La importancia de una vida totalmente rendida al Señor

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Quiero dedicar unos minutos a hablar basándome en el texto de Romanos capítulo 12 que lo hice esta mañana porque, en el proceso de este nuevo servicio de las 9 he querido añadir mis propias palabras que yo sé que ya agrego y he hecho un trabajo extraordinario de enseñar ese ministerio, pero ahora que somos más grandes y que hay otros grupos también he querido infundir en el corazón de ese servicio y como lo hago con ustedes también acerca de ciertos valores de importancia para nuestra Iglesia, valores que esperamos que nuestra Iglesia siempre tenga como primordiales en su constitución, su ADN espiritual que son las cosas que consideramos fundamentales, que yo creo que son el fundamento de una vida bendecida, una vida prosperada, una vida exitosa, una vida espiritualmente sensitiva a las cosas del Señor, una vida que sea capaz de recibir de parte de Dios y que sea capaz de moverse con poder en el mundo, y resolver los inevitables ataques que vienen a la vida de un creyente y vencer en toda situación, una vida prosperada en otras palabras que creemos que es el destino de todo creyente.

¿Cuál es el secreto de una vida próspera y bendecida, cuál es el fundamento, dónde comienza ese proceso de bendición en la vida de un creyente? y yo espero que esta meditación nos ayude a entender esto. Romanos capítulo 12 versículos 1 y 2, hace tiempo prediqué sobre este pasaje pero muy bien conviene recordarlo de nuevo: “Así que hermanos, os ruego por las misercordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios que es vuestro culto racional; no os conforméis a este siglo sino transformaos” esa palabra es bien importante “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios agradable y perfecta” que el Señor bendiga Su santa Palabra, amén.

“Así que hermanos, os ruego por las misericordias de Dios” así comienza Pablo en este pasaje solemne y bien importante. Lo que quiero hablarles es la importancia de una vida totalmente rendida al Señor, una vida entregada a Dios en un sentido radical, una entrega total del ser al Señor, un compromiso sin ambigüedades, sin condiciones a Dios, la entrega total de nuestro ser al Señor. Cuando usted entrega, cuando yo entrego entregamos nuestro ser a Dios, nuestro destino, todo lo que tenemos todo lo que somos al Señor y le damos a Él el señorío, el primer lugar, ahí es donde comienza el triunfo en la vida cristiana.

Una consagración total del ser que nos permite entonces recibir todos los nutrientes de la Palabra de Dios, compromiso total, entrega total, rendimiento total del ser al Señor, ese es el comienzo de la invencibilidad de un creyente. Y yo creo que el origen también de una Iglesia prosperada y bendecida, cuando una Iglesia está formada por hombres y mujeres que saben lo que es ser un discípulo de Jesucristo, saben lo que es ser un creyente, un seguidor de Jesús, un cristiano, no un grupo de personas religiosas que venimos a la Iglesia simplemente porque es domingo y porque eso es lo que hace una persona decente, sino gente convencida, gente consagrada, gente que no quisiera estar en ningún otro lugar que en la Casa de Dios, que puedan decir como dice el salmista: “Mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos”.

Qué bueno es cuando hay un pueblo que ama tanto al Señor, que conoce la Palabra de Dios, que ha tenido tratos con el Espíritu Santo, que conoce Su llamado y que está tan penetrado y tan saturado de amor por Dios y de entrega total que venir a la Casa de Dios no es un compromiso sino un privilegio, una celebración: venimos a festejar, venimos a reconocer el Señorío de Dios en nuestra vida, venimos a mirarnos unos a otros y decir: wow no creo que seamos tan afortunados de ser parte de este grupo de gente que está salvado, santificado, consagrado y camino hacia la patria celestial y a la eternidad con Dios.

Cuando hay un pueblo así, un pueblo que cada uno ha tenido su momento de crisis con Dios, su momento de chocar frontalmente con la Palabra y el Espíritu de Dios tenemos que buscar eso hermanos, tenemos que buscar esa convicción. Hasta que usted no sienta ese sentido de compromiso con Dios, lo personal de su espiritualidad, lo personal, lo íntimo.

Porque cuando nosotros venimos aquí a la Casa del Señor juntos cada uno de nosotros tiene que venir, es algo individual y es algo colectivo. En lo individual es que tú estás allí recibiendo de parte del Señor, amando al Señor, amando la Palabra de Dios, recibiendo esta Palabra en lo que se aplica tu vida, trayendo tu ofrenda al Señor de toda una semana de comunión con Dios, de anhelarlo, Sus atrios, Sus principios, y entonces tú vienes cargado, tú vienes con tu batería a full, y entonces nos unimos en este hermoso organismo que es la Iglesia de Jesucristo y juntos traemos una ofrenda al Señor compuesta de nuestras ofrendas individuales ¿entiende?

Pero tiene que haber ese sentido de compromiso de cada uno de nosotros primero y me alegro para ustedes y para mi propia vida, es que León de Judá esté formado de gente que han presentado sus vidas al Señor como un sacrificio vivo como dice aquí: “Os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios”. Él no lo dice como una sola vez, no es como que él dice: bueno un día yo vine aquí a la Iglesia, el Pastor hizo un llamamiento, entregué mi vida al Señor y okay, ahora ya simplemente lo pongo el carro en cruz control hasta que me muera y llegue al cielo, no, este presentar nuestros cuerpos como un sacrificio vivo es algo de cada día, es algo inclusive de muchas veces al día. Es algo de que a veces tu carne, tu biología te inclina en una dirección y como un caballo que se quiere desbocar tú sientes el impulso en una dirección y tú frenas y dices: no, mi cuerpo lo tengo que presentar como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, cuántas veces uno tiene que hacer eso.

Una oferta de una ganancia deshonesta que te promete liberarte de muchas cargas económicas pero tú dices: no, eso no es de Dios porque mi vida pertenece al Señor, un acto deshonroso al Señor y tú sientes el impulso pero dices: no, mi vida, eso es lo que se llama presentar tu cuerpo en un sacrificio vivo, santo, agradable a Dios.

Cuando el Apóstol Pablo habla de cuerpo, dice aquí: vuestros cuerpos, la palabra en el griego original es: somata que quiere decir: su carne, no se trata simplemente de cuerpo biológico, mas bien se trata de biología, todo lo que es humano, todo lo que pertenece al tiempo y al espacio, todo lo que es material, todo lo que es contrario al espíritu, esa dicotomía entre lo que es cuerpo y es espíritu ¿no? el Apóstol Pablo habla ahí mismo en Romanos de que nuestra carne nos dirige en cierta dirección, nuestro espíritu nos hala hacia otra dirección y nosotros tenemos que escoger bajo cuál de esos dos principios vamos a vivir nuestra vida.

No podemos eliminar totalmente el llamado del cuerpo porque habitamos un cuerpo y una biología, y ese cuerpo a veces nos puede traicionar, y no va a darse por vencido hasta que lleguemos a la Presencia de Dios un día cuando seamos liberados de él, mientras estamos aquí en la Tierra contendemos con la demanda del cuerpo pero Dios dice: Presenta tu carne, y carne puede ser no solamente digamos los apetitos sexuales, puede ser también los apetitos materiales. El amor a una profesión, el amor a una ropa bonita, el amor al afecto de la gente, a tu posición social, a tu carrera, a un hombre, una mujer con la que estás casado que adoras a veces más que a Dios, y Dios dice: Toma todo eso y sacrifícamelo, preséntamelo a Mí como un sacrificio vivo, santo, agradable.

‘Parestesai’ que es la palabra que dice: presentéis, ‘parestesai’, en el griego original quiere decir eso ¿no? presentar deliberadamente algo a una persona o a un dueño y entregárselo, y rendírselo a él, como los sacerdotes presentaban al Señor una víctima sacrificada a Dios y en el medio del santuario se lo ofrecían al Señor en holocausto, Pablo dice: mira, no les estoy pidiendo que se metan un cuchillo y se quiten la vida, y que entonces se presenten al Señor, no, les estoy pidiendo que mientras ustedes viven su vida, por eso dice un sacrificio vivo, gracias a Dios, gracias Señor que no me estás pidiendo que me quite la vida, no, un sacrificio vivo, un sacrificio vivo.

Nuestra vida como cristianos y si tú eres cristiano ese llamado es para ti y para mí, nuestra vida como cristianos debe ser cada día presentar nuestra biología, esa parte inferior de nuestro ser, la parte que nos llama a querer quedarnos aquí en el mundo y querer hacer del mundo un Dios, la parte que quiere poner esos que somos nosotros por encima de Dios y Pablo dice: te invito a tomar eso y presentárselo al Señor como un sacrificio vivo, santo, agradable al Señor, y eso como digo es algo que tenemos que hacer todos los días de nuestra vida cada día para poder verdaderamente recibir lo que Dios quiere que nosotros recibamos en nuestra vida.

Pablo hace su llamado a ese tipo de actitud a la luz de todo lo que Dios ha hecho por nosotros y todo lo que Dios ha invertido por nosotros antes de que volvamos a entrar.