Resistid al diablo y huirá de vosotros

TRANSCRIPT

El domingo pasado comenzamos un recorrido a través del capítulo 4 de Lucas. Este capítulo 4 de Lucas sirve para ilustrar una vida a ejemplifica el evangelismo, un estilo de vida evangelístico. Cuáles son los componentes, cuáles son los elementos que constituyen un estilo de vida evangelístico. De eso hemos estado hablando estos domingos, porque de nuevo, queremos que nuestra iglesia adopte un estilo de vida evangelístico. Y estamos haciendo una inversión a muy largo plazo para ir reconstituyendo la neurología, por así decirlo, de nuestra iglesia hacia el evangelismo, que todo lo que hagamos esté orientado en esa dirección. El viernes por ejemplo, tuvimos ese tiempo de oración y es una forma de buscar la unción de Dios para evangelizar.

A veces la gente piensa que solamente una cosita por acá, no, es todo. El echar la semilla es simplemente la culminación pero alrededor de eso hay muchas piezas. Tenemos que aprender a vivir como iglesia y como individuos, cada uno de nosotros tienes que ser un evangelista del reino y Jesús es el modelo por excelencia de lo que es vivir un estilo de vida evangelístico.

El domingo pasado vimos en el comienzo del capítulo 4 que el Señor fue llevado por el Espíritu Santo al desierto, viniendo del Jordán, fue llevado por el espíritu al desierto para ser tentado por Satanás. Y allí vimos, es como irónico, que el Espíritu Santo dirigiera al Señor al desierto para ser tentado. La Biblia dice que Dios no tienta a nadie. Entonces uno se pregunta por qué entonces Dios mandó a Jesús a ser tentado? Parecería una contradicción. Pero era porque él estaba siendo llevado a una confrontación, yo creo que consigo mismo. Y Satanás nos tienta donde nosotros nos encontramos.

La Biblia dice que cuando somos tentados no digamos que Dios nos tienta porque Dios no tienta a nadie sino que somos tentados de nuestras propias concupiscencias. El diablo lo que busca es lo que está en nosotros, esas áreas de quebrantamiento que hay en nuestra vida, esas son las pistas de aterrizaje del diablo. Y todos las tenemos. Y el Señor Jesús, no es que él tuviera corrupción dentro de él, pero recuerde que él vino salvar a la humanidad, y también tenía que pasar por la cruz. Él sabía todo esto.

Y Satanás lo tentó en esas áreas, porque le ofreció el mundo sin tener que ir a la cruz. Le dijo, “El mundo es mío y yo te lo doy si tu lo quieres.” Y eso hubiera sido muy tentador para el Señor. Guau, puedo librarme de la muerte, puedo librarme de la cruz, puedo librarme de estos años de ministerio, todo, pero le estaba ofreciendo algo falso, porque en el momento en que él adorara a Satanás, que era el precio, ya perdía la batalla. Y así una y otra vez, yo puedo convertir las piedras en pan, y el Señor tenía hambre y hubiera sido muy tentador coger la carnada pero no lo hizo.

Entonces traducimos eso en nuestra vida y yo decía el domingo pasado que hay áreas en nuestra vida que tienen que ser también tocadas y tratadas por Dios. Y Dios nos lleva a veces a esos desiertos en la vida para quebrantarnos. Muchas veces los sufrimientos, los padecimientos, los tiempos de tribulación son llamados de Dios para que confrontemos esas áreas, las resolvamos, las definamos de una vez por todas.

Y todo cristiano tiene que tener esos tiempos de confrontación en su vida, tiempos de ir al desierto para tener un encuentro consigo mismo, descubrir esas áreas que están en nosotros que nos impiden entrar en la plenitud de lo que Dios quiere para nuestra vida. Y que necesitamos definir esas cosas, porque muchas veces estamos cojeando con la mundanalidad, con el apego al mundo, al dinero, a las cosas, y no lo definimos. Venimos a la iglesia pero no nos hemos definido y tiene que haber ese momento de desierto, de confrontación con lo demoníaco. Lo demoníaco no tiene que ser algo así abiertamente infernal, no tiene que ser una gran impureza, no tiene que ser una adicción a drogas, puede ser una actitud, puede ser una aflicción emocional, todas esas cosas vienen del mismo lugar, del infierno. Y nosotros tenemos que confrontarlas y buscar el poder de Dios y resolverlos para que no nos hagan estar siempre cojeando y titubeando.

Entonces dice, después que hubo acabado toda tentación, Satanás se apartó de él por un tiempo, porque siempre tenemos que seguir purificándonos, siempre tendremos que seguir perfeccionándonos y limando las asperezas que hay en nuestra vida.

Entonces, vimos también que el Señor volvió a su ministerio en el poder del espíritu a Galilea y enseñaba en las sinagogas, se difundió su fama y era glorificado por todos. ¿Qué pasó? Cuando él tuvo ese momento de encuentro, de definición, entonces vino una gran unción del Espíritu Santo sobre su vida.

Y cuando nosotros definimos nuestra vida, cuando determinamos, no, yo no soy una persona que simplemente va a la iglesia los domingos, yo no simplemente soy un evangélico genérico. Cuando nosotros definimos y entregamos finalmente nuestra vida al Señor, cuando tenemos ese momento de crisis, entonces el espíritu de Dios se mueve poderosamente en nosotros. Porque ya el espíritu no está contritado, el espíritu no está diluido en nosotros, el espíritu entonces tiene un instrumento en el cual se puede mover y vemos la diferencia en nuestra vida. Vemos una unción aumentada, vemos más efectividad en el evangelismo, vemos que tenemos gracia con los demás, vemos que testificamos y la gente escucha, que Dios nos comienza a usar, que comenzamos a apreciar más la palabra, que el tiempo de oración es más nutrido y más intenso y más profundo. ¿Por qué? Porque hemos definido esas áreas.

Cuando el Señor tiene su encuentro en el desierto sale de allí, entra plenamente en su ministerio y el poder de Dios comienza a manifestarse en su vida. Y necesitamos el poder del Espíritu Santo para poder ser poderosos.

Dijo aquí, para poder ser evangelistas efectivos necesitamos el poder de Dios en nuestra vida y su unción sobrenatural. Sin ese poder divino no podemos tener éxito en hacer las obras de Dios. El patrón bíblico es que recibamos la unción del Espíritu Santo para poder ir a las naciones y predicar el Evangelio. Las señales siguen a los que evangelizan. Los dones del Espíritu Santo son para hacer la obra evangelística.

Cuando el Señor comienza a proclamar el Reino de Dios la unción de Dios comienza a manifestarse a través de él, los dones comienzan a fluir. Cuando una iglesia comienza a moverse en evangelismo y a traer almas y a buscar el poder de Dios, ese poder de Dios valida y respalda la obra que están haciendo.

Muchas veces la razón por la cual el poder de Dios no se manifiesta en nuestra iglesia es porque nos hemos metido en el programa. Comenzamos a poner el énfasis en otras coas, comenzamos a poner el énfasis en la gente, en la comodidad de las personas, en el qué dirán si hacemos esto, si hacemos lo otro, en vez de decir, okay, Señor, ¿cuál es la voluntad tuya? ¿Qué es lo que tu quieres que hagamos?

Cuando uno está pensando en lo que Dios quiere que usted haga y usted pone todo sobre la mesa del Señor, entonces el poder de Dios comienza a fluir en su vida. Es muy importante que seamos una iglesia desprendida. No se apegue a nada, hermano, yo he aprendido que para que una iglesia pueda crecer no se puede apegar a nada. A veces nos apegamos a la reputación, al nombre, a la comodidad, a la rutina, al programa, y estos son tiempos que si queremos que el poder de Dios fluya en nuestra iglesia, yo creo que vamos a tener que hacer sacrificios.

Y quizás yo digo esto y usted no sabe lo que estoy diciendo, y va a decir amén apresuradamente. Es más costoso de lo que usted piensa. Hay que tener cuidado cuando uno dice, Señor, hágase tu voluntad en mi vida, porque puede ser muy costoso. Pero así también pueden venir grandes bendiciones de Dios a través de esa crucifixión.

Todo poder, toda liberación, toda resurrección, requiere una crucifixión primero. Y si Dios te dice, súbete a la cruz y no te subes, ten cuidado, porque el poder de Dios entonces no va a fluir sobre tu vida como tu quieres que fluya. Eso es gratis. Diga, auch, me dolió eso.

Ahora vemos de los versículos16 al versículo 30, vemos otra fase en la vida del Señor. El Señor dice que llegó a Nazaret y en el día del sábado entró a la sinagoga, conforme a su costumbre. Qué interesante. No le parece eso intrigante? El hecho de que el Señor tenía la costumbre de ir a la sinagoga el sábado. ¿Qué quiere decir eso? tenemos que tener la costumbre de ir a la casa del Señor porque allí hay encuentros con Dios a veces. No a veces, debe ser siempre.

No pierda la costumbre de venir a la casa de Dios aunque esté nevando o sea lo que sea, venga a la iglesia. La Biblia dice que no dejemos de congregarnos como algunos tienen por costumbre. Hay gente que tiene la costumbre de no ir a la iglesia. Tenga usted la costumbre de ir a la iglesia. Eso tiene importancia. Ah, no yo puedo adorar a Dios comiéndome mis corn flakes frente a la televisión, viendo el evangelista. No, hay algo especial cuando usted se incomoda y viene a la casa de Dios. Allí Dios puede tocarlo, allí Dios puede hablarle, allí Dios puede hacer algo en su vida.

Él tenía la costumbre de ir a la sinagoga y cuando él llega allí él profetiza. Lo invitaron a abrir el libro de la ley y él se paró frente a la congregación y cogió el libro de Isaías 61 y dijo acerca de sí: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque cuanto me he ungido para dar buenas nuevas a los padres.”

Él se apropió de una profecía que había sido dada siglos atrás y él dijo, implícitamente, él le dijo a la gente, ese soy yo. El Señor me ha ungido a mí para romper cadenas, para libertar cautivos, para dar vista a los ciegos, para libertar a los que están oprimidos por el diablo, a predicar el año agradable del Señor. Él hace suya la profecía mesiánica donde se profetizada que el Mesías funcionaría en la unción del Espíritu Santo haciendo milagros de liberación, sanidad, justicia social.

Al declarar el llamado de Dios para nuestras vidas y para nuestra iglesia, profetizar que Dios me ha llamado a mí. Dios te ha llamado a ti a romper cadenas, a predicar de estas cosas como yo estoy haciendo en estos sermones, y al orientar en una forma sostenida, continua, nuestros esfuerzos en la dirección del evangelismo y de rescatar almas para Cristo, nosotros también iremos aprendiendo a ser una iglesia evangelística. Y Dios continuará derramando su poder sobre nosotros.

Sabe que muchas veces hay que declarar las cosas con la boca, hay que declararlas públicamente, hay que decir, Dios me ha ungido, Dios me ha llamado, Dios ha extendido su voz, vamos a hacer esto, vamos a ir allí, vamos a hacer lo otro, porque si tu no lo declaras, si tu no lo dices, no sucede muchas veces. El Señor públicamente dijo, no, yo soy el Mesías. Esa palabra de Isaías se aplica a mí vida.

Sabe, cuando usted declara las cosas usted se compromete con ellas. Ya usted ha dicho algo y ya usted tiene que seguir en esa dirección si va a ser consistente. Y por eso es que usted me escucha continuamente declarando estas cosas. Cuántos años llevamos diciendo, Dios tiene un propósito para esta iglesia, Dios tiene un llamado profético, Dios tiene un propósito específico para esta congregación. Yo veo a veces sermones que escribí hace décadas y digo lo mismo. He estado anunciando eso, porque yo creo en declarar las cosas de Dios.

Y a veces no cumplimos todo lo que prometimos y lo que dijimos pero bastante que se hace. Y cada vez que usted da una profecía es como una vuelta de una onda. Cuántas vueltas tiene uno que dar para coger velocidad para entonces soltar la onda, y asimismo tiene que ser muchas veces que decir las cosas varias veces.

Cuando José interpreta el sueño del faraón, el faraón tuvo dos sueños, uno de las vacas gordas y uno de las vacas flacas, por así decirlo, y José dijo, el hecho de que tu hayas tenido el sueño dos veces quiere decir que Dios está comprometido con lo que está diciendo y que él lo va a hacer. Lo está diciendo dos veces para que se sepa que él está comprometido.

Muchas veces hay que declarar lo que ha hecho en tu vida y lo que Dios quiere hacer en tu vida muchas veces hasta que se haga carne de tu carne, sangre de tu sangre. Hay que declara las cosas de Dios. Hay que hablar a veces aunque usted no lo crea dígalo de todas maneras, Dios me ha sanado, Dios me ha liberado, Dios va a proveer, Dios me va a abrir puertas, Dios me va a proveer ese trabajo, Dios va a traer a mi hijo al conocimiento de Jesucristo, Dios va a romper mis cadenas, Dios lo ha hecho, inclusive usted diga, aunque no lo vea, porque Dios llama a las cosas que no son como que son. A veces también nosotros tenemos que llamar las cosas que no son como que son y creerlas.

Me impacta el hecho de que el Señor anuncia. Implícitamente yo soy el Mesías y Dios me ha ungido para hacer esto, y hacer lo otro. Es una declaración. Y así la iglesia tiene que estar diciendo, nosotros somos llamados para hacer algo. Tenemos que estar conscientes de la unción de Dios que ya reposa sobre nosotros y declararla. Como siervos de Dios tenemos la unción también del Espíritu Santo para anunciar el Evangelio, para romper cadenas, para libertar a los cautivos. Usted tiene esa unción. Dígalo y créalo y obre como que ya lo tiene y muévase en lo que Dios ya ha hecho. Esa unción ya está en cierta medida dentro de ti, solo resta que te muevas por fe en ella y que la declares por fe.

El Apóstol Pablo le dice a Timoteo, “Te insto a que avives el fuego del don de Dios que está en ti.” ¿Cómo se aprende a ser un evangelista? Evangelizando. ¿Cómo se aprende a consolar almas y aconsejar almas? Aconsejándolas y llamándolas al conocimiento de Jesucristo. Ejerce la unción que está dentro de ti por fe y Dios hará lo demás. No desperdicies oportunidades para declarar el Evangelio aunque no te sientas con la autoridad para hacerlo.

El Señor hace otra cosa también interesante. Fíjese que dice, “hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros – queriendo decir, hoy esto se ha hecho una realidad en mi persona – Y dice que todos daban buen testimonio de él, hasta aquí todo va muy bien, todo el mundo está contento con él. Qué lindo! Y están maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca.

Pero entonces fíjese en el versículo 23 él les dijo: “Sin duda me diréis este refrán, médico, cúrate a ti mismo, de tantas cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaúm, has también aquí en tu tierra.”

Es interesante, cuando usted trata de hacer la voluntad de Dios vienen los críticos. Cuando usted se sale de lo normal a mucha gente no le va a gustar y gente se va a quejar de su vida. Cualquier persona que trata de hacer algo en la vida va a tener gente que lo critique y va a tener gente que no va a estar contenta con él y van a encontrar siempre un pelito en el sancocho.

Entonces él los confronta y les habla y dice, hablando de la viuda que Elías alimentó por un tiempo, dice, “Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una mujer viuda en Sarepta de Sidón, – una impía, una pagana, una que no era miembro del reino de Israel. –Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo pero ninguno de ellos fue limpiado sino Naamán, el sirio – es decir, un hombre que no era miembro de la familia de Israel. – dice que al oír estas cosas que se cambió, cambió el aire. Todos en la sinagoga, los que estaban diciendo qué bueno, lleno de gracia, estamos contentos contigo, cuando el Señor les puya en la herida dice que “se llenaron de ira y levantándose le echaron fuera de la ciudad, lo llevaron hasta la cumbre del monte para despeñarle.”

Es decir, se indignaron con lo que él les estaba diciendo. Un mal comienzo para un ministerio ¿verdad? La gente quiere llevarlo al tope del Prudential Center y tirarlo de la última ventana. Pero yo veo aquí algo, dice que “Jesús también confronta – sabe que el Evangelio no es solamente decirle a la gente, Dios te ama, eres bueno, y Dios está aquí para servirte y para darte dinero y darte una buena esposa y darte hijos bien comportados y darte el carro que tu quieres, hay mucha gente que ese es el Evangelio que quieren predicar, solamente las cosas buenas. Pero también hay que confrontar, hay que predicar la palabra de Dios sin ambigüedades.

Yo veo el ejemplo de Jesús, no podemos diluir y aguar el Evangelio solamente para ganar gente. La predicación del Evangelio tiene que ser auténtica, predicada bíblicamente, no rebajando las demandas del Evangelio solo para que la gente entre en la iglesia. El Evangelio no solamente puede ser cosas buenas y bonitas y fáciles, el Evangelio tiene un precio, hay un costo también, hay que pasar por la puerta estrecha, dice, hay que humillarse.

Si no hay convicción de pecado y arrepentimiento no puede haber salvación. Si la iglesia no predica arrepentimiento y no define lo que es el pecado, no está predicando el Evangelio legítimamente. ¿Sí o no? hay que dejarle saber a la gente, hay una diferencia entre una vida vivida conforme a la voluntad de Dios y una vida vivida fuera de la voluntad de Dios. Hoy en día lo que estamos haciendo es como anchando más la voluntad de Dios para que todo el mundo pueda caber en ella. Y es todo lo contrario. La gente tiene que adelgazarse para poder meterse en la voluntad de Dios.

Hay una diferencia. Queremos anchar el Evangelio para que la gente entre. No, lo que hay que hacer es reducir a la gente para que entre al Evangelio. Es importante la diferencia. Tenemos que decirle, tiene que haber arrepentimiento, tiene que haber un cambio de estilo de vida, tu tienes que romper esas ataduras que te están agarrando. Tu tienes que morir para vivir. Y se hace importante como vemos aquí, confrontar el pecado y el orgullo espiritual.

Los judíos se creían que ellos eran la gran cosa. Nadie como ellos. Y estaban llenos de arrogancia espiritual, y el Señor les dijo, no, eso tiene que morir. Dios no hace acepción de personas. Dios busca a los humildes, a los sencillos y por eso buscó a Naamán o por lo menos quiso dar un ejemplo de que no solamente los judíos iban a estar en el Reino de Dios. Naamán era un gentil, la viuda de Sarepta era una gentil también.

Y donde está la gente que reconoce su necesidad, allí es donde Dios se mueve. Si hay gente orgullosa y auto suficiente el poder de Dios no se puede mover. Y nosotros tenemos que ayudarlos para que descubran su condición y busquen arrepentimiento. Ahora, cuando predicamos del pecado tenemos que hablar del pecado, sí, con amor y humildad, reconociendo que nosotros mismos estamos en nuestra propia lucha personal y que hay esperanza para el pecador.

Nunca predique del pecado con un látigo en la mano. No, siempre tenga aceite también en la mano para ungir la espalda cuando usted la azota con la verdad de Dios. Siempre tenga vino para calmar el dolor de la gente arrepentida y recuerde que usted mismo es también pecador. Tenemos que predicar del pecado en humildad, en sencillez de corazón, reconociendo que nosotros primeros necesitamos de la gracia de Dios. Amén.

La iglesia tiene que ser tanto buscar la santidad pero también saber que hay que hacerlo con amor, con humildad, con misericordia, con compasión. Dios es fiel para perdonar si hay arrepentimiento. Dios nunca rechaza al pecador, y como un Padre amante siempre desea ver el regreso del hijo pródigo y recibirlo sin recriminaciones cuando regresa al hogar.

La iglesia de Cristo tiene que ser una iglesia que predica santidad y predica misericordia a la misma vez, esperanza para el pecador, las dos cosas a la vez. Ahora, de los versículos 31 al versículo 37 hay otra fase de la vida evangelística de Jesús. Hemos visto una confrontación consigo mismo, con la tentación, con el mal que había no en él, pero sí el mal que lo amenazaba. Hubo una llenura del Espíritu Santo, hubo un profetizar y declarar la voluntad de Dios para su vida, hubo un confrontar a la gente acerca de su necesidad de arrepentimiento y del perdón de Dios.

Y ahora en los versículos 31 al 37, vemos que el Señor en otra sinagoga, llegó otro sábado y de nuevo como era su costumbre fue a la iglesia, y allí hay un hombre que está endemoniado, “el cual exclamó a gran voz diciendo, ‘Déjanos, ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos?”

En la misma sinagoga había una persona endemoniada. ¿Cuántos saben que a veces en la iglesia hay gente que necesita liberación? A veces son los diáconos, pero no es así, si me agarran esos diáconos me botan de la iglesia. Pero puede ser cualquier persona, sabe que a veces hay gente que necesita liberación. Pero el diablo muchas veces está moviéndose, a veces estamos afligidos, hay veces que el enemigo está moviéndose, aún en la iglesia. Y cuando el poder de Dios está presente los demonios se molestan y se manifiestan.

Y el Señor estaba preparado para esa manifestación en la sinagoga. Yo digo que el evangelismo siempre implica una confrontación continua con el mal, con los poderes de Satanás, como vemos en el relato del endemoniado gadareno, que explicamos anteriormente acerca de ello, donde el Señor se movía, los demonios de molestaban y comenzaban a manifestarse.

Cuando evangelizamos tenemos que cuidarnos de los inevitables ataques y confrontaciones espirituales que vendrán. Eso viene con el territorio. Si usted está viviendo una vida evangelística, los demonios se van a molestar alrededor de usted, ¿sabe? Si la unción de Dios está en su vida va a haber persecuciones, va a haber ataques contra esa persona que está poniéndose de pie y entrando en su llamado.

Yo he visto hermanos de la congregación que comienzan a consagrarse, comienzan a buscar de Dios, comienzan a orar, a ayunar y el enemigo también comienza a arreciar contra ellos y muchas veces se dejan dominar y se dejan derrotar y usted ve que poco a poco van perdiendo el entusiasmo y cuando viene a ver se disipó esa unción inicial, porque no fueron capaces de resistir.

La Biblia dice, resistid al diablo y huirá de vosotros. Cuando tu estés buscando de Dios en tu vida y vengan los ataques no te quitees, como dicen en buen español, no te rajes como dicen los mexicanos, no le huyas al diablo, no le voltees la espalda a Satanás. ¿Qué tu tienes que hacer? Pararte firme.

Dice la palabra, cuando venga el día malo, dice que tenemos que pararnos, resistir hasta que se vaya el día malo y habiendo acabado todo, estar firmes. A veces entramos en el día malo, a veces el enemigo viene como un viento recio sobre nuestra vida, vienen tiempos de enfermedad, vienen tiempos de problemas matrimoniales, vienen tiempos de aflicción, vienen tiempos de depresión, vienen tiempos de enfermedad de algún tipo, vienen tiempos de escasez financiera. Ese es el día malo. Y olvídese, que si usted va a estar en la tierra anticipe que va a haber unos cuantos días malos en su vida y mientras usted más viva, más números de días malos va a poder decir que hubo en su vida, porque es tiempo de aflicción, es tiempo de prueba. Y ese es el diablo queriendo hacer daño en tu vida.

O muchas veces el Señor queriendo probarte y confrontarte y purificarte. Y tenemos que pedirle al Señor discernimiento, cuál es cuál. Pero cuando sea el día malo y es el enemigo que está haciendo estragos en tu vida, no huyas, no digas, bueno, ya traté esto de evangélico y no me fue bien así que me voy a volver al mundo. No. manténgase firme en el Señor. Diga, yo voy a pelear esta batalla, yo voy a vencer, yo voy a pararme firme. Y diablo, tu vas a tener que huir, vas a tener que abandonar el campo porque yo no lo voy a abandonar así que uno de los dos tiene que hacerlo, y vas a ser tu. Párese firme, manténgase, ore, ayune, pase el ventarrón ese, cierre las ventanas de su casa como hace cuando vienen los huracanes. La gente busca una plancha de plywood y clava las ventanas para que el viento no las destruya. Y cuando pasó el huracán entonces abren las ventanas otra vez, recogen lo que haya que recoger y continúan con su vida.

Así hay que hacer en la vida cristiana. Si quieres ser un cristiano a largo plazo, cuando venga el día malo, cuando venga el enemigo, cuando vengan las manifestaciones del diablo en tu vida productiva, párate firme y ojalá que tengas las armas que necesitas. Si tienes la unción de Dios vas a tener las armas. Cuando viene el día malo, tiempo de orar, tiempo de ayunar, tiempo de buscar el rostro de Dios, tiempo de encontrar a dos o tres hermanos y amarrarte con ellos para que el viento no los lleve y esperar a que el Señor responda. Dios siempre responderá.

Dice la Biblia que nunca Dios nos probará más allá de lo que podemos resistir. Recuerda eso. No importa cuán difícil sea el ataque del diablo en tu vida, nunca va a ser lo suficientemente fuerte como para destruirte ni derrotarte, a menos que tu no te dejes derrotar. Pero si tu dices, no, yo no voy a dejarme derrotar, los ataques de Satanás no van a poder tener victoria sobre tu vida. Recuerda que si vas a vivir en el Evangelio, si vas a evangelizar, si vas a ser usado por Dios, vas a tener que vivir la vida de un guerrero, un soldado, y la espada vas a tener que tenerla en la mano. Tienes que proveerte de toda la armadura de Dios, dice la palabra, porque no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, potestades, fuerzas tenebrosas que gobiernan este mundo.

Tenemos que tener la armadura de Dios, la espada de la palabra. Tenemos que tener el escudo de la fe. Tenemos que tener las botas del Evangelio, tenemos que tener el casco de la justicia o algo bueno así. Hay que tener que tener la armadura de Dios. Si tu quieres vivir una vida productiva, poderosa, usada, ungida, llena del Espíritu Santo, fructífera, será mejor que tengas una buena espada en la mano porque va a haber momentos en que el diablo entonces se va a molestar contigo porque estás rescatando almas, estás robando almas.

Nunca busque la fructificación sin la unción, las dos cosas van juntas. Apunte eso. Entonces, el Señor estaba preparado, cuando vino este demonio, el Señor le dijo, “Cállate y sal de él,” dice que entonces el demonio derribándole en medio de ellos salió de él y no le hizo daño alguno.

Qué lindo, ¿verdad? ¿Cuántos quieres esa unción de Dios en su vida para descabezar demonios, para derrotar al enemigo, para arrebatarle almas a Jesucristo? Recibe esa unción ahora mismo, llénate de esa autoridad en el en el nombre de Jesús. Di, yo tengo autoridad sobre Satanás. No sea un cristiano aguado, sea un cristiano lleno del Espíritu Santo.

Yo tengo autoridad. Dios nos ha dado autoridad. La misma autoridad que hubo en Cristo, está en ti. Hay que pagar un precio. Hay que ser una vasija preparada para que la unción de Dios se manifieste en nuestras vidas. El Señor estaba preparado y destruyó la obra del enemigo en la vida de este hombre. La guerra espiritual viene con el evangelismo. Eso es inevitable y hay que prepararse y hay que estar listos para la batalla.

Entonces vemos un curioso incidente y el Señor va a visitar la casa de Simón, uno de sus seguidores y la suegra de Simón tenía una gran fiebre y le rogaron por ella. Yo no sé si Simón fue el que pidió que rogara por su suegra pero el caso es que parece que era un buen hombre, amaba a su suegra. Y el Señor fue consistente con él y sanó a la suegra. Tenemos que orar por nuestras suegras, tenemos que orar por nuestros suegros. He hablado del amor de Dios que debe estar en nosotros. Meche me mira, debo decir que mis suegros son las mejores gente que hay en la historia de la humanidad, gente que yo admiro. No piense que el pastor está hablando de su propia vida autobiográfica. Simplemente un chiste barato que no podía resistir usar.

Demos gracias a Dios por nuestra suegra y nuestro suegro. Amén. Gente noble y buena que Dios usa grandemente en nuestra vida. El caso es que la suegra de Simón está enferma, le ruegan a Jesús que la sane y el Señor la sana. ¿Qué punta le podemos sacar a ese versículo?

Yo digo aquí que el evangelismo ofrece oportunidades que van a venir a nuestra vida, porque el Señor quizás lo que iba ahí era a tomarse una taza de té o un cafecito o algo, y encuentra que la suegra de Pedro tiene fiebre. Guau, una oportunidad para declarar el poder de Dios, para hacer algo especial.

Tenemos que aprovechar las oportunidades cotidianas que nos surgen para hacer la obra de Dios. Ahí en la fábrica viene una señora que no conoce al Señor y comienza a hablarle a usted mientras están ahí haciendo su trabajo y le dice, “Mira, mi esposo me está golpeando, me está abusando.” Hey, cuando la hora de lonche, no durante el trabajo, pero en la hora de lonche cójala, siéntese con ella y diga, “Sabes que yo quiero orar por ti para que el Señor o lo ilumine o lo elimine, pero que haga algo en la vida de tu esposo.” Ore con unción de Dios. Use ese momento.

Alguien le dice, estoy enfermo, necesito algo, no le diga, voy a orar por ti. Ponga la mano ahora mismo y diga, “Voy a orar por ti ahora, ven, vamos a orar un momento.” A veces hermanos me dice, “Pastor, ore por tal y tal cosa,” yo he desarrollado la costumbre de que cuando puedo le digo, “Vamos a orar ahora mismo,” porque no sé si me voy a acordar después que me vaya. No sé si voy a tener oportunidad pues ahora mismo lo voy a coger aquí y vamos a orar por usted ahora mismo hermano. Vamos a unirnos en fe.

Use los momentos, las oportunidades que Dios provee en su vida. Cuando uno es un evangelista natural, uno está continuamente buscando oportunidades, que pueden surgir a veces con nuestra propia gente, nuestra propia familia a veces puede necesitar un momento, un toque de Dios. Cuando estamos en situaciones sociales la gente está mirándolo a usted para ver qué usted va a hacer y usted tiene que estar listo para aprovechar cualquier oportunidad. Y cualquier oportunidad puede querer decir simplemente que usted haga acto de presencia y que usted esté allí simplemente diciendo, Señor, y que su radar esté 360 grados moviéndose como los satélites en el espacio buscando una onda para agarrarla.

Busque oportunidades. A veces solamente la presencia suya en un lugar puede romper una cadena o puede bajar. No quiero revelar mucho pero por ejemplo, ayer mismo fui a visitar familiares en Providence y había parte de la familia que yo no la conocía y no son personas que yo sepa que son evangélicos, y estaban en otra parte de la casa donde estábamos celebrando el cumpleaños de mi hermano, Gilio, y yo sentí del Señor ir a donde ellos estaban. Yo hubiera podido estar con la gente que yo me sentía cómodo, pero como pastor yo sé de que el hecho de que yo me saliera de mi área y fuera a donde ellos estaban y tuviera una conversación con ellos, era mi forma de decir, ¿sabe qué? Los pastores no andan siempre por allí como más santos que todo el mundo y santurrones y apartados de los impíos. No, usted tiene que ser una presencia simpática. Y el hecho de simplemente yo ir y conversar y hacerme presente, ya eso baja resistencias, ya la gente entiende, guau, esta persona es como nosotros.

Y nosotros tenemos que ser naturales, cualquier cosa que usted haga puede hacer una diferencia en la vida de una persona. No, hay veces que la gente está allí… nosotros somos como… la gente cree que caminamos sobre las aguas y no saben todos los secretos que tenemos y todas las cosas en nuestra casa. Pregúntele a la esposa y usted verá si camina sobre las aguas y no. y usted tiene que mostrarle a la gente que usted está hecho de carne y hueso como cualquier otro y que la gente no tiene que tenerle miedo a usted porque es evangélico y esas cosas bajan la guardia en la gente.

Entonces aproveche las oportunidades. Tenemos que estar alertas para discernir en la normalidad de nuestra vida oportunidades que Dios está abriendo para que traigamos un alma al conocimiento de Jesucristo, o que hagamos su obra cuando él nos está llamando. Si vivimos un estilo de vida evangelístico podremos discernir esos momentos en que Dios nos está llamando a ser un instrumento.

Pídale al Señor que le abra los ojos, que le abra el entendimiento para que usted pueda discernir esas oportunidades, porque Dios está siempre buscando un instrumento para hacer correr su gracia en un momento cotidiano. Si usted vive un estilo de vida evangelístico podrá discernir esos momentos y ser el instrumento de Dios para ese momento. Es bien importante.

Entonces, en los versículos 40 y 41 vemos que la reputación de Jesús comienza a crecer. Dice que “al ponerse el sol todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades…” Este es uno de los pasajes más bellos y más abundantes del poder sanador de Jesucristo que hay en toda la Biblia. Y una de las cosas que yo veo aquí es que todos los que se acercaron para recibir sanidad fueron sanados. El Señor nunca desprecia un alma que está buscando una provisión de él y hay poder suficiente en él para sanar a toda la gente que se han…

Dios no tiene una cuota. Es un misterio, por qué algunos se sanan y por qué otros no, yo no puedo decirle, pero lo que yo veo en la escritura es que Dios quiere sanar y que sino… yo no sé la respuesta pero usted no se preocupe por el misterio ocúpese por lo que usted ve que es real y es que Dios sana si usted se acerca a él. Concéntrese en eso, no le busque tres patas al gato. Tu necesitas sanidad, pídele sanidad al Señor.

Dice aquí que “él poniendo las manos sobre cada uno de ellos los sanaba y salían demonios dando voces pero él los reprendía y no los dejaba hablar.” Venían enfermos de diversas enfermedades y él ponía las manos sobre cada uno de ellos y los sanaba. Hubo un derroche de poder sanador. La reputación del Señor comienza a crecer, la gente afluye a él. Según el Señor va usando sus dones los dones van fluyendo con mayor intensidad.

Lo que comenzó como una gotita de agua se convierte en un riachuelito y después en un caudal de poder sanador y la reputación del Señor se aumenta según él va usando su poder. Al principio es ahí en la sinagoga, por aquí, otra cosa por allí, hubo un tropiezo cuando lo quisieron despeñar, pero él no se desalentó, siguió usando su don. Y eso es lo que nosotros tenemos que hacer cada día, mientras nosotros proclamamos ese llamado evangelístico del Señor, usted siga simplemente moviéndose. Haga lo que le venga a la mano cada día. No se preocupe por el resultado final, lo importante es que cuando una iglesia comienza a moverse en el estilo de vida evangelístico, los dones comienzan a moverse y a fluir y la unción de Dios aumenta.

¿Cómo se desarrollan los dones? Desarrollándolos. ¿Cómo la unción de Dios crece en nuestra vida? Es nosotros usando esa unción cada día más. Pero hermanos, es importante que nosotros usemos los dones de Dios. No se preocupe porque el comienzo sea un poco débil. Yo no pienso desalentarme, no pienso dejar lo que ya yo he declarado y yo creo que según yo vaya fluyendo el Señor va a ir haciendo la obra en nuestra vida como iglesia, seguiremos clamando, buscando el poder y la unción de Dios en nuestra vida.

Comenzar un estilo de vida evangelístico es un asunto de fe, nos lanzamos y Dios va proveyendo la dirección y el poder. Según usamos los dones esos dones comienzan a aumentar y a manifestarse con mayor claridad en nuestra vida. Si Dios lo ha llamado a hacer algo en su vida y si usted siente que Dios lo ha ungido para algo, comience a caminar por fe. No se desaliente porque la primera vez que usted oró por alguien con un resfriado le dio neumonía y se murió. Usted siga orando, agarre otro más, quizás se le morirán 5 ó 6, pero el séptimo ese si se le muere va a resucitar. Dios lo va a sanar.

Hay que comenzar a caminar por fe y el río comienza a abrirse delante de usted. Denle un aplauso al Señor. Hay que moverse no importa cuáles sean las dificultades que puedan surgir. El Señor según se fue moviendo los dones del Espíritu Santo comenzaron a fluir en su vida.

La última parte, hemos visto entonces, confrontación en el desierto, consagración, definición, derrota básica del diablo, poder de Dios que comienza a fluir según el Señor ha vencido al enemigo, declaración por fe de lo que Dios lo ha llamado a hacer y ser, ataque y crítica cuando él predica la verdad de Dios, que tiene que ser predicada para que se conviertan los impíos, confrontación con los demonios que vienen cuando usted trata de vivir una vida evangelística y que de fruto para el Señor, discernimiento de oportunidades cotidianas y aprovechando toda oportunidad que le venga a la mano para ser usado por Dios en el evangelismo.

Luego va a ver usted un mayor fluir del poder de Dios en su vida. Usted va a ver que según usted usa los dones, los dones comienzan a manifestarse más y más, su efectividad crece, su autoridad crece, mientras usted más ayuna, busca la consagración de Dios, usa los dones, Dios va a ir ungiéndole más, en eso va a haber momentos de prueba, dificultad, usted atraviesa el ventarrón, sigue adelante, Dios comienza a honrar. Y finalmente aquí en los últimos 3 versículos yo veo aquí algo interesante. Y es que hay un sentido de urgencia en el Señor para la proclamación del Evangelio.

El Señor dice en el versículo 43, “Es necesario que también vaya a otras ciudades a anunciar el Evangelio del Reino de Dios porque para esto he sido enviado.” Vamos a leer todos ese versículo, hermanos.

“Pero él les dijo, es necesario que también vaya a otras ciudades a anunciar el Evangelio del Reino de Dios porque para esto he sido enviado.” Amén.

Él tenía un sentido de urgencia. Sabe mientras yo estaba leyendo ese versículo ahora mismo, Dios me habló. Interesante. Fíjese que la gente quería que él se quedara allí con ellos porque estaban recibiendo la gracia del Señor, y el Señor dijo, no, yo tengo que ir también a otros lugares.

Sabe que nosotros creemos muchas veces que Dios nos ha llamado solamente a ministrarle a los hispanos y podemos tener algo adicional en inglés. Pero yo siento en este tiempo de nuestra vida y de mi propia vida que Dios ahora nos está, como siempre he creído, nos está llamando a más allá y nosotros vamos a tener que experimentar un cambio de identidad como iglesia. Es necesario que vayamos a otras etnicidades, a otros grupos, a otras lenguas y el Señor, yo lo voy a hacer así proféticamente, el Señor está desatando ahora su llamado a otros lugares, a otras ciudades, a otras etnicidades.

Si tu te quieres quedar con identidad solamente de hispano y si tu crees que esto que Dios nos ha dado es solamente para nosotros, abandona ese sentido de propiedad, esto es para todo el Reino de Dios, esto es para otras ciudades, para otras naciones, para otras culturas, para otros pueblos. Y Dios te está diciendo, mira, abandona la comodidad. Cualquier precio que tengamos que pagar para que el poder del llamado de Jesucristo se manifieste en nuestra vida, tenemos que darlo y tenemos que decir, Señor, si tu lo quieres, así va a ser.

Porque es necesario que vayamos a otras ciudades. La gente le buscaba y lo detenían para que no se fuera de ellos, pero él les dijo, es necesario que también en otras ciudades anuncie el Evangelio del Reino de Dios, porque para esto he sido enviado.

Hermanos, yo creo que ahora mismo Dios me está hablando. No sé lo que quiere decir, y no se preocupen, esto está dentro de la voluntad del Señor pero nosotros no estamos llamados solamente ni a Boston ni solamente a los latinos. Esto es mucho mayor y no podemos dejar que nada nos detenga, hermanos. Tenemos que ir a donde el Señor nos lleve. Si la nube se levanta tenemos que ir a donde la nube nos lleva.

Y por si acaso está pensando que yo tengo alguna idea en mi mente, nada de eso, en términos de que me voy o lo que sea, no, pero sí yo sé que Dios me ha llamado a mí a anunciar el Evangelio en otras partes y en otras maneras y ha llamado a León de Judá también a ser una iglesia misionera en muchas otras partes y en muchos otros campos. Y hay un precio que pagar para eso, hay un precio que pagar. No se crea que simplemente haciendo las cosas comunes y corrientes. Hay que vivir sacrificialmente, donde la nube te lleva ve allí. Ten cuidado que si la nube se fue y tu te quedes en el lugar donde estás porque es cómodo y es bonito y es bueno. Si la nube se va vete detrás de ella.

Si la columna de fuego se movió sigue la columna de fuego. Ay de nosotros si nos quedamos porque está bonito el lugar y la columna ya se ha movido a otra parte. Ahí empalmo lo que pasó con el gadareno que dijo, Señor, yo quiero ir contigo porque me quiero sentir seguro. Y el Señor dijo, no, no, vete a tu familia y predícale el Evangelio y dile lo que Dios ha hecho contigo. Es una vida de sacrificio, es una vida de misión.

Tenemos que tener un espíritu misionero, un sentido de urgencia. Para eso Dios nos ha llamado. Dios te ha llamado para ser un instrumento en las manos de Dios, para predicar el Evangelio. Cualquiera que sea el costo, sea lo que tengas que dejar, déjalo, entrégaselo todo al Señor, no importa lo que sea. Toma un momento en tu espíritu ahora, baja tu cabeza o levanta tus ojos al cielo, di, Señor, donde tu me lleves, yo he sido llamado para anunciar el Evangelio, para proclamar las buenas nuevas. Tu me has llamado, tu me has salvado para ser un instrumento en tu mano. Yo no quiero vivir cómodamente, yo no quiero vivir como una persona normal, común y corriente, yo quiero ser un siervo tuyo, una sierva tuya. Yo quiero ser usado por ti, tengo desesperación de ser usado por ti.

Lo que tu quieras de mí, eso es lo que yo voy a hacer, Señor. Te entrego todo. Entrégale todo al Señor, entrégaselo todo, entrega lo que tu más amas al Señor para que Dios pueda usarte. Mientras tu tengas algo que amas más que la voluntad de Dios en tu vida, Dios no podrá hacer todo lo que él quiere hacer en tu vida.

Te adoramos Señor, te bendecimos Padre. Si tu estás dispuesto a recibir ese llamado de Dios, si estás dispuesto a pagar el precio, ponte de pie ahora mismo, dile, Señor, yo entiendo lo que me están diciendo, yo entiendo lo que ha dicho el pastor Miranda, y yo digo amén. Úsame para tu gloria Señor. Úsame para tu propósito. Yo me consagro a ti. Yo no quiero ser un evangélico a medias, tibio, yo quiero ser un hombre, una mujer que viva y vibre para ti, Señor.

Si alguien quiere recibir a Cristo como su salvador, le invito a pasar aquí al frente también. Si Dios te está llamando a consagrar tu vida al Señor, este espacio está abierto también ahora mismo. Pasa aquí al frente y oraremos por ti. Gracias Señor, te adoramos.

Padre, a ti la gloria y la honra. Gracias Jesús. Nos consagramos a ti, Señor, nos entregamos a ti. Gracias Señor. Dios poderoso, nos consagramos a ti, Señor. Le bendigo mi hermana. Dios tiene un propósito para tu vida y en la medida en que tu vayas entregando esa vida al Señor, Dios va haciendo la obra. Cuando regreses a tu casa regresa con un sentido de compromiso. Busca una buena iglesia, sirve al Señor, adopta una identidad de creyente, de seguidora de Jesucristo.

Si hay alguien más que quiere recibir al Señor o quiere dar un paso de consagración de su vida, le invito a pasar aquí y declarar esa intención. Te alabamos. Te bendecimos, Señor, gracias por tu palabra, Padre. Yo oro por esta vida, la consagramos a ti, Señor. Invita a Cristo a entrar allí. Dile, Señor, yo te recibo en mi ser.

Si alguien lo está haciendo en su asiento, diga, Señor Jesús te invito a tomar posesión de mi vida. Me entrego a ti. Y busque una oportunidad para dar testimonio público de lo que usted ha hecho. Comprométase a caminar como un creyente. Gracias Señor, te alabamos, Señor. Entra este mensaje en lo más profundo de nuestro corazón. Has tu obra en nosotros, Padre. Te entregamos nuestra vida, Padre. Desata tus dones, Señor, en nosotros. Danos poder sobre el mal. Ayúdanos a ir a ese lugar de desierto para purificarnos de una vez por todas, Señor, y entrar en un nuevo nivel de poder y de autoridad. Aprovechar oportunidades, arrebatarle almas a Satanás, resistir el mal hasta que huya de nosotros. Te entregamos todo lo que tenemos. Te entregamos esta iglesia, te entregamos su programa, te entregamos su gobierno, todo, Señor, úsalo para tu gloria. En el nombre de Jesús.