El mensaje a Nicodemo “Tienes que renacer"

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Quiero invitarles a ir a la Palabra del Señor en el Evangelio según San Juan en el capítulo 3 donde vemos un encuentro, estos encuentros personales de Jesucristo con individuos que nos revelan mucho acerca de Su corazón y de la prioridad que tiene el Evangelismo en la vida del Señor, y la salvación de un alma, y la manera que nosotros debemos emplear para evangelizar vidas. Estos son encuentros que tanto son buenos para evangelizar como también para darnos cuenta de cómo evangelizar y cuáles son los elementos que constituyen un Evangelismo efectivo.

El domingo pasado hablamos de la mujer samaritana, del encuentro de ese personaje con Jesucristo en el Evangelio según San Juan en el capítulo 4 y vimos que esta mujer es una mujer de dudosa reputación, tiene una vida un poco licenciosa, han habido seis hombres en su vida, es una mujer que me imagino que en su comunidad las mujeres la veían con una fascinación y también con miedo de que les escogiera a sus esposos, tiene un pasado, y sin embargo es un corazón que necesita a Jesucristo, y hay algo en ella que le provoca al Señor simpatía, y por eso Cristo se acerca a ella, le ministra, le habla, se presenta ante ella, y es importante que nosotros veamos cómo Él va a llevando a esta mujer gradualmente a un conocimiento de Él y a una aceptación total.

Y esta mujer, una de las cosas que hace es que se convierte en una gran evangelista, y eso es lo que yo digo acerca de por qué es importante que nosotros traigamos a otros al conocimiento de Jesucristo. Sabe que los nuevos creyentes muchas veces son los mejores evangelistas porque conocen a otros que no conocen al Señor.

Nosotros los cristianos muchas veces después de cierto tiempo en el Evangelio nos metemos dentro de nuestra propia burbuja, cesamos de tener contacto con gente que no conoce a Jesucristo, pero la gente que no tiene un trasfondo religioso pues muchas veces sus amigos son inconversos y son buen recurso, y usted no tiene que tener gran conocimiento bíblico ni nada. Esta mujer lo único que tenía era un descubrimiento fresco de Jesús como Señor y Salvador, y ella simplemente le dijo a esos compañeros de aldea: vengan y vean a este hombre que me ha dicho todo mi pasado y que evidentemente es el Hijo de Dios, y al ella traerlos a Jesús el Señor hizo lo demás y se convirtió toda su aldea.

Y una de las cosas que nosotros tenemos que hacer en nuestro caminar cristiano es invitar a otros. Pero fíjese también, yo creo que muchas veces una de las cosas que podemos hacer es invitarlos simplemente a venir a la Iglesia. Ella no podía quizás predicar el Evangelio porque no sabía cómo pero los trajo para que el Señor les hablara para que conocieran, y usted puede hacer eso, invitar a alguien a venir a un servicio, invitarlos a venir a una actividad especial, a una cena, un retiro de mujeres, son buenas oportunidades para que usted invite a alguien. Dígale: mira yo te voy a pagar la entrada o la cena o lo que sea pero quiero que vengas y escuches, y Dios puede usar ese medio para traer a alguien al conocimiento de Jesucristo. Un hermoso pasaje que nos recuerda del valor que el Señor le asigna a una sola alma.

Y ahora en el capítulo 3 del Evangelio según San Juan tenemos otro encuentro personal, Jesús y Nicodemo. Nicodemo y la mujer samaritana no pueden ser más diferentes en sus trasfondos y en su reputación, y en su importancia en la sociedad.

Miremos este capítulo, en el versículo 1 del capítulo 3 dice que: “había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos” a diferencia de esta samaritana, una mujer sin ningún tipo de importancia, al contrario negativa en su figura, Nicodemo es un hombre de prestigio, es un hombre importante, es un hombre probablemente religioso porque es miembro de la secta de los fariseos y tiene cierto renombre entre ellos, una diferencia bien grande, sin embargo el Señor los alcanza a los dos, no tienen diferencia porque los dos tienen un alma eterna dentro de ellos que es lo que es importante salvar.

Nicodemo se acerca al Señor, y dice que: “Vino a Jesús de noche” ¿por qué viene Nicodemo de noche? porque no quiere que sus amigos fariseos sepan que él está interesado en Jesucristo. ¿Cuánta gente son así? evangélicos encubiertos ¿no? son como esos detectives que abren así la jacket, muestran la chapa ¿no? y después vuelven otra vez y la esconden, ¿cuántos aquí son detectives encubiertos, evangélicos encubiertos? yo espero que tú no seas uno de esos.

¿Sabe que si en Boston hubieran más evangélicos que se atreven a testificar de Cristo las cosas serían muy diferentes? Uno va a cada rato, va a los hospitales y encuentra médicos cristianos, enfermeras cristianas, hay maestros cristianos a patadas en las escuelas déjeme decirle, perdone la expresión, hay trabajadores sociales cristianos, muchísimos en Boston, hay hombres de negocio que van a la Iglesia el domingo, hay profesores universitarios que son cristianos y sin embargo la sociedad no se da por enterada porque son como Nicodemo muchas veces, aman a Jesús, están interesados en él pero no han tenido ese encuentro frontal que los convierte en gente atrevida, gente aguerrida que sólo tienen una agenda y es avanzar el Reino de Dios.

Nosotros tenemos que ser de ese tipo de creyente. No sea un cristiano de noche, se un cristiano a la luz del día, atrévete a testificar de tu fe. El diablo ha metido en nosotros miedo con una cantidad de retóricas culturales de respeto a la diversidad, a la privacidad de la gente y muchas veces hay personas que quieren que les hables del Evangelio pero muchas veces nosotros los vemos y nos dejamos intimidar por la corteza exterior, y ellos están interesados. Nosotros necesitamos hacer una decisión de ser cristianos radicales comprometidos con el Reino de Dios ¿amén? Pídele a Dios que te dé esa capacidad, ese valor para testificar de Jesucristo, para hablarle a otros de venir a los pies del Señor, de ser un cristiano que te conozcan alrededor.

Anoche yo dirigí la ordenación de un joven haitiano muy talentoso, tremendamente dotado en el mundo secular, en el mundo de los negocios pero también un hombre con una vocación pastoral y de servicio muy grande, y él invitó a sus amigos y familiares, y entre ellos vinieron varios de sus vecinos, y los trajo para que fueran testigos de su ordenación al ministerio. Él estudió en seminario también, se graduó en seminario y está comenzando una iglesia. Pero me impactó el hecho de que él invitó a sus vecinos para que vinieran a verlo a él ser ordenado como Pastor.

Y uno al ver eso, a mí me causa respeto por él porque esto quiere decir que él está dando testimonio de su fe y no solamente eso sino que sus vecinos piensan suficientemente bien de él como para venir a su ordenación, y esa es una manera de uno muchas veces aprovechar oportunidades especiales donde la gente va a venir y va a recibir, va a escuchar la Palabra del Señor.

Yo creo que debemos hablarle a nuestros vecinos, no podemos ser cristianos encubiertos, la gente alrededor de nosotros tiene que saber quiénes somos y tenemos que asegurarnos de delatarnos por así decirlo y de que la gente sepa en nuestro trabajo.

Usted no tiene que estar usando tampoco las horas de trabajo, si vamos a testificar hermanos testifiquemos apropiadamente. Si usted está trabajando pues trabaje su máquina, dé ocho horas de trabajo por ocho horas de paga ¿amén? pero en momentos, hay momentos. Quizás en la hora del almuerzo alguien viene o se le acerca, usted puede testificar de Cristo, y quizás tener cuidado porque hay ambientes que quizás son bien hostiles, y yo creo que hay que tener prudencia también. Yo creo que hay ocasiones en que hay que ser prudente y eso está bien, pero Dios le va a dar oportunidades si usted las busca.

Yo sé que hay maestros, por ejemplo mi hermana Fanny trabaja en el departamento de escuelas de aquí de Boston y el departamento de escuelas es extremadamente puntilloso en que no haya proselitismo como ellos lo llaman y hay maestros que han sido despedidos porque estamos en una sociedad muy hostil, pero ella siempre encuentra oportunidades de testificar de Jesucristo a los niños, a los padres, y han venido a la Iglesia los padres porque ella les ha testificado de Jesús en maneras apropiadas, en maneras oportunas digamos, hay maneras en que nosotros podemos testificar de Jesús.

Tenemos que ser radicales en eso. Estos sermones están diseñados para crear en nosotros una consciencia, estos esfuerzos que estamos haciendo son para crear en nosotros una consciencia de que tenemos que testificar, tenemos que ser una Iglesia evangelística, tenemos un tesoro grande en nuestras manos que tenemos que compartirlo. No tenemos derecho de poner esa luz debajo de la cama ¿amén? tenemos que ponerla en alto y que otros la puedan ver.

Nicodemo es un hombre de intereses religiosos encomiables, él pertenece a una secta muy, muy religiosa y muy recta, y él se acerca a Jesús de noche, tiene interés en conocer quién es Jesús, lo ha visto predicar una Palabra simpática, una Palabra generosa, hay algo en Su predicación que a él lo intriga y le interesa.

Y entonces se acerca y le dice: “Rabí” es decir, maestro, “sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces si no está Dios con él.” Primer error de Nicodemo ¿sabe usted cuál es? de no asignarle a Jesús su verdadera posición y su verdadera naturaleza.

Nicodemo ve en Jesús un maestro distinguido, ve un hombre que tiene algo especial que lo aparta del montón pero no conoce a Jesucristo por lo que Él verdaderamente es, entonces le dice a Jesucristo: sabemos que has venido de Dios como maestro, y entonces le dice: nadie puede hacer estas señales que Tú haces si no está Dios con él. ¿Sabe que Dios no estaba con Jesús? Jesús era y es Dios, y eso delata a Nicodemo como alguien que necesita corrección.

Uno puede tener a Jesús de esa manera, muchos de nosotros hemos conocido a Jesús y aún a veces en la Iglesia lo vemos como un ser importante. Vemos nuestra fe como algo sí, que adorna nuestra vida, algo que nos da cierto grado de tranquilidad, de placer, pero no hemos tenido un encuentro frontal con Jesucristo como lo que Él es, el dueño de todo lo que tenemos y todo lo que somos.

Hay gente que ve a Jesús como un accesorio, lo ven como algo que enriquece y embellece, y complementa, y adorna, pero no lo ven como el fundamento total de sus vidas, y yo diría que hasta que una persona no tiene un encuentro radical con Jesús donde el Señor Jesús se convierte en un todo para nosotros no hemos llegado hasta donde tenemos que llegar. Yo me sorprendería si no hay muchos aquí de nosotros que necesitan ese encuentro frontal con Jesucristo que va a tener Nicodemo en un momento.

Hasta que el Señor no se convierte en la totalidad de nuestra vida mis hermanos, nos va a faltar algo. Uno sabe cuando una persona ha tenido un encuentro verdadero con Jesucristo porque hay una pasión en ella, hay un cambio de 180 grados y yo diría, quiero ser un poco recto aquí, directo, dije que muchos en nuestra Congregación hoy que están aquí sentados, necesitan un encuentro mayor con Jesucristo.

Hay diferentes grados de compenetración con Jesús, hay un grado de compenetración en que Jesucristo es algo importante en tu vida pero hasta que tú no te das totalmente a Él y tú reconoces que todo lo que tú eres y todo lo que tú tienes pertenece a Él te va a faltar algo, yo quiero llevarte a ese nivel ¿sabe por qué? porque es en ese nivel de profundidad total donde se saborea quién es Cristo verdaderamente, donde se experimentan los beneficios reales de la vida cristiana. Hasta que tú no te bebes esa copa hasta el último trago vas a estar bendecido sólo parcialmente.

Yo recuerdo en mi propia vida personal, yo crecí en el Evangelio, mi mamá se convirtió al Señor cuando yo tenía como cuatro años solamente, hace unos veinte o veinticinco años más o menos (risas), y yo crecí en el Evangelio. Si usted me preguntaba a mí si yo era cristiano yo le iba a decir: claro que sí. Fui a la escuela superior, fui a la universidad y era más cristino que cristiano porque habían muchas cosas en mi vida que no eran conforme al Señor, el mundo tenía un agarre en mi vida. La vanidad intelectual era algo que me aprisionaba. El deseo de lograr cosas, de tener éxito en el mundo, de tener renombre, de tener logros profesionales, de participar de las atracciones del mundo. Yo amaba a Jesús pero era como Nicodemo en algún punto, mi entendimiento de Jesús era parcial y había algo que tenía que quebrarse dentro de mí.

Yo recuerdo que una de las cosas que me quebró, ahora que está mi hermana Sara acá porque yo experimenté eso allá en Nueva York, la muerte de mi padre fue algo que me quebró mi vaso de alabastro, fue un dolor, un golpe en la boca del estómago que me destruyó. Y de esa pulverización de mis emociones, esa debilidad Dios la aprovechó para entrar en mi corazón, y algo pasó que de ese desangramiento vino un debilitamiento del agarre del mundo en mi espíritu y en mi vida, y algo sucedió muy, muy profundo que me mostró la fragilidad de la vida y me sorbió ese deseo de éxito y de fama personal que yo tenía, y me provocó voltearme hacia Jesús y buscar de Él con mayor entrega.

Y de ese tiempo de luto espiritual que yo pasé después, porque pasaron como dos o tres años de ese proceso de luto interno, Dios lo aprovechó para poco a poco ir redirigiendo mi mirada a Jesucristo, y entonces hubo una segunda conversión en mí, una segunda conversión. Y ese fue el tiempo en que yo puedo decir: de ahí yo dato mi cristiandad, porque yo le dije al Señor, llegó ese momento de yo devorar la Escritura.

Yo me levantaba a las 5 de la mañana y leía la Biblia y era como si, yo la conocía muy bien pero era como que la estaba descubriendo por primera vez, había una pasión en mí, había un gustar del Evangelio de una manera muy diferente, había algo que Dios hizo en mí en ese momento y yo me estaba preparando.

Y de esa entrega de mi vida yo le dije: Señor, todo lo que yo tengo, todo lo que yo soy yo lo pongo a Tus pies, haz de mí lo que Tú quieras. Yo no sabía lo que estaba diciendo ¿sabe? mire dónde me encuentro treinta y pico años después.

Le dije: Señor yo quiero servirte como Tú quieras, yo pensaba que lo podía servir a mi manera, una forma elegante, intelectual, reconocida por el mundo, pero eso no era lo que el Señor quería para mí, y Él me tomó en serio. Cuando yo me enamoré del Señor y lo ví por lo que Él era, no un accesorio, no algo que enriquecía mi vida y que la complementaba, no, era el todo, era el centro, y eso provocó una crisis en mí, por eso yo me tomé un año fuera de la universidad y me fui a los desiertos de Lawrence allá, perdonen si hay algún hermano de Lawrence acá (risas), digo desierto porque fue un tiempo así emocional de desierto para mí. Dios me sacó de la universidad, era como que yo necesitaba pensar en qué era lo que me había pasado, era un cambio para mí, era algo desde adentro porque ya Jesús no era simplemente un accesorio, no era como que el venía de Dios, Él vino a ser Dios.

Y por eso es que nosotros cuando llamamos a una persona a conocer a Cristo decimos: ¿quieres recibir a Cristo como tu Señor y Salvador? las dos cosas van juntas, porque mucha gente quiere a Jesús como Salvador pero no lo quiere como Señor.

¿Sabe qué quiere decir la palabra “señor”? kairos, kirios. El señor es el dueño de los esclavos en la imagen greco-romana. Nosotros no somos esclavos ante el Señor, de paso, Dios nos ha hecho hijos, nos ha hecho amigos, pero en un sentido sí es como que somos esclavos de Él. Hemos usado el eufemismo de siervos de Jesucristo pero cuando Pablo decía, lo que decía era “esclavo de Jesucristo”.

¿Has llegado tú al punto en tu vida de que tú te sientes que tú eres, para todos los efectos, un esclavo de Jesús? ¿Qué es un esclavo? un esclavo no tiene propiedad, un esclavo no se pertenece a sí mismo, un esclavo no se gobierna en ninguna manera, aún sus hijos y su esposa son propiedad del señor, del dueño, un esclavo prácticamente no tiene personalidad. ¿Te puedes considerar tú un esclavo de Jesucristo para los efectos de cómo tú lo ves a Él?

Y por eso mucha gente tiene dificultad, vienen a la Iglesia, se pasan dos horas y ya se están mirando al reloj porque hicieron una reservación en el restaurant y la hicieron para las dos de la tarde y aquí está el Pastor hablando y hablando, y hablando, inclusive dejan las habichuelas puestas calculando que cuando salgan de aquí ya van a estar hechas pa’ poder comenzar a hacer moro o lo que sea y están muy conscientes de la hora (ríe). Se pueden pasar horas viendo un juego de pelota y si el juego se extendió más de los nueve ini gloria a Dios, qué bueno, mejor, disfrutan, pero si el culto se extendió un poquito ya se sienten incómodos e inquietos.

Le asignan al Señor un tiempecito el domingo porque el domingo es el tiempo que hizo Dios para que la gente fuera a la Iglesia, pero que hay un culto el miércoles o un tiempo de oración el viernes o alguna actividad especial ¡no hombre! eso es para fanáticos, yo soy demasiado decente, demasiado culto para ser un fanático, son muy comedidos en su entrega al Señor.

Hermano: ¡cuando Cristo entra a tu vida es para ser el Señor y Salvador, ponerse en el trono y hasta que Cristo no llega a ser eso en tu vida tú no lo has conocido! Ahora, si tu lealtad es para la Iglesia entonces yo puedo entender porque la lealtad uno no se la da a ninguna institución humana, ese tipo de lealtad, y a veces confundimos una cosa con la otra, la lealtad a la Iglesia, a la institución, eso puede ser parcial, pero la lealtad al Reino de Dios y a Jesús, eso tiene que ser radical y absoluto, tu identidad está resumida en tu cristiandad, tu cristianismo. Tú vives para Jesús, tú eres un instrumento de Jesús. Tú eres una plataforma para que Jesús se plante sobre ella y la use como Él quiera, Jesús no puede ser simplemente este hombre que era para Nicodemo, un buen maestro, un hombre de Dios.

Cristo quería ser el todo en la vida de Nicodemo y eso es un elemento que se repite una y otra vez. Nosotros tenemos que llevar a la gente a ese punto en que levantemos a Cristo delante de ellos como Dios, como Señor, como Salvador de sus almas.

Podría decir mucho más, ahora estoy hablándole a esas personas, digamos. Tú tienes que examinarte continuamente, yo tengo que examinarme. ¿Cuán central es Cristo para mí, cuán central es Él en mi vida?

Cuando el Señor se instala dentro de ti y se desgrana dentro de ti esa esencia que Él suelta se va transmitiendo y distribuyendo a través de todas las partes de tu ser, lo va coloreando todo de una manera diferente.

Yo recuerdo ese tiempo de enamoramiento con el Señor, de ahí vinieron tantas cosas, el Señor me tomó en serio porque el Señor es real y bendijo mi vida, y la vida de mi esposa, y bendijo la vida de mi familia, y al caminar con Jesús hemos visto cómo todo se ha enriquecido, cómo todo ha cambiado, y yo puedo decir que yo entiendo la diferencia de tener a Cristo parcialmente y tenerlo en el centro de nuestra vida, y todavía me falta más, déjeme decirle, porque quiero conocerlo más, como dice Pablo, y quiero que Él me conozca más, y quiero que Él tenga más de mí y yo tener más de Él porque es un proceso que nunca termina, es un idilio, es un enamoramiento. El que se aburre en el Evangelio es porque no ha conocido el Evangelio, el Evangelio es una aventura hermanos, el Evangelio es un enamoramiento con capas y capas, y capas, Cristo no tiene fin.

Nos aburrimos porque nos hemos enamorado de la Iglesia o de los pastores, o de un diácono o lo que sea pero no de Jesucristo, hay que ir directamente a Él y hay que conocerlo por lo que Él es y entonces eso cambia todo, cuando Cristo se hace real en tu vida eso suelta una esencia. Por eso es que hay muchos de nosotros que entramos al Evangelio y no damos pie con bola, y seguimos haciendo los mismos errores, chaparreando el mismo lodazal, nuestra situación no cambia, no sentimos el gozo que se supone que sintamos, no hay transformación, no hay cambio en nuestro ambiente, los problemas siguen siendo iguales. Yo te sugiero que una posible razón es que necesitas meter a Cristo dentro de ti, ese tronco necesitas plantarlo en tu tierra para que crezca otra vez y florezca dentro de ti, y eso es lo que el Señor le quiso decir.

Mire la forma frontal en que el Señor le habla a Nicodemo, es casi descortés ¿sabe? porque Jesús tiene una parte bonita y tierna, pero tiene una parte también recta y firme, y cuando a Él no se le da el lugar que Él merece Él se pone un poquito sombrío también ¿sabe? no hay cómo acercarse a Jesús y no darle todo lo que Él merece, eso provoca una hostilidad de parte de Él.

Dice: “El Señor le responde a ese cumplido de Nicodemo con una respuesta confrontativa; Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo que el que no naciere de nuevo no puede ver el Reino de Dios.” Si usted mira, en un sentido es cortante la respuesta del Señor. Nicodemo puede decir: Señor sí, sabemos que Tú eres alguien especial, y el Señor en vez de decirle: Gracias Nicodemo, agradezco mucho ese cumplido, sí, Yo soy importante, la verdad, no. Le dice: Nicodemo, si tú no naces de nuevo no te vistas que no vas. Él le está diciendo: A ti te falta algo esencial. Tú me conoces pero no se ha dado la transacción, no se ha dado la reacción química para que tú sepas verdaderamente quién Yo soy.

La conversión es algo misterioso, es algo verdaderamente mágico, esa imagen de nacer de nuevo es algo tan importante que nosotros la entendamos para que nosotros podamos invitar a otros a un conocimiento verdadero de Jesucristo. Conocer a Jesús es algo que no pasa desapercibido en el sistema humano.

Cuando una persona recibe a Cristo en su corazón cosas pasan, hay cambios, hay transformaciones, hay impregnamiento de ese individuo. No es simplemente como que conocí a Jesucristo y añadí una pieza de información a mi cerebro, tiene que darse algo mágico, una transformación interna que la Biblia la define de una forma tan radical que la llama nacer de nuevo, no es ni siquiera un nacer, es una creación, una recreación de la persona.

Y es importante que nosotros alertemos a la gente acerca de eso de que hay que nacer de nuevo, borrón y cuenta nueva. Y yo creo que por eso es que a mucha gente le resulta difícil entender esto de recibir a Cristo como Señor y Salvador y por qué es necesario hacerlo, porque es que Jesús es el único que tiene poder para desatar las reacciones necesarias en el espíritu del ser humano para que esa persona pueda ser entonces aceptable delante de Dios.

Hay lo que se llama una sustancia catalítica, espero estar usando el término correcto en español, ¿así se dice? un catalista. Un catalista es, según tengo entendido, en la química, es es esa sustancia o ese elemento de energía que permite que se dé una reacción química, por ejemplo que, ¿cómo? catalizador, gracias, tenemos aquí una señorita química que puede ayudarnos en eso (risas), por ejemplo: usted coge un átomo de oxígeno, dos átomos de hidrógeno y usted los junta y no pasa nada porque son simplemente dos sustancias que no tienen relación entre sí, pero el catalizador es aquéllo que provoca algo y añade un poquito de energía, yo no sé exactamente cómo, pero permite que esas dos cosas se fundan y creen entonces una molécula de agua, se necesita energía entonces, en las reacciones químicas se necesita energía, para hacer posible que algo brote, y Jesús es ese proceso.

Jesús es aquéllo que permite que se dé en nosotros la reacción necesaria para que haya nueva vida. Nosotros por nosotros mismos no podemos hacerlo, se necesita la energía, se necesita la esencia que Cristo provee para que en nosotros se pueda dar un cambio de naturaleza, porque si no simplemente vamos a crear lo mismo que somos, vamos a continuar siendo lo mismo que somos.

La unión entre el hombre y Dios es como unir dos cosas que son totalmente diferentes. La carne humana totalmente imperfecta, pecaminosa, inclinada a la rebeldía y un Dios puro, perfecto, todopoderoso, santo ¿cómo unir esas dos cosas? Cristo lo hace posible. Cristo de alguna manera añade la cantidad de energía que se requiere para fundir esas dos esencias y hacer posible la unión entre Dios y el hombre. Por eso es que Él dice: Yo soy el camino, la Verdad, la vida, Jesús es el puente, y nosotros tenemos que presentarle a la gente a Jesucristo para que se dé el nuevo nacimiento dentro de ellos, para que brote la vida de Dios dentro de ellos. Jesús es la respuesta y nosotros tenemos que levantar a Jesús delante de la gente para que se pueda dar un nuevo nacimiento.

¿Cómo podemos nosotros cambiar nuestra mentalidad, cómo podemos cambiar nuestro comportamiento, cómo podemos ser radicalmente diferentes? ¿cómo podemos romper las ataduras que esclavizan nuestra vida? tiene que venir un agente de afuera que haga posible eso y Jesucristo es el agente, y la gente tiene que invitar a Jesús a su vida para que se pueda dar un cambio de esa naturaleza.

Yo les digo que hubo un cambio en mi vida cuando yo invité a Jesús a venir, yo recuerdo esa experiencia claramente y lo que pasó en mi vida, y nosotros tenemos que traer a otros a ese conocimiento. Y eso es lo que el Señor le dice a Nicodemo, le dice: Si tú no naces de nuevo no puedes ver el Reino de Dios.

Hay asociaciones de infancia con esto de conocer y aceptar a Cristo como Señor y Salvador. El Señor Jesucristo dijo que si no nos hiciéramos como niños no podemos ver el Reino de Dios. Hay algo acerca de niñez asociado con el nacimiento, con el nuevo nacimiento y con el entrar en el Reino de Dios.

¿Sabe que mucha gente no pueden entender quién Jesucristo es ni los misterios del Evangelio? paradójicamente porque son demasiado inteligentes y demasiado sofisticados, y el lenguaje del Evangelio es un lenguaje mágico, mítico, misterioso, simbólico, artístico y se entiende por medio de otras facultades que no son las facultades racionales. Si usted trata de acercarse al Evangelio por medio de facultades que son intelectuales, racionales va a rebotar contra el Evangelio porque al Evangelio se llega por medio de otra facultad y uno tiene que hacerse como un niño de inocente, y eso lo vemos con Nicodemo.

Nicodemo tiene un entendimiento teológico racional altamente educado y cuando el Señor le dice que tiene que nacer de nuevo Nicodemo lo interpreta literalmente porque no puede entender el lenguaje de Jesucristo. Y él le pregunta: ¿cómo puede un hombre nacer por segunda vez? ¿puede acaso entrar de nuevo al vientre de su madre y nacer? y el Señor vuelve y le dice: Nicodemo, te digo que el que no naciere de agua y del espíritu no puede entrar en el Reino de Dios, lo que es nacido de la carne carne es y lo que es nacido del espíritu, espíritu es.

El Señor le está diciendo a Nicodemo: Nicodemo, pon tu intelecto a un lado por un momento, deja de tratar de figurar el Evangelio por medios racionales, no te involucres en disputas tontas con la gente acerca de cuestiones intelectuales, bueno ¿y si hay marcianos se van a salvar o no en otro planeta? y los platillos voladores ¿de dónde vienen? ¿el Señor también va a anunciar el Evangelio en Marte o en Plutón u otros sitios donde hay? no se meta en esas cosas, ¿quién fue la esposa entonces de Caín si no había otra? no se meta en esos líos, mantenga la conversación centrada en Jesucristo.

La gente cuando trata de figurarse el Evangelio en términos intelectuales nunca va a poder entrar, y si usted está luchando con Jesucristo baje la guardia, deje de razonar y simplemente abra su espíritu al Señor, dígale si Él es real que le hable, que entre a su vida, hágase humilde, hágase sencillo. Por eso es que el Señor dice: si no fuéreis como niños no podéis entrar al Reino de los cielos, si usted trata de ir por el intelecto nunca va a poder llegar a donde está Jesucristo, porque es que el lenguaje y el significado del Reino de Dios es totalmente diferente, se requiere otra facultad.

Ponga a un lado sus preguntas, entre a Jesús y preséntese, deje que Él se presente y cuando usted hable con Jesús y Él con usted usted verá lo fácil que es, y entonces desde adentro, todas esas preguntas que usted tenía desde afuera usted se reirá de lo fácil que se responde a ellas, porque de afuera no se puede entender el Reino de Dios, tiene que ser desde adentro.

Es como decía el famoso teólogo Kirkiegaard, recibir a Cristo es como dar un salto en el abismo, láncese y crea. Creer es algo que es como, no sé, no sé exactamente cómo describirlo, es un salto en el abismo, es simplemente decidirse: me voy a tirar, y cuando usted lo haga el Señor estará ahí listo para recibirlo.

Mucha gente cree que si se entregan a Jesús van a tener también como que engavetar su intelecto. ¿Sabe que humillar su intelecto ante Cristo lo hace también más inteligente y más sabio hermano? Cuando usted mete su intelecto en la camisa de fuerza del Evangelio esa camisa de fuerza lo ejercita y lo hace más fuerte, más agudo, lo hace más abarcador. Cuando el hombre humilla su intelecto ante la grandeza y el señorío de Jesucristo el Señor lo bendice y lo levanta, y le da entonces un intelecto sano, un intelecto para vida, no el intelecto ese agudo y cortante que tanta gente tiene en este siglo que lo que hace es que envenena y causa tanta corrupción, y tanto daño como vemos.

El siglo XXI con todo su conocimiento intelectual, todos sus logros científicos, todo su conocimiento del microcosmo y el macrocosmo, desde la genética humana hasta las galaxias y el cosmos, desde las profundidades del océano hasta las alturas del espacio y sin embargo este mundo está más terrible y más contorsionado que nunca porque hay un intelecto que mata y hay un intelecto que sana, y el intelecto que sana es aquél que está sometido y humillado delante de Jesucristo, el intelecto como de niño, la inocencia, el intelecto que lleva a la vida.

Y eso es lo que está tratando de mostrarle Jesús a este gran hombre, a este fariseo bien educado en la teología y en el conocimiento de la ley, Él le dice: Mira, estoy no es asunto de conocimiento teológico, es asunto de una persona y esa persona soy Yo, tú tienes que conocerme a Mí.

Versículo 13: “Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”

¿Qué está haciendo el Señor? está cambiando los términos de la conversación y le está diciendo a Nicodemo: Ahora hablemos de Mí, no hablemos de quién tú crees que Yo soy sino verdaderamente de quién Yo soy. Yo soy el que descendió del cielo, Yo he venido al mundo a revelarle al hombre la naturaleza del Padre, la naturaleza de las cosas espirituales, y hay que mirarme a Mí para recibir salvación y vida eterna.

Y el Señor usa la imagen de la historia de Israel cuando en un momento de rebeldía el pueblo ofendió al Señor en una forma terrible cuando estaban deambulando en el desierto, y el Señor los castigó enviando serpientes venesosas que los estaban picando y estaban haciendo estragos entre el pueblo, y el pueblo clamó y se arrepintió, Moisés intercedió por ellos, y Dios le dió una fórmula a Moisés, usted puede leerlo en el Libro de Números, y le dijo: Está bien Moisés, constrúyete una escultura en forma de serpiente y levántala de todo el pueblo, y todo aquél que mire a la serpiente será salvo, será sanado de su envenenamiento.

Y si usted piensa que el Evangelio y la Venida de Cristo fue una ocurrencia tardía para el Señor usted no entiende, Dios estaba ahí erigiendo una imagen en el desierto de quién era Jesús y cómo era que iba a salvar a la humanidad, porque esa serpiente era símbolo de Jesús y cómo hay que mirarlo a Él. Y el Señor ahora toma esa historia del pasado de Israel y le dice a Nicodemo: Mira, Yo soy aquél al cual toda persona debe mirar.

Hay algo interesante en que el Señor usara a la serpiente para sanar de las picaduras de serpientes, es como usar algo que es lo mismo pero que ahora tiene un valor sanador mientras que antes tenía un valor de muerte, ¿por qué esto? porque el hombre en su pecado, el pecado entró por un hombre, por Adán que ofendió a Dios y por ahí entró la muerte, ¿y qué dice la Biblia? que Dios usó a un segundo Adán, a otro hombre para traer vida y sanidad a la humanidad, Dios y hombre.

Entonces el hombre fue instrumento de muerte en la caída adánica pero ahora a través de Jesucristo, como la serpiente de bronce viene a sanar las picaduras de la serpiente original, Cristo ahora ha sido puesto para sanar a la humanidad desde la caída propiciada por el pecado de un hombre, y entonces la gente al mirar a esa escultura y mirarla con intencionalidad podía recibir sanidad.

Eso es lo que nosotros tenemos que decirle a la gente: mira a Jesucristo, no le venda un sistema, no le venda una Iglesia, véndale una persona que pueda hacer la diferencia.

Yo le decía a los hermanos del servicio de las 9: si a mí me dijeran que tengo cáncer y me dijeran: mira a esas flores y serás sano yo miraría esas flores, yo me las comería con los ojos, sería como los muñequitos ¡uing! me salen los ojos y se pegan a ellas, yo miraría asegurándome de que las estoy viendo y las contaría una por una para asegurarme de que esa mirada fuera verdadera, así tiene la gente que posar su mirada sobre Jesús el Hijo del Hombre, tenemos que invitarlos: pon tu mirada en el Hijo de Dios. Tu voluntad, tus afectos, tus esperanzas, tus emociones, todo enfócalo en Jesucristo, y eso es lo que Dios ha querido que hagamos, eso es lo que tenemos que decirle a la gente.

No pongas tu mirada en una Iglesia, no pongas tu mirada en un sistema. Las religiones te van a decepcionar, los pastores te van a decepcionar, Cristo nunca te va a decepcionar, pon tu esperanza en Él, pon tu afecto en Él (aplausos) y lo demás viene por añadidura, claro que sí, entonces hay que crecer, hay que buscar, hay que conocerlo mejor.

Pero el acto mágico se da cuando tú te pegas a Jesús, cuando tú lo reconoces por lo que Él es, cuando tú le das Su posición que Él merece y que es la única. Hasta que un hombre, una mujer no ve a Jesús de esa manera desesperada no ha llegado donde tiene que llegar. Por eso es que Él le dice a Nicodemo: como la serpiente fue levantada en el desierto así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado para que todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Aleluya.

Hay otro pasaje en que el Señor dice: Si el Hijo del Hombre fuere levantado atraerá a todos hacia Él, dijo, si Yo fuere levantado, ¿y sabe? dice la Biblia que se estaba refiriendo a la crucifixión, cuando Él fue levantado. Me imagino cuando tomaron esa cruz y lo subieron. Lo primero, lo clavaron y entonces levantaron esa cruz, y lo pusieron a Él mirando por encima de todos los que estaban ahí, fue levantado como una serpiente, una imagen de muerte, una tétrica imagen, como es una serpiente, una imagen tétrica, el Señor fue levantado. Y hoy en día, y a través de los siglos todos los que han mirado hacia Él con fe han sido salvados como la gente en el desierto también.

Hermanos: nosotros tenemos que hacer todo lo posible porque mucha gente vea al Hijo de Dios. Nuestro trabajo es levantar a Jesús ante una humanidad que se está perdiendo, se está perdiendo aquí en la Tierra y se está perdiendo para la eternidad, y si tú estás aquí hoy yo te suplico que, yo quiero que te sientas desesperado esta tarde, y quiero que te sientas que necesitas mirar hacia el Hijo de Dios y poner tu fe en Él para que se dé esa transacción misteriosa, para que nazca la vida de Dios en ti como una mujer que es impregnada por un encuentro mágico entre dos elementos de vida, se unen y comienza a palpitar la vida en su vientre, y yo quiero que tú tengas una experiencia igual, que te preñes de Cristo, perdone la expresión, imprégnate con Jesús, que nazca la vida de Dios dentro de ti porque tú lo mires a Él, pongas tu mirada sobre Jesús.

Y hermanos, que nosotros nos aseguremos de aprovechar toda oportunidad para presentar a la gente a ese Hijo de Dios para que ninguno se pierda sino que tenga vida eterna. Y en un futuro yo quiero hablar de esa imagen de perderse y de tener vida eterna ¿qué quiere decir eso? la gente se está perdiendo, la humanidad se está perdiendo. Yo pienso en todas esas personas que murieron en las Vegas, ¿cuánta de esa gente tenía a Cristo en su corazón?

Estaban ahí en un momento disfrutando de una buena música metidos en el centro de la vanidad de Estados Unidos, Las Vegas, los hoteles lujosos con todo su lujo barato y toda su corrupción, los shows y todo esto allí adorando personas ahí en la plataforma y una bala ciega los alcanza y termina su vida. Muchos se perdieron, quizás algunos conocían a Jesús pero yo estoy seguro que no tuvieron la oportunidad de clamar al Señor y de mirarlo a Él, no dejemos que la gente se pierda.

Vamos a predicar el Evangelio hermanos, eso es lo que define la salvación o la perdición eterna. Si tú tienes algo de mucho valor contigo, que Dios comience a llenarnos de ese sentido. Yo quiero que cada uno de nosotros que está aquí en esta tarde se sienta claro que su vida está en manos de Jesús. Sentémonos un momentito y por favor los niños guárdenlos en silencio un momento y si usted se tiene que mover muévase muy tranquilo porque ya vamos a terminar.

Yo quiero preguntarte: si tú fueras una de esas personas que perdió su vida ahí en Las Vegas ¿te hubieras ido tú con Cristo? si tú perdieras tu vida por alguna razón, un desastre inesperado o lo que sea ¿estás tú seguro de que vas a ir al cielo, de que tu eternidad está garantizada, que tú tienes un pasaporte para entrar al ámbito celestial, hay dudas en ti? ¿qué es lo que va a permitir que tú entres a la vida eterna y a una relación íntima con Dios por toda la eternidad?

No son tus obras ¿eh? no es nada de lo que hayas hecho ni tampoco algo que tú te hayas eximido de hacer, no es nada que tenga que ver con acciones que tú puedas tomar o no tomar en la Tierra. Hay una sola cosa que permite que tú entres al Reino de Dios y eso es que tú tengas a Cristo dentro de tu corazón, que tú lo hayas mirado a Él con desesperación, que tú lo hayas invitado a ser el dueño de tu vida, y que lo hayas invitado a ser Señor y controlador de todo lo que tú eres y lo que tú tienes.

Cuando el Padre te pregunte: ¿Por qué debo Yo dejarte entrar a Mi cielo? tú le vas a decir: Señor, ciertamente no es por nada que yo haya hecho porque no tengo ningún derecho de entrar, pero Cristo murió por mí en la cruz, yo he aceptado Su sacrificio y eso me justifica, y tengo derecho a entrar no por mí, sino por lo que Cristo hizo por mi vida, ese es el único pasaporte que tú puedes usar para entrar al Reino de los cielos.

Si tú no estás seguro de dónde está tu vida ahora mismo y tu destino eterno yo quiero que invites a Jesús a entrar en tu corazón y que lo constituyas en tu Señor, tu dueño, tu Salvador, haz esa transacción ahora. Mira ahí en tus ojos espirituales, mira a Jesús con desesperación y deja que Él haga Sus frutos dentro de ti, esa mirada te va a impregnar, te va a fertilizar con la vida de Dios. ¿Quieres tú invitar al Señor como tu Señor y Salvador a entrar a tu vida?

Quiero invitarte ahora a levantar tu mano donde quiera que tú estás, si has dado ese paso en la fe, si tú quieres hacer de Cristo tu Señor levanta tu mano, quiero orar por ti esta tarde, quiero entregarte, ponerte en las manos de Jesús, hermano, Dios te bendiga. Mira a Jesús, mira a Jesús, Dios te bendiga, ¿alguien más? este joven acá también, allí atrás se levanta otra mano, el Señor es levantado, yo lo estoy levantando ahora mismo, Él está allí, así, y veamos que está suspendido con Sus manos extendidas diciendo: Venid a Mí todos los que estáis trabajados y cargados que Yo os haré descansar, y tú estás mirando a Él con esperanza, con gran deseo.

Alguien más, levante su mano, póngase de pie un momento, quiero verle, póngase de pie. Invite al Rey de reyes, Señor de señores, el Hijo de Dios a entrar. No hay vergüenza, no hay vergüenza en entregarse al Señor. Recuerden lo que ha dicho de quebrantamiento, hay que quebrantar el vaso, el orgullo tiene que quebrantarse, hasta que tú no quebrantes el orgullo. La privacidad, el sentido de dignidad personal, esas son las cosas que impiden que el perfume salga, que el grano de trigo se quiebre y tenga vida, y dé fruto.

Venga por aquí, pase por acá si usted quiere, pase por aquí un momento, queremos orar por usted, si usted quiere quedarse allí en su asiento está bien también. Hay una confesión verbal, hay una confesión pública, no venimos a Cristo de noche hermanos, venimos a Cristo delante de los hombres, delante de la comunidad y qué mejor que un ambiente familiar, un ambiente donde otros ya lo hemos hecho, estamos aquí.

Qué vergüenza que un hombre varonil se entregue a Jesús, wow, gloria a Dios por las mujeres, pero qué bueno es cuando los hombres también se quebrantan y dicen: ¿saben qué? yo soy lo suficientemente hombre para entregarme a Dios. Un hombre nunca es verdaderamente hombre hasta que no se inclina ante algo mayor que él.

Hermanos: vivimos en tiempos de gran peligro, hay bestias salvajes que se han soltado que están caminando por este mundo ahora mismo como este personaje, 500 personas heridas, 60 casi muertas deleitándose mientras destruía vidas ¿usted no cree que esto es algo inconcebiblemente terrible? nos hemos acostumbrado tanto al mal ya que seguimos comiéndonos el cereal como si nada hubiera pasado, son tiempos terribles.

Nuestros hijos están siendo corrompidos por doctrinas demoníacas en las escuelas, los matrimonios están destruidos, el mundo está patas arriba y solamente Cristo puede proteger nuestros hogares, nuestras familias, nuestras comunidades. Satanás sólo respeta un nombre y es el Nombre de Jesús, no hay otro Nombre dado a los hombres.

Mira, hay que decirle a la gente: huye por tu vida, escapa, porque son tiempos difíciles, son tiempos terribles. Mis hermanos: figurativamente hablando, pinten el dintel de su puerta con la sangre de Jesús. Coja un pincel y simbólicamente pinte el dintel de la puerta de la entrada de su casa y diga: esta es la sangre de Cristo que yo pongo en mi hogar, y en sus vidas. No es tiempo de jugar con el Evangelio.

En un sentido, fíjense, voy a decir esto con mucho cuidado, en un sentido yo me alegro de que las cosas estén poniéndose peores porque el tiempo de los jueguitos ya ha pasado y hay que tomar en serio el Evangelio. Tanto la Iglesia tiene que tomar en serio el Evangelio como la gente allá afuera tiene que tomar a Cristo en serio.

Mis hermanos, ustedes han pasado al frente, yo les invito a comer de Cristo. Coman de Él, métanlo dentro de ustedes, tómenlo en serio. Invítenlo a hacerse dueño de sus vidas, entreguen sus hogares a Jesús. Jesús, Jesús, Jesús, ese Nombre tiene Poder, ese Nombre protege, ese Nombre cubre, ese Nombre ilumina, ese Nombre sana, ese Nombre trae esperanza. Jesús, Jesús, Jesús.

Tenemos que levantar a Jesús ante la humanidad perdida. Tenemos que retarlos a que hagan su paz con Jesús, o lo rechazan o lo aceptan pero hay que hacerles imposible la ignorancia, y ustedes están entrando en algo muy poderoso ahora mismo. No lo acepten a medias, yo no lo estoy invitando a pasar aquí al frente y después seguir simplemente como si nada, no. Les invito a una entrega radical de sus vidas.

Rompe el vaso, entra en una crisis. Entra en crisis, entra en crisis, entra en crisis. Busca ahí adentro de ti ese centro de entrega, ese centro está allí, desátalo, desata esa energía dentro de ti, desátala. Lucha por tu encuentro con Jesús, mira hasta que lo descubras, Él está ahí.

Aleluya y ese Jesús es poderoso para desatar poder, poder para toda necesidad, para toda situación, todo con lo cual tú estás luchando pero enamórate desesperadamente de Él e invítalo a esparcirse a través de todo tu ser. Dios bendiga a esa pareja tan linda de jóvenes, amén, Dios les bendiga. Inviten a Jesús y háganlo dueño de su hogar, entreguen sus vidas a Él.

Yo añoro el día en que la gente venga corriendo a la Iglesia a entregarse a Cristo. Mientras más apuestos y más talentosos gloria a Dios, mejor, más bendecidos serán y más bendecirán a otros también.

Cristo, vamos a decirle al pueblo, a la gente allá afuera: sólo Jesús representa refugio y esperanza para esta humanidad. Vamos a invitarlos a que traigan a sus familias, que hagan de sus hogares un templo donde more Jesucristo para que el Señor pueda cubrirlos del mal, de esas serpientes venenosas que abundan y que seguirán proliferando en el mundo. Mayor se hará la presencia del mal con el paso del tiempo mis hermanos y sólo la sangre de Jesús podrá cubrir, sólo la Persona de Jesús podrá proveer protección. No estamos presentando un Cristo mansito allí todo tierno y acogedor, Él es así pero Él también es el León de Judá, el único cuyo rugido respetan los demonios y el infierno, el unico que puede protegernos y cubrirnos con Su amor feroz de los ataques del diablo.

Vamos a presentar a Jesús, vamos a enamorarnos de Jesús, vamos a vivir por y para Jesús, entreguemos nuestras vidas al Señor, traigamos a otros al conocimiento de Cristo. Esto es guerra hermanos, esto es, ya, las cosas se están definiendo claramente, esto es binario. Sí o no, vida o muerte, infierno o salvación eterna y cielo, es así de sencillo, o sujeción al mal e impotencia ante sus estragos o protección de parte de Dios para tu vida, para tus hijos, para tu hogar cuando tú vives íntegramente pegado a Él, ¿cuál vas a escoger? eso es todo, el día de la decisión es ahora. Hoy, hoy es el día de la salvación. Entréguese así, desesperadamente al Señor y vamos a traer a otros.

El único, Jesús, el León de la tribu de Judá, aleluya. Te adoramos Señor, te levantamos, ayúdanos a levantarte ante la humanidad, oh, ayúdanos a encontrar ese centro de poder que eres Tú.

Padre: levanta a un pueblo feroz, un pueblo amoroso y feroz, un pueblo guerrero, un pueblo peligroso para el diablo y su infierno. Oh Dios danos la Palabra, danos la capacidad para traer a otros al conocimiento de Cristo. Multiplica los números de los salvados Señor, aleluya. Suelta Tu esencia Padre en este tiempo, derrama Tu Poder Padre, que se llene toda la casa de perfume, oh. Que esta ciudad conozca el Nombre de Jesucristo. Que el Hijo de Dios sea levantado ante los poderes de este tiempo, aleluya.

¡Suelta Tu Poder Señor, aleluya! Suelta la boca de Tu pueblo para que anuncie a Cristo resucitado, aleluya, queremos más de Ti Señor, te necesitamos.