Cristianismo sencillo

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En mi Biblia hay una sección en el libro de Santiago que se titula ‘Hacedores de la palabra’ y eso es lo que hemos estado trabajando en estas últimas semanas: la obediencia, la santidad, la vida cristiana como algo práctico. No solamente consiste en palabras, el Apóstol Pablo dice que el Evangelio no consiste en palabras sino en hechos, en obras, en acciones.

Hemos hablado acerca de la santidad, hemos hablado de valorar la palabra de Dios que es la que actúa en nosotros, al implantarse en nosotros, nos cambia, nos transforma. Hemos hablado acerca de no ser meros oidores sino hacedores de la palabra, porque si somos meros oidores y no atesoramos la palabra y la meditamos y la incorporamos a nuestra vida, nos estamos engañando a nosotros mismo. Estamos viniendo a la iglesia pero de nada sirve, no estamos engañando a Dios, no engañamos al diablo y entonces simplemente nos engañamos a nosotros mismos.

Y decimos que hay que enfocar la palabra porque si usted como el que mira solamente un espejo rápidamente y se olvida de cómo era, en vez de enfocarlo bien claramente, dice que se considera como en un espejo pero después va, se olvida. Y así hay mucha gente que no meditan sobre la palabra, no la trabajan y nosotros tenemos que atesorar la palabra. Tenemos que mirar atentamente, dice, en la perfecta ley.

Por eso es que Cristo dice, escudriñad las Escrituras. Cuando usted escudriña usted está mirándolo con mucha atención para extraerle su significado. Y así nosotros tenemos que considerar la palabra de Dios, como algo digno de escudriñarse, de mirar atentamente, en esa perfecta ley que es la ley de la libertad. Nos liberta a pesar de ser una ley, no nos esclaviza, sino que nos liberta porque decíamos que cuando usted obedece, cuando vive en la santidad del Señor, cuando se ajusta y se adapta a los principios de la palabra del Señor, eso le hace libre verdaderamente. Usted vive la vida con más ligereza, con más libertad, el diablo no puede encuadernarlo, no puede hacerle daño a su vida, no tiene razón para entrar en su vida porque él entra donde tiene derecho a entrar.

La persona que se ajusta a la ley de Dios, a la palabra, los mandamientos del Señor, es una persona que paradójicamente es libre y puede vivir la vida con perfecta libertad y liviandad de espíritu.

El que persevera en la palabra, hay que pelear por obedecer la palabra. Muchas veces vamos a desviarnos un poquito, pero volvemos otra vez. La vida cristiana es un continuo luchar para mantenerse dentro del marco de la palabra de Dios. Hay que perseverar hasta el último momento.

Es una palabra preciosa ‘perseverar’. Los pentecostales, yo recuerdo hace años, hermana, cómo está? Oh, perseverando. Usted ha oído esa expresión? Muy espiritual. Esa hermanita con su Biblia que pesaba como 7 libras. Cómo está, hermana? Perseverando. Su gran moño aquí detrás también. Perseverando. Hay que perseverar, es una palabra que se ha olvidado.

La vida cristiana es así, después de muchas pruebas, muchas dificultades entramos finalmente al Reino de Dios. El que persevere hasta el fin ése será salvo. No decaigamos en nuestro ánimo, aunque vengan las pruebas, las luchas, las dificultades, las pérdidas, los fracasos, persevera hasta el fin.

Dice la palabra que el que mira la perfecta ley y persevere en ella no siendo oidor olvidadizo será bienaventurado en lo que hace. Cuando usted tiene respaldo de Dios siempre es bendecido, bienaventurado.

Leímos algo, creo que fue del Salmo 1, si no me equivoco, donde habla acerca de que el que se deleita en la ley de Jehová, versículo 2, salmo 1, será como árbol plantado junto a corrientes de aguas que da su fruto en su tiempo, su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará. ¡Aleluya! Cuando uno tiene la gracia del Señor en su vida, es como que uno tiene el toque de Midas.

Sabe el rey Midas que todo lo que tocaba se convertía en oro? Fue un problema porque después tocaba la mujer y la mujer se convertía en oro y no le servía de mucho. Bueno, hay muchos hombres que quizás querrían hacer eso, tocar la mujer y después venderla y cambiarla por dinero. Pero el Rey Midas pidió ese don, se lo concedieron y entonces todo lo que tocaba se convertía en oro.

Los hijos de Dios cuando tenemos la gracias del Señor en nuestra vida, cuando tenemos la bendición de Dios somos como el Rey Midas, todo lo que tocamos es bendecido. Nuestra vida prospera, nuestros hijos son bendecidos. Sí, pasamos por pruebas, dificultades, pero a la larga nuestra familia es bendecida, nuestra economía, nuestra salud, nuestra vida emocional, el shalom de Dios, la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento gobierna nuestra vida.

Hermanos, eso es real, es verdadero. No quiere decir que no vamos a pasar por pruebas, pero el resultado neto de nuestra vida, es un resultado positivo. Gloria al nombre del Señor. Porque esa la bendición que sigue.

Recuerdan a José en el Antiguo Testamento? José dondequiera que iba todo prosperaba. Fue a la casa de este hombre Potifar y Potifar se dio cuenta que todo lo que José administraba prosperaba, porque la gracia del Señor estaba con él, entonces lo puso en su casa. Vinieron pruebas, lo calumnió la mujer de Potifar y entonces lo metieron a la cárcel, pero Dios estaba con él.

Esa es la paradoja de la vida cristiana. No es que todo te va ir bien en el sentido de que nunca vas a tener ningún problema, que no va a haber proceso en tu vida, pero Dios va a estar usándolo todo porque aún cuando José entra a la cárcel es porque Dios tiene un propósito para finalmente llevarlo a la atención de faraón para que entonces venga su destino final que Dios le había dicho desde jovencito lo que le iba a pasar.

Es decir, que muchas veces vienen las pruebas pero es porque Dios quiere usar esa prueba como un escalón para la próxima bendición en tu vida. Así que nunca dudes del Señor, simplemente porque tuviste un reverso en tu caminar. No, di Señor, qué es lo que tu quieres de esto? Enséñame, me voy a agarrar allí con uñas y dientes de ti, no voy a renegar de ti, voy a esperar que venga la bendición y la respuesta.

Lo metieron a la cárcel y cuando llega a la cárcel también allí es de bendición y lo ponen al hombre encima de todos los presos a gobernar en la cárcel también. Que bendición! Porque tenía el toque, todo lo que toca es prosperado.

Hay algo así, hermanos, en la vida, cuando Dios está con una persona en una manera verdaderamente poderosa y esa persona ama el Señor, tu amas al Señor, sirves al Señor, la bendición de Dios está sobre ti. Eso es algo que está ahí desde Génesis hasta Apocalipsis, mis hermanos. Cuando honramos al Señor y lo ponemos en el primer lugar de nuestra vida, su palabra, nos adherimos a sus leyes, sus mandamientos y queremos agradarlo a él y ajustamos nuestra vida, pagamos el precio, nos disciplinamos, comenzamos a cortar todo lo que no se alinee con la palabra. Hay que pagar un precio.

Alguien le está hablando Dios. Vamos a ser pentecostales. Voltéate que tu hermano y dile, Dios te está hablando posiblemente. Hermanos, hay que pagar el precio. Sabe uno de los problemas de la iglesia hoy en día, verdaderamente, y nosotros mismos quizás tenemos que aprender un poco más en León de Judá, acerca de eso. Tenemos que aprender y es que cuando uno entra a los caminos del Señor, uno no puede seguir igual que cuando estabas antes.

Yo creo que uno de los problemas con mucha gente que se convierte hoy en día es que no entienden que hay que pasar de muerte a vida, hay que pasar de vivir una vida no alineada con los mandamientos y entonces hay que cambiar, eso quiere decir un cambio. Eso es la cosa que yo amo acerca del pueblo pentecostal clásico. Tienen muchas cosas con las cuales yo no estoy de acuerdo, legalismo, por ejemplo, pero una de las cosas que yo veo, sí hay un sentido de inteligencia espiritual, es que digamos, en ese enfoque espiritual cuando una persona se convierte, se espera que haya como un cambio, una señal, entonces desgraciadamente son las mujeres las únicas que tienen que ponerse la falda y dejarse de pintar y todo esto. Pero la idea es como que tiene que haber un cambio, una señal. La parte positiva de eso es como que marca la persona de que hay un cambio en mi vida.

Pero no tiene que ser lo físico, no tiene que ser. La cosa es que tu cambies en tu interior, tu forma de ser, entregues tus hábitos al Señor, tu mal comportamiento, que tu entiendas, ‘ya no puedo estar golpeando al perro con los pies y estar gritándole a los muchachos y maldiciendo en la casa como yo hacía antes.’ tienes que comenzar a actuar en una manera diferente. Y entonces cuando tu te vas alineando y vas cambiando, la bendición de Dios entra en tu casa.

Viene la paz, viene la prosperidad, viene la provisión, pero hay que pagar un precio.

Y eso es lo que Santiago dice continuamente en este pasaje, y toda su epístola es acerca de eso. Mire, terminando esta sección ya, ya usted tiene ahí lo que necesita para esta noche, pero versículo 26 dice, “si alguno se cree religioso entre vosotros y no refrena su lengua, − diga auch, diga debí haberme quedado en casa esta noche – y no refrena su lengua sino que engaña a su corazón, la religión del tal es vana.” Este hombre no tenía pelos en la lengua, el Apóstol Santiago. Este predicador es claro. Otra vez el mismo tema, de engañarse a sí mismo. Antes decía, bueno, si usted es oidor y no hacedor, usted se engaña a sí mismo. Está diciendo lo mismo, si usted se cree religioso y no refrena su lengua, Santiago habla mucho acerca de la lengua. Tiene todo un pasaje bien largo más adelante, en el capítulo 3, que es uno de los tratados más interesantes acerca de la lengua.

Es como un poema casi acerca de esta boca que a veces tanto daño hace y tanto domina al hombre muchas veces.

Dice que los caballos son refrenados fácilmente con una pequeña bozal pero la lengua no se deja domar por nadie muchas veces. Y es cierto. Por alguna razón Santiago escoge en ese momento la idea esa de que la lengua es como una señal de cuán espiritual es una persona y es cierto.

Mucha gente cuando entra en la vida espiritual y si no han tenido un verdadero encuentro con lo que es el Señor Jesucristo, no se dan cuenta de que tiene que haber un cambio, algo interior. Y yo creo que Santiago escoge la lengua simplemente como un símbolo de la espiritualidad genuina y entonces dice, bueno, si usted se cree religioso… fíjense que él escoge una palabra muy interesante, es tresqueia, que se refiere más bien a lo externo de la religión, el ritual y es cierto. La idea de él está diciendo, si usted es religioso pero no espiritual y usted se cree que es la gran cosa, ya ahí falló.

Pero entonces si usted se cree que es religioso pero no guarda su forma de hablar a los demás, es como que una manera de uno ver a qué nivel de espiritualidad está una persona es mire a ver cómo habla, cómo se expresa. Y eso tiene mucha tela que cortar, porque puede ser cuándo se expresa, cuándo calla y cuándo habla, cuándo critica y cuándo alaba a alguien, cómo critica, si critica hiriendo a la persona o si critica dejando una posibilidad de cambio y de redención. O si golpea a la persona de una manera que le mata el ego y le destruye su yo. Si es hiriente en la forma en que habla o si su palabra es bendición, medicina al cuerpo, como dice una expresión en la Biblia; si escoge el momento de hablar a la persona a quien habla, las circunstancias en que habla.

Es decir, que el hablar tiene tantas ramificaciones con respecto al carácter, a la sabiduría, a la prudencia, que es como una buena medida de dónde está el individuo, cómo uno se expresa, el matiz con que uno expresa las cosas, si habla demasiado, si habla lo justo. Hay muchos matices acerca de esto de hablar. Y todo eso, yo creo con el crecimiento espiritual, uno va aprendiendo. Si es discreto, si es murmurador, hay muchas maneras – a veces usted le podría decir algo a alguien en un momento dado y usted estaría ciento por ciento correcto y en el derecho de hacerlo pero usted dice, ¿Saben qué? No es el momento adecuado, hay otros alrededor y puedo hacer la persona sentirse avergonzada o voy a revelar un secreto que es dañino para su bienestar, entonces voy a esperar a que mejor lo tenga en secreto. Y aunque tenga que esperar uno o dos días, tres días, y usted espera.

Todo eso indica un dominio propio tremendo. Porque hay gente que cuando tiene algo tiene que sacarlo enseguida porque no pueden callarse. Fíjense que el uso de la boca y del hablar está muy vinculado al nivel de madurez, de dominio propio, de discernimiento, de misericordia que uno tiene y por eso es que Santiago dice, esto es una buena indicación de dónde está la persona.

Así que tenemos que pedirle al Señor, hermanos, que nos ayude a refrenar nuestra lengua. Eso yo creo que le aplica a todo el mundo. Imagínense a los predicadores, nosotros, usted sabe cuántas palabras salen de nuestra boca continuamente. Mire esta noche, yo he estado aquí 15 minutos, 20 minutos, cuántas oportunidades para decir una tontería, para ofender, para decir algo fuera de lugar, para dar una mala doctrina. Entonces uno tiene que decir, Señor, ten misericordia, ayúdame a hablar. Somos frágiles. Cuando estamos aquí arriba somos frágiles.

Todos tenemos que estar pidiéndole al Señor, ‘Señor, danos sabiduría, cómo usar la boca.’ Y todo en el matrimonio, en la paternidad, en la maternidad, en la amistad, en la enseñanza, en las relaciones con nuestros hermanos en la iglesia. Pídale al Señor que usted siempre tenga la capacidad para verse desde una esquinita del salón hablando porque muchas veces nosotros estamos tan involucrados en lo que estamos diciendo que no nos vemos a nosotros mismos cómo sonamos y tenemos que pedirle al Señor, ‘Padre, dame esa capacidad como para observarme a mí mismo mientras yo hablar y pensar qué impresión estoy causando en lo que estoy diciendo.’ Y pedirle al Señor que nos ayude a que nuestra palabra, hay un pasaje que dice, que sea como sazonada con sal siempre, como que tenga ese toque de la gracia del Señor en nuestra vida. Que nuestra boca sea gentil, amorosa, edificante y eso se requiere el trabajo de toda una vida.

Yo creo que si llegamos a dominar nuestra boca somos unos gigantes espirituales. Las iglesias son destruidas por bocas mal usadas. Sí, señor. Gente que hiere a alguien, a un hermanito que murmura, que critica a la persona. Si usted no tiene nada bueno que decir, no se ponga a hablar de otra persona, hermana, ore mejor, cállese, o hermano, y piense dónde está esa persona, qué daño le puedo yo hacer, cubra la falta en vez de publicarla.

Pidámosle al Señor que nos de dominio propio con respecto a la lengua. Y por eso Santiago yo creo que toma tan en serio y toma eso como un ejemplo. Si alguno se cree religioso entre ustedes y no refrena, no controla, no domina, no gobierna, no dirige bien su lengua, sino que engaña a su corazón, la religión – fíjense, se cree religioso, la religión, es decir, es pura externalización, es ritual, es pura paja. La religión del tal es vana, vacía, inútil, no cumple nada.

Cuántos pueden decir ahora, ‘Señor, ten misericordia de mi boca y sáname, ayúdanos, oh Señor.’ Ayúdanos a hacer de nuestra boca un jardín, un lugar de bendición, Padre. Callar cuando tenemos que callar, hablar cuando tenemos que hablar, bendecir a otros, no herir a nadie si del todo podemos.

Cuántos hacen un propósito ahora mismo de meditar en eso, y de pedirle al Señor que nos ayude. Si he ofendido a alguien ahora mismo, hoy en el día, perdóname, Señor, y ayúdanos a ser mejor cada día. Que bendición eso solamente.

Entonces la religión pura y sin mácula delante de Dios, el Padre, es esta. Él entra en otro tema.

Pero ya para terminar este pasaje simplemente lo voy a tocar rápidamente, “visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo.” Él es un verdadero predicador, él está reduciendo la vida religiosa a una par de detalles. No es que eso es todo, usted no es salvo por nada que haga, pero él está como queriendo simplificar.

Porque a veces hacemos las cosas tan complicadas en la vida cristiana y lo que Santiago está diciendo, mire, esto no es tan complicado. Esto es bien sencillo.

Cuál es el otro pasaje? Estoy tratando de recordar. Miqueas? Alguien recuerda ese pasaje donde dice – Miqueas es uno de esos libros donde uno nunca aprende el orden en que está.

Miqueas 6, óigame esto, “con qué me presentaré ante Jehová y adoraré al Dios altísimo?” Él está preguntando, cómo puedo yo acercarme a este Dios todopoderoso, maravilloso, altísimo que yo tengo. Con qué me presentaré? Son preguntas retóricas. Él sabe la respuesta pero está preguntando.

Me presentaré ante él con holocaustos? Voy a traer 10 bueyes. En el Antiguo Testamento se usaban estos sacrificios. Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año –es decir, bien tiernecitos, − se agradará Jehová de millares de carneros – la gente traía un carnero para el sacrificio para presentarse ante el Señor, por sus pecados, por lo que fuera, para honrar al Señor. – Se agradaré Jehová de millares de carneros o de 10 mil arroyos de aceite? También traían aceite como una ofrenda para la libación.

Si yo trajera 10 mil, no digo latas de aceite, arroyos de aceite. Evidentemente cuál es la respuesta? No. él no se agradará con ninguna de esas cosas. Se agradará Jehová, dice, daré mi primogénito por mi rebelión? Hay gente que quizás dice, bueno, si yo doy a mi primogénito a quien tanto amo, quizás Dios me va a perdonar y va a tener misericordia de mí.

Quizás si yo doy mi primogénito entonces él va a permitir que yo me acerque a él. Usted ve que la gente hace a veces el cristianismo bien complicado, bien complejo, bien difícil. Y lo que Dios quiere son cosas sencillas. Mire lo que dice aquí.

“Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas, por el pecado de mi alma. Aquí está la respuesta. Oh, hombre, oh mujer, él te ha declarado lo que es bueno y qué pide Jehová de ti? Solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios.” Gloria al Señor. No sé si tuviéramos que darle un título a esta meditación, yo pondría ‘Cristianismo sencillo’. A veces pensamos como que Dios es bien complicado. Mire, Dios es infinitamente complejo pero también infinitamente sencillo. Él se agrada con cosas sencillas pero esas cosas sencillas son bien difíciles muchas veces.

Amar a los demás, hacer justicia en nuestro caminar y ser humildes ante el Señor. si usted tiene esas tres cosas usted está cubierto. Sí, señor. Es sencillo. Lo que tenemos que pedir es, Señor, ayúdame a ver qué es lo que agrada tu corazón y no estar por ahí construyendo castillos en el aire. Voy a caminar hasta Roma de rodillas para que el Señor perdone como hace mucha gente. Llegar con las rodillas sangrando porque hice una promesa. Nada de eso. El Señor es bien sencillo.

Yo creo que por eso Santiago lo pone de esa manera, pero es más bien como simplemente un símbolo. La religión pura y sin mácula, a diferencia de la religión falsa y superficial, pura y sin mancha delante de Dios, el Padre. No delante de los hombres porque mucha gente, lo que pasa, la religión vana es puro show para que los demás piensen acerca de nosotros. Pero la religión pura, del corazón interior, en espíritu y en verdad, es esta.

En otras palabras, hacer el bien a los demás. De nuevo, no se trata de ganarnos la salvación.

Lo que está ofreciendo es un contraste poético, eso es todo. Acciones de misericordia, de bondad, visitar a los huérfanos y a las viudas y guardarse sin mancha del mundo. El Señor Jesucristo lo dijo una vez al escriba que le preguntó, qué tengo que hacer para ser salvo? Dos cosas, ama a Dios y a tu prójimo como a ti mismo. En esto se resume toda la ley y los profetas.

A veces estos resúmenes de la palabra vienen para mostrarnos algo y es que lo que Dios quiere es un corazón sencillo, humilde, generoso, misericordioso, compasivo y él lo pone de esta manera. Podría ser otras cosas, perdonar a los demás y bendecir a los que te maldicen.

Él dice, visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo, en otras palabras, santidad. Con eso se concluye esta hermosa meditación. Quiera el Señor, hermanos, en esta noche volver a reforzar en nosotros esta idea de ser sencillos en nuestro corazón, amar a los demás, compadecernos de los demás.

Aquí se está enfocando algo, no hemos hablado de hermanos que están enfermos, han tenido pérdidas, y tenemos que orar por ellos, compadecernos de ellos, visitarlos a los que están en las cárceles, a los que están en los hospitales. No nos olvidemos de hacer el bien de esa manera. Con eso no nos vamos a ganar la salvación, porque la salvación es por medio de fe en Jesucristo. Pero es un hermoso adorno y es una evidencia de que Dios está obrando en nuestro corazón, porque somos gente generosa, de misericordia, de compasión para con los demás. Y nuestra boca la guardamos y buscamos ser de bendición.

Quiera el Señor que así sea. Baje su cabeza un momentito. Yo también le voy a pedir al Señor, que ‘hey, trabaja conmigo, Padre.’ Trabaja con nosotros, Señor, en esta noche, tu nos has hablado, Padre, tu nos has redargüido. Todos hemos pecado, Señor, diciendo cosas que no debiéramos pero, Padre, en esta noche, nos arrepentimos, confesamos cualquier error que hayamos cometido, cualquier pecado y te pedimos que en esta noche pongas un carbón encendido, Señor, sobre nuestra boca y que nos ayudes a ser mejores, a discernir, Señor, mejor tu propósito.

Si hemos ofendido a nuestra esposa o esposo, hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, perdónanos, Padre, perdónanos en esta noche y ponnos en el camino correcto y gracias por tu misericordia.

Ayuda a esta iglesia, Padre, que esta palabra alcance a los que no están aquí en esta noche también, Padre. Que este espíritu que ha sido declarado por medio de esta palabra se esparza en esta congregación, los que están lejos y los que están cerca, los que vendrán el domingo, los que vinieron el domingo pasado y llenaron este lugar dos veces, Señor, que esta iglesia se caracterice para gloria de tu nombre, por ser una iglesia de gente que domina su boca, que hace el bien, que obedece, que camina en santidad, que cada día estamos sujetándonos más y más, Señor, a tu palabra, y entonces experimentaremos real bendición, gran prosperidad y gran gozo. Gracias Señor. te adoramos y te bendecimos, Padre, en el nombre de Jesús.