la afinidad. Había una afinidad entre Saulo y Bernabé.

Y entonces Saulo viene y paga el precio. Porque Saulo viene a ser maestro, a discipular, a enseñar clases de crown ministries, y todo ese tipo de cosas y ahí él va aprendiendo cómo se hace el ministerio, calladito. Y yo pensaba también acerca de esto, de Bernabé, llamando a Saulo, un tipo que la gente no le tenía confianza por todo lo malo que había sido, y yo pensaba, que bueno es darle a la gente una oportunidad, que bueno es uno, cuando nadie quiere creer en alguien, que tu creas en alguien, y tu le des una oportunidad, que tu llames a alguien, “Mira, hay un espacio para ti, vamos a darte una oportunidad porque quién sabe lo que Dios puede hacer a través de ti.”

Que nosotros podamos leer el corazón de la gente, leer la dotación de Dios en ellos, leer el llamado que Dios tiene en su vida, más allá de toda la costra maloliente que el mundo y la vida, y las circunstancias, y los errores del pasado arrojan sobre ellos, y que usted pueda traspasar con ojos iluminados por el Espíritu Santo y amor de Dios, y usted pueda ver una persona y decir, ¿Saben qué? Ese narcómano, ese tipo que está bebiendo vinillo en la esquina, Dios tiene un propósito con él y yo lo voy a amar, lo voy a traer a la iglesia y le voy a dar una oportunidad para que conozca al Señor y comience.

Porque uno nunca sabe qué genio espiritual puede salir de una caja donde parece que hay un muerto. Es así la vida, hermanos. Se necesita gente que le de oportunidades. Tenemos que ser generosos unos con los otros y darnos oportunidades para entrar en el ministerio, ministrarnos y mentorearnos unos a otros también.

Entonces, yo creo que todo esto está implicado aquí. Dios ha estado trabajando, ha estado preparando estos hombres, está preparando una ciudad, está preparando un mover poderoso de su espíritu en toda la historia de la tierra y está poniendo componentes al cohete, lo está armando. Y Saulo ha pagado el precio y ha estado trabajando calladito, haciendo lo que tiene que hacer. Porque eso es lo que nosotros tenemos que hacer, mientras viene el llamado mayor de Dios a nuestra vida, tenemos que hacer todo lo que podamos, tenemos que ser fieles en el lugar donde Dios nos pone. Amén.

Hay gente que quiere, “No, Señor, yo quiero que tu me lleves al África para que me coman vivo allá. Yo quiero entregarme a los cocodrilos en el Amazonas, en Brasil. Oh, Señor que mi cuerpo sea un holocausto para ti.” Pero llega el momento de dar una ofrenda y se les aprietan los pantalones y los biles no quieren salir del bolsillo y el puño se les queda metido en la mano y comienzan a pensar, esto y lo otro, y se hacen un mundo de problemas. Pero quieren que Dios los queme como un holocausto para las naciones.

Yo digo, tu tienes que ser fiel donde Dios te pone. En lo poco has sido fiel, en lo mucho Dios te pondrá. Dale al Señor lo mejor donde Dios te ha puesto. Se fiel. Se consistente.

Como yo les decía a los hujieres ayer, nosotros queremos ser grandes evangelistas, surcar las naciones. Que lindo es el ministerio del que sirve un vaso de agua a un profeta, el que da un pedacito de pan a una persona necesitada. Cuando Dios pone oportunidades en tu vida hazlo como para el Señor, dice la palabra. Todo lo que hacemos, sea de palabra o de hecho, hagámoslo como para el Señor.

Si llega el gran llamado, gloria a Dios. si no llega, hiciste tu parte. Fuiste fiel. Mantuviste tu posición. Eso es lo que Dios quiere de los hijos de Dios, seamos fieles en donde Dios nos pone. Si tu estás ahora enseñando una clase de discipulado, asegúrate que ni Billy Graham, ni Max Lucado hagan un trabajo tan bueno como el tuyo. Por lo menos prepárate, quizás no vayas a ser como ellos, pero la preparación por lo menos, y dale a esos alumnos todo lo que tu puedes.

Esos niños allá arriba, no los mires como unos renacuajos de cuatro o cinco años, no, yo quisiera estar ministrando en la Congregación el domingo. Ese niño puede ser un evangelista un día, ese niño puede ser un profeta de Dios. Esa niña puede ser una poetiza para el Reino de Dios. Ese otro puede ser salvado de una muerte o de matar a alguien, y tu estás haciendo la obra del Señor, asegúrate de ministrarles con fidelidad. Tu estás haciéndolo para el Señor y quién sabe si Dios te está preparando para que un día entonces vayas a las naciones, pero tienes que pasar por el proceso.

El cohete tiene que llegar a cierta altura y entonces soltar su componente para poder llegar a la luna o a Marte o a dónde sea. Nosotros no pensamos como Dios. Primero hay que pasar por lo pequeño y después viene lo grande, después vienen los momentos como estos donde el Espíritu Santo habla y declara, “Este es el tiempo, apártenmelos para la obra que yo les tengo determinado. Los he estado entrenando, los he estado mentoreando, los he estado poniendo por el fuego, por el agua y por el aceite y ahora es el momento de la partida. Apártenmelos, porque fueron fieles.”

Y ¿Saben qué, mi hermano? Hay tanto material, yo creo que usted ha recibido… váyase con eso. Vamos a… hay mucho más, pero déjelo ahí, usted ha recibido mucho. Yo creo que Dios te está diciendo, se fiel en el lugar donde yo te he puesto. Y dame lo mejor en ese momento. Asegúrate que tu camines con mi carácter, asegúrate que tu reflejes los mejores valores del Reino de Dios. Asegúrate de que tu camines como si mi ojo estuviera mirándote a ti solamente. Asegúrate de que tu holocausto que tu me ofrezcas sea el mejor, puro humo que huela a perfume que llegue hasta mi lugar de morada y que yo pueda aspirar el perfume de tu vida y sentirme halagado, porque me estás sirviendo.

Mi hermano, mi hermana, cuando nosotros lleguemos al Reino de Dios allá arriba, habrá muchos evangelistas, habrá muchos grandes hombres y mujeres de Dios que van a tener que tomar la cola porque pequeñas ancianas, que lo único que hicieron fue interceder por los hijos de Dios, clamar, crear un hijo con todo el amor que pudieron, esas son las personas que van a ir delante de nosotros, los supuestamente grandes hombres y mujeres de Dios. Porque Dios lo que mira es el corazón. Dios lo que mira es la obra que tu le das. Dios lo que mira es la fidelidad, porque todo lo demás él lo puede hacer si a él le da la gana, pero lo que él no puede hacer es ofrecerse a sí mismo un holocausto de integridad, de amor, de pasión y de entrega. Eso tienes que hacerlo tu para él.

Y en lo que Dios te ponga a hacer, si tu función es simplemente ser un buen esposo, asegúrate que cuando tu mueras tu mujer diga, yo no voy a encontrar jamás un hombre como ese. Si tu llamado es ser un padre, mira, asegúrate que tu hagas el mejor trabajo posible para tus hijos. Dales lo mejor como para el Señor. Y ¿Saben qué? Muchas veces Dios va a preferir que tu saques un momento y se lo dediques a tu hijo y que salgas con él y lo lleves a comerse unas hamburguesas juntos y se sienten a una mesa, y tu puedas abrir tu corazón y él a ti, y que quizás ese día dejes de hacer algo en la iglesia.

Miren lo que le estoy diciendo, el que le llama a servir al Señor muchas veces tu holocausto al Señor va a ser, hacer algo que nadie más se va a percatar de que es un acto espiritual. Yo a veces he hecho eso, Señor, lo que tu quieres que haga en este momento es algo… y dejo las cosas supuestamente espirituales, y hago algo completamente material, cotidiano, pero se lo ofrezco al Señor, porque yo sé que eso lo glorifica a él.

Muchas veces una conversación con alguien que necesita una palabra, ese es tu holocausto al Señor, esa es tu adoración al Señor. Esa palabra que no tengo tiempo de que estaban ministrándole al Señor, liturgia, leutorgea es la palabra. La liturgia que les ofrece es servicio al Señor. Tu vida es un servicio al Señor, un holocausto al Señor, es una ministración al Señor. Todo lo que tu haces es ministración.

Por eso yo decía esta mañana, todo lo que nosotros hemos estado haciendo aquí es servicio al Señor. La gente se para, esto, lo otro, esto es adoración, esto no es adoración, esos anuncios no son adoración. La cuestión de dinero no es una adoración, la adoración es cuando le cantamos. Mira, todo es adoración al Señor, sabe?

Si tu bendijiste a alguien en la carretera porque pasó al lado tuyo y Dios dijo, “Bendíceme a esta persona, porque jamás las vas a ver pero declara una bendición sobre su vida.” Hazlo en el nombre del Señor. Hazlo como para el Señor. Minístrale al Señor. Toda tu vida tu estás sirviendo a Dios. Dios tiene propósitos contigo, pero tienes que quemar etapas, tienes que darle al Señor lo mejor donde tu estás. Asegúrate que lo que tu haces para el Señor sea de la calidad que él se merece, porque Dios mira lo de adentro y lo de afuera. No estés tan preocupado por lo de afuera. Dios mira la calidad de tu corazón, tu pureza, tu humildad, su sencillez, la pasión que tu tienes para con él, que cada día tu vivas como un holocausto quemándose delante de Dios, 24 horas al día. Todo lo que tu haces asegúrate, mira por dentro, agrada al Señor. Dios lo recibiría en este momento, ese pensamiento, esa acción, esa palabra, esa conversación, esa lectura si agradaría a Dios es parte de mi adoración al Señor.

Puedo yo decir, esto es adoración y servicio al Señor? Eso es lo que Dios está buscando de nosotros, hermanos. Dios nos está hablando de la calidad de nuestra vida, nuestro servicio porque él tiene planes pero tu no sabes cuándo esos planes grandiosos se van a dar o si se van a dar. Mientras tanto mantente en el lugar donde Dios te puso y haz lo mejor que tu puedas con la ayuda del Espíritu Santo.

Ponte de pie. Vamos a dedicarle nuestra vida al Señor de nuevo. Vamos a tomar conciencia de que todo lo que hacemos lo hacemos ante la presencia de Dios. y yo re dedico mi vida al Señor en este momento, y le digo, Padre, dame la sabiduría para discernir tu presencia en todas las cosas. Yo no sé cuándo tu vas a hacer el próximo llamado o vas a movernos a la próxima etapa de la misión, o si lo vas a hacer, pero yo estoy seguro que quiero serte fiel ahora. Es hoy, ahora, en este momento, tu me llamas a predicar tu palabra, quiero hacerlo con pasión, con entrega, discerniendo tu espíritu y lo demás, ya tu sabrás si lo das o no lo das o cuándo lo das.

Sirve a Dios con pureza y entrega donde tu estás, en lo poco y en lo grande, en lo cotidiano y en lo sublime, en lo espiritual y lo aparentemente no espiritual. Todo lo que tu haces hazlo para el Señor. Revisa tu vida a la luz del Espíritu Santo, examínate a ti mismo, examínate donde estás y pregúntate, “Eso que yo hice hace dos minutos y lo que voy a hacer en tres minutos, honra al Señor, es mi liturgia delante de Dios, es mi adoración? Estoy yo preparado para la próxima etapa verdaderamente? Si Dios me llama en este momento he quemado las etapas que yo tenía que quemar? He pasado por el proceso? He ido paso a paso? He corrido la carrera de la fe legítimamente? He cumplido mi llamado? He completado la tarea? He peleado la buena batalla? La vida cristiana es una vida paso a paso, día a día, consumiéndonos delante de Dios, dándole lo mejor al Señor.

Padre, hoy nos consagramos de nuevo a ti, ayúdanos a serte fieles, porque, Padre, servirte es un privilegio totalmente inmerecido. Servimos a ese Dios tres veces santo, sublime como no podemos concebir. Ayuda a esta iglesia, ayúdame a mí, ayúdanos a nosotros, Señor, a ofrecerte un sacrificio agradable y mantenernos en nuestro puesto, hacer lo mejor, dar lo mejor al maestro cada día, servirte con humildad, fidelidad, persistencia, ahínco, visión a largo plazo, integridad, honestidad. Queremos serte agradables, Señor, queremos ofrecerte una buena ofrenda.

Y si tu nos llamas a cosas mayores, nos deleitaremos en darte más. Si nos das un micrófono, gloria a Dios, hablaremos de tus grandezas, Señor. Si nos das un dedo para que apunte hacia el Hijo de Dios y lo levante ante la multitud para que crean en él y sean salvos, gloria a Dios. Pero, donde tu nos has puesto, ayúdanos a serte fieles, adorarte, ministrarte a ti para que venga tu llamado, venga tu bendición, en tu momento, Padre.

Conságrate al Señor, mi hermano, mi hermana, si tu sientes de Dios no lo hagas por rutina, pero entiende lo que Dios te está diciendo y pégale un clavo más ahí, a tu llamado y dile, Padre, yo me comprometo a hacer tu obra hoy y hacerla mejor que ayer, más que nunca, ofrecerte a ti un holocausto que te sea agradable.

Gracias, Padre. Gracias por tu palabra que nos ha dado. Te bendecimos, Señor. Te adoramos. Exaltado sea tu nombre.