A veces tienes que quitarte el calzado - aún en el desierto

TRANSCRIPT

Quiero invitarles a abrir su biblia en el libro de Éxodo capítulo 3, Éxodo capítulo 3, y en este tiempo que nos queda, quiero invitarles a reflexionar acerca de algo. Como muchos de ustedes saben y algunos probablemente no lo sepan, yo soy pastor de una iglesia que nace de León de Judá en la ciudad de Waltham, la iglesia se llama Centro Cristiano Tiempo de Dios, y el Señor este año nos movió a tener un tiempo de ayuno y oración todos los meses, específicamente la última semana de cada mes. Entonces cada semana ha tenido su, digamos su lema, su frase, lo que queremos conseguir.

Y este último tiempo de ayuno y oración nos basamos en el libro de Hechos capítulo 1 versículo 8, que es un texto que todos los evangélicos deben saberse, alguien se lo sabe de memoria? Hechos 1:8, pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo. Y sabes cual fue el lema que nosotros tomamos esa semana?, debemos aprender a apoderarnos del poder del Espíritu Santo en nuestras vidas. Eso fue un lema y un tema toda la semana, hablamos del Espíritu Santo, toda la semana invocamos la presencia, el poder, su unción en medio nuestro.

Sabe, yo personalmente creía que esa semana el Señor nos iba a dar una palabra de impulso así que nos iba a hacer correr de una manera tremenda, donde el Espíritu Santo nos hacía tener alas y volar más rápido que el avión más veloz del mundo, y el Señor me llevó a este versículo, y me dijo: para apoderarse del poder el Espíritu Santo primero hay que sacarse el calzado de los pies. Y Aquí vamos a ver por qué.

Aquí vamos a ver por qué. Y el Señor me llevó a este tema. Es una historia conocida, la zarza ardiendo en medio del desierto. Dice, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo: "apacentando Moisés las ovejas de Jetro, su suegro, sacerdote de Marián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Oreb, monte de Dios. Y se le apareció el ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza, y él miró, y vió que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo, iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza y dijo: Moisés, Moisés, y él respondió: heme aquí, y dijo: no te acerques, quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es".

Cerramos nuestros ojos, gracias Señor por este tiempo, que nos vas a permitir reflexionar acerca de tu palabra, Señor, permite que cada uno de nosotros pueda tomar la porción que está diseñada y dirigida en forma personal como Tú la haz preparado. Gracias por la oportunidad que nos das Señor de sentir tu presencia y de escuchar tu palabra, en el nombre de Jesús, amén y amén.

Era interesante lo que el Señor le estaba diciendo a Moisés. Aquí se pueden sacar muchas conjeturas, muchas enseñanzas. Primero porque Moisés estaba siendo preparado para una gran tarea con el pueblo de Dios que estaba en Egipto. Ya algunos de nosotros conocemos algo de la historia de Moisés y como llegó a apancetar las ovejas de su suegro Jetro. Sabe pero aquí el Señor nos está llamando a hacer una reflexión, porque cada uno de nosotros está llamado a una misión que Dios le ha encomendado en su vida. No porque usted a lo mejor no crea que no es pastor o porque no es evangelista, o porque no es misionero, o profeta, no crea que usted no es llamado a hacer nada, usted y yo, independiente de lo que podamos hacer en el reino, somos llamados a una misión específica que Él ha diseñado para nosotros.

Y hay una gran misión que todos tenemos que es predicar el evangelio de Jesucristo, el evangelio de salvación a todos aquellos que hoy día necesitan la salvación del Señor, así que usted y yo no podemos alejarnos de esa idea. Y aquí Moisés representa a este hombre, a esta mujer de Dios, que está siendo tratado por el Señor, que está siendo tratada por el Señor en áreas de su vida, para poder usarlo en un momento oportuno, en un tiempo oportuno. Le llamamos a eso el Cairos de Dios, el tiempo de Dios.

Moisés nos presenta un hombre o una mujer de Dios que está siempre preocupado de hacer las cosas que le encomendaron hacer, aquí tenía un trabajo que era apacentar las ovejas de su suegro, y lo estaba haciendo bien parece porque iba a una región geográfica un poquitito difícil, un poquitito complicada donde no había mucho pasto para ese rebaño, pero Moisés conocía al parecer la tierra, Moisés estaba haciendo su trabajo de una manera excelente, había aprendido, con el tiempo, a hacer bien su trabajo.

El versículo 1 nos muestra un Moisés activo, un Moisés que siempre estaba preocupado de que las cosas que a él le encomendaban salieran como el jefe quería verlas. Pero si vemos en el versículo 2, el versículo 2 también habla de un Moisés que también mientras trabajaba, mientras apacentaba las ovejas de su suegro, parece que también tenía una buena relación, una íntima relación con el Señor. Estaba atento, estaba atento a lo que el Señor estaba provocando a su alrededor. Muchos de nosotros hacemos una separación entre el trabajo y el servicio al Señor. En el trabajo muchas veces no escuchamos la voz del Señor, muchas veces no estamos siendo muy sensibles a lo que Él quiere hablarnos en su momento.

Moisés nos enseña que un hombre y una mujer llamado por el Señor está atento no solo a lo que está haciendo físicamente o materialmente, sino que también nos enseña que en ese mismo momento está atento a lo que Dios le está mostrando alrededor. Versículo 3 y versículo 4 nos habla de un Moisés que quiere, que tiene esa emoción de poder alcanzar lo que está viendo. Aquí nos habla de necesariamente, un hombre y una mujer de Dios que debe esperar el tiempo oportuno que Dios le ha dado para poder acceder a ciertas, eh, a ciertas oportunidades que Él está abriendo. Moisés no quería esperar parece ese momento, Moisés no quería esperarse a la orden del Señor, sino que él quería ir a ver, quería ir a tocar, algo estaba pasando en medio de ese roquerío en ese desierto, que no era normal para él. Pero sí sabía que estaba la presencia del Señor ahí.

Y donde yo me quiero detener un momento es en el versículo 5, cuando el Señor le habla fuerte a Moisés, y le advierte y le dice: "Moisés, todavía no es el tiempo de que tú puedas tocar eso, porque aún debes dejar algunas cosas fuera de ese espacio". La simbología del calzado en estas culturas es súper importante. El calzado, en las culturas islámicas o árabes tiene que ver con un concepto de seguridad, con un concepto de confianza, con un concepto de sentirse cómodo, así como cada uno de nosotros. Si usted y yo andamos sin un calzado apropiado en una época apropiada en esta ciudad, podemos sufrir graves consecuencias en nuestra vida física, en nuestro cuerpo físico.

Para Moisés, el calzado en ese tiempo era necesario con tantas millas que tenía que caminar, con tanto tiempo que tenía que recorrer con las ovejas. Necesitaba un calzado. Y yo me imagino a un Moisés mirando esa escena de la zarza, y estando a unas pulgadas de poder entrar en medio de ese escenario que sólo le correspondía al Señor. Cuando el Señor nos habló acerca de este versículo nos dijo, el calzado puede representar muchas cosas. Y una de esas es que cuando el Señor le dice que se saque su calzado, era porque necesitaba tener una extrema reverencia por lo que estaba viendo, por lo que el Señor le estaba enseñando en ese momento.

El sacarse el calzado involucraba quedar incómodo en medio del desierto. Con su sensibilidad física en sus pies, expuesto probablemente a alguna herida por alguna piedra o algún animal que pudiera no se, picarlo en sus pies, o la misma presencia del Señor podía de alguna manera provocar algo en su cuerpo físico. Sabe, cuando el Señor nos habla de quitarnos el calzado en ese momento, nos comienza a hablar mucho más allá. Nos está diciendo que muchos de nosotros queremos disfrutar de la presencia del Señor compartiendo un poquitito, con la mitad de nuestro pie en el mundo.

Cuando el Señor nos habló acerca de la zarza ardiendo que para algunos comentaristas la zarza representa la iglesia del Señor en estos tiempos, que aunque el desierto, y aunque la temperatura, y aunque el sistema quiera apoderarse de él, la presencia del Señor no la consume, ahí está, siempre viva, la iglesia del Señor, siempre viva en medio de los tiempos. Pero sabe, muchos de nosotros queremos compartir a medias, queremos ver la zarza, queremos hacer como Moisés, asegurarnos de lo que estamos viendo, pero no queremos despojarnos de aquellas cosas que no son necesarias dentro de la santidad de Dios.

Manifiestas son las obras de la carne dice Gálatas 5:19. Si usted quiere leer el listado de las obras de la carne se va a dar cuenta que hay muchos hombres y mujeres dentro de la iglesia del Señor que están practicando cosas que a Dios no le agradan, y además quieren disfrutar de la presencia del Señor. Esa es la iglesia que el Señor va a vomitar de su boca. Esa es la iglesia que el Señor no quiere. El señor quiere que nos despojemos de toda malicia, de toda borrachera, de todo adulterio, de toda fornicación, de toda actitud de pecado para poder adentrarnos en la presencia del Señor y ser rodeados por su gloria. La iglesia tiene que aprender que para eso está, para disfrutar de la gloria del Señor.

Tenemos que acostumbrarnos que Dios no tiene que adaptarse a nuestro modo de pensar, y a nuestro modo de vivir. La frase corriente en el mundo es, yo creo en Dios, a mi manera. O sea que si Dios quiere me acepta y si no, bueno. Pero no es así. Soy yo el que tengo que acercarme a lo que Dios es. Soy yo el que tengo que acercarme a lo que Dios quiere que yo haga. Soy yo el que tengo que cubrirme y moldearme a la imagen de Jesucristo. Cuando la iglesia del Señor comienza a entender esas cosas, entonces muchos malos hábitos comienzan a salir de nuestra vida, y el Señor nos va permitiendo entrar en medio de su presencia. Y aunque la iglesia representada en la zarza pueda ser atacada por el desierto, por el calor, por la inclemencia del tiempo, ahí está la iglesia, santa, ardiendo en medio de los tiempos, mostrando el poder del Señor, porque para Él no hay nada imposible, y aunque el mundo se quiera reir, Dios sigue diciendo, Yo soy el soberano, Yo soy el salvador, Yo soy el gran Yo soy.

El Señor está hablándonos fuerte. Estos son tiempos donde el ejército del diablo, y los ejércitos del Señor ya se están notando. Ya uno sabe quien está de un lado y quien está del otro lado. De que lado está usted?. Está dispuesto a despojarse de aquellas cosas que el Señor está pidiendo para que su poder y su gloria sean notorios?. Cual es la misión que usted tiene?. Moisés tenía que ir a sacar al pueblo de Egipto. A lo mejor su misión es su familia, es la compañía donde está, es la escuela, es la universidad, no sé cuál es la misión que usted tiene, pero hay una misión que requiere que usted se vista de santidad, que usted se vista de pureza, que dejemos las cosas que Dios no le agradan.

En Efesios capítulo 4, versículo 22, dice así la palabra del Señor: "en cuanto la pasada manera de vivir, despojados del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renováos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad. Eso le estaba diciendo el Señor, Dios, a Moisés en ese tiempo. No manches mi santidad con tu calzado. No entres aquí con eso porque eso no es digno de pisar donde yo he estado. Quieres ver la gloria de Dios en tu vida, en tu familia, en tu libertad financiera, en tu libertad ministerial, quieres ver la gloria del Señor ardiendo en medio de un mundo tan conflictivo, tan complicado, tan complejo?. Saca el calzado que está en tu pie, comienza a sentirte incómodo en tu naturaleza humana, porque Dios quiere acomodarte a su naturaleza de santidad.

Es un desafío. Podríamos predicar de lo bien que te puedes llevar con tu vecino. Podíamos predicar hoy de las influencias que pueden tener los cristianos en el poder político. Podíamos predicar hoy día de la prosperidad, de la abundancia. Pero todo comienza aquí en una buena relación con aquél que es santo. Todo comienza aquí. No se para lo que te estás preparando, pero si no estás con los pies en la santidad del Señor, no sirve de nada. No se para lo que el Señor te está llevando, pero si tu vida no está aplicada a la santidad del Señor, hay que comenzar a vivir en el espacio que el Señor ha diseñado para que vivamos. Si aún hay cosas en nuestra vida y en nuestro corazón que al Señor no le agradan, hoy día es el tiempo, hoy día es el día indicado para poder dejar, esos hábitos de vida, esas maneras de hablar, esas maneras de pensar, esa manera de actuar, que Dios no le agrada.

Ahí está la presencia del Señor, está ardiendo, ahí está el fuego del Señor, mostrandose a ti. Y no tiene más resultados no porque no tenga poder sino porque nosotros aún queremos vivir con las malas costumbres, con los malos hábitos que Dios no le agradan. Quita el calzado que hay en tu pie, bota las fortalezas que hay en tu mente o en tu corazón. Deja de lado los prejuicios y las dudas que nunca se van a responder, y comienza a dejar que la presencia del Señor comienze a tomar que Él quiere tomar en tu vida. Cierren sus ojos.

Dice la palabra del Señor que debemos ser revestidos del nuevo hombre, el cual es conforme a la imagen del que lo creó, y se va renovando hasta el conocimiento pleno. Dios tiene un tiempo para ti. Dios tiene un tiempo para que tú comienzes a vivir dentro de la presencia que Él está mostrando en este tiempo. Deja que tus impulsos queden al lado, no vivas una vida religiosa por un par de horas en la semana, y luego tienes una vida fuera de lo es lo que al Señor le agrada el resto del tiempo. Hoy es el tiempo de una iglesia que se levante en santidad. Hoy es el tiempo de una iglesia que le muestre al mundo que puede arder en medio de las dificultades, porque está llena del poder del Espíritu Santo. Hoy día es tiempo de una iglesia que comienze a definirse, de qué lado quiere estar. Solo mirando o estar adentro, del fuego glorioso del Señor.

Aleluya, gracias Señor. Si en tu corazón hay ansiedad o necesidad de oración, solo levanta tu mano ahí donde estás. Y mismo si te pones en pie. Si hay algo que crees que el Señor debe comenzar a sanar en tu vida, haz una decisión de fé, haz una decisión que agrade al Señor, comienza a sacarte el calzado del pie, de tus pies, que no deben meterse dentro de la santidad del Señor. Yo no te voy a hacer pasar aquí al frente, solo quiero invitarte a que oremos ahí. Levanta tus brazos y si aún hay personas que necesitan esta fortaleza del Señor en sus vidas, aún podemos ponernos de pie y decirle Señor, yo quiero disfrutar en medio de la zarza ardiendo. Quiero dejar todas aquellas cosas que no son agradables delante de ti. Gracias Señor.

Señor aquí nos presentamos delante de ti, reconociendo que aún hay áreas en nuestra vida que necesitan ser restauradas, sanadas, Señor para poder disfrutar plenamente de tu presencia. Señor Tú conoces cada una de esas áreas. Tú conoces cuan dificil es la lucha diaria que tenemos, pero Tú tambien sabes que es el anhelo de nuestro corazón, Señor que, presentarnos delante de ti, como Tú te lo mereces. Señor perdónanos, perdona nuestros pecados, perdona nuestras faltas, perdona aquellas cosas Señor que cada vez nos alejan más de tu presencia. Señor enséñame a disfrutar de tu santidad, porque es ahí donde está mi bendición, es ahí donde está mi prosperidad, es ahí donde está mi sanidad, es ahí donde Tú estás Señor, y para ti, para ti no hay nada imposible. Gracias Señor. Gracias Señor.

Señor, gracias por este tiempo. Señor guardanos al regreso de nuestro hogar, y que tu bendición nos acompañe, la bendición del Padre, del Hijo, Y del Espíritu, Santo, amén, amén.